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Nieto del colchonero y crisis de identidad, por Marcelo Paredes

Mi abuelo fue el colchonero del barrio de Saavedra durante la segunda mitad del siglo pasado. Iba a la casa de los vecinos, desarmaba el colchón de lana viejo, escardaba la lana apelmazada con su máquina hasta separar bien las fibras y volvía a armar el colchón con una tela nueva o cotín, a gusto de cada cliente.
Para ello se trasladaba desde su casa con la vieja máquina de escardar con rueditas y una parrilla de madera del tamaño del colchón donde desplegaba el cotín floreado, previamente cosido por mi vieja, y, tras rellenarlo con la lana rejuvenecida, unía los bordes con una aguja gruesa que de tanto trajinar le fue deformando el dedo índice. 
Adoptó el oficio a los 45 años tras jubilarse de barrendero. Se presentó en la casa de un colchonero conocido y le dijo: “le trabajo gratis si me enseña el oficio”. Lo ejerció hasta casi los ochenta años y creo que medio barrio dormía en colchones escardados por él.
Su vida era trabajar. Tal vez por eso salía de casa todos los días silbando o canturreando mientras empujaba el carrito con la parrilla enganchada en el hombro.
Ni yo ni mis hermanos teníamos nombres para la gente del barrio, entre el parque y la General Paz, desde la Philips hasta Cabildo. Éramos los nietos del colchonero. 
Con los años, el oficio dejó a Don Modesto y pasó sus últimos años sin poder acostumbrarse a vivir sin trabajar. La máquina, la parrilla y la gran aguja fueron incluidas en el inventario emotivo del disperso museo familiar.
Pasaron los años y comencé a ayudar a mi padre y a mi tío en la “Parada” de diarios y revistas del barrio de Núñez. Seguía sin nombre, para todos era el hijo o el sobrino del diariero (otra verdadera institución barrial).
El tiempo siguió su curso y me fui ganando una identidad con esfuerzo, entusiasmo, idealismo y voluntad, haciendo diversas cosas con diversa suerte. Hoy puedo decir con orgullo que me gané finalmente un nombre. 
Ahora soy el papá de Julia. Mucho Gusto.

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Ambiente

Tierra de Nadie. Un campesino asesinado y otro herido en 15 días

Mientras el gobierno elige suspender el Instituto de Agricultura Familiar e Indígena y colocar como interventora a una joven abogada, Inés Liendo, nieta del recordado Ministro de Trabajo del general Videla, las comunidades campesinas sufren el desamparo y la prepotencia. Este sábado, en Catamarca, una feroz represión hirió a un habitante de la zona de 80 años, Felix Escalante, quien recibió golpes y balas de goma. El 5 de abril, fue asesinado a mansalva Fabián Martínez, miembro del Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina (Mocase-VC).

Catamarca

Desde hace años la Comunidad de Peñas Negras está luchando contra la instalación de proyectos mineros en terrenos que poseen de manera ancestral. Allí, la minera Elevado Gold ha comenzado con permiso de la gobernación las tareas de exploración. Frente al conflicto suscitado con los habitantes, este sábado se intentó poner una garita de fuerzas de seguridad en el camino de montaña y hubo una manifestación para impedirlo. Por orden de una fiscal de Belén, la policía desalojó a las comunidades con escuderos, palos y balas de goma. El principal herido fue Félix Escalante, de 80 años, de la Comunidad de Peñas Negras. Recibió golpes de los escuderos y balas de goma. Temen que en las próximas hora o días los policías vuelvan a reprimir.

El conflicto empeoró luego de que la Comunidad iniciara una denuncia penal en la que dejó asentados hechos de robo, destrucción de propiedad, puestos, corrales, robo de animales y agresiones varias. Desde hace un par de semanas que están pidiendo una audiencia con la Secretaria de Seguridad que no tuvo respuesta.

De acuerdo a los testimonios recogidos por Pag/12 de Catamarca, los vecinos aseguran: “Nos comunicamos con el Fiscal General, quien nos aseguró que había una orden de la Fiscal de Belén para poner un destacamento policial, aunque sin fines mineros, sino para resguardar a las familias. Esto no fue así, porque ayer se presentaron con la orden a fin de instalar un destacamento policial a los fines de llevar a cabo trabajos de exploración minera”, y concluyen: “es una total ironía: quieren montar un destacamento policial en una zona en donde saben que no hay consenso minero, y esgrimen que es para proteger a la población, pero llegan escoltando a las camionetas mineras, y las hacen pasar aún ante el bloqueo de la comunidad”.

Santiago del Estero

El momento en que Fabián Martínez exige que salgan de su propiedad.

El Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina (Mocase-VC) lleva más de 25 años defendiendo los derechos de los campesinos que producen en sus tierras desde hace añares y supuestos propietarios con títulos dudosos quieren desalojar. No es la primera vez que empresarios agrícolas apelan a la violencia de bandas armadas.

El 28 de marzo arribó al paraje San Francisco, del departamento Alberdi, un grupo armado que exhibía sus fusiles de manera impune. De acuerdo a los testimonios, pertenecen a ‘la banda de los Padilla’ que hace un tiempo comenzaron a cercar los campos en donde los campesinos crían sus animales. Una zona rural donde el Mo.Ca.Se ha tendido redes.

El asesinato de Fabián Martínez ocurrió el viernes 5 de abril luego de que los matones del patrón usurparan tierras de uso comunitario a punta de pistolas. Se acusa a un hombre llamado Yonathan Padilla de ser el autor material del asesinato. Es el cuarto campesino asesinado en los últimos años, siempre en el marco de conflictos entre empresarios del agro y comunidades campesinas e indígenas por la tenencia de los territorios.

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Marcha Nacional Universitaria: el 23 de abril todos por la ciencia, la educación y la cultura

El pasado 10 de abril, la UBA se declaró en “emergencia presupuestaria”. De no modificarse la partida presupuestaria, que se mantiene igual a la del 2023 a pesar del 325% de inflación interanual, tendrían que cerrar los claustros en el segundo cuatrimestre.  

“Hasta mayo o junio podemos funcionar con muchos recaudos y cuidando el dinero. Son momentos muy graves y dramáticos ”, sostuvo el rector de la universidad, Ricardo Gelpi. Mientras que el vicerrector Emiliano Yacobitti afirmó que “pagar las tarifas va a ser imposible”. 

Por su parte, el Consejo Superior, el órgano de gobierno de la UBA, que declaró la emergencia presupuestaria, precisó que “en las condiciones actuales se encuentra seriamente afectada la posibilidad de mantener toda actividad tendiente a garantizar la calidad educativa, la continuidad de la investigación, de la extensión y la función asistencial”. 

Ante la gravedad de la situación se conformó el Frente Sindical de Universidades Nacionales, que convocó a una marcha nacional desde el Congreso a Plaza de Mayo el próximo 23 de abril a las 15:30 hs. que terminará en un acto en a las 18.00 en donde se leerá un documento consensuado. Una manifestación que se repetirá en todas las ciudades y universidades federales, quienes enviarán una representación al acto central en la ciudad de Buenos Aires.

La situación crítica – en lo salarial y en lo presupuestario –  de las Universidades Nacionales y del Sistema Público de Ciencia y Tecnología provocada por el Gobierno de Milei, el ataque general que el partido de gobierno realiza a la educación equiparándola con el adoctrinamiento y la reciente declaración de uno de sus principales referentes  – Benegas Lynch – que reclama libertad para legitimar el trabajo infantil, le ha dado un cariz intersectorial y se han sumado distintos sectores además de los convocantes: CONADU Histórica, CONADU, FEDUN, la FUA y el CIN. Las tres centrales obreras –CGT, CTA-A y CTA-T– también se sumaron a la marcha en defensa de la educación pública, libre, gratuita y laica.

Toda la ciudadanía está invitada a participar: legisladores de todos los partidos, estudiantes, maestros, científicos, personalidades de la cultura, organismos de Derechos Humanos, entre otros.

La educación atraviesa todas las clases y actividades. Junto con la cultura y la ciencia -que vienen sufriendo la ola de despidos masivos- forman la identidad y el futuro de nuestro país.

La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores adhiere y acompaña a nuestros profesores, estudiantes, maestros y alumnos.

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Sebastián Ablin: “Ya no quiero resistir, quiero avanzar”

Después de los 15.000 avisos de despidos de empleados estatales -todavía está en discusión si un mail vale como un telegrama- LCV decidió ir al encuentro de las personas que componen esa cifra espeluznante. Detrás de ella hay historias de vidas, gente que laburó desde siempre, en diversos oficios y circunstancias. Algunos, grandes talentos, que se destacaron en áreas de lo más diversas. Hoy presentamos a Sebastián Ablin, uno de los queribles personajes de la Biblioteca Nacional que acaba de perder su trabajo: talentoso, creativo, se destacó en la primera de River en su adolescencia, descubrió la música, allá por el 2001 fundó Choque Urbano, en el 1998 empezó a trabajar en la Biblioteca Nacional. Supo del placer de poner el corazón con toda la libertad que ofrecía Horacio González. La semana pasada se enteró que ‘formaba parte de la lista”. Angustia y volver a empezar. Por ahora, se metió en Uber para sobrevivir. Seba, un capo también en la cocina.Hasta en el MasterChef del 2005 estuvo! El Estado se lo pierde, no es fácil encontrar un empleado con ese empuje. No quieren trabajadores, quieren burócratas. Si no, fijate todo lo que Sebastián y sus compañeros le regalaron a la Biblioteca Nacional a pesar de los embates y los agravios. Asomate a esta Historia de Trabajadores. Talento para dar y regalar.

LCV: Sebastián, ¿Cómo estás? Yo te presenté así, como una persona que había transitado un montón de lugares. Futbolista, MasterChef, Choque Urbano.

—Sí, también toqué cumbia con los chacales. También toqué en un grupo de folclore rock que se llama Arbolito, antes de tocar con el choque. También me fui a jugar al extranjero al fútbol.

LCV: ¿Dónde jugaste al fútbol?

—En Israel.

LCV: ¿Cómo llegas a ser jugador de fútbol en Israel?

—Empecé con el sueño de la gran mayoría de los pibes y pibas. No sé si todas las pibas quieren, pero ahora las pibas también quieren y bienvenidas sean. Me gustaba el fútbol de chico y ahí me fue prontamente rápido con River. De todas formas, tenía un problema de sensibilidad en general, y era bastante vulnerable a las críticas así que no duré mucho en el fútbol y me volqué por la música, que era bastante más amable y más social y no tan exigente y no de tanta competencia.

LCV: Vos decís eso de que eras un poco sensible a las críticas y yo me imagino que las críticas eran los barras gritando desde las hinchadas y no la crítica de un crítico que escribe en un diario.

—A veces ninguna de las dos. Muchas veces son las propias críticas de uno mismo o las situaciones familiares. Era muy exigente conmigo mismo y era muy sensible frente a las situaciones de vestuario. Es un ambiente complicado el fútbol si no estás muy convencido de que eso es lo que querés hacer con tu vida. Es difícil. Aparte, pensá que sólo el 15 % de los afiliados a AFA viven del fútbol. O sea que hay un 85% del resto de los jugadores federados en AFA que tienen que hacer cosas paralelas para seguir subsistiendo, digamos.

LCV: ¿En qué puesto jugabas?

—Marcador de punta ofensivo.

El joven Sebastián Ablin en la primera de River

LCV: Contame cómo llegas, entonces, primero a Arbolito o al Choque Urbano.

—Primero Arbolito, allá por 98, paralelamente al ingreso a la biblioteca, en mayo del 98. Yo ingreso en la biblioteca como contratado de locación en esa época. Esa época también empezaba a tocar con Arbolito, toda la etapa previa al 2001, la última parte del menemato. En ese contexto es donde empecé a tocar en Arbolito, que hasta el día de hoy es un grupo con mucha presencia en las calles, siempre bien plantado, siempre diciendo lo que tiene que decir. Al mismo tiempo empecé a desarrollar con mis hermanos Choque Urbano, y empezó a funcionar paralelamente Arbolito. Tanto es así que en un momento tuve que dejar Arbolito y allá por el 2003 también renuncié a la biblioteca, porque se me hizo imposible llevar las dos cosas. Entonces desde 2003 al 2009 yo me dediqué a tocar con el Choque, a girar por bastantes lugares, bastantes lugares por el mundo, como Corea, Siria, Italia, Holanda. Después en el 2009, cuando la biblioteca empezó a ser distinta y yo empecé a ser más grande, ser distinta significa que los contratos de locación de obra pasaron a ser resolución 48, y yo tenía una necesidad más de formar familia. Hice las gestiones necesarias y volví a ingresar a la biblioteca ahí con la resolución 48. Y ahí ya me aboqué de lleno a la biblioteca y lo demás era satélite, digamos, colaboraba cuando podía.

LCV: Choque Urbano entonces es una suerte de emprendimiento familiar

—Sí.

LCV: ¿Cómo nace? ¿A quién se le ocurrió?

—Allá por el por el 2000, 2001, con la movida de diciembre se disuelve un grupo que existía en La Boca, que para esa época se llamaba Caturga, era un grupo nacido del grupo Catalina Sur, allá de la zona de la ribera, de la zona de donde es Trueno. Ese grupo termina su ciclo y dentro del seno de ese grupo ya se formó entre hermanos, cuñada y algunos integrantes del grupo anterior, el Choque Urbano. El nombre remite a la época, cada uno le da el significado que quiere. Y ahí empezamos a tocar con objetos no convencionales en plazas, los 19 y 20, la marcha de las Resistencias.

LCV: Los 24 de marzo también estaban.

—Los 24 de marzo se nos hacía más complicado, porque se nos hacía difícil desfilar o caminar con los tachos. A veces colaboramos alguna vez con la chilinga pero siempre estábamos en presencia o del choque o de civiles, digamos, para decirlo de alguna otra forma. Ahí comienza a funcionar el choque, empieza a ir bien. Empezamos a estar en el en Carlos Regazzoni ahí en Retiro, empezamos a vender tickets. Y bueno, en esa época nos ve León Gieco y nos lleva a Luna Park, nos hace tocar con él, ahí nos ve un productor. Y digamos que entramos como por un tubo. Tuvimos como unos 15 años de muy buen nivel de trabajo general. Ahora ya tenemos 23, con cuatro obras de teatro, con algunos premios, con muchos viajes, y ahora tocando en máquinar maquinal, una formación de cuatro personas, una formación nueva que se llama trash. Trash.

Choque Urbano festejando sus 20 años en Vorterix. Año 2022

LCV: ¿Qué hacías en la Biblioteca Nacional?

—En la Biblioteca Nacional hay un auditorio para 205 personas en el corazón del edificio, los momentos de mayor contenido, se realizan conferencias, charlas, debates, presentaciones del libro, cine, teatro, música. Ejemplos concretos, los manuscritos de Spinetta en aquella época, todos sus músicos, los dibujos del indio, los ciclos de Evita. Bueno, ahí se realiza todo, todo lo que yo lo que hacía ahí era sonido, luces y vídeo. Ese era mi trabajo.

LCV: Un trabajo fuerte porque hacías el vídeo de esas situaciones.

—Lo que me tocaba a mí de vídeo era la instalación de los cañones, de la pantalla, la operación del audio. Después el área de registro de vídeo dependía de comunicaciones. Nosotros también editábamos audio.

Una de las tantas puestas en el Auditorio BN en las que trabajaban Sebastián y sus compañeros de sonido e iluminación

LCV: ¿Cuántos años hiciste este trabajo?

—Este trabajo yo lo vengo haciendo desde mayo del 98.

LCV: Con muchas variables, con ese breve interreño, y después volviste ¿hasta qué día del 2024?

—Hasta el miércoles este de Semana Santa, en donde a todos nos llegó un mail. Cada vez nos corren la vara más, ¿no? Como que cada vez es más digitalizada la comunicación. Ya no hay ni siquiera un motivo o alguien que te diga bueno, te vas por esto. Es simplemente un mail.

LCV: No hay una persona que pone la cara.

—No, todo llega por ese maldito aparato llamado celular.

LCV: ¿Qué decía el mail?

—Que por un artículo 9 sobre la resolución 25 no sé cuánto, no se me renovaba el contrato a partir del 1 de abril.

LCV: Y no te decían en función de qué cosa ya no eras operativo.

—No. No te dicen ningún motivo, o sea que uno se va sin saber por qué. A algunos les inventan inasistencias, o llegadas tarde, de las que nisiquiera se enteraron, no hay aviso previo ni admonición. Los compañeros están viviendo bajo régimen de terror. Ya no salen a comer afuera porque si llegás 1 minuto tarde perdés el presentismo. Nadie está en condiciones de perder esa suma. Hay un control casi carcelario en entradas y salidas. Igual, su función es despedir, y van a encontrar cualquier excusa.

LCV: Igual, Sebastián, te voy a pasar un datito para nutrir aún más esto que estás diciendo que es tan razonable. Hay contrataciones en el Estado, en muchas partes del Estado, que tienen la mitad de su sueldo remunerativo y la otra mitad del sueldo es un incentivo. El incentivo, que reviste muchísimas características, en algunos casos de horas extras y en otros, es el incentivo, porque sos un empleado excelente que no faltó, no se enfermó, no fue nunca. Con lo cual, es tan mentiroso esa historia también, el dibujo que hacen, porque uno que peleaba por la total remuneración, o sea, que todo sea remunerativo, decías, porque en algún momento esta historia de que todos tenemos la salud de Highlander y nunca faltamos y nunca nos pasó absolutamente nada, se va a volver en contra, porque alguien va a venir a usar ese tema. Y bueno, lo están usando el tema, para ir revisando ese 50% que el Estado negreaba de los sueldos de muchos empleados estatales en muchas reparticiones.

—Sí, sin duda. A nosotros ya hemos sufrido la época del Pro. La biblioteca en la época de Horacio González se había constituido en un colectivo hermoso, para adjetivarlo concretamente, en donde no había molinetes, en donde la gente entraba a la biblioteca con muchas ganas de colaborar y realizar su trabajo, porque encontraba muchos “sí” frente a sus propuestas y cada uno en su área estaba lleno de contenido para sentirse realizado. Entonces, no había una necesidad de control o de sistema a través de molinetes que hagan que la persona se sienta absolutamente coartada y controlada en cuanto a su entrada y salida. Esto significa entrada y salida, no es irse a la casa, significa salir a comprar algo, salir a almorzar, salir a fumar un cigarrillo. Después empezó a contarse el tiempo no por producción sino por el molinete.Empezaron a agarrar de cualquier excusa, de controlar. Cuando vino el macrismo, todo ese colectivo se desvirtuó y cada uno empezó a jugar su propio partido con la idea de sostenerse lo máximo posible en el trabajo. Miedo a perderlo, miedo a hablar.

LCV: Hoy estaba diciendo Laura en su editorial un pensamiento que a todos nos ronda y que era que en aquel momento, en el momento de los despidos del macrismo, había una situación de mucha bronca por el despido de los compañeros y de un poco más de unión en la pelea para las reincorporaciones. Y hoy, el sentimiento que uno ve es casi el del alivio cuando ves que no estás en la lista y esto también marca un cambio cultural importante, que no sé si tiene que ver con el miedo o tiene que ver con la tremenda situación económica, no sé con qué. ¿Vos qué pensás?

—Yo opino que no solo es un cambio cultural, sino que es una derrota cultural. Creo que a partir de la pandemia, cierta y real, concreta, se rompieron un montón de lazos muy fuertes en donde la información fluyó a través de los teléfonos y la gente empezó a masticar cualquier cosa. En la biblioteca pasó lo mismo. Ahora parece que nos acostumbramos a que existan listas. Esta palabra de listas se remite a cuestiones de Primera o Segunda Guerra, y se naturaliza y se vive. Uno está con miedo de contar, de hablar de cómo se siente, de lo que opina, de cómo cree que funcionan los sindicatos, de si se siente protegido, de cómo estuvo tanto tiempo con un contrato que a esta hora ya no sirve para nada si lo rescinden. Entonces, ¿qué hace? No sabe si volcar el sentimiento, si jugar la de uno, si entregarse al sindicato en el sentido de decir dependo de lo que ustedes quieran. Entonces, cada uno juega su partido. La gente más joven en las asambleas está sorprendida por lo que ve, porque reclama otro tipo de actitud. Los sindicatos pareciera ser que hacen lo que pueden, y los trabajadores la pagan, como siempre. Esa es la situación. Después, en lo individual es bastante angustiante encontrarse a una determinada edad como teniendo que volver a empezar. Yo soy una persona que toda la vida volví a empezar. Lo que pasa es que cada vez que te agarra el empezar a una determinada edad, no es lo mismo a los 20, a los 30, a los 40 y a los 50, que yo voy a cumplir ahora 52. Pero, bueno, ya estoy Uberizado. De tanto quejarme con el teléfono, ya me bajé la aplicación y ya estoy ahí, tratando de ganarme el pan en la calle. Te digo que está bastante difícil.

LCV: ¿Seguís con el emprendimiento de la música?

—Mirá, el Choque sí sigue su camino. Yo en este momento estoy abocado a mi hijo, pero el choque tiene una producción de cuatro integrantes que la rompen, que se llaman Trash, que tocan todos los jueves en el Maquinar Maquinal, ahí en Anchorena y Valentín Gómez. Los primeros 200 tickets son gratuitos a cambio de alimentos no perecederos y la entrada está bastante barata. La propuesta artística es de improvisación, pero sin señas. Siempre hay invitados melódicos como guitarristas, como raperos, como bajistas, tecladistas, de muy alto vuelo, que aportan la parte melódica a los cuatro animales que están ahí tocando un set de mezcla de tachos y de instrumentos también. Así que el Choque es contracíclico. Cuando nadie apuesta o cuando nadie dice no voy a salir a tocar porque voy a perder, el Choque sale y pierde y pierde, y pierde, y pierde, pero siempre va en contra del ciclo para seguir adelante. ¿Sabes por qué? Porque estamos podridos de resistir. Yo estoy cansado de resistir. Cada vez que cambia un gobierno nos dicen: Tenemos que resistir. Y resistir es como que vos agarrás un cachito de algo y le pones algo encima de mucho peso y esa cosa resiste, resiste, en algún momento se parte. Siento como que hace mucho tiempo nos falta dar los pasos adelante a nosotros. Cuando nos toca hacer gobierno, nos cuesta avanzar a más velocidad, sin miedo al análisis. Y yo no quiero resistir más, yo quiero avanzar.

LCV: ¿Cuántos años tiene tu hijo?

—11 años.

LCV: ¿Qué está diciendo de este tiempo que le toca vivir a su papá y a él?

—Me vas a hacer emocionar. Fue muy fuerte el momento cuando le dije que me quedé sin trabajo. No me creyó. Me dijo dale papá no me jodas, y yo me acuerdo que tenía un montón de items preparadas para decir, que tengo Uber y eso, pero cuando no me creyó me desarmó. Todo lo que pude hacer fue respirar profundo para no llorar. Pero acá la estamos viviendo, los hijos re bancan, bancan mucho más de lo que nosotros creemos.

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