¿Qué define una revolución? El siglo XXI universalizó el uso de la palabra y, en alguna medida, la domesticó: hasta la misma propaganda cambiemista supo hablar de su propia “Revolución de la Alegría”, hoy ya transmutada en una suerte de módico y frío optimismo de Estado, la repetición cansina de una fórmula gastada. Y sin embargo, la Argentina de los últimos años vivió una revolución, una que no está encarnada en ningún partido, sindicato o gobierno, y que a pesar de esto (o, más precisamente, por esto) modificó de forma radical lo más profundo de la vida cotidiana. ¿Imaginaban las organizadoras de la marcha de “Ni una Menos”, aquel 3 de junio de 2015, el movimiento que estaban dando a luz? Es poco probable, y esta es una de sus peculiaridades, entre muchas otras. La ola verde no tiene el formato leninista (o kirchnerista, para el caso) de una movilización organizada desde y para un objetivo estatal, y también de referencias y liderazgos exclusivos o excluyentes. Si mañana el Presidente de la Nación llama a su Jefe de Gabinete y le pide “cerrar” algo con el movimiento feminista, ¿a quiénes llaman? ¿Y qué representatividad podrían arrogarse sus múltiples referentes mediáticos sobre su derrotero? ¿Quiénes son “las bases”, y quiénes su liderazgo? De ahí la pregunta trillada que obsesiona a la política: “¿Quién acumula?”, la pretensión de quien se presenta con un balde de playa delante de un tsunami. “Nadie”, podría ser la respuesta, lo cual remite a decir “todos”. El movimiento de mujeres es uno en donde las bases y los liderazgos se confunden, lo cual potencia su alcance en una era de crisis general de la representación política. La elude cristalizándola.
«LA ARGENTINA DE LOS ÚLTIMOS AÑOS VIVIÓ UNA REVOLUCIÓN, UNA QUE NO ESTÁ ENCARNADA EN NINGÚN PARTIDO, SINDICATO O GOBIERNO, Y QUE A PESAR DE ESTO MODIFICÓ DE FORMA RADICAL LO MÁS PROFUNDO DE LA VIDA COTIDIANA»
¿Es micropolítica una agenda que interpela directamente a más de la mitad de los argentinos? El FMI, el déficit fiscal, la distribución del ingreso, los paros generales, la CGT, Cristina, la interna peronista y Comodoro Py son, en todo caso, parte del paisaje recurrente de una Argentina que se muerde la cola. Ya estaban y probablemente estarán. El movimiento feminista es casi la única verdadera novedad en la monotonía depresiva de estos años de estanflación y grieta; podría decirse al revés, que el acuerdo con el FMI “tapa” la discusión sobre la interrupción voluntaria del embarazo. La paradoja es que este solo comparte el podio de “lo nuevo”con los movimientos sociales ligados a Francisco, el embrión posible de una forma de representación poslaboral de los trabajadores argentinos. Dos formas políticas del siglo XXI.
«SI MAÑANA EL PRESIDENTE DE LA NACIÓN LLAMA A SU JEFE DE GABINETE Y LE PIDE “CERRAR” ALGO CON EL MOVIMIENTO FEMINISTA, ¿A QUIÉNES LLAMAN?»
Quedará para la historia que Mauricio Macri fue quien habilitó la discusión sobre el aborto en la Argentina, posibilitando con su media venia un ejercicio de debate que siempre quedaba “para épocas mas tranquilas”, lo que en Argentina equivale a decir jamás. Un triunfo simbólico que él mismo se escamoteó en los últimos días y sobre todo en la noche de la votación en Diputados, cuando su neutralidad se pareció muchísimo a una indolencia indiferente, un laissez faire al cubo: que decida el Congreso y que gobierne el Fondo. El Presidente prescindente. Una frivolidad insólita frente al posible derrotero de la discusión que él mismo abrió: ¿Qué pasaba en el país esa noche si la ley no salía? ¿ Que pasará sino se aprueba en Senadores? Fue el “Poné la fecha” de los liberales argentinos ante su propio gobierno, ansiosos por el “gradualismo decisorio” del Presidente, del cual emana siempre una sensación de microcálculo perpetuo ajeno a toda convicción. Un casero ausente.
«EL FMI, EL DÉFICIT FISCAL, LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, LOS PAROS GENERALES, LA CGT, CRISTINA, LA INTERNA PERONISTA Y COMODORO PY SON, EN TODO CASO, PARTE DEL PAISAJE RECURRENTE DE UNA ARGENTINA QUE SE MUERDE LA COLA»
Muchos oficialistas apelaron la noche de la media sanción al manual de instrucción cívica y las reglas de la división de poderes ante la inacción política. “Típico de peronista creer que se abre una discusión para cerrarla a tu favor”, se oyó y leyó decir entre las tribunas amarillas. En la gran película de Steven Spielberg sobre Abraham Lincoln y la votación de la emancipación de los negros americanos hay una respuesta a este planteo. Lincoln no solo “abre la discusión”, se involucra en ella, y recurre a todos los medios posibles para lograr el resultado histórico. Y eso que, hasta donde sabemos, Lincoln no era peronista.
«LA TERMODINÁMICA DE LAS REVOLUCIONES TIENE SIEMPRE SUS JACOBINOS Y SUS GIRONDINOS, SUS MENCHEVIQUES Y SUS BOLCHEVIQUES, EL TERROR Y LA RAZÓN. SUS LIBERTARIOS Y SUS COMISARIOS POLÍTICOS. LA POESÍA Y EL PATRULLERO.»
Sea como sea el resultado en el Senado,ya existe en el país un nuevo y muy, muy singular movimiento político. En este paisaje lunar de la Argentina en donde el invierno ya definitivamente llegó, solo queda por decir: “Yo viví la Revolución del ‘18”. Y que sea ley.