“¿Por qué trabajamos más desde la década de 1980, a pesar de ser más ricos que nunca? ¿Por qué hay millones de personas viviendo en la pobreza cuando somos más que suficientemente ricos para erradicarla para siempre? ¿Y por qué más del 60% de nuestros ingresos dependen del país donde por casualidad hemos nacido?”
Estas preguntas fueron las disparadoras del ensayo Utopía para Realistas escrito por un jovencísimo historiador holandés (¡nació en 1988, imaginen!) llamado Rutger Bregman quien fue uno de los primeros en empezar a hablar de Renta Básica a finales de 2013. Con una buena dosis de pragmatismo imaginó tres medidas que podrían dar vuelta la paradójica realidad de un mundo rico lleno de pobres: implementar una renta básica universal, semana laboral de 15 horas y fronteras abiertas. Tenía 24 añitos el buen Bregman cuando escribió su original libro que lejos de haber sido tildado como una locura juvenil fue traducido a más de veinte idiomas y hoy es tema de debate entre los dueños del poder.
En dicho manifiesto hace referencia a una mítica cita de la película El club de la Pelea en donde afirman que “la industria alimentaria nos proporciona comida basura barata con exceso de sal, azúcar y grasas, poniéndonos en la vía rápida hacia el médico y el dietista. El desarrollo de las tecnologías causa estragos en el empleo y nos envía de vuelta al consultor. Y la industria publicitaria nos anima a gastar dinero que no tenemos en trastos que no necesitamos para impresionar a gente a la que no soportamos”. Esto ocurre con quienes tienen capacidad de consumo, claro. El resto, padece el hambre y la incertidumbre de habitar un planeta enloquecido en el que no podrán recuperar jamás su dignidad a través del trabajo. Ante semejante desatino Rutger Bregman prefiere recuperar la idea de una utopía que nos permita pensar en un mundo mejor. Así fue que se convirtió en el portavoz del concepto de Renta Básica Universal que según sus palabras es “increíblemente simple” de aplicar. Se trata de garantizar un ingreso que asegure comida, vivienda y educación para toda la población, sin condiciones.
Parecía una idea loca, pero fue adquiriendo sentido y está siendo estudiada seriamente por la dirigencia mundial frente a un panorama planetario en el que ya no será tan necesaria la actividad humana para la producción. Eso se traduciría en un ejército de desocupados. Y no habría vuelta que darle. De no lograr una solución el caos haría cada vez más inhabitable al Planeta y sus ciudades, incluso para los ricos.
“No son los lunes lo que odias, es tu trabajo”, escribían Alex Williams y Nick Srnicek en el 2016 en su libro ‘Inventando el futuro. Postcapitalismo y un mundo sin trabajo’. Otro ensayo que desarrolla la idea de superar las fallas del capitalismo creando una sociedad que no esté organizada alrededor el trabajo. Los avances tecnológicos ya hacen pensar que la idea de ‘pleno empleo’ con ‘buenos sueldos’ es meramente nostálgica.
En estas semanas fue noticia la presencia en el país de una empresa que reclutaba hombres y mujeres pobres a quienes a cambio de 50 dólares les escaneaban el iris. Los países en donde la empresa de criptomonedas WorldCoin está llevando adelante su experimento con más éxito son Kenia y Argentina. ¿Por qué lo hacen? Para garantizar la seguridad de quienes invierten, compran o venden en este mercado, WorldCoin necesita una herramienta que garantice que del otro lado hay un humano, y no un robot o un impostor.
El asunto provocó un debate ético ya que parece que el iris es una marca identitaria fundamental. En un programa de radio entrevistaron a uno de los que fue a ganarse sus 50 dólares por solo mirar un aparatito. Le preguntaron si tenía noción que podían estar robándole la identidad. Con una sonrisa el joven respondió: “En mi caso, si me cambian la identidad quizás me hacen un favor”. Así están quienes nada tienen que perder.
En Kenia parece que han suspendido la actividad de WorldCoin y en Argentina el abogado Daniel Monastersky, experto en protección de datos, ha alertado a la Agencia de Acceso a la Información Pública sobre el robo de datos biométricos sin control alguno. También en Francia, la Comisión Nacional de Informática y Libertades (CNIL) ha abierto investigaciones a WorldCoin por posibles infracciones a la privacidad de datos, sin consentimiento informado. De hecho, el muchacho que hizo la prueba, que es del conurbano bonaerense, dijo que no le explicaron de qué se trataba el asunto.
Para WorldCoin (“MundoMoneda”) la identidad digital es una herramienta básica para garantizar la seguridad y la confiabilidad de las transacciones de criptomonedas.
¿Y porqué tendríamos que hacer este tipo de operaciones ajenas a los bancos? Y aquí vuelve el tema de la renta básica. Los intrépidos chicos de MundoMoneda se proponen como los únicos que podrían garantizar la distribución de dicha renta a cambio de un registro de identidad más eficaz que el DNI.
En fin, no es ciencia ficción. Se trata del nuevo mundo en donde el trabajo ya no es lo que era y habrá que dejar de lado viejas ideas. Por ejemplo, la tan consabida frase ‘no trabajan porque son vagos’. Ya ven, no trabajan porque el planeta empezó a girar para otro lado y el progreso tecnológico le sirve solo a los que tienen más dinero. Una vez más me pregunto por qué deberían ser ellos los únicos que se aprovechen del conocimiento acumulado a lo largo de la historia de la humanidad.
¿Qué se esconde detrás del dólar? Laura Giussani Constenla reflexionó sobre la divisa, su establecimiento como moneda de cambio internacional y qué implica esto para Argentina.
El Editorial | Regístrese, Comuníquese y Archívese
A propósito del Día del Maestro, Nora Anchart recuperó fragmentos del documental Regístrese, Comuníquese y Archívese, realizado sobre la base del documento “SUBVERSIÓN EN EL ÁMBITO EDUCATIVO (Conozcamos a nuestro enemigo)” que fue firmado el 27 de octubre de 1977 por el entonces ministro de Cultura y Educación de la dictadura Juan José Catalán y distribuido en todos los establecimientos educacionales del Argentina a docentes y autoridades escolares, con el propósito de buscar “subversivos” en los niveles inicial, primario, secundario y superior.
¿Qué tiene que ver el colonialismo, con su correspondiente dosis de contrabando y trata de esclavos, la iglesia y los piratas con el festejo del Día de la Industria Nacional? Trataré de ser breve, es una historia increíble y apasionante que muestra los cimientos sobre los que elegimos el ‘progreso’ que nos toca.
Según los folletos de la UIA, el Día de la Industria que se celebra todos los 2 de septiembre sirve para recordar a la ‘industria como sinónimo de soberanía y crecimiento’.
La fecha recuerda un episodio ocurrido en 1587 en los que se entreveran: un obispo contrabandista, un rey prudente, un pirata inglés, el gobernador de Tucumán y cientos de esclavos. Uno podría pensar que nada bueno podría salir de ese combo. Error: salió el festejo de la industria nacional.
En principio, de soberanía no se hablaba a finales del siglo XVI. Ni país teníamos, ni siquiera virreinato. Por entonces formábamos parte del virreinato de Perú. Difícil encontrar ese ‘sinónimo de soberanía’ del que hablan los industriales argentinos.
El festejo refiere a la primera exportación de tejidos y harinas producidos en Santiago del Estero. El 2 de septiembre partió del riachuelo la carabela San Antonio rumbo a Brasil. En ese momento el virreinato de Perú y la colonia portuguesa de Brasil no eran diferentes ya que estaban bajo el mando de un solo rey, Felipe II, llamado El prudente. ¿Fue una exportación o un traslado de una aldea a otra del mismo reino o colonia?
El artífice de esta proeza fue el primer obispo de Córdoba del Tucumán: Fray Francisco de Victoria. Un portugués avivado que se encargó de armar el cargamento en el que puso los tejidos, la harina y unos cuantos kilos de barras de plata extraídas de Potosí escondidas entre los bultos. El gobernador tucumano Juan Ramírez de Velasco denunció este hecho, ya que la exportación de ese bien estaba prohibida por la Real Cédula. Igual, nadie le dio pelota pero quedó registrada su acusación para la historia. Conclusión: la “primera exportación argentina”, no fue argentina, ni exportación, más bien un hecho de contrabando y comercio ilegal. Pero no se termina todo ahí, la cosa se pone más macabra y rocambolesca porque el Fray de Victoria también era un tratante de esclavos.
Así que el barco que partió del Río de la Plata cargado de plata y bolsas con manufacturas, volvió con 120 esclavos destinados a las minas de Potosí. Un adelantado el cura portugués: fue el primer cargamento de esclavos con destino al puerto de Buenos Aires. Hermoso condimento para esta festividad del Día de la Industria. Como en el simpático juego de ‘viene un barquito cargado de…” en este caso la respuesta sería ‘esclavos’. Y como en toda buena historia, no podía faltar un pirata inglés de nombre Thomas Cavendish, a quien poco le importó que hubiera un obispo a bordo y robó algo de mercadería y la mitad de los esclavos. Razón por la cual el pobre contrabandista y esclavista Fray Francisco de Victoria cayó en desgracia y perdió su diócesis.
¿Ustedes se preguntarán quién fue el demente que decidió adjudicarle a este patético hecho histórico que resume lo peor de la colonia en ‘el Día de la Industria Argentina’?
Fue en 1941, durante el gobierno de Roberto Marcelino Ortíz y Ramón S. Castillo. El último estertor de la década infame, asumieron denunciados por fraude electoral luego de la presidencia de Julio Argentino Roca, y fueron derrocados por el golpe del GOU de 1943. Bingo. Si algo nefasto le faltaba a esta festividad es que fue elegida por representantes de un oscuro período de nuestra historia.
Pregunta inocente: a nadie, en casi un siglo, ¿se le ocurrió modificar esta fecha que solo nos recuerda lo peor de la llamada industria colonialista, esclavizante y contrabandista? No, así que seguimos brindando a la salud del obispo, el rey y el pirata. Y por arte de magia convertimos la fecha en un ‘sinónimo de soberanía y crecimiento’.
En la celebración de este año, Funes de Rioja dijo: el titular de la UIA reconoció que el contexto económico social “es complejo”, consideró que el sector industrial “es el motor de crecimiento y empleo en el país”. Por eso, rechazó a “algunos políticos que no quieren reconocer el rol de la industria”. Apuntó que la actividad “no le tiene miedo al mundo, pero no nos entreguen de manos atadas porque ya sabemos lo que pasa”.
Dios, sea más claro, don Funes, tan memorioso como desmemoriado. ¿Lo suyo suena a una velada amenaza o me parece? Usted me da un poquito de miedo. Será que estoy sugestionada porque vengo de contar una de piratas.