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ONU: son más de 70 millones los ‘desplazados’ del mundo.

¿Será que una imagen vale más que mil palabras?

Dice Cora Gamarnik: “Estos son Óscar Alberto Martínez Ramírez y su hijita Valeria en una foto familiar. Unos días antes de que se lancen a llegar a EEUU vaya a saber con que sueños. Los dos murieron ahogados. El la envolvió en su ropa para que el agua no se la lleve. La nena tenía su brazo alrededor de su cuello seguramente para sostenerse, para abrazarlo. La foto es tremenda. Tremenda. Impacta, conmueve, por momentos inmoviliza. Está en la primera plana de diarios en el mundo entero.”  Todos vimos la foto. Tan dolorosa que preferimos no verla.

 

Esta imagen podría reproducirse en cientos y cientos de miles. ¿Cuántos serán los que mueren en el intento? No solo en el mediterráneo se encuentra la muerte, hoy supimos que también en el Río Bravo, y en lugares ignotos con gente ignota que busca destinos ignotos. Imaginemos un àlbum de fotos de 70 millones (sí, 70.000.000) de personas que un día deciden dejar su lugar, su casa, quizás su país. Persiguen el sueño de una vida mejor.

El 19 de junio de este año, hace apenas unos días, un informe del ACNUR, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, dio a conocer un informe escalofriante. La foto de Alberto y su hijita fue tapa, los otros setenta millones, no. El informe anual de ACNUR, Tendencias Globales, analiza el “desplazamiento” de las personas en el mundo actual.

Manifestación de exiliados chilenos en Europa durante la dictadura de Pinochet.

La Agencia de Refugiados de Naciones Unidas fue conocida para más de un millón de argentinos -quizás dos- que vivieron el exilio durante la dictadura militar. La situación de los setenta millones de desesperados de hoy es similar a la de aquellos que debieron huir en los setenta de nuestro país. Ignoramos la situación de los cientos de miles que luego emigraron por cuestiones económicas. Por eso, los setenta millones que menciona el informe no nos son ajenos. El exilio hermanó a argentinos, uruguayos o chilenos que giraban por el mundo. 

La palabra ‘desplazamiento’ es un eufemismo que el mismo informe desmiente. En realidad, huyen. De la muerte o de sus tristes vidas. Veinte años atrás el número de migrantes era la mitad, y con relación al año pasado creció en más de dos millones. 

De acuerdo a la Agencia de las Naciones Unidas los grupos de ‘desplazados’ pueden dividirse en tres grupos. “El primero es el de las personas refugiadas, es decir, aquellas que han tenido que huir de su país por causa de los conflictos, la guerra o la persecución. En 2018, el número de refugiados en el mundo alcanzó los 25,9 millones de personas, medio millón más que el año anterior. Incluidos en esta cifra están los cinco millones y medio de refugiados palestinos que se hallan bajo el mandato de la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés). El segundo grupo es el de los solicitantes de asilo, es decir, las personas que se encuentran fuera de su país de origen y reciben protección internacional, pero que están a la espera de una resolución sobre su solicitud de la condición de refugiado. A finales de 2018 había 3,5 millones de solicitantes de asilo en todo el mundo.”

Los datos que resalta el ACNUR en su página son sumamente representativos: 

“NIÑOS Y NIÑAS: En 2018, uno de cada dos refugiados era un niño o niña. Muchos de ellos (111.000) se encontraban solos o sin sus familias.

MENORES DE CINCO AÑOS: Uganda, por ejemplo, registró a 2.800 niños y niñas refugiados menores de cinco años solos o separados de sus familias.

ENTORNOS URBANOS: Cada vez son más las personas refugiadas que viven en ciudades (61%), en lugar de zonas rurales o campamentos de refugiados.

PAÍSES RICOS Y POBRES: Los países de ingresos altos acogen de media a 2,7 refugiados por cada mil habitantes; los países de ingresos medios o bajos, a 5,8; y los países más pobres acogen a un tercio de todos los refugiados del mundo.

UBICACIÓN: Cerca del 80% de los refugiados viven en países vecinos a sus países de origen.

DURACIÓN: Prácticamente 4 de cada 5 refugiados han permanecido en situación de desplazamiento durante al menos cinco años. Uno de cada cinco ha estado en situación de desplazamiento desde hace al menos 20 años.”

Si nos quedamos con la foto de los Ramírez todavía con vida, podemos leer el valor, o la desesperación, que mueve a millones a migrar. No todos mueren. Según un informe de la OIM -Organización Internacional de la Migración- el año pasado murieron en el intento más de cuatro mil personas. Explican: “La mayoría de migrantes mueren ahogados, pero también en accidentes de tránsito o infartos. En el paso del África Subsahariana en Asia y en los desiertos de Norte América y en las estepas de Asía se registraron más de un centenar de muertos por deshidratación o hambre.”

En este mundo vivimos. No hay foto ni estadística que logre dar dimensión a este drama.

 

 

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Galaxia: Cooperativismo, innovación y resistencia desde la industria nacional

En un contexto de crisis económica que parece repetirse cíclicamente en la Argentina, las cooperativas siguen demostrando que el trabajo colectivo es una herramienta poderosa de resistencia. Carlos Galeano, trabajador y referente de la cooperativa Galaxia, conversó con La Columna Vertebral sobre el nacimiento del proyecto en medio del colapso del 2001, la apuesta por la innovación tecnológica, el trabajo con jóvenes y el valor de sostener la producción nacional con calidad y compromiso.

LCV: “Contame un poco de qué se trata. Me interesó esto de productos industriales robustos. ¿Cuáles son?”
Carlos Galeano: “Nosotros nos especializamos en lo que son una línea hogar y una línea industrial. La línea hogar se compone de extractores de aire, campanas de cocina y purificadores. La línea industrial es lo que se llama la línea robusta, a la cual te referís. Son motores eléctricos de hasta un sexto de HP.”

LCV: “La palabra ‘robusta’ asociada a la industria, para mí tiene que ver con la pujanza más que con el volumen. Por eso te preguntaba exactamente qué significaba en este caso hablar de productos robustos y eficientes.”
Carlos Galeano: “Más que nada, tiene que ver con la calidad. No solo no la hemos reducido, sino que la hemos mejorado. Eso implica mayor duración del producto nacional, y en este caso, del producto realizado por nuestra cooperativa.”

LCV: “Ahora sí, contame cómo nació hace 70 años Galaxia.”
Carlos Galeano: “Nosotros somos producto de la crisis del 2001. La empresa en la que trabajaba, Bellinca, con más de 70 años de trayectoria en la producción nacional de productos para la industria, presentó concurso de acreedores en 1996 y finalizó en quiebra a fines de 2001. Nos enfrentamos a una situación crítica: íbamos a quedar sin trabajo. La única alternativa fue formar una cooperativa, aunque no conocíamos su funcionamiento. Con la ayuda del municipio de Quilmes, empezamos a organizarnos. Los primeros 20 asociados comenzamos a gestionar la empresa fallida y, desde entonces, llevamos ya 24 años de funcionamiento como cooperativa.”

LCV: “Nacer en 2001 es como un signo complejo. Tiene que ver con la crisis y la resistencia. Llegar a 2025 en medio de otra crisis económica considerable, ¿cómo están manejando esta nueva etapa y cómo atravesaron los últimos 24 años?”
Carlos Galeano: “Lamentablemente, la situación actual es muy similar a la que vivimos entonces. Pero no nos quedamos con los productos que fabricaba la empresa fallida, sino que innovamos. En 2016, con un subsidio de Fuerza Solidaria, incorporamos una cortadora láser y una plegadora, lo que nos permitió lanzar nuevas líneas, como las campanas. Eso mejoró nuestros ingresos. Siempre tratamos de innovar. Mantener la cooperativa vigente depende en gran parte de eso: no quedarnos con lo mismo, sino buscar qué productos podemos fabricar e incrementar nuestro capital.”

LCV: “¿Ustedes exportan o trabajan solo en el mercado interno?”
Carlos Galeano: “Por el momento trabajamos en el mercado interno, con alcance nacional. Entregamos productos en todo el país.”

LCV: “¿A qué sectores proveen? ¿Industria, campo?”
Carlos Galeano: “Proveemos tanto a la industria como al hogar. Vendemos extractores de aire, purificadores y extractores de baño a casas de sanitarios en todo el país, especialmente en provincia de Buenos Aires y Capital Federal. En la línea industrial tenemos grandes clientes en provincias como Córdoba y Santa Fe.”

LCV: “¿Trabajan en conjunto con otras cooperativas?”
Carlos Galeano: “Hemos intentado proyectos conjuntos que aún están en carpeta, como el desarrollo de un calefactor solar. Fue una propuesta junto a FECOTRA, la Federación de Cooperativas de la provincia de Buenos Aires. La idea es que cada cooperativa aporte una parte del proceso. No es fácil, pero seguimos trabajando en ello.”

LCV: “Nombraste un tema fundamental: la innovación. Eso implica tecnología, pero también capacitación. ¿Cómo se manejan con estos temas? ¿Quiénes acercan los proyectos? ¿Hay jóvenes involucrados?”
Carlos Galeano: “Tratamos de incorporar gente nueva, jóvenes, a través de pasantías con la Escuela Técnica N°1 de Florencio Varela. También cada asociado puede proponer ideas en las asambleas. Observamos las necesidades del mercado y eso nos guía. Por ejemplo, recientemente lanzamos una línea de aberturas de aluminio, que surgió como una necesidad de abastecer ese mercado. Nos fue muy bien. La innovación surge tanto de los más jóvenes como de la experiencia acumulada. La clave es estar atentos a las necesidades del país y adaptar nuestra producción.”

LCV: “Qué cosa ser argentino, ¿no? Ya estamos formados con una maestría en crisis…”
Carlos Galeano: “Exacto. A veces digo: esta película ya la vimos. Pero ya no quiero verla más. Vivimos una situación de crueldad impresionante. Espacios como este, como el de las cooperativas, representan una esperanza. Juntarnos, hacer algo, demostrar que juntos se puede salir adelante. Y si no, al menos no estamos solos.”

LCV: “Coincido. El trabajo colectivo sigue siendo un motor de esperanza.”
Carlos Galeano: “Solos no logramos nada. En conjunto, podemos enfrentar situaciones tan complicadas como estas.”

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Espeluznante, por Hernán López Echagüe

Esa palabra extraña salía a cada rato de la boca de mi tío abuelo, Cango, allá por mil novecientos sesenta y poco, recostado en su mecedora de cañas, en tanto tomaba una copa de vermut, a la que me invitaba a mojarme un dedo y probar. Acá, querido, en Parque Leloir, todo se ha vuelto espeluznante.

¿Espeluznante? Sí, querido. Los ricos están comprándose todas las tierras, y no habrá manera de sacarlos, a menos que agarremos escopetas. Y con la copa en la mano se metía en la casa de campo y regresaba con un diccionario Jackson. Se dejaba caer de nuevo en la mecedora, abría el diccionario y me recitaba, con voz borrachosa: “Espeluznante: sobrecogedor, estremecedor, aterrador, escalofriante, horrible, espantoso, monstruoso, terrorífico, horripilante, pavoroso”. ¿Entendés lo que digo, querido? No, de modo alguno llegaba a entenderlo.

Me llevó muchos años entender, en el sentido más lato, y, digamos, carnal, el significado de esa palabra que durante tiempo había tenido como el arrebato de un viejo que me había hecho conocer el vermut. No resultó difícil caer en la cuenta de que todo lo que ocurre en el mundo estremece y aterra.

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Gaza, ya!!/”Es mi familia, Kay. No soy yo”, por Michael Sfard

Traducción del francés y edición de María Urruzola.

Tribuna de opinión del abogado de Derechos Humanos israelí Michael Sfard, publicada el 28 de agosto en el diario israelí Haaretz. Sfard es un abogado israelí especializado en Derechos Humano y Derecho Internacional Humanitario. Es uno de los juristas más conocidos en Israel por su defensa de los derechos de los palestinos y sus acciones contra la ocupación israelí. Su último libro (2025) se titula: “La ocupación desde el interior: viaje a las fuentes del golpe de régimen”.

“Cuando Michael Corleone (interpretado a la perfección por Al Pacino) lleva a Kay Adams (Diane Keaton) a conocer a su familia en ocasión del casamiento de su hermana, en el primer episodio de la trilogía de El Padrino, ella descubre una historia muy dudosa respecto a la familia a la que está a punto de incorporarse: una familia que arregla sus problemas a través de una mezcla de violencia y corrupción. Cuando Michael se da cuenta que Kay está shockeada, intenta tranquilizarla: “Es mi familia, Kay. No soy yo”.

Uno no elige a la familia, e Israel es mi familia. Y es una familia criminal. Entonces ¿cómo seguir viviendo con semejante familia? Todo está contaminado

Israel está en vías de destruir Gaza. Llámele limpieza étnica, llámele aniquilación, llámele genocidio, llámele como quiera. Yo no tengo ninguna duda de que Raphaél Lemkin, el jurista judeo-polaco que acuñó el término de genocidio (1), declararía, llorando de vergüenza, que el Estado judío comete un genocidio en Gaza. Israel aniquila el sitio y extermina al grupo humano que allí vive. La destrucción física del espacio gazatí es sistemática: casa tras casa, edificio público tras edificio público, infraestructura tras infraestructura. Piense en su barrio: la escuela de sus hijos, la policlínica, el centro comercial, la plaza de juegos, los edificios de casas. Imagínese que todo, absolutamente todo, es borrado de la superficie. Nada de casas, nada de barrio, nada de comundiad. Eso es hoy Gaza. Un lugar que albergaba a más de dos millones de personas se ha transformado en un inmenso terreno baldío, grado cero. Escuelas, clínicas, tiendas, cañerías de agua, electricidad y saneamiento, rutas, veredas -todo se ha transformado en cenizas y polvo. Según datos calculados a partir de imágenes aéreas, 70% de las construcciones de la banda han sido totalmente destruídas o son inhabilitables -y eso antes incluso del « Merkavot Gid’on B » (Ndr: operación Carros de Gedeón, mayo 2025), y la promesa del ministro de Defensa a los rabinos del sionismo religioso de que “Gaza parecerá Beit Hanoun” (Ndr: demolida por completo, buscar en Wikipedia).

Un lugar que albergaba a más de dos millones de personas se ha transformado en un inmenso terreno baldío. Eso es hoy Gaza.

La masacre masiva de habitantes es más caótica todavía que la destrucción del espacio físico. Ella es llevada a cabo por bombardeos desproporcionados, el derrumbe del sistema de salud y, paroxismo del horror, por la hambruna. Al crear deliberadamente una hambruna masiva, al impedir expresamente la entrada de alimentos y de ayuda humanitaria, al desmantelar el sistema internacional que distribuía ayuda en centenares de puntos a lo largo y ancho de la banda y al reemplazarlos por solo cuatro: tres al sur y uno al centro. Al norte, nada. Todo eso para obligar a los Gazatíes a desplazarse. Como se atrae a un perro hacia afuera de una casa, con un plato lleno de comida. Las cifras de quienes mueren de inanición son inimaginables. Las imágenes hielan la sangre. Israel destruye Gaza.

Somos pocos pero tenemos peso. Debemos luchar contra nuestra familia: apoyar a los objetores de conciencia…

Somos pocos, pero tenemos peso. Debemos luchar en conjunto contra nuestra familia: apoyar a los objetores de conciencia, llamar a la aplicación de sanciones contra Israel y a la realización de investigaciones internacionales.

Entonces… ¿cómo seguir viviendo al ser parte de un colectivo que perpetra un exterminio? ¿Cómo levantarse cada mañana y mirar a los ojos al almacenero que vuelve del servicio de reserva militar, al soldado que está sentado en el café, al vecino que sostiene un cartel que dice “Juntos venceremos”? Lo más simple es mirar a Ben Gvir o a Bezalel Smotrich (nota al pie) y decirse que no tenemos nada que ver. Lo más calmante es pensar en esos dos fascistas de zócalo, que al contrario de sus homólogos italianos o alemanes no tienen ni clase ni estética, solo un racismo salvaje y una crueldad sádica, y tranquilizarse uno mismo. Lo más simple es escuchar a Smotrich declamar que es moral matar de hambre a los Gazatíes y no muy grave sacrificar a los rehenes. Lo más simple es menosprecia a Ben Gvir, que se excita ante la idea de limpieza étnica (“aliento a la emigración”, como lo llama) y decirse que eso no somos nostros.

Cuando el tambor de guerra hizo callar a las voces que advertían sobre crímenes de guerra, todos los componentes de la sociedad se encontraron encadenados a la complicidad con el crímen

Pero el proyecto criminal imperdonable de la destrucción de Gaza es un proyecto pan-israelí. No podría haber existido sin la cooperación -activa o silenciosa- de todos los componentes de la sociedad judía de Israel. El gobierno obtuvo la lealtad hacia ese crímen desde los primeros días de la guerra, cuando el ataque israelí sobre Gaza tenía la forma ya de un ataque total contra todo lo que fuera gazatí, un ataque que ni siquiera pretende ser solo sobre objetivos militares.

En ese momento, cuando el tambor de guerra hizo callar a las voces que advertían sobre los crímenes de guerra, todos los componentes de la sociedad se encontraron encadenados a la complicidad con el crímen. Como el nuevo llegado a la mafia, al que se obliga, delante del padrino y sus lugartenientes, a matar a un comerciante que no pagó su protección, sellando así una alianza de sangre con la “familia”. De esa manera, centenares de miles de israelíes respondieron al llamado a bombardear, aplastar, liquidar y hambrear. Centenares de miles que tienen una responsabilidad directa en la exterminación, y millones, indirectamente, ligados al pacto criminal y a su negación, o, cuando la negación ya no es posible, a su justificación.

Ningún colectivo profesional israelí se animó a emitir una protesta moral contra el exterminio

Ya no hay duda hoy y no puede haberla: lo que sucede en Gaza es Israel cometiendo crímenes contra la humanidad a una escala aterrorizante. Destruye todas las infraestructuras vitales y hambrea a su población. Además, declara oficialmente su intención de purificar etnicamente la banda, o de realizar la “visión Trump”, como Netanyahu -el Dark Vador israelí- llama al plan de purificación. E incluso hoy, cuando ya está todo claro y es difícil rechazar la acusación de genocidio, los iraelíes bajan la cortina y siguen con su vida cotidiana. Ningún colectivo profesional israelí se animó a emitir una protesta moral contra el exterminio: ni la asociación de médicos, muda de manera desmoralizante ante la destruccción sistemática del sistema de salud de Gaza y la muerte de más de 1500 miembros de su personal; ni los sindicatos de docentes, cuyo silencio ante la destrucción total del sistema educativo de la banda enseña a sus alumnos israelíes que todos los seres humanos no han sido creados a la imagen de Dios; ni la orden de abogados, cuyo presidente aparece reclamando la detención del ministro de Justicia porque éste cambió la cerradura de su escritorio para humillar al Fiscal General, pero no encuentra motivo para decir una sola palabra sobre los proyectos de transferencia y hambre del gobierno, o los bombardeos sobre los tribunales de Gaza, sobre la desnutrición y el maltrato a los presos palestinos en las carceles israelíes, transformadas en campos de tortura, o sobre la colaboración desesperante de la Corte Suprema con todo eso.

Los medios israelíes son el fogón tribal en el que Gaza se quema

¿Y los Medios israelies de masa? Inútil perder el tiempo con esos que se llaman “periodistas”, que se han puesto de acuerdo para no informar sobre el sufrimiento que infringimos a los habitantes de Gaza -complot que es un crímen profesional-, quienes durante meses azuzaron la guerra y permitieron la incitación a los crímenes, que continuan hoy impidiendo cualquier crítica, que no han dicho una palabra sobre la muerte sistemática de periodistas en Gaza, ni contra la decisión del gobierno de no dejar entrar a periodistas independientes -ni siquiera en los tanques del ejército, ni siquiera para servir al discurso del portavoz oficial. Los medios israelíes son el fogón tribal en el que Gaza se quema.

Uno no elige a la familia, e Israel es mi familia. Y es una familia criminal. Entonces, ¿cómo seguir viviendo con semejante familia? Todo está contaminado. El mismo día en que el diario Haaretz publicó decenas de fotos de niños famélicos creados por nuestras manos, la cadena 13 emitió un programa promocional sobre la alta gastronomía israelí y las estrellas Michelin que nuestros grandes Chefs recibirían en breve.

Michael Corleone pensaba poder seguir en su familia sin llevar una vida criminal. Al final, heredó el lugar de su padre y se volvió el gran padrino de la organización mafiosa de la familia. Hay dos maneras de evitar ese destino: la primera es divorciarse de su familia. Estos dos últimos años, muchos se han ido efectivamente del país. Pero hay otra opción: combatir a la familia. Verdaderamente combatirla. Comprender que en este punto, la familia es el enemigo.

El problema no son, lo repito, Ben Gvir y Smotrich. El mal surge de númerosos lugares del llamado “liberalismo anti-Bibi” propio de nuestra deformada realidad israelí. Pero -y es muy importante esto- hay también miembros de la familia que se rebelan. Docentes, artistas e intelectuales, abogados, periodistas, médicos, trabajadores sociales, universitarios, y numerosos militantes que han tenido el coraje de elevar su voz contra la destrucción en Gaza, con peticiones, videos y manifestaciones.

Somos pocos, pero no sin peso. Juntos, tenemos que luchar contra nuestra familia por todos los medios no violentos. Seguir la vía de Abraham nuestro ancestro quien, según el midrash, quiebra los ídolos a los cuales su padre rendía culto; la vía de Moises, quien se insurge contra su familia adoptiva egipcia para conducir a un pueblo de esclavos hacia la libertad, y la vía de todos los profetas que recriminaron al pueblo pecador y a los reyes criminales. En términos de hoy, eso significa apoyar a los objetores, alentar las investigaciones internacionales y llamar a la imposición de sanciones y al aislamiento político de Israel. Inscribir en el cuerpo lo que no penetra en la cabeza y el corazón, preservar una isla de valores humanos y, sobre todo, parar el exterminio”.

Notas al pie:

Ben Gvir y Bezalel Smotrich: los dos ministros de extrema derecha del gabinete israelí que se enfrentan a sanciones del Reino Unido, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Noruega, y que son fundamentales para la supervivencia política del primer ministro, Benjamin Netanyahu. Este formó en 2022 el gobierno más derechista de la historia de Israel tras negociar una coalición con Bezalel Smotrich, cuyo partido, Sionismo Religioso, tiene 14 de 120 escaños en la Knéset —el parlamento del país— e Itamar Ben Gvir, líder de la formación Poder Judío, que suma seis diputados. Las dos formaciones reúnen únicamente 20 de los 67 escaños de la coalición en el Parlamento, pero su influencia es enorme, ya que si la abandonan —como ambos amenazan repetidamente con hacer— el Gobierno caerá).

artículo archivado en hebreo: https://archive.md/sJqXp

Michaël Sfard (מיכאל ספרד) representa a varias organizaciones de defensa de los derechos humanos, como Yesh Din, B’Tselem, et Breaking the Silence. Tiene en marcha varios procedimientos judiciales contra la construcción de colonias, el muro de la separación, las expulsiones forzadas y otras políticas de ocupación y apartheid. Su último libro se títula “Ocupación desde el interior”, fue publicado este año 2025, y propone un análisis crítico de la larga ocupación de los territorios palestinos y la erosión de la democracia israelí. Muestra cómo el régimen militar en Cisjordania influyó en la política interior de Israel, en particular en la desviación autoritaria y las reformas judiciales recientes.Su anterior libro, “The Wall and the Gate” (2018) -también disponible en inglés-, cuenta sus batallas jurídicas contra la ocupación y se pregunta sobre el papel del derecho: ¿herramienta de protección o instrumento de dominación?Buena pregunta para todas las democracias.

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