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Memoria

Trelew y una fusilada en casa, por Laura Giussani Constenla

Junio de 1973. Las sobremesas en casa se hacían infinitas, con versos, con discusiones, y seguramente con intrigas que me eran ajenas. Todos los días Diana Halac se instalaba en la habitación de mi hermano a desgrabar en una pequeña maquina de escribir “lettera” Olivetti la entrevista que Paco Urondo había realizado en la cárcel a los sobrevivientes de Trelew. Solía visitarnos María Antonia Berger con su aire germánico y el clásico gamulán. A María Antonia la habían fusilado en Trelew el 22 de agosto de 1972, pero estaba allí para contarlo. Yo permanecía inmóvil escuchando el relato del fusilamiento, cómo los hicieron formar en el pasillo afuera de las celdas, sacar los colchones, mirar al piso y de imprevisto las ráfagas de ametralladoras, los compañeros que caían, gemían, puteaban, increíbles minutos en los que todavía estaban todos vivos hasta que llegaron los tiros de gracia, a quemarropa, María Antonia tirada en el piso con una bala en el estómago y otra, la de gracia, que le hizo estallar la mandíbula, escribía en las paredes: “L.O.M.J.E.”, Libres o Muertos Jamás Esclavos; y agregó: “Mamá y Papá”; y quiso escribir “Sosa” y “Bravo”, que fueron los que dispararon, pero no tuvo tiempo, un oficial se dio cuenta de las palabras que aparecían en los muros y las borró, y ella volvió a escribir con el dedo mojado en sangre, y volvieron a borrarlo. Yo andaba por los doce, pero podía comprender muy bien todo lo que se decía. Sentado sobre un colchón en el suelo, sobre una alfombra verde, en la última habitación de la casa, Juan Gelman recitaba con voz monótona y cansada la poesía que escribió después de los fusilamientos de Trelew: “¿era rubia la pulpera de Santa Lucía? ¿tenía los ojos celestes?/ ¿y cantaba como una calandria la pulpera?/ ¿reflejaban sus ojos la gloria del día?/ ¿era ella la gloria del día inmensa luz?// son preguntas inútiles para este invierno/ no se las puede echar al fuego para que ardan/ no sirven para calentarse en el país/ no sirven para calentar al país helado de sangre// por una sábana de luz iría la pulpera santa de voz/ graciosamente moviendo sus alrededores sus invitaciones/ y el olor de sus pechos y la penumbra de sus pechos/ hacían bajar el sol sobre la pampa bajaban a la noche como un telón// ¿quién no se iba a perder en esa noche? ¿quién no se iba a encontrar allí mesmo pasando/ su furia por la suavidad que la pulpera fundó?// horas se podría estar contando esta historia y otras parejamente tristes/ sin calentar un solo gramo del país sin calentarle ningún pie// ¿acaso no está corriendo la sangre de los 16 fusilados en Trelew?/ por las calles de Trelew y demás calles del país ¿no está corriendo la sangre?/ ¿hay algún sitio del país donde esa sangre no está corriendo ahora?/ ¿no están las sábanas pegajosas de sangre amantes?// ¿y llena de sangre la pulpera y sus ojos celestes? ahogados en sangre?…”

Quién no se iba a perder en esa noche. Juan, junto a mi padre y a Paco, idénticas miradas, idénticos bigotes, grandes, tupidos, cubriendo los labios, entrecortando palabras con hablar susurrante, voces que llegaban a mí suaves y cálidas como un arrullo hasta caer rendida en un sillón.

(Fragmento del prólogo del libro “Buscada. Lili Massaferro: de los dorados años 50 a la militancia montonera”, Laura Giussani Constenla, Ed. Norma, 2005)

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Memoria

“Los delincuentes de guante blanco son la verdadera casta”, por Carlos del Frade

El ex comisario de la Policía Federal Argentina, Rodolfo Fischietti, denunció que el 20 de marzo de 1975 se desató el Operativo Rocamora, apellido del entonces Ministro del Interior, contra la ciudad de Villa Constitución.

Cuatro mil integrantes de diversas patotas, embrión de los grupos de tareas, coparon la geografía del sur santafesino, secuestraron a 200 delegados y trabajadores de las fábricas Acindar, Metcon, Marathon y Vilber y comenzaron a torturarlos en el edificio del albergue de solteros de Acindar, pagados a razón de 200 dólares por día por los empresarios, entre ellos José Alfredo Martínez de Hoz, por entonces gerente general de Acindar.

Era el ADN del terrorismo de estado: delincuentes de guante blanco ordenaban y pagaban a sus cancerberos para desaparecer a una generación de jóvenes trabajadores con ideas revolucionarias, la mayoría de las 30 mil personas desaparecidas a partir del 24 de marzo de 1976, donde Martínez de Hoz fue el ministro de Economía. La decisión de los jueces federales, medio siglo después, ratifica que la decisión del verdadero poder en Argentina es consolidar la impunidad de los delincuentes de guante blanco, la verdadera y única casta que existe.

Nuestra admiración y nuestro respeto para los y las sobrevivientes, los organismos de derechos humanos y las abogadas que seguirán insistiendo para que alguna vez haya justicia contra el verdadero impulsor del genocidio: el poder económico. La historia no habla del pasado, denuncia el por qué del presente.

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Destacada

Canal 13 cumple 65 años: “Lo más interesante y lo más detestable”, por Claudio Korlemblit

El 1 de octubre de 1960 se inauguró Canal 13, de Buenos Aires, concesionado por un decreto muy cuestionado de 1958 del Gral Aramburu, miembro de la “revolución libertadora”, o más bien, del Golpe del 55 contra Peron. El presidente Illia decidió, poco después de asumir la presidencia, ponerle fecha de vencimiento a la concesión a los 15 años, por lo cual pasó al Estado a fines de 1973.

Durante los siguientes 15 años fue estatal, hasta que la corrupta administración menemista lo entregó al Grupo Clarín, en 1990, bajo cuya tutela lleva 35 años. En total, 65 años de vida, donde se mezcla lo más interesante y lo más detestable de la TV argentina.

A los 20 años, ni bien salí de la colimba, tuve la posibilidad de ingresar al Noticiero del mediodía, que conducía Pinky y luego Perez Loizeau, como “compaginador periodístico”. El canal estaba bajo el control férreo de la Marina, aún con Massera en la cima y sus autoridades eran el triunvirato de Agulleiro, Madariaga y Gavilán, el último a cargo de la gerencia de Noticias. La censura era total, encarnada en los propios noteros y productores que se encargaban de filtrar cualquier desajuste.

La llegada de la democracia fue un remanso, aunque básicamente siguió el mismo plantel de profesionales, mientras que los gerentes fueron elegidos entre los productores más veteranos. No hubo ninguna “razia”, más allá de los directivos que renunciaron.

Al 13 lo dirigieron Yuyo Taboada, Eduardo Metzger y un quinteto de viejos directores de cámaras. La UCR no tenía cuadros para manejar los canales, apenas Miguel Angel Merellano para ATC, cuya gestión terminó en 1985, cuando se cayó el avión que lo transportaba.

A partir de 1990, con la vil entrega de Menem, comenzó el reinado de Clarín, que ya lleva demasiado tiempo y esperamos que termine en breve, ya que la extensión que le otorgó Néstor K. a su licencia expira este año.

Un brindis por su cumpleaños y otro por la esperanza de su recuperacion para el Estado (sin fascistas).

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Internacionales

“La guerra le quita la máscara a los que ya han elegido no ser humanos”, Silvia Salis, alcaldesa de Génova

El 12 de agosto de 1944, el ejército nazi fusiló a 560 habitantes del pequeño pueblo de Sant’ Anna de Stazzema. Familias enteras -hombres, mujeres, niños y ancianos- fueron obligadas a salir de sus casa y colocarse frente al pelotón de fusilamiento. En un nuevo aniversario de esta herida abierta, la alcaldesa de Génova fue la encargada de decir unas palabras mientras la primera ministra, Giorgia Meloni, permanecía en silencio. En su discurso, Silvia Salis, dijo lo que había que decir. “La Resistencia no es un capítulo cerrado… la Resistencia es un músculo. Y todavía lo estamos ejercitando.”

Silvia Salis, Alcaldesa de Génova

“Me llamo Silvia. Soy una ciudadana de la República de Itala. Soy hija de Génova, una ciudad que dio su vida por la Resistencia, que se liberó de la locura del nazifascismo, una ciudad que dio la vida por la Resistencia. Una ciudad medalla de oro de la Resistencia, como lo es Stazzema. Estoy aquí, en este lugar sagrado, NO para recordar. Estoy aquí para no olvidar, que no es lo mismo.

Recordar es una acción que pertenece a la mente. No olvidar también pertenece al corazón. Y hoy, con el corazón, aunque no nos demos cuenta, hacemos ruido. Quiero que este ruido se escuche hasta el valle. Porque estamos aquí para elegir. Para elegir de qué lado estar. Porque cada vez que honramos la masacre de Sant’Anna di Stazzema no hacemos un gesto formal. Tomamos posición. Miramos a la Historia a la cara y decimos: «No olvido. Resisto. Continúo el camino de quienes fueron arrebatados de sus vidas, para defender las nuestras». La memoria de la Resistencia es nuestra memoria, es la memoria de quienes lucharon para derrotar al fascismo y al nazismo. (…)

La Resistencia no es un capítulo cerrado… la Resistencia es un músculo. Y todavía lo estamos ejercitando. Dicen: «La política de hoy ya no es lo que era. Faltan ideologías». En cambio, yo digo que las ideologías sí están ahí. Y añado, afortunadamente, que no me siento como quienes, incluso hoy, minimizan la Historia. No me siento como ellos, ¿es una cuestión de ideología? Quizás, pero sobre todo, es una cuestión de humanidad. Aquí no había un mañana. Porque los ogros cerraron la puerta del tiempo a 560 seres humanos. Algunos dirán: «Pero era tiempo de guerra». Pero la guerra no justifica el horror.

La historia enseña que cuando se pisotean los derechos fundamentales no se trata de un fenómeno aislado. La barbarie se difunde, nuestro mismo ser humanos se pone en discusión.

Hoy como ayer las víctimas son inocentes, y existe todavía quien justifica la violencia contra quien no tiene ninguna culpa. La barbarie de Stazzema es la misma que está devastando otros lugares del planeta. Hoy, Bianca podría ser una mamá de Gaza o de Kiev.

La guerra les quita la máscara a quienes ya han elegido no ser humanos. Cada época tiene su propia forma de difundir la aparente verdad. Érase una vez, había balcones y plazas. Hoy, encuestas, publicaciones, hashtags, frases populistas gritadas en programas de entrevistas, quizás sin siquiera un interrogatorio. El fascismo no le teme a las armas, le teme a la cultura. Le teme a los libros. (…)

¡Viva Santa Ana! ¡Viva la Resistencia!

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