Qué quieren que les diga. La cosa está complicada. Al menos para mí que ando volando con los pies en la tierra. Qué se yo. Todo raro.
Hasta la luna es otra cosa. Alta en el cielo. Plena, feliz, hermosa, colorida, perfecta en su redondez. El atardecer quedó tan impactado al verla que se ruborizó, rosado pero no por el sol inexistente en ese día gris. Ella, la luna roja, lo sonrojó.
Lo cierto es que esta semana solo nos unió una cosa. A los de Boca y a los de River (flacoslindosgarcasbuenosgordosaltosbajos). Todos. Ese día, el de la luna llena, el miércoles, todos alzamos la vista en algún momento para ver la luna.
Luna virulenta. Luna de capricornio en conjunción con Plutón…(suena tan poético que no puede ser mentira). Luna intensa.
Todos los meses tenemos una llena, lo sé, pero ésta era heavy.
Según la astróloga Patricia Kesselman esta luna de capricornio significa que:
“Nuestras emociones están más a flor de piel. Cuando la luna está llena de luz, inquieta los ánimos, hace perder terreno a la razón y desata las emociones… Se está más eufórico y surgen situaciones con personas que traen respuestas o soluciones a los problemas. Las iniciativas de trabajo tienen ingredientes que lo facilitan. Pero la Luna llena también tiene fama de incitar a la violencia.”
Esta luna llena fue el miércoles. Sí, el día en el que Cristina – después de reunirse con Melconian- recibe a los gordos de la CGT. Poco después de que Alberto descubriera a Milagros Sala y la visitara frente a la indignación de los mass media. Cosas insólitas.
La vice que ataca a los movimientos sociales propios. La derecha se disfraza de progresista y los progresistas se disfrazan de derecha. Los gorilas se vuelven peronistas. Los patrones dicen ser trabajadores y paran (!!!!). Que le agradezcan el derecho al paro a todos los que persiguieron y a los obreros que ustedes mataron para obtener ese derecho.
Mi astróloga de cabecera, Gabriela Beatriz Martinez, quien firma, junto a su nombre, ‘hija de los 30.000’, dice: “El 13 de este mes será la Luna Llena en la constelación de Capricornio a los 21°. Será una Luna Llena inmensa porque estará pasando por la parte más cercana a la tierra. Lo que cierra y abre paso a un nuevo ciclo emocional y también kármico. ¿Por qué? Por varios aspectos. El 13 en numerología es cambio radical y está representado por la muerte y Saturno como Plutón rigen la muerte y la transformación. Capricornio/Escorpio Quiere decir que si no dejaron morir eso caduco que ya no funciona en nuestra vida, hasta Octubre, hay chances. Luego pasa el sensor Saturnal a ver qué hicimos y de qué fuimos capaz de hacer.” Tomá mate y agarrate Catalina. Algo tiene que morir, transformarse, si no llegaste a tiempo hasta ahora tenés plazo hasta octubre. Tiempo de todos contra todos, porque, obviamente, tenemos objetivos bien diferentes.
Sí. Agarrate Catalina. A propósito, ¿saben de dónde sale ese dicho? Catalina era una trapecista argentina que trabajaba en los circos porteños, en la década de 1940. Venía de una familia de trapecistas. Su madre, su abuela y su bisabuela habían practicado la misma disciplina. El destino de las tres también fue el mismo, y trágico: todas murieron por accidentes en el trapecio. Los espectadores que se prestaban a ver a Catalina, por su parte, conocían muy bien esta historia. Y antes de cada presentación, gritaban una advertencia que se iba a convertir en un dicho popular. Antes de que comenzara sus acrobacias, le decían a la joven trapecista: “¡Agarráte, Catalina!”. Después, la frase se generalizó y hoy se sigue usando para prevenir a quien está a punto de enfrentar una situación extrema. (Lo leí por ahí y le creí, como casi todo que uno lee por ahí y decide creerle)
Y tá, días intensos y complicados. Miren las vueltas que tengo que dar, o todo lo que se me viene encima, así, porque sí. Quizás todo lo anterior fue una excusa para escuchar este editorial murguero de Agarrate Catalina. 2022. Allá la derecha es Lacalle Pou y la izquierda el FA. Pero todo el mundo es país. Allá, como acá, idénticos dilemas.
Planeta Giussani | El árbol y el bosque, el agua y la sequía
Laura Giussani Constenla reflexionó sobre la dramática situación del agua en Uruguay, las sequías y la necesidad de encontrar una solución antes de que sea demasiado tarde. Si no llueve pronto, Uruguay podría quedarse sin reservas de agua en 18 días.
A 50 años de Cámpora y el Devotazo, por Laura Giussani Constenla
La noche del 25 de mayo de 1973 yo era todavía una ‘nena’ y me había quedado dormida temprano. Recuerdo a mi madre acariciándome la cabeza: “Dormí tranquila, ya no hay presos políticos en el país”, dijo y me dio un beso. Fue algo tan raro que no lo olvidé nunca.
Para quienes asomábamos tímidamente al mundo de los adultos, ese 25 de mayo fue una fecha imborrable. Yo todavía no había cumplido 13 y empezaba la secundaria. El 11 de marzo había ido con mi madre y una amiga (creo que era Leonor Benedetto, que por entonces empezaba a ser famosa en Rolando Rivas Taxista) a festejar el fin de la dictadura y la victoria de Cámpora, a Santa Fé y Oro. “Ganaremos la primera y no habrá segunda vuelta” decía el jingle de Cámpora y Solano Lima -‘los hombres del Frente y de Perón’-, y como llegaron casi al 50% de los votos, no hubo segunda vuelta.
Todos nos preparamos para ir a la plaza a festejar la asunción del ‘Tío Cámpora‘ el 25. Junto a mis hermanos veíamos pasar las columnas que marchaban a Plaza de mayo desde el 4° piso de un edificio de Rivadavia al 2.300 en donde vivíamos. Sólo había que elegir la que nos gustaba más y bajar. Nos gustó una llena de morochos bullangueros, felices hasta el infinito y con ellos fuimos. En ese balcón tuve mi primer contacto con la política. Cuando había alguna manifestación de distintos partidos esperaba en el balcón que pasara un grupo simpático. Por ejemplo, cuando todos fuimos a repudiar el golpe de Chile unos meses después. Supongo que por entonces me hice peronista. ¿Quién puede resistir la seducción del peronismo movilizado? Mucho cántico, sudor, pasión, bombos, vinchas, choris. Argentina. En esa época la izquierda era solo un espacio de estudiantes clasemedieros. Un bodrio. No sé en qué momento eso cambió, pero piquetes y acampes y marchas como las de izquierda de ahora, no existían.
Tenía doce años. Ese veinticinco fue mi primera marcha. Saltar desde el Congreso hasta la Casa Rosada. “Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar”. Empujones tipo pogo, multitud de hombres, mujeres, niños, viejos, obreros, empleados, estudiantes. ‘Por una noche se olvidó que cada uno es cada cual’. Otro cantito popular era: “Far, Fap y Montoneros son nuestros compañeros”. Estaban uniéndose en ese mes las tres organizaciones político-armadas peronistas bajo un solo nombre, así que también tronaba el “Montoneros, carajo”.
Tan cansada como excitada, volví a casa al atardecer, seguí viendo la vida por el balcón, y caí rendida. Al día siguiente, entendí qué había querido decir mi mamá con eso de “dormí tranquila, ya no hay presos políticos”.
Mientras el recién asumido Ministro del Interior, Esteban Righi, veía cómo encaraba la liberación de los presos políticos, y evaluaba los distintos proyectos de ley para hacer votar en el Congreso, una multitud fue de Plaza de Mayoa Devoto para pedir su liberación esa misma noche. Una cárcel rodeada de simples civiles que empujaban una gran puerta para que salieran los presos. Righi se negó a reprimirlos, razón por la cual se sentaron a armar una lista apresurada con los nombres de los militantes indultados. En medio de la euforia general, se abrían las puertas de la cárcel en lo que se dió en llamar el ‘Devotazo‘.
Los presos salieron en malón para abrazarse con quienes esperaban afuera. Entre ellos, se coló un reconocido mafioso francés, François Chiappe, quien no figuraba en la lista de liberados elaborada por el Ministerio del Interior, pero sí aparecía en la preparada por el Servicio Penitenciario Federal.
Hubo quienes permanecieron resistiendo en la puerta porque sus presos no habían salido, en general agrupaciones de izquierda. Entonces sí, la policía decidió reprimir y hubo dos muertos: Carlos Miguel Sfeir y Oscar Horacio Lysak. No todo fue alegría.
A los pocos días conocía algo más de esa jornada por boca de Paco Urondo (otro amigo de la familia). Supe que mientras escuchaba el estruendo de la manifestación afuera pidiendo la liberación, reunió en su celda a los tres sobrevivientes de Trelew, María Antonia Berger, Alberto M.Camps y René Haidar, y los grabó mientras afuera ocurrían otros hechos. Esa charla, en una noche increíble, se convirtió en La Patria Fusilada. Gracias a él conocimos los detalles de la masacre de Trelew, ocurrida apenas 9 meses antes.
Años más tarde, ya exiliada, conocí otra versión de cómo se vivió adentro de la cárcel esa noche. José Rubén Falbo Viches, era un preso común en Devoto. Culto hasta el empalagamiento, editor, había ido a para allí por una causa iniciada por los familiares de un mafioso de Avellaneda de los años 30. Culpa de ‘Barcelito, Barceló” terminó en ‘gayola’. Me contaba que ese día se murió de miedo. Algunos lo incitaban a mezclarse en el caos y quizás salir en medio de la debacle. Después de haber pasado algún año detenido, solo pensó: ‘me falta poco, si salgo ahora quizás me ligo un tiro’. Se escondió abajo de la cama. Unos meses después salió, vivito y coleando. La alegría no le duró mucho. En el 76 fue uno de los millones de exiliados. Como le dijo un capellán amigo: “Entre tus amigos subversivos y tus amigos homosexuales no podés seguir en el país”.
La ‘primavera camporista’ duró hasta el 20 de junio y la masacre de Ezeiza cuando regresaba Perón. Unos días más y Cámpora renunciaba. El resto es historia. Lastiri Presidente. Elecciones, Perón e Isabelita, López Rega, las Tres A, el asesinato de Rucci, la muerte de Perón, para convertir a las Tres A en las Tres Armas. Resulta que la dictadura militar no solo no se había acabado sino que daba lugar a un régimen jamás conocido, con campos de concetración organizados al mejor estilo nazi o quizás más perversos.
Mi abuela, cada vez que se refería a mi abuelo (quien la había abandonado), siempre decía: ‘maldito corso’. Con el peronismo me pasa algo parecido: maldito balcón. Me enamoré de ese pueblo fervoroso y entusiasta y luchador y valiente. Después, me costó horrores enamorarme de algo o de alguien.