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El inglés de la valijita, por Oscar Taffetani

Había un Palermo de casas con zaguán y conventillos de inmigrantes, un Palermo de calles empedradas y cuchilleros a los que Carriego vio y Borges cantó. Pero el Palermo en donde decidió instalarse William Morris era más bravo aún. Lo llamaban “Tierra del Fuego”. Decían que allí se terminaba todo.

Aún podía verse, en Tierra del Fuego, el palacio de Juan Manuel de Rosas, reciclado como cuartel en ausencia de su dueño. El resto eran caballerizas, obradores y galpones ferroviarios, unas pocas casas de ladrillo y algunos ranchos asomando a las calles de tierra.

Hacia el oeste, los bajos del arroyo Maldonado. Hacia el norte, los bajos del río de la Plata. En el centro, un bosque ya sin jardineros ni paisajistas, en pleno retorno a la vida salvaje. Y por ahí, viviendo en los pajonales, descalzos y andrajosos, cientos de niños sin madre, sin padre ni escuela, cimarrones a pesar de ellos, rebuscándoselas como boyeros de campo -en el mejor de los casos- y como rateros casi siempre, en los bordes de la ciudad.

El inglés había abierto la escuela con lo indispensable: bancos, mesas, pizarrón, tizas, libros… pero nadie se acercaba. Agregó entonces una olla, tazones, platos, algunas camas… los comensales y huéspedes no llegaban. Luego de esperar unos días, despertó al casero y le dijo: “-Acompáñeme, vamos al bosque a cazar candidatos”.

Y allá estaban los candidatos, espiando detrás de las matas, con piedras y terrones en sus manos, acostumbrados a bajar faroles y a correr gringos y galeritas a cascotazos. Pero el inglés no les tuvo miedo. Se les acercó, habló con ellos, los invitó a comer en su casa.

El primer candidato, con la cara sucia, moqueando, lo siguió vacilante. Detrás de él, sin perder la distancia, fueron los otros. En la escuela del inglés, luego de pasar por el agua y el jabón y estrenando los primeros zapatos de su vida, 17 niños se sentaron a la mesa. Durante el almuerzo, tímidamente, llegó a la puerta el candidato dieciocho. Inaugurando una tradición solidaria, todos se corrieron para hacerle lugar.

Los pocos que se sentaron a comer con William Morris aquel mediodía de otoño de 1898 fueron 200 al año siguiente y mil al llegar el fin de siglo. La escuela no sólo les enseñaba a leer y escribir; también a sonarse la nariz, a lavarse la cara y a saludar por las mañanas.

La receta para el milagro no tenía misterio, y el inglés se la explicó al presidente Julio Argentino Roca el día que pudo entrevistarlo: “-¿Con qué hombres realiza usted su obra”, le preguntó el general. “-Con los que encuentro”, le respondió Morris.

DEL TAMESIS AL RIACHUELO

Entre los esperanzados colonos que en 1871 llegaron a Sapucay, pueblito selvático próximo a Asunción del Paraguay, se contaba un inglés de Soham (Cambridge), delgado y melancólico, un hombre que había perdido hacía poco a su esposa y que con austeridad criaba cuatro hijos.

De hachas siseando en el monte y ovejas pastando en las abras fueron entonces los primeros recuerdos sudamericanos de William Case Morris, pelirrojo de siete años que asistió desde muy temprano a la abnegada lucha por la supervivencia de su padre y su familia emigrante.

Siete años después -con bíblica exactitud- el grupo decidió abandonar el Paraguay y viajar Paraná abajo, hacia la promisoria llanura santafesina. Tras pasar un tiempo en Rosario, que hervía de inmigrantes y colonos, Morris y sus hijos alquilaron una chacra en Rodeo del Medio. Entre ovejas y gallinas, abriendo surcos y llevando el agua a los plantíos, pasaron los siguientes años de Will. Por las noches -recordaría más adelante- un pasaje del Antiguo Testamento leído por su padre o algún viejo himno entonado por su hermana y acompañado con un solitario violín, eran el único preludio al sueño.

Cuando William decidió dejar la chacra y bajar por el río hasta la boca del Riachuelo, ya tenía veintidós años y la firme vocación de vivir en la ciudad, en ese sitio donde la colmena humana destila lo mejor y lo peor. Obviamente, al joven Morris le interesaba lo peor, el lado oscuro de la gran urbes, los niños arrojados por millares a la mendicidad y la delincuencia. Esos eran sus candidatos.

Instalado en la Boca, fue pintor de brocha gorda y más tarde empleado de comercio. Visitando bibliotecas obreras y adquiriendo ediciones baratas terminó de aprender el idioma español. En la calle, las ferias y los cafés, tuvo oportunidad de aprender también el dialecto de las orillas, ése que hablaban los obreros de las curtiembres, los lavaderos de lana y los frigoríficos, el mismo que farfullaban vagos y malentretenidos, habitués de las páginas policiales.

La primer aula fue una simple sala a la calle, alquilada con sus ahorros.y equipada gracias a un préstamo de sus compañeros de trabajo. Bancos de cocina, una mesa de pino, pizarrón, tizas y mapamundi, lo estrictamente necesario. Luego, debió salir a buscar candidatos por el barrio de la Boca, chicos y muchachos que quisieran aprender a leer y escribir. Se acercaron algunos pero -como le pasaría siempre, a lo largo de su vida- los que llegaban tenían más necesidad de un plato de sopa o un tazón de leche que del abecedario.

William C. Morris

Buscando apoyo para la escuelita, Morris se acercó a empresas y familias británicas radicadas en la Argentina. Una tarde, mientras asistía al servicio en un templo metodista, se enamoró perdidamente de una voz que cantaba tras el armonio. La dueña de la voz se llamaba Cecilia O Higgins y pronto (con la rapidez y decisión que acostumbraba el joven docente) fue la prometida, la esposa y la compañera capaz de seguirlo en su cruzada.

Cecilia era huérfana de madre, lo mismo que él. Su padre había sido un coronel del ejército de Su Majestad destinado a la India, a quien había visto pocas veces en su vida. Aquel matrimonio, celebrado en 1890, fue el casual (o causal) encuentro de dos orfandades, movidas por una sola vocación: salvar a los niños abandonados.

Con la ayuda de la Iglesia Metodista, que años más tarde lo nombraría Ministro, pronto quedó conformada la Boca Mission Hall Fund and Schools, institución que administraba un asilo para marineros (procurando alejarlos del alcohol y la violencia), un comedor popular y varias aulas de primeras letras.

Pero Morris soñaba más alto. Un día, juntó las dieciocho libras que hacían falta para pagarse un boleto de ida a Gran Bretaña y allá partió, con su valijita. Quería entrevistar a los directores de las compañía inglesas con filiales en la Argentina y conseguir una opinión favorable (con la consecuente ayuda económica) para su obra.

LA PROMESA A MAMÁ

Un antiguo proverbio sajón que Morris gustaba repetir en sus conferencias dice que la mano que mece la cuna gobierna el mundo. Tanto era así para el inglés de la valijita, que no abandonó el suelo inglés sin visitar antes el cemenrterio de Soham, donde descansaba su madre, para reafirmar una vieja promesa. El niño, ya hecho hombre, se comprometía ante la memoria de su madre, cuya figura borrosamente recordaba, en empeñar su vida entera para ayudar y dirigir a los niños huérfanos o que carecieran “del refugio y la inspiración que da un buen hogar”.

Aquella promesa hecha ante una lápida de Soham fue más importante para Morris que cualquier culto político o religioso constituído. Por eso, llegado el momento, no vaciló en dejar a los metodistas, cediéndoles las instalaciones levantadas con esfuerzo en la Boca, y en acercarse a los anglicanos, buscando una estructura material y política que le permitiera colonizar la “Tierra del Fuego” . La simple lectura de los libros contables de las Escuelas Evangélicas (como se las llamó inicialmente), deja ver quiénes eran los donantes que con su pequeño aporte las sostenían: Moore, Walker, Junor, Richards, Bayley, Brown, Edgecumb, Turner, Tay, Martindale, Nicholson, Leech, Craig, Bennet, Barreneye…

Hacia fin de siglo, tras años de antesalas y amansadoras, Morris consiguió también el importante apoyo económico y político de don Ernesto Tornquist, banquero, industrial y dirigente conservador que le facilitó la llegada al presidente Roca y al establishment porteño del Centenario.

Todo quedó prolijamente anotado, con la letra de Míster Morris o de Cecilia. Si una imaginaria DGI de la moral y la honradez quisiera examinar hoy esos libros que conservan los exalumnos del inglés, descubriría la modestia y la sencillez ejemplar con que vivía el mayor protagonista de aquella cruzada, quien nunca tomó para sí un peso ni una libra de las donaciones que recibía y quien, por el contrario, dedicó siempre una parte de su modesta asignación como Pastor anglicano a la compra de útiles o al socorro de algún desesperado.

ADIÓS A LA “TIERRA DEL FUEGO”

La rápida expansión y diversificación de las escuelas evangélicas habla de la impecable administración de fondos que hacían los Morris, pero también de un importante déficit social y educativo que arrastraba la Buenos Aires de principios de siglo. Por eso, la crisis del 30, que combinó una terrible iliquidez empresaria con la mora en los subsidios acordados por la Municipalidad y por la Nación, asestó un duro golpe a la obra del inglés de la valijita. ¿Cómo seguir alimentando a los más de siete mil niños inscriptos? ¿Cómo pagar a los doscientos treinta docentes, al personal de limpieza y administración?

Como en los viejos tiempos, el inglés decidió viajar a su madre patria y solicitar auxilio a las empresas británicas con filiales en la Argentina. Una conmovedora multitud de niños rescatados de la calle por el Hogar El Alba o por las veintidós escuelas creadas, llegó hasta Plaza Constitución para despedir el tren a La Plata, puerto donde el matrimonio Morris abordaría un paquebote hacia Inglaterra.

Esos que miraban a la pareja desde el andén, con sus caras limpias y sus uniformes recién planchados, no eran los hijos que les había regalado mamá Naturaleza. Eran los hijos que ellos habían decidido tener. Pero la salud del maestro estaba quebrantada y en esos años apenas pudo moverse de la casa de Soham y escribir cartas a algunos amigos. Una de las misivas la recibió el Dr. Sagarna, ministro de la Suprema Corte de Justicia argentina y amigo del presidente Agustín P. Justo. El viejo Morris le recordaba al supremo que los subsidios llegaban con varios meses de atraso y que las escuelas sobrevivían gracias a la buena voluntad de sus docentes y personal (a quien se llegó a deber once meses de sueldo).

Los subsidios se pagaron, finalmente. Y también las deudas. Pero Morris no vivió para verlo. Su corazón dejó de latir el 15 de septiembre de 1932, hace exactamente setenta años.

Tal como estaba previsto desde su misma fundación, las Escuelas e Institutos Filantrópicos Argentinos, incluyendo edificios y planteles, pasaron al Consejo Nacional de Educación. Se incorporaron al sistema público, con el que nunca habían tenido diferencias ni de programas ni de contenidos (aunque sí en la formación de hábitos y en la actitud ante la vida). William Morris no fue más que otros heroicos educadores y misioneros que hubo en la historia -Don Bosco, Albert Schweitzer, Teresa de Calcuta, entre muchos-. Tampoco fue menos.

La metáfora del haber, tan cara a su meticuloso espíritu de administrador, le sirvió en una conferencia para expresar un sentimiento profundo, gestado en su propia infancia: “Con toda seguridad, los hombres y las mujeres que en todas partes del mundo se ocupan en cuidar y mejorar la vida de la niñez están haciendo la mayor y la más valiosa contribución al bienestar humano y al verdadero progreso de los pueblos. El haber de un pueblo, que puede ser aumentado infinitamente; el haber de una nación, cuyo valor puede progresar hasta lo indecible, es su niñez.”

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Cachorro Godoy: “Trabajadores y estudiantes somos parte de la misma clase popular”

Luego del fallo de la justicia laboral que derivó el expediente de los despidos estatales presentados por UPCN y ATE a la Contenciosa Administrativa, LCV entrevistó a Hugo Cachorro Godoy, Sec. Gral de la CTA-A Nacional, quien consideró que el problema no es jurídico sino ‘fundamentalmente político’. Reiteró el compromiso de seguir luchando por la reincorporación de todos los despedidos y relativizó la idea de que exista una embestida contra el Estado en su conjunto: ‘Mientras reducen en sectores como la agricultura familiar, seguridad social, economía social y popular, pequeños y medianos empresarios, desarrollo científico, tecnológico o educación; otras áreas como servicios de inteligencia, policía federal o gendarmería, es decir, las áreas represivas del Estado, se están fortaleciendo. Habrá que ver a qué sectores importa que atiendan y a qué sectores no.” También sostuvo que muchos se creen el discurso de que el Estado está lleno de ñoquis pero ‘hablan por boca de ganso’, repiten los que le imponen los grandes grupos económicos que Milei representa. Finalmente, afirmó que es necesario buscar una síntesis como se demostró en la marcha del 23 de abril y evitar que nos fragmenten. A continuación, la entrevista completa.

Hugo Cachorro Godoy, Sec. General CTA-Autónoma

LCV: En esa demanda conjunta que se presentó por el tema de los despidos a los estatales. ¿Cuál es tu opinión al respecto? ¿Seguimos dando la pelea? ¿Ya la perdimos? ¿Qué pasó?

—No, de ninguna manera vamos a dejar de dar la pelea por la reincorporación de las compañeras y compañeros. El tema es un tema jurídico, pero fundamentalmente político, porque este gobierno lo que está haciendo es gobernando por decreto y reformando por decreto la Constitución. Entonces la lucha por la reincorporación de los compañeros y compañeras, y para evitar nuevos despidos, es la misma lucha en pos de que se derogue el decreto de necesidad y urgencia y que no se siga habilitando al presidente Milei por parte de la Cámara de Diputados y de la Corte Suprema de Justicia a que gobierne por decreto.

LCV: La forma en que se está desangrando el Estado, yo creo que no tengo memoria de que haya sucedido en otro momento. ¿Vos?

—En los años 90 con el menemismo, hubo una situación muy brutal como esta y los efectos que tuvieron fueron nefastos para toda la sociedad. O sea, no es solamente un impacto negativo para los trabajadores y trabajadoras del Estado, sino que impacta en toda la sociedad. El menemismo hizo mucho daño y este gobierno de Milei, en línea con eso, también está haciendo mucho daño a toda la sociedad.

LCV: El otro día tuve un intercambio de palabras con una señora que decía: “a mí se me está complicando, yo me tengo que ajustar el cinturón, no puedo pagar ni reponer mercadería , pero por lo menos nos estamos sacando los ñoquis estatales”. Entonces yo le pregunté ‘señora, ¿usted a  quién le va a comprar después?

—Pero además. ¿Cuáles son los ñoquis que ella conoce? Hablan por boca de ganso, se comen el verso que Clarín, La Nación, Infobae difunden y que el presidente aprovecha para construir un enemigo en el trabajador del Estado. Entonces deja de ser visto aquel trabajador, aquella trabajadora, que es la que se ocupa de acompañar a los pueblos campesinos para el desarrollo de su producción agropecuaria, de acompañar desde los organismos de investigación, de ciencia y técnica para que esto llegue a los pequeños y medianos productores, de acompañar a quienes trabajan en comedores populares o a quienes se jubilan, quienes trabajan en las áreas de seguridad social. O sea, lo que sucede es esta propaganda que se alienta desde esos grupos económicos y esta mentira que expresa el presidente Milei, impacta en algunos sectores que hablan sin saber la verdad.

LCV: ¿En cuánta gente real crees que tiene que quedar el Estado? ¿Se puede bancar un Estado eficiente con esta sangría que se está llevando a cabo?

—A ver, pongamos las cosas en su lugar. Yo te describía el vínculo del trabajador, de la trabajadora estatal con estos sectores de la agricultura familiar, de la seguridad social, de la economía social y popular, de los pequeños y medianos empresarios, del desarrollo científico, tecnológico, porque es ahí donde se está reduciendo la capacidad de intervención del Estado. Ahora, hay otras áreas que directamente se están fortaleciendo, los servicios de inteligencia se están fortaleciendo, la policía federal, gendarmería, todas las áreas represivas del Estado se están fortaleciendo. O sea que no se puede hablar en general de cuál es la estructura del Estado en su tamaño. Habrá que ver a qué sectores importa que atiendan y a qué sectores no.

LCV: Esto vos decís, por ejemplo, reducir la salud, la educación, reducir todo lo que ellos consideran que no tenemos derecho a tenerlo de asistencia gratuita.

—Sí, cuando cortan el FONID, el Fondo Nacional de Educación, lo que hay ahí es una reducción del salario de los docentes. Que me expliquen quienes hablan de reducir el Estado, cómo no se necesitan en nuestro país escuelas de doble turno, mañana y tarde, cómo no se necesitan escuelas técnicas para la formación laboral, cómo no se necesitan cuidadoras y promotoras de la salud para la atención de la niñez y para la atención de la tercera edad y los adultos mayores. Esas son áreas del Estado que se tienen que fortalecer. Falta gente allí. Nosotros necesitamos un sistema de educación más fuerte aún de lo que es. El otro día leía que los trabajadores docentes en Salta cruzan ríos a pie y tienen que cruzar la frontera con Bolivia porque no hay transporte y van caminando, o van a caballo o van en burro. Entonces, ¿Hay que dejar a esos pueblos sin escuelas? Pensar que la sociedad es el metro cuadrado en el que uno vive en la Capital Federal o en el Gran Buenos Aires, es no entender lo que es un país.

LCV: En el marco de las historias sindicales y estudiantiles, ¿Cómo analizas esta coyuntura en particular en donde el trabajador va a estar mañana con sus hijos, estudiantes universitarios, en la calle?

—Me ayudaste a dar la respuesta porque el día de mañana va a ser un hito en ese sentido, porque ahí vamos a estar los que tenemos hijos en la universidad y los que no tenemos hijos en la universidad, van a estar los jóvenes universitarios y van a estar los jóvenes secundarios que quieren acceder a la universidad pública. Van a estar los trabajadores docentes y los trabajadores y trabajadoras no docentes, vamos a estar los trabajadores y las trabajadoras que estamos convencidos que la universidad pública no solamente es una fuente de formación extraordinaria, sino también un ámbito de investigación y desarrollo científico tecnológico fundamental para la soberanía de una sociedad. Mucho más en este tiempo donde el desarrollo tecnológico adquiere niveles de envergadura extraordinaria y del cual, por otro lado, nuestro país tiene porciones, y la universidad pública es una de ellas, la que aporta enormemente a través del CONICET, de la industria  de producción de satélites.

LCV: Cuando escuchaba el otro día en la conferencia que dieron para decir que iban a estar en la calle las centrales obreras, decir que los obreros habían logrado llevar a sus hijos a las universidades y que nadie los iba a sacar de ahí, por eso salían a apoyar, a mí me supo a síntesis, me supo a  principio de una síntesis política. ¿Lo podemos ver así o me estoy apurando?

—No, creo que es así. Cuesta entender cómo un pequeño grupo de sectores ligados a las finanzas, a los sectores más enriquecidos de una sociedad, que son la minoría, pueden controlar y dominar a una mayoría que son trabajadores y trabajadoras, que es una población que vive de su trabajo. Eso se explica por la posibilidad de dividir a la población, de fragmentarla, de crear estas falsas dicotomías como las que hablábamos, que una vecina de un barrio popular se ponga contenta porque echan a un trabajador estatal afirmando que es un ñoqui sin siquiera conocer la persona, las condiciones que trabaja, reproduciendo un relato como loro. El conocimiento y el trabajo se han puesto como si fueran dos cuestiones que se contraponen y en realidad el trabajo es una fuente de construcción de conocimiento y el conocimiento es una fuente de multiplicación del trabajo para el desarrollo de una sociedad. Esto por un lado. Por otro lado, el estudiante y el trabajador, nosotros que somos parte de una central de trabajadores de nuevo tipo, decimos el estudiante es un trabajador, aunque no tenga una tarea con un empleo formal, primero porque ocupa su tiempo en una tarea que redunda en beneficio de la sociedad, porque su conocimiento personal redunda en el desarrollo, en el beneficio de la sociedad. Y por otro lado, porque también a veces, aunque sea de manera precarizada, tiene que ganarse el mango para poder sostenerse el estudio. Entonces, trabajador, trabajadora, estudiantes, somos parte de una misma clase popular que tenemos intereses muy en común y que tenemos que evitar que nos divida.

(Entrevista realizada por Nora Anchar para La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores en larz.com.ar el 22 de abril de 2024. Escuchala en directo los lunes de 18 a 20)

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Preocupación internacional por el desmantelamiento de los archivos del Ministerio de Defensa referidos a la dictadura

Si bien en el Ministerio de Defensa no hubo centenares de despidos como en otros organismos, las listas de cesanteados tuvieron un tinte más ideológico que de ajuste. Desmantelaron el Equipo de Relevamiento y Análisis documental (EryA) que funcionaba desde el año 2010. Archivo histórico, en el que no solo se puede encontrar documentación militar de hace 200 años sino que preservaba los documentos correspondientes al período de la dictadura. Muchos de ellos fueron utilizados por la justicia para establecer resonsabilidades en delitos de lesa humanidad. De los trece archivistas y profesionales especializados quedaron solo tres, prácticamente sin funciones.

Hace un mes y medio, Petri nombró a Lucas Miles Erves como Director Nacional de Derechos Humanos del ministerio. Abogado y ex comendiante, tiene un curriculum en el que se destaca como asistente del Departamento de Estado de EEUU. Se define a sí mismo como especialista en Defensa y Derechos Humanos, aunque recién en enero de este año logró su diplomatura en DDHH en la Universidad Austral. En su twitter destaca como sus intereses:  “Amor por el tenis. Disfruto de viajar y hacer reír. Comprometido con todo aquello que nos haga mejores personas”.

Se ignora cuáles fueron los motivos que impulsaron a Petri a nombrar en un cargo tan especial a alguien que por sobre todas las cosas le gusta hacer reir. Claro que no es el único nombramiento inquietante también asumió como asesor del ministerio el contador Francisco Jorge Adorni, hermano del vocero presidencial, Manuel Adorni, quien, según el diario La Nación cobrará un sueldo de dos millones doscientos mil pesos.

Entrevistado por Canal Abierto, Alan Rüst, uno de los despedidos del Archivo destacó: “Los paracaidistas que están cayendo en el Estado dan bronca y desazón, es más fácil destruir que construir, llevamos años especializándonos en el tema y ya no sabemos qué va a pasar con esos documentos’ y agregó que con el sueldo del hermano de Adorni se podría pagar a todo el equipo del ERyA, cuyos profesionales cobran un promedio de 600.000 pesos.

Está claro que las cesantías nada tienen que ver con aumentar el superávit fiscal, de hecho Petri denunció a los archivistas como un grupo ‘parajudicial de persecusión a las Fuerzas Armadas’. Consultado por el diario Clarín, el ministro sostuvo que“los informes que produjeron no están en el sistema, yo como ministro no puedo acceder, los mantuvieron en secreto en sus computadoras y en los últimos tiempos fueron con memorias portátiles a llevárselos. Eran un grupo de persecución que hacía macartismo en las Fuerzas Armadas”.

Reclamo del International Council on Archives

El Consejo Internacional de Archivos (ICA en su sigla en inglés) fue creado en 1948 como una entidad internacional auspiciada por la UNESCO para el fortalecimiento y protección de los archivos. Su Sección de Archivos y Derechos Humanos (SAHR) promueve el papel de los archivos como facilitadores de pruebas de violaciones de derechos humanos, visibiliza su pérdida y defiende políticas archivísticas que garanticen su preservación y uso por los ciudadanos para reparación y construcción de sociedades democráticas. 

En tal condición, el ICA expresa su profunda preocupación por las medidas adoptadas por las autoridades del Ministerio de Defensa de Argentina, presidido por Luis Petri, que interrumpen el acceso de personal civil especializado de los Equipos de Relevamiento y Análisis a la documentación militar relacionada con las graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura de 1976 a 1983.

A través de un comunicado difundido en la comunidad internacional afirman:

Considerando que las medidas anunciadas por el Gobierno tendrían negativas consecuencias en la calidad democrática de la sociedad argentina, el ICA solicita al gobierno argentino: 

  1. El mantenimiento de los contratos de archivistas, investigadores y otros integrantes de los equipos para el relevamiento y análisis de la documentación oficial 
  2. El mantenimiento de las resoluciones 308/2010, 1573/2023 y 1131/2015 y la continuidad e implementación efectiva del Sistema de Archivos de la Defensa 
  3. La continuación de las políticas públicas archivísticas destinadas a reforzar el papel de los archivos públicos como herramientas esenciales para conocer la verdad y para sustentar los derechos ciudadanos. 

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Una biblioteca de miles de vidas, por Federico Lorenz

Constituciones, Mafaldas, Nuncamases, Manifiestos Comunistas, una vida de San Martín, de Mitre, La fuerza es el derecho de las bestias, 1984, La náusea, El jorobadito, Poesía completa de Borges, Latín 1, revistas Fierro, revistas Humor, Poder y desaparición, Ciencias Sociales 1, Postales desde Malvinas, Santa Evitas, Cuarteles de inviernos, Biologías, Ingenierías, ICSEs, Sidney Sheldons, Cantos generales, Venas Abiertas, Harry Potters, Martín Fierros, Lingüisticas, Geografías, Cinco Semanas en Globos, Seis personajes en busca de autor, Antologías de terror, Astronomías, Nuevos testamentos, libros en chino libros en ruso no sé qué querían decir los títulos, Patagonias rebeldes, quise sacar fotos, no pude, era sacar fotos o disfrutar ser parte, vi de todo vi una biblioteca miles de vidas miles de horas brazos en alto con libros sin libros cánticos padres madres hijas hijos amigos jubilados jubiladas amigas amigos compañeros docentes no docentes estudiantes señoras en balcones que aplaudían que colgaban banderas y carteles gracias camión de residuos que tocó la bocina y nos dejó pasar y aplaudíó y policías mudos quizás acordándose de alguna seño de algún profe y bocinazos alguno habrá puteado seguro que la mayoría no, aplausos aplausos bocinazos todos en algún momento alumnos todos defendiendo la posibilidad que supimos conseguir a lo largo de la Historia que supimos defender a pesar de momentos durísimos que nos hizo quienes somos defendiendo la educación que es la que nos va a sacar de esto más temprano que tarde si rencor pero con memoria porque tenés que estar realmente muy desquiciado pensando que tenés que romper todo para arreglar algo, para confundirte destruir con construir donde estabas cuando te explicaron eso, cómo quiero a mí país sin chauvinismo lo quiero bien desde abajo como ayer miles y miles de pies de manos de voces diciendo que no que basta.

(Tomado de facebook del autor con su autorización)

Foto de portada: AFP

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