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Santuario en tiempos de guerra | África Mía #3

Llegar a Tacugama desde Freetown es bastante fácil. Una avenida que recorre la ciudad desde el centro conduce directamente hasta el camino que da al santuario, para luego transformarse en una autopista que cruza todo el parque nacional hasta la otra punta de la península, donde se une a la autopista de la costa para darle la vuelta completa. A la derecha montañas cubiertas de densa selva tropical, con nubes que cubren los picos en la época de lluvias, dándoles un aire místico. A la izquierda, montañas donde quedan pocos árboles en pie y hay construcciones de viviendas de abajo arriba hasta cubrir casi la totalidad de las laderas.
El camino que lleva hasta la entrada del santuario va en ascenso, es de tierra roja y empieza directamente en la avenida-autopista. Cuando uno empieza a subir todavía se escuchan voces y bocinas, pero a medida que se avanza la selva crece en densidad y altura, hasta dejar atrás cualquier sonido urbano, en una espiral que termina en el corazón de un bosque tropical de árboles enormes, llenos de sonidos de diferentes tipos de animales, con cascadas y caminos que se meten dentro del verde.
“En la actualidad quedan alrededor de 5500 chimpancés viviendo en su hábitat natural en Sierra Leone. Nosotros participamos del censo nacional donde se investigó el número. Es la mayor concentración de chimpancés en toda África occidental”, dice Noah, uno de los guías del santuario, que ofrece visitas guiadas todos los días para contar la historia de Tacugama e informar al público sobre las tareas de conservación y rescate para salvar a los chimpancés. Alguien del grupo de visitantes comenta que el número no parece muy grande, y Noah responde: “se calcula, pero sin exactitud, que a finales de los ’70 habían alrededor de 20000 chimpancés en el país. Pero la deforestación, la caza furtiva, la venta ilegal de carne y los más de 10 años de guerra civil fueron reduciendo su número hasta hoy.”
Cuando la guerra civil estalló, el camino que hoy lleva a Tacugama no existía, solamente había una ruta que conectaba a la capital con el resto del país, y las montañas que rodean al santuario todavía estaban cubiertas de una densa y verde vegetación.
En marzo de 1991 el Frente Unido Revolucionario (Revolutionary United Front, o RUF, en inglés) se alzaría en armas contra el gobierno de Joseph Momoh, dando comienzo a una larga, brutal y sangrienta guerra civil que se extendería intermitentemente hasta principios del 2002. Las causas y los orígenes del conflicto de Sierra Leone son complejas y múltiples, excediendo con mucho el propósito de este relato, por lo que lo mejor será resumir y dar un paneo general de su historia, para, en otro momento, poder hablar mejor y con más profundidad de un tema por demás sensible.
Lo disparadores principales fueron un consenso generalizado sobre la debilidad del gobierno de Momoh, sumado a la corrupción extendida a todas las estructuras públicas. La bancarrota del Estado, que no llegaría a poder pagar los sueldos de los docentes de las escuelas públicas, ni la gasolina y energía importadas, por lo cual el país sufría de apagones que se extendían por meses. Un desempleo imposible de medir pero que superaba con creces el 50% de la población, una pobreza que ubicaba al país en los últimos puestos de los rankings internacionales. Una diáspora que aumentaba día a día con las pocas familias que podían pagarse un pasaje de avión.
A la corrupción, pobreza y desempleo se le sumarían dos elementos explosivos. En 1988 estallaba la guerra civil en la vecina Liberia, generando una estampida de refugiados que para 1991 se amontonaba en pésimas condiciones en la frontera con Sierra Leone, una masa de 80 mil personas que servirían como centros de reclutamiento para los rebeldes. El nombre del líder del Frente Nacional Patriótico de Liberia, quien “ganaría” la contienda, se haría mundialmente famoso por sus atrocidades y por la injerencia que tendría en el devenir de los hechos de ambos países: Charles Taylor.

Finalmente el último elemento, al que en muchos casos se le atribuye, erróneamente, la causa única del conflicto: diamantes. El producto estrella de exportación de Sierra Leone. Los diamantes financiarían a todos los participantes de la guerra civil, y sin su presencia sería imposible explicar por qué el enfrentamiento se extendió por más de una década, pero son solo una de las varias causas de una guerra que dejaría cerca de 50 mil muertos, millones de desplazados y un sinfín de personas con alguna parte de su cuerpo amputada.
Es en este contexto que el santuario de chimpancés Tacugama abre, a finales de 1995, durante el gobierno de Valentine Strasser, un capitán del ejército que había derrocado a Momoh en un golpe de Estado en 1992. Escasos tres meses después de su apertura, Stasser sería también depuesto en un golpe de Estado comandado por su mano derecha, Julius Maada Bio, quien organizaría elecciones inmediatamente después del derrocamiento, y en marzo de 1996 Alhaji Ahmad Tejan Kabbah sería electo presidente de Sierra Leone, en las primeras elecciones con sistema de multipartido en Sierra Leone en casi tres décadas. Pero menos de un año después, Kabbah sufriría un nuevo golpe de Estado, y las fuerzas rebeldes, ahora aliadas del nuevo gobierno, irrumpirían en Freetown y desatarían una carnicería pocas veces vista hasta entonces, sobre una población sin vías de escape, arrinconadas contra el mar.
El Grupo de Monitoreo de la Comunidad Económica de los Estados del África Occidental (ECOMOG), una fuerza armada multilateral comandada por el ejército Nigeriano, entraría en Sierra Leone para pelear contra las fuerzas rebeldes y reinstalar al presidente depuesto, desatando duras batallas en las calles de la capital. Bala debería refugiarse en un hotel, que a la postre sería bombardeado por fuerzas rebeldes, y solo lograría salir por intervención de la Cruz Roja, y se exiliaría momentáneamente en Londres.
El santuario quedaría en el medio del fuego cruzado, y la vida de los chimpancés, y del personal a cargo de ellos se suspendería en el tiempo como una moneda en el aire.
Desde Londres, Bala se pondría en contacto con diferentes organizaciones protectoras de los derechos animales para pedirles ayuda de emergencia para poder alimentar y atender a los chimpancés. Se añadía el problema de que la cuenta del santuario se encontraba congelada en un banco en Freetown, por lo que los fondos tenían que ser entregados mediante terceras organizaciones y personas, alargando un proceso que solamente lograba complicar aún más las cosas, ya que los chimpancés necesitaban comida y medicina de forma diaria. La organización Protección Animal Mundial le daría a bala financiamiento para que lleve a Sierra Leone cuando pudiese volver. Finalmente en Noviembre de 1997, y contra todas las recomendaciones de seguridad, Bala regresó a Freetown y, tras un viaje de 5 días sorteando obstáculos y puestos de control, pudo llegar al santuario.
Durante su ausencia el santuario había sido asaltado dos veces por las fuerzas rebeldes, que saquearon todo el alimento posible y robaron las pertenencias y el dinero de los cuidadores que se habían quedado para hacerse cargo de los simios. Hubo batallas en los alrededores del santuario y hasta se tiraron bombas. Pero, sorpresivamente, no dispararon una sola bala en contra de los chimpancés. La fama de Bruno excedía al conflicto, así como el trabajo del recién abierto refugio. Años después Bala se encontraría de casualidad con uno de los soldados que invadieron el santuario (que por entonces era solamente un niño) y le preguntaría por qué no les habían disparado a los simios, teniendo en cuenta las atrocidades cometidas en la ciudad y en el país en los años de la guerra. La respuesta fue escueta: “los chimpancés no estaban en nuestra agenda, no teníamos necesidad de ello”. También se enteraría que muchos de los niños soldados convencieron a sus superiores de dejar a los “babús” con vida.

Más de una vez el personal del santuario tuvo que esconderse en la selva para escaparse de un enfrentamiento armado, y pedir a las poblaciones locales que les ayudaran a darles de comer a los residentes del santuario. Buscaban comida en el bosque y llevaban lo poco que les había quedado para que los animales pudieran sobrevivir. Encontraron caminos entre los árboles para evitar los puestos de control y asegurar el suministro de agua y medicina.
Pese a tamaño esfuerzo, 5 chimpancés murieron como consecuencia de la falta de alimento y medicamentos, y el resto quedaría traumatizado por el ruido de las bombas y las balas zumbando cerca de ellos. Perdieron peso y volver a la normalidad llevaría tiempo, esfuerzo y dedicación. Uno de los chimpancés, “Little Boy” (algo así como “pibito” en inglés), mostraría todas las características de un trastorno de estrés post-traumático severo: empezaría a arrancarse pelo de la cabeza, a mecerse hacia adelante y atrás sentado en su lugar, y llevaba su frazada para dormir a todos lados a donde iba. Tiempo después moriría por convulsiones.
Con todo, la sola supervivencia de la mayoría, del personal a su cargo, y del santuario mismo era motivo de felicidad y esperanza, y una victoria contra las mayúsculas adversidades que habían tenido que enfrentar. Finalmente en marzo de 1998 los rebeldes fueron echados de la capital y el gobierno de Kabbah restituido, en una situación que no dejaba de ser inestable y precaria, con las fuerzas del Frente Unido Revolucionario refugiándose en los pueblos del interior del país, conectados por una red de carreteras en pésimo estado que dificultaban el avance de las fuerzas africanas del ECOMOG.
En Noviembre de 1998 Protección Animal Mundial pudo visitar el santuario tras una postergación de un año, con apoyo financiero y logístico, ayudaron a Tacugama a construir tres cercas electrificadas que servirían para poder darles a los chimpancés que quedaban, veintinuno en el santuario más uno nuevo que Bala cuidaba en su casa, un espacio de 3 hectáreas donde poder mantener a los simios en condiciones un poco más parecidas a las naturales.
La paz duraría poco y en Enero de 1999 el RUF lanzaría un nuevo asalto sobre Freetown, desatando una brutal batalla calle por ccalle que dejaría tres mil muertos y miles de mutilados. Entre las víctimas se encontaba Prince Palmer, el primer director general del santuario. El personal se vio forzado, una vez más, a esconderse en la selva para sobrevivir e intentar conseguir comida para ellos y los chimpancés. Por su parte Bala vivía en una zona de la ciudad bajo control de ECOMOG, lo que le permitió quedarse en el país mientras el conflicto se resolvía. Sin embargo los problemas continuarían, uno de los chimpancés caería enfermo de tétanos y Bala rompería la vidriera de una farmacia abandonada para poder conseguir los medicamentos para salvarle la vida a Christo, el nombre del simio.

En Julio de 1999 el gobierno y las fuerzas rebeldes firmarían el polémico acuerdo de paz de Lomé (ciudad capital de Togo) y la guerra civil entraría en su fase final. A finales de 1999 la ONU establecería una misión especial para Sierra Leone, formada por varios ejércitos de diferentes países: India, Rusia, Reino Unido, Nepal, Ghana, Nigeria, Kenya, Ucrania, Pakistán. Las fuerzas serían comandadas por un general Indio en un principio, que luego sería reemplazado por un teniente general del ejército de Kenya. Las fuerzas desplegadas en el territorio alcanzarían los 17.500 hombres, haciendo de la misión de paz en Sierra Leone la más grande del mundo de su tipo en ese momento. El objetivo era lograr el desarme y la desmovilización de las fuerzas rebeldes, una tarea que se demoraría más de lo planeado originalmente por la resistencia de los miembros del RUF y algunas sospechas cruzadas entre los ejércitos. Finalmente, en Mayo del 2000, el Reino Unido enviaría tropas propias separadas de la misión, unos 1200 hombres con tanques, carros de combates y aviones, que inclinarían la balanza definitivamente en favor de las fuerzas gubernamentales, dando fin a una terrible, cruel, sangrienta y fratricida guerra civil, que se daría oficialmente por concluida en Enero de 2002.
Mientras el proceso de paz continuaba, las fuerzas de los diversos ejércitos permanecerían en el terreno. Algunas personas verían una oportunidad de dinero y supervivencia en los soldados, y comenzarían a traer bebés chimpancés para venderle a los miembros de las misiones de paz. Al mismo tiempo el santuario profundizaba en la misión de sensibilizar a la población acerca de la situación de los chimpancés, y alertando sobre las multas a las que se enfrentaban por mantener un chimpancé como mascota. En poco tiempo, el número de simios en Tacugama se duplicaría.
Por ese entonces Tacugama era el hogar de una chimpancé bebé albina, a la que llamarían Pinkie, algo que nunca antes se había registrado. El trabajo de Tacugama, la curiosidad de una chimpancé blanca y la fama de Bruno serían los protagonistas del primer documental del santuario, titulado “Forest of hope” (Bosque de esperanza). Pinkie moriría inesperadamente en 2002 al caer de un árbol, pero el documental atraería un gran interés internacional. Al primero, le seguiría un segundo documental de nombre “Chimps under fire” (chimpancés bajo fuego) que se centraría en la formidable historia de supervivencia del santuario durante la guerra civil, y sobre la continuación de su trabajo de concientización, conservación y educación. Para 2003, con fondos de la Unión Europea, Animal Planet y otras organizaciones mundiales, Tacugama se expandiría para contar con un centro de información y recursos, una clínica y un sector de cuarentena para chimpancés recién llegados (que son puestos en observación por 90 días para descartar cualquier tipo de enfermedad transmisible al resto) y una habitación para la preparación de la comida de los animales. Se construirían cuatro nuevos recintos cerrados para el creciente número de chimpancés que llegaban al santuario. Se le agregarían cuartos para hospedar a lxs voluntarixs que comenzaban a llegar al lugar para trabajar, aprender e investigar. Se crearía un puesto veterinario permanente y se estrecharía la colaboración con el instituto Jane Goodall para la creación de un plan de educación binacional que abarque a Sierra Leone y la vecina Guinea Conakry.
En octubre de 2005 Tacugama marcaría el hito de cumplir diez años y sobrevivir contra todas las expectativas. El presidente Kabbah, otro superviviente de la guerra civil, se haría presente en las celebraciones. Las cosas parecían encaminarse hacia un rumbo más tranquilo y previsible. Pero…
Otra entrega de África Mía el próximo jueves.

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Decretazos: “Disuélvase”

Si el latiguillo de Chavez fue el famoso “exprópiese”, el gobierno de La Libertad Avanza utilizó su exacto contrario: “Disuélvase”. Mientras el venezolano incorporaba empresas al Estado, en Argentina se desbarata la estructura estatal en favor de los privados. Al menos así lo explica el propio ministro desregulador Federico Sturzenegger, quien celebró en las redes la desregulación de las empresas mineras: “Menos trámites, menos riesgos para la actividad minera”, sostuvo. Claro que también se puede considerar que menos trámites son menos controles, menos impuestos, más riesgo para la población.
El decreto 449/2025 modifica cuatro artículos de la Ley 24.196. De esta forma el Gobierno liberó a las empresas de presentar un detalle de los tributos locales, provinciales y nacionales que incluían el certificado de “estabilidad fiscal”, sin necesidad de una revisión por parte de cada jurisdicción. Asimismo, a partir de ahora, podrán delegar esa tarea con el “informe evaluador de un profesional técnico independiente”, sin la participación de un auditor oficial.
Durante la conferencia de prensa del lunes, Manuel Adorni, confirmó que no pedirán una prórroga de las facultades delegadas en el inicio de su gestión, aunque reiteró la frase guía de su partido: “La motosierra es infinita“. El día previo al vencimiento de la posibilidad de reformas que necesitarían el aval del parlamento, dieron a conocer los últimos decretos de desregulación en los que se disuelven o fusionan organismos que impactan en la sensibilidad social.
Entre ellos, se disuelve Vialidad Nacional y todos sus organismo conectados, que pasarán a formar parte de la órbita del Ministerio de Economía. La resolución no sólo pone en riesgo alrededor de 6.000 puestos de trabajos sino que provoca el temor de dejar las rutas argentinas sin control alguno. Para conocer la actividad de Vialidad Nacional basta revisar su página oficial y ver los trabajos que se estaban realizando en los últimos días: señalización, conservación de rutas, prevención, bacheos, construcción de colectoras, reparaciones de puentes y alcantarillas, en Catamarca, Tucumán, Neuquén, Salta, Chaco, Entre Ríos, Buenos Aires y Córdoba. Trabajos que ahora quedarán a criterio de alguien que sabrá más de números que de carreteras.
En el área de salud, son varias las modificaciones que preocupan, entre ellas, la degradación del Instituto Nacional del Cáncer, la disolución del Instituto Nacional de Enfermedades Tropicales,del Instituto de Enfermedades Cardiovasculares y la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal.
Son varias las fusiones previstas, como la del Museo de la Memoria con el Archivo de la Memoria pertenecientes a la ex ESMA.
Reformas que afectan a todas las estructuras estatales. Rurales, urbanas, científicas, de salud, o estructurales, que van desde el Inadi, al Inta, el Inti, Agricultura Familiar Campesina, entre otras.
Al continuación el listado de las modificaciones provocadas tal como las señalara el vocero Manuel Adorni:
- Se disolvió la Dirección Nacional de Vialidad, de la que les hablé anteriormente, una organización que se controlaba a sí misma: por algo tuvimos la causa Vialidad.
- Se eliminó la Agencia Nacional de Seguridad Vial, que no podía controlar el tránsito sin el apoyo de Fuerzas de Seguridad, ahora la tarea la hará Gendarmería que controla 2.500.000 vehículos por año y realiza 80.000 puntos de control.
- Adiós a la Comisión Nacional del Tránsito y la Seguridad Vial y de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) que había quedado prácticamente sin competencias con la desregulación del transporte interjurisdiccional de pasajeros. Las funciones de control de Trenes y Servicios Públicos pasarán a la Agencia de Control de Concesiones y Servicios Públicos de Transporte.
- Se unificó la gestión administrativa, financiera y jurídica de cinco hospitales nacionales: Sommer, Posadas, Carrillo, Bonaparte e INAREPS constituyendo la “ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE ESTABLECIMIENTOS DE SALUD”.
- Se eliminaron las Delegaciones Sanitarias Federales –estructuras inactivas y sin funciones operativas– y se dejó sin efecto la facultad del Poder Ejecutivo Nacional para crear nuevos hospitales bajo la figura de SAMIC.
- Se transformó el Instituto Nacional del Cáncer (INC) en una unidad organizativa interna del propio Ministerio, integrando sus funciones a la estructura de la Secretaría de Gestión Sanitaria.
- Se reorganizaron funciones dentro del ANLIS Malbrán para optimizar capacidades y evitar duplicaciones en el abordaje de enfermedades transmisibles. Se disolvió el Instituto Nacional de Medicina Tropical de Anlis-Malbrán, que duplicaba funciones con los institutos Dr. Chaben y Dr. Maiztegui, también del Anlis-Malbrán.
- Se disolvió el Instituto Nacional de Enfermedades Cardiovasculares, creado por ley en 2015 pero nunca implementado.
- Se disolvió la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal que tenía más secretarios de Estado que la Secretaría de Transporte y es el ejemplo perfecto de agencias descentralizadas que se crean para hacer caja. Sus funciones duplicaban las que ya tenía el ANMAT.
- Se disolvió el Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, del que hablé también acá en conferencia. 85% de la plata en sueldos, 1.000 personas en total.
- Se disolvió el Instituto Nacional de Semillas que significa ahorros de unos 1000 millones de pesos anuales.
- Se disolvió el INADI, el ejemplo paradigmático de uso del Estado para la persecución y el adoctrinamiento político. 430 empleados y millones de pesos en alquileres de edificios.
- Se disolvió el Instituto Nacional Belgraniano, Browniano, Newberiano, el Instituto Juan D. Perón y la “Comisión Permanente Nacional de Homenaje al General Juan Domingo Perón”.
- Se transformó en unidad organizativa el Instituto Nacional Sanmartiniano, el Instituto Nacional Yrigoyeneano, del Museo Nacional de Bellas Artes y del Palacio Libertad, Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento.
- Se disolvió la Comisión Nacional de Coordinación del Programa de Promoción del Microcrédito para el Desarrollo de la Economía Social.
- Se transformó en unidad organizativa la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, de la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares, del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón y del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas.
- Se transformó en unidad organizativa el Instituto Nacional del Teatro.
- Se transformó en unidad organizativa el Instituto Nacional de Vitivinicultura (al tiempo que se produce una fuerte desregulación de la industria para darle mayor libertad a los productores).
- Se transformó en unidad organizativa del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), acotando sus funciones.
- Se transformó en unidad organizativa el Instituto Nacional del Agua.
- Se transformó en unidad organizativa el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas.
- Se transformó en unidad organizativa el Parque Tecnópolis del Bicentenario, Ciencia, Tecnología, Cultura y Arte.
- Se transformó en organismo desconcentrado la Agencia Nacional de Materiales Controlados.
- Se transformó en organismo desconcentrado el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), cuya planta había crecido un 100% en los últimos 20 años.
- Se transformó en organismo desconcentrado al Instituto Nacional de la Propiedad Industrial.
- Se transformó en organismo desconcentrado al Banco Nacional de Datos Genéticos.
- Se transformó en sociedad anónima el Banco Nación.
- Se fusionó el Museo de Sitio ESMA y del Archivo Nacional de la Memoria en el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos.
- Se fusionó el Instituto Nacional de Prevención Sísmica en el Servicio Geológico Minero Argentino, concentrando en un único organismo a los profesionales de la misma especialidad.
- Se fusionó el Ente Nacional Regulador de la Electricidad y del Ente Nacional Regulador del Gas constituyendo el ENTE NACIONAL REGULADOR DEL GAS Y LA ELECTRICIDAD.
- Se reorganizó la Junta de Seguridad en el Transporte, cambian sus funciones y su denominación a AGENCIA DE INVESTIGACIÓN DE ACCIDENTES E INCIDENTES DE AVIACIÓN.
- Se adecuó la Unidad de Información Financiera (UIF) a los estándares exigidos por el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI).
- Se eliminaron los créditos ANSES para que el Estado no regale la plata de los jubilados a tasas irrisorias con fines políticos.
- Se desregularon las obras de arte.
- Se desreguló el Transporte Automotor de Cargas: entre ellos el RUTA, un trámite inútil que llevaba tiempo y dinero.
- Se eliminó el pedido de libre deuda a Obras Sanitarias.
- Se eliminó el Registro de Constructores, diseñado para corromper y repartirse la obra pública entre los amigos del poder.
- Se simplificó el mercado de autopartes.
- Se eliminaron trámites innecesarios que limitaban la competencia en servicios digitales.
- Se eliminaron las jornadas obligatorias de Educar en Igualdad.
- Se eliminó el Fondo Nacional para la Construcción de viviendas de servicio del personal militar.
- Se transformó la Casa de la Moneda, otro antro de corrupción e ineficiencia kirchnerista.
- Se autorizó la privatización de Intercargo, de Corredores Viales y de Energía Argentina S.A.
- Se eliminaron capas de programas, capacitaciones, registros y promociones de Ley de PYME.
- Se liberaron las importaciones para Ciencia y Tecnología.
- Se derogaron los regímenes de promoción de la Ganadería Ovina y de Llamas, del Gusano de Seda, de la Actividad Caprina, Ganadería Bovina en zonas áridas y semi-áridas, Búfalos de Agua y Producción Algodonera. Y cuando todo esté promovido… nada lo estará.
- Se desreguló la importación de pilas. No se fabrican en Argentina, pero si traés una Duracell con todos los certificados internacionales pertinentes, el Estado volvía a hacer todos los controles.
- Se desreguló las inversiones mineras. Se eliminó un formulario con 1000 campos y certificados innecesarios.
- Se desreguló el mercado de garrafas (GLP). Se eliminaron barreras a la competencia en el sector que encarecen la actividad y se liberó la importación para que ingresen más garrafas al país.
Se disolvieron 29 fondos fiduciarios:
- Fondo Fiduciario para la Reconstrucción de Empresas (FFRE), que estuvo operativo hasta su extinción en 2018
- Fondo Cobertura Universal de Salud (CUS)
- Fondo Fiduciario para la Generación Distribuida de Energías Renovables (FODIS)
- Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA)
- Fondo Fiduciario para la Recuperación de la Actividad Ovina (FRAO)
- Fondo Fiduciario Nacional de Agroindustria (FONDAGRO)
- Fondo Fiduciario para la Protección Ambiental de los Bosques Nativos (FOBOSQUE)
- Fondo Nacional de Emergencias (FONAE)
- Fondo Fiduciario del Programa de Respaldo a Estudiantes Argentinos (PROGRESAR)
- Fondo Fiduciario de Capital Social (FONCAP)
- Programa de Crédito Argentino del Bicentenario para la Vivienda Única Familiar (PRO.CRE.AR.)
- Fondo Fiduciario para el Desarrollo de Capital Emprendedor (FONDCE)
- Fondo Fiduciario para la Refinanciación Hipotecaria (REFI)
- Fondo Fiduciario de Asistencia Directa a Víctimas de Trata
- Programa para Incrementar la Competitividad del Sector Azucarero (PROICSA)
- Programa de Inversiones Estratégicas (PROINE)
- Fondo Fiduciario del Servicio Universal (FFSU)
- Fondo para el Desarrollo Rural y la Agricultura Familiar (PRODAF)
- Fondo Fiduciario para la Vivienda Social
- Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial (FFDP)
- Fondo Fiduciario de Infraestructura Aeroportuaria (INFRA. AEROP.)
- Fondo Fiduciario para el Transporte Eléctrico Federal (FFTEF)
- Fondo de Integración Socio Urbana (FISU)
- Fondo Fiduciario para la Promoción Científica y Tecnológica (FONDOTEC)
- Fideicomiso Red de Autopistas y Rutas Seguras (RARS)
- Fondo Fiduciario para Subsidios a Consumos Residenciales de Gas (FFGLP).
- Fondo Fiduciario Federal de Infraestructura Regional (FFFIR)
- Fondo de Desarrollo Productivo (FONDEP).
- Se disolvió el Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA) que duplicaba sus funciones con la Subsecretaría de Recursos Hídricos.
- Se concretó la fusión por absorción de CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDA PARA LA ARMADA por parte de PLAYAS FERROVIARIAS DE BUENOS AIRES SA.
- Se modificaron las leyes de energía 24.076 y 24.065, para que cualquier privado pueda contratar la electricidad con el proveedor que quiera. Además, se liberó la iniciativa privada para las ampliaciones de red eléctrica para promover la expansión de la red.
- Se definieron las competencias de la AGENCIA NACIONAL DE PROMOCIÓN DE LA INVESTIGACIÓN, EL DESARROLLO TECNOLÓGICO Y LA INNOVACIÓN, para orientarla a las ciencias duras y su aplicación al sector productivo.
- Se modificó la Ley de Turismo N° 25.997 a fin de suprimir intervenciones estatales distorsivas para el mercado y competencias nacionales en materia de turismo regional: como los hoteles sociales de Chapadmalal y Embalse.
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Dos Miguel Ángel en la misma cárcel. Un Cristo y una Estrella.

Míguel Ángel ‘Cristo’ Olivera. Uruguayo, nacido en 1943, militante del MLN en los 60/70. El destino quiso que compartiera prisión con otro Ángel, Miguel Ángel Estrella, en la cárcel Libertad. Así lo recuerda en una nota de la Agencia Paco Urondo que hoy compartió nuevamente en su facebook:
“Suena un piano / la luz está sobrando…”A mi tocayo el pianista, Miguel Ángel Estrella, el Nº 2314.
Corría el año bravo de 1977. Como a veces sucedía, llegó primero al penal de Libertad el antecedente, la anécdota, la información, la “fama”. Antes que estos presos argentinos fueran rapados, numerados y enmamelucados, la “población reclusa” ya sabíamos parte de los hechos, ya teníamos una versión de su caída. Habían caído denunciando ante embajadas la represión desatada por la dictadura uruguaya contra ciudadanos argentinos que vivían tranquilos en nuestro país. Una “cacería” de supuestos Montoneros, sospechosos de conspiración… Una clara operación del Plan Cóndor, trasnacional, que combinaba la represión entre las dictaduras de la región.
Los procesados fueron cuatro, dos compañeras y dos compañeros. A nosotros nos tocó recibir al “Jimy” y al “Chango”, las compañeras fueron llevadas al Penal de Punta de Rieles.
La población “residente” del E.M.R.1 (Penal de “Libertad”) continuaba “internacionalizándose”: teníamos brasileros, chilenos, un francés, varios españoles, algún italiano, varios de “orígen desconocido” y ahora teníamos argentinos. Un obrero y un artista, dos presos más, dos compañeros.

El “Chango” Estrella es tucumano: habla con la ERRE “amontonada”, junta muchas para decir “rrrosa”, para decir “rrrío”, para decir “rrrevolución”. El “Chango” Estrella es músico, un prestigioso concertista, un maestro nato. El “Chango” fue enseguida “uno más de nosotros”. Es uno de nosotros, un hermano.
Fue de “los presos serios”, pero alegre. Los había jodones, tristes, circunspectos, dicharacheros, callados, “apretados”, “linces”, conspiradores permanentes, “cuadros”, prolijos, rompepelotas, tranquis, ansiosos, “bolaceros”/manijeros, rayados, optimistas perpetuos.
Fuimos tres mil tipos en el penal combinando aptitudes y carencias, pros y contras, buenas y malas, para “bancar la cana” y resistir. Tres mil tipos tratando de sobrevivir esa muela de moler, esa máquina de destruir que era la cárcel.
El “Chango” aportó su parte en eso de hacer de una cárcel una trinchera.
Para un preso político toda cárcel es –debe ser- una trinchera. Y el “Chango” Estrella lo entendió así, la “vivió” así, la “militó” así…
La cárcel de Libertad está construida sobre columnas, por razones de seguridad, para impedir los túneles, para dificultar las fugas, para no repetir abusos como el de Punta Carretas.
El penal como trinchera, como bastión de resistencia de luchadores presos, también se sostuvo de columnas concretas, de compañeros referentes y activos de la solidaridad, la asistencia mutua, el respaldo recíproco, la autodisciplina, la austeridad, el fraterno sostén, el análisis claro, la línea meridiana, la paciencia sabia, la unidad imprescindible. Podríamos -algún día en homenaje memorioso- bautizar esas columnas con nombres señeros de los compañeros que sostuvieron esa cana, los pilares. Sin duda, el nombre de Miguel Ángel Estrella, el “Chango”, será uno de ellos.
El “Chango” fue un pilar, y, sobre todo, fue un maestro, como compañero y como artista: fraterno, solidario, generoso, un constructor.
La música en la cárcel
“Todo preso canta”, es una afirmación dudosa. Si la dice un interrogador, al pie del tacho, no es cierto. Si la dice un compañero, seguro que es verdad.
El que no “cantó” en la máquina, cantó alguna vez en la celda, otro tipo de canción, claro.
Cantar para soñar, para evocar, para acompañar, para “zafar”, pero cantar un tanguito maltrecho, una milonga rasca, una zamba olvidada, un bolero perdido, un tema de Serrat o de Laura Canoura pero alguna vez cantamos en la celda hasta que “la fuerza nos hizo callar” (como cuando al Rucdy Cabrera, en medio de “Las 40”, justo en esa parte de la letra que dice eso mismo, le abren la ventanilla de la celda, por la que salía su vozarrón de boliche, y un cabo de Colonia, intolerante y arbitrario, “lo hizo callar ya mismo”, y lo mandó a la isla, al calabozo, por “cantar en horas no autorizadas”).
Digo, todos fuimos un ratito cantor o un ratito músico mientras estuvimos presos. Los había “de verdad”, guitarristas y guitarreros, bandoneonistas, violinistas, percusionistas en serio o de mesa de cemento o de cajón de herramientas.
Compositores, letristas, payadores.
Hasta un arpa tuvimos, la del Palomo Sampayo.
Y un fueye –el del Gordo Belo- y la primera guitarra de Los Olimareños (una Senchordi berreta que hizo entrar el Laucha Prieto).
Y los instrumentos hechos en el penal por los finos “luthiers” de mameluco: violines, flautas, muchas guitarras, que se fueron salvando de los malones de las requisas que cada tanto las destruían a fuerza de borceguíes aplastantes.
¿Quién no intentó aprender a jugar al ajedrez y a tocar la guitarra en 12 años de cana? ¿Quién no rascó un viola en los atardeceres de la celda?
¿Quién no desafinó con una retirada de Los Diablos o de La Soberana recordando tablados del ´70?
¿Quién no escribió un versito, pa´entonar a media voz y olvidarse de las penas?
En tres mil tipos, había de todo. Desde músicos de escuela, refinados, hasta rascatripas. Desde cantorsitos de ocasión hasta uno que había grabado con Rodolfo Biaggi.
Y estaban “los grandes”: Anibal Sampayo, el Laucha Prieto, el Pollo Herrera, el Toro Díaz Marrero, el Gallego Más Calvetti, el Tito Botto, el Gordo Collazo, el Macario y el Indio Baladán (que ganó el primer premio de un festival folclórico, desde una celda del cuarto piso, sector A, ala derecha, del Penal de Libertad)
Pero no era fácil componer, arreglar, musicalizar. El periplo era largo y dificultoso y no siempre se lograba. El Cristo escribía un poema en el primer piso; se lo tenía que hacer llegar al Indio Baladán al cuarto, éste le ponía música en guitarra y se lo “pasaba por ventana” al gordo Belo en el quinto, quien le hacía los arreglos del fueye. Después había que hacérselo llegar al Gordo Ocampo en el primero o al Pacho Esperoni en la Barraca B o al Ñato Sassarini en la “A” para que lo cantaran. Otras veces “viajaban” las letras embagayadas hasta Punta de Rieles, allí las compañeras le hacían la música y, a los muchos meses, volvía hecha canción completa, en la versión de un hijo que te la cantaba en visita de niños, porque la aprendió de memoria en varias visitas a su madre presa en el E.M.R.2.
Todo era así hasta que llegó el “Chango”. Podemos decir que instaló un conservatorio en la celda y hacía “talleres” creativos en los recreos de la cancha chica, o en los trilles de invierno en la planchada del primer piso. Le llovían consultas, inquietudes, composiciones, dudas creativas. Y él respondía meticulosamente, pacientemente, sabiamente, pedagógicamente: compañerilmente.
Debo decir que llegó el “Chango” y después llegó “su piano”.
Y esta es toda una historia…
Maestro y concertista profesional riguroso, Miguel Ángel Estrella tenía su rutina de ejercicios y digitación, su “gimnasia de manos”, su acrobacia de dedos que practicaba con dedicación y disciplina. El “Chango” resistía y a la vez cuidaba su técnica, preservaba sus herramientas primordiales. Como debe ser. No importaba que tuviera que levantarse a las tres de la mañana, a oscuras en el cubículo de la celda, los dedos duros de frío, los ejercicios previos de estiramiento y calentamiento, la puesta de manos sobre el teclado inexistente en la dura mesa de cemento –el piano imaginario- y convocara a sus clásicos favoritos a reunirse con él y a “tocar como los dioses.”
Y así eran tres o cuatro horas por las mañanas y otras tantas por las tardes.
El Chango practicaba, la cabeza del Chango –y sus manos- lo salvaban.
Más de una vez un miliquito sorprendido y fascinado lo observó, por mirilla o por la ventanilla de la celda, “dar” sus conciertos magistrales y mudos. Sin entender nada, pensando para sí –en su castrense ignorancia: “estos pichis están cada día más locos”
Pero un día –un buen día- le llegó, de verdad, “su piano”.
Fue un gesto de la corona británica, antes de Las Malvinas.
La Reina Madre (o la Reina Hija) no se sabe muy bien, en honor al talento y al prestigio del pianista argentino, le envió como regalo oficial un teclado de ejercicios para que no decayera la maestría del artista, prisionero en condiciones tan extremas.
Y –obviamente- la peculiar “lógica militar” rechazó “el aparato ese”. No estaba “autorizau”, no figuraba en la lista de elementos con permiso de ingreso en el paquete del preso. No era gofio ni azúcar ni galleta marina…
Vino el embajador del Reino Unido al Penal, a insistir. El Foreing Office presionó. La diplomacia inglesa hizo su viejo juego, persuadió, convenció, ablandó y “el artefato ése” terminó en la celda del “Chango”, encima de la mesa (antiguo piano duro y primitivo), listo para “sonar” en su falso mutismo.
Eso sí, le cortaron las patas, “no vaya a ser que los reclusos la usen de garrotes”.
Y así la celda del Chango, en el cuarto piso, sector A, ala izquierda, se convirtió en un Mozarteum, en un Colón, en un Solís, de 2,20 por 3,20, con pileta, un biorse y dos cuchetas. ¿El público masivo? Su compañero de celda, el Gato Embert, absorto, embelesado.
No sabían que, desde el principio, desde que Estrella entró a la celda esa, la convirtió en un teatro abierto para la música y la libertad…con la cabeza, la convicción y el compañerismo. Así fue desde el comienzo de la cárcel desde que entró el primer preso político: el 001, el Gordo Torres, el Penal fue un permanente escenario, a la vez doloroso y digno, de ejercicio de libertad.
Una cárcel vacía es una cárcel, pero una cárcel con un preso político, ya no lo es.
Claro está que ese piano le trajo problemas al Chango Estrella.
No era para menos; su sola –e insólita presencia- casi troféica, era la viva muestra de un escore adverso a la fuerza bruta. Como en un luminoso del estadio cantaba: uno a cero, le gana la belleza artística a la brutalidad militar.
Y eso, los milicos, no lo bancaban. Entonces, ese objeto de placer se volvía objetivo de verdugueo.
Todo “objeto de placer” del preso, es objetivo militar. Una revista Siete Días, un Gráfico, un libro, una foto familiar, una guitarra, un barco de palillos, un cuadro al óleo, un tarro de yerba, un mate. “Que te lo saco, que te lo piso, que te lo rompo, que te lo prohibo, ¡¡que te lo reviento!!” Y pijeo va, pijeo viene y se entabla la batallita diaria, la escaramuza cotidiana, la guerrita constante entre el verde y el gris, el resistir, durar, bancar. Hasta que viene la sanción y el calabozo y otra vez a empezar. Como dijera el Bocha Benavídes “con años que albañilean y años de derrumbamientos”.
Pero el Chango “albañileó” toda la cana. Que fue corta pero intensa, aunque no hay “cana corta” ni liviana. Todo es cana al fin, una terrible aberración del hombre.
La del Chango fue una cana seria, madura, productiva. Consolidó mojones, ejemplarizó. La vivió intensamente. Todos creemos que “ le faltó tiempo” en la cana, como a tantos de nosotros.
El Viejo Julio -Marenales- siempre dijo: una escuela de cuadros no es un local, pero todo local debe ser una escuela de cuadros: la cárcel es un local más grande, vivámosla con furor y pasión, aprendamos, formémonos, foguiémonos, salgamos mejores compañeros de lo que entramos.
Creo, estoy seguro, que lo logramos, que ese objetivo se cumplió. Y el Chango lo cumplió. Es uno de nosotros, un compañero, un hermano, que nos dio nuestra ración de libertad imprescindible que la música alcanza.
Dejó atrás episodios mortificantes, propios de su condición de prisionero, como cuando un oficial lo observa en su ejercicio diario con “el piano mudo” y le pregunta: “¿Lo hizo usté?”. No –le contesta el Chango- me lo regaló la reina de Inglaterra. Y el chabón lo mandó castigado al calabozo de “La Isla” por pretender burlarse de un “señor oficial”.
Del Chango quedan anécdotas y enseñanzas, bromas y aportes, santoiseñas “muy presas” y entrañables. Verlo hacer la fajina de celda con la camiseta de Boca Juniors y guantes de goma “pa’ cuidarse las manos”. Verlo esconderse en un parapeto hecho con una tabla de dibujo, en la pequeña celda, antes de las visitas, para tratar de eludir al peluquero que pasaba revista para cortarte el pelo al rape (cosa que el Chango odiaba). Oírlo exclamar por el “ventilador” (la ventana): “¡¡Hoy es un día peronista, compañeros!!”, saludando con optimismo exhalativo y “manijero” el sol radiante que nos alumbraba. Verlo preparar sus clases especiales para un “alumno”, también muy especial, que él atendía con dedicación de hermano, El Pirata, un compañero preso, músico talentoso sufriente de problemas neurológicos y motrices como secuela de la tortura.
En fin, el Chango fue un preso más de los que sirven, una cana derecha, constructiva, sin doblegamientos, ni egoísmos. Un preso político como se debe ser.
Y aquí va la última de esta nota:
Cuando -por esas cosas pícaras que tiene la conspiración en situaciones límite, que te hacen intentar y muchas veces lograr impensadas victorias- pudimos tener en el penal de Libertad una “radio propia”, quizás la primera radio comunitaria del Uruguay (una emisora interna que duró 10 años y que llegó a emitir hasta 8 horas diarias en sus mejores momentos) y cuya historia queda para otra ocasión, el “Chango” tuvo –claro- su espacio, su micrófono, su audición, su tribuna, “su púlpito”. Desde allí dio cátedra de teoría musical, enseñó a tratar instrumentos y composición, a analizar una pieza musical, a disfrutar un concierto, a valorar la música como esencial al ser humano, a apropiarnos un poco más de la belleza.
Tuvo sus programas propios, que él mismo conducía (aunque tuviésemos que escucharle anunciar, con todas sus ERRES tucumanas y amuchadas: “A continuación, interpretaciones de RRRenata TaRRRagó RRRós…”
Pero qué impresionantes sus Programas de Concierto. Los sábados, de noche. Todas las luces de las celdas apagadas, los compañeros en sus lechos, expectantes y ansiosos, el penal entero en silencio y los parlantes que zumbaban de pronto y el E.M.R.1 temblaba con Brahms, flotaba con Vivaldi, soñaba con Mozart y se llenaba –nos llenábamos- de asombro y vibración con el mejor y cojonudo Beethoven.
Y, claro está, ya no estábamos presos.
Pero un día le llegó la libertad. La posta, no el nombre berreta y absurdo del penal, sino la libertad grosa, la de salir a la yeca. La de volar en serio, la de volver a curtirla.
Y en eso siempre hay dos sentimientos cruzados, biunívocos, terribles:
¡Se va un ñery a la calle! / ¡Se nos va un compañero!
Y reímos, lloramos, le deseamos lo mejor. Lo mejor de nosotros se va con él y lo mejor de él se queda en nosotros.
Lo vimos irse caminando: sus ojos enormes, su sonrisa más grande. Lo saludábamos en silencio desde las ventanas. Él se tocaba la pelada en señal de “tranquilo”, de “bigote p´arriba”, de “arruca”, de “hasta siempre”.
Caminaba despacio, custodiado, pero libre. Llevaba bajo el brazo izquierdo “su pianito mudo” que parecía sonar, es más, sonaba, estoy seguro que el “Chango” lo tocaba y le salía como un Aleluya de los valles calchaquíes…
Se tuvo que llevar consigo el piano, “el teclado real”. Los muy mezquinos se lo obligaron a llevar. La voluntad del Chango fue dejárselo a Aníbal Sampayo (o al Indio Baladán) y no se lo permitieron. Así, hasta último momento lo verduguearon. El cartel luminoso marcaba 1 a 1, fue un empate, aunque todos sabemos que “el Chango” les ganó el partido.
Y el Chango se nos fue, salió al aire libre, a viviRRRR, con todas las eRRRes tucumanas.

¿Quién es Miguel Angel Olivera además del autor de este entrañable recuerdo del pianista del pueblo? ¿Cómo fue a dar a la cárcel y se convirtió en artista? Así lo relata en un reportaje:
»Para nosotros, Chile no fue inicialmente nada más que un peldaño. Queríamos recuperarnos del encarcelamiento y la tortura y luego ir a Cuba para preparar la próxima misión armada», dice Olivera, secamente. Al principio, los Tupamaros en Chile fueron recibidos con mucha desconfianza: eran silenciosos, comprometidos con la disciplina ascética y veían el mundo a través de una lógica guerrillera. Pero son precisamente estos atributos los que pronto los convierten en importantes colaboradores de Allende. Por ejemplo, los Tupamaros blindan el auto del presidente y al principio forman también parte de su guardia personal. Se ocupan de rastrear a los espías del servicio secreto uruguayo que están activos en Chile y más de una vez, también, participan por desactivar los conflictos dentro de la izquierda gobernante.
El 3 de noviembre de 1970, el día de asunción presidencial de Allende su impulsivo compañero de partido, Carlos Altamirano, ocupa un fundo cerca de Santiago. «Pero el terrateniente tenía un pequeño ejército privado con jeeps y ametralladoras. Estaba armado para recuperar la tierra. Así que nos tocó armar a los campesinos para que pudieran defenderse en caso de emergencia».Después de su regreso clandestino a Uruguay, El Cristo es arrestado de nuevo. Otra vez, vive el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile en prisión. Pero, esta vez no es liberado sino hasta 1985. Hasta el día de hoy Olivera cree que la lucha armada es la única forma posible de «derrotar al imperio». Sólo en la elección de los medios se ha vuelto más creativo: «En la cárcel empecé a escribir. Poemas y letras de tango, ¡son mis nuevas armas!»
Destacada
Libros/De juegos y platos, por Marquisse

La casa de mi abuela tenía platos colgados en las paredes. Platos playos con distintos diseños (diversos paisajes, figuras orientales) se exhibían en las paredes blancas del departamento en el que vivía Leila. Su casa quedaba a solo unas cuadras de la nuestra. Recuerdo el desconcierto que me generó observar, al notarlos, esos objetos que ahí cumplían otra función. En otros platos, la abuela colocaba galletitas, rodajas de budín, fetas de jamón y queso o facturas, depende la ocasión. En ese departamento pasaba algunas tardes a la semana después del colegio. Además de zampar esos manjares, me encantaba jugar con mi abuela a cualquier juego de cartas o de mesa. Los primeros juegos fueron la casita robada, la generala, la escoba de quince, el chinchón, las damas.
Una noche de aburrimiento, mis hermanos me iniciaron en el noble mundo de la canasta. Lo recuerdo como toda una ceremonia. Para incorporar las reglas, jugamos numerosas partidas esa madrugada. Pero ese conocimiento era heredado de mi abuela, claro. Así que a partir de esa noche, los otros juegos en la casa de los platos fueron reemplazados por la canasta. Mi abuela se caracterizaba por ser parsimoniosa. Cuando se hacía con el pozo gordo que habíamos ido formando con las cartas descartadas durante la partida, extendía tranquilamente sus series de cartas (cuatro 6, tres J, cuatro ases, por ejemplo). Admiraba la paciencia con la que se manejaba en el juego.
Sobre “El Maestro de Go”, de Yasunari Kawabata, y el arte del juego

El Maestro de Go, de Yasunari Kawabata, trata sobre un partido que tuvo lugar en el año 1938 y se extendió por siete meses. El Go es un juego milenario. Según el prólogo de la edición* de Emecé escrito por Anna Kazumi Stahl, los samurai gobernaron Japón durante siete siglos hasta 1868 y le dieron importancia tanto al entrenamiento físico de los guerreros como a las cuestiones relativas a la estética y a la espiritualidad. El Go consiste en abarcar una buena cantidad de terreno en un tablero cuadrado y en rodear al contrincante para capturarlo y, con eso, ganar más puntos. La concentración que tiene que tener el jugador de Go en cada turno, en cada movimiento, se asemeja a juegos de táctica como el ajedrez.
Lo curioso de esta novela es la historia de su origen. Resulta que un diario nacional le encargó a Kawabata -quien treinta años después de la partida de Go que narra en la novela ganaría el Premio Nobel de Literatura- cubrir el campeonato de Go de un respetable Maestro que estaba a punto de retirarse de su carrera. Se trató de 64 entregas que Kawabata escribió para el Tokio Nichinichi Shimbum. Basándose en esta crónica, el autor construyó una novela que narra la partida entre el Maestro Shusai Honnimbo y Otake (que en la vida real se llamó Minoru Kitani). El prólogo de la edición se refiere al partido como un hecho trascendental por tratarse de una tensión entre la tradición y la modernidad. A lo largo de la novela, se puede ver cómo hay ciertas reglas nuevas que se introducen en el campeonato. Un nuevo reglamento asoma y, con esto, una nueva era en el mundo del Go.
El retrato que Kawabata realiza del Maestro contrasta con el de Otake. No solo porque se trata de generaciones distintas (Otake tiene casi la mitad de edad del sexagenario Maestro), sino por sus temples. El narrador de la novela acompaña al Maestro en sus contemplaciones del Lago Ippeki. El Maestro puede pasar las horas o vastos minutos de sus turnos de manera calma y con una economía de movimientos corporales admirable; Otake bebe grandes cantidades de té, por lo que sus visitas al baño son frecuentes, y demuestra una personalidad más ansiosa. En el capítulo 10, Otake expresará, de hecho: “El Maestro es tan tranquilo (…). Los calmos siempre me hacen confundir. Prefiero los ruidosos. Esta calma acaba con mis nervios” (p.59). El combate, sin embargo, es reñido y ambos oponentes demuestran estar a la altura de sus respectivos títulos.
Al principio del libro también se cuenta cómo esta fue la última partida del Maestro. Fallecería un año y meses después de terminarla. En el capítulo 8, en el que habla sobre la foto post mortem que le tomó el narrador por encargo de su esposa, el narrador dice: “Tal vez lo que había fotografiado era la cara de un hombre que representaba desde el principio el martirio por el arte. Era como si la vida de Shusai, Maestro de Go, hubiera llegado a su fin, al igual que su arte, con ese último juego” (p. 50). Me conmueve la idea de una vida que concluye cuando se logra un objetivo, una misión.
Repasando la reseña y lo que me había dejado el libro evoqué un poema que descubrí hace poco en Instagram gracias al algoritmo. De tanto en tanto surgen joyitas que merecen la pena ser descubiertas. Como esta poesía de Mary Oliver, una poeta a la que llegué por una amiga que me la había mencionado en varias ocasiones:
Misterios, sí
En serio, vivimos con misterios demasiado prodigiosos
para ser comprendidos.
Cómo la hierba puede ser alimento en la
boca de corderos.
Como los ríos y las piedras sean para siempre
devotos a la gravedad
mientras nosotros soñamos con elevarnos.
Como dos manos se toquen y los lazos
Nunca se rompan.
Cómo se acercan las personas, por delicia o por
las cicatrices del daño,
al consuelo de un poema.
Déjame distanciarme, siempre, de quién
cree que tiene las respuestas.
Deja que siempre le haga compañía a quien diga
′′Mira!” y se ríe de asombro,
y agacha la cabeza.
Mary Oliver
Pienso en el maestro y sus contemplaciones. Pienso en los platos de mi abuela, en su concentración y su temple en el juego. Pienso en la táctica y en el poder todavía asombrarse, en esos movimientos que pueden sorprendernos al tiempo que los ejecutamos. Pienso en la necesidad de aproximarse a las respuestas, pero también en la imposibilidad de llegar a ellas, tras un tiempo de meditación (y que eso no sea necesariamente malo, claro). Pienso en las partidas que perduran a pesar del tiempo.
*Esta edición es de la del 2005, con prólogo de Anna Kazumi-Stahl y traducción de Amalia Sato