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Una de marcianos, por Laura Giussani Constenla

Hoy, los OVNIS están de moda. Aparecen por todas partes. Uruguay también se vio sacudido por el avistaje de luces extrañas en Paysandú. La Fuerza Aérea Uruguaya ordenó investigar a través de la Comisión Receptora e Investigadora de Denuncias de Objetos Voladores No Identificados (Cridovni) las denuncias recibidas sobre “luces intermitentes” en el cielo de las Termas del Almirón.

La sorpresa no es lo que vieron una decena de personas el 10 de febrero, el fenómeno es tan común por estas costas que hasta mi vecino vio un plato volador sobre la laguna hace muchos años, otro sacó una foto de su luz volando sobre el río, y el mismísimo Carlos Perciavalle declaró en el programa de Karina Mazzoco que está harto de verlos, van de noche a ‘tomar agua dulce de la laguna’. No insiste con el tema porque lo toman por loco. ‘La realidad es que hay poco menos que una invasión’, sostuvo el cómico sin ninguna intención de hacer reír.   

Si mi vecino los vio, y Carlos Perciavalle, y miles de personas cuentan sus experiencias con rarezas similares acá o en cualquier lugar de cielo abierto, ¿por qué hoy es noticia nacional e internacional?

Porque el mundo entero está hablando de ‘ellos’, los ‘otros’, los ‘innombrables’ desde que Estados Unidos decidió derribar un globo cuyo origen ignora pero que adjudicó al espionaje chino. Perdón, no fue el único globo destruido. Fueron tres. En una conferencia de prensa telefónica, la subsecretaria de Defensa y de Asuntos Hemisféricos de EE. UU., Melissa Dalton, explicó que tanto el artefacto derribado sobre el lago Hurón, en Michigan, como los dos anteriores en Canadá y en Alaska, fueron abatidos “por precaución”, y recalcó que “no ha habido daños colaterales en ninguna de las operaciones de la última semana”.

(El agente super 86 se quedó corto. Imaginen: una funcionaria, nada menos que la segunda en Defensa en Estados Unidos, aparece en una pantalla gigante para informar que la potencia mundial derribó tres globos que no tiene idea de qué son pero que no hubo drama)

A partir de allí, se desató el furor por los OVNIS.

Ni lerda ni perezosa, China aseguró que globos estadounidenses sobrevolaron al menos diez veces el país asiático durante el último año. Y, como si esto fuera poco, el jueves 16 de febrero, la semana pasada, en Shijiazhuang (norte de China) debieron cerrar por dos horas el aeropuerto por detectarse un “objeto desconocido” que sobrevoló la región, según las autoridades locales. El incidente provocó que entre las 11:00 y las 13:00 hora local los vuelos que tenían previsto aterrizar en el aeropuerto de Shijiazhuang tuvieran que ser redirigidos a otros destinos cercanos. Luego todo volvió a la normalidad.

Como todo indica que los marcianos ya están acá, apareció una especie de boya de acero grandota en una playa desierta y todos pensaron: objeto oceánico no identificado. De inmediato lo pusieron en relación con los globos de Norteamérica y todo lo que anda pasando (hoy se supo que eso que parecía una boya, era una boya).

Sentada en el monte más alto de mi Planeta miro el universo que me rodea. Es fantástico. Genera tantas preguntas como sonrisas. Sonrisas que no llegan a carcajadas, en cambio las preguntas me obsesionan, voy a la red de redes en busca de respuestas. (Pasamos de la gracia del Agente 86 a Black Mirror: la funcionaria en la pantalla y la periodista buscando en la pantalla).

Preguntas

¡Uff! Cómo no atragantarse con tantas dudas, sospechas, ignorancias (sí, en ese orden: primero dudo después sospecho y finalmente comprendo que no sé nada, los años me han dado la posibilidad de llegar a esa tercera instancia, antes solo me quedaba en la sospecha y después afirmaba nomás).

¿Qué es un Ovni? ¿Cuándo aparecieron? ¿Hay testigos? ¿Pruebas de radar? ¿Por qué el gobierno de Estados Unidos admite su existencia ahora? Tiene algo que ver la ¿guerra?

Busco, busco, busco, como loca, abro- sobrevuelo con la mirada-copio-pego en un archivo llamado Informe Ovni que ya tiene 15 páginas que tendré que leer. Estoy perdida, lo sé y lo lamento. Solo pido disculpas por intentar que ustedes se zambullan en esta demencia generalizada que no sé cómo me llevó de las luces de Paysandú a la Guerra Fría y la Crisis de los Misiles, pasando por Ucrania y Rusia.

¿Cuándo apareció por primera vez un OVNI? Muchos ubican sus inicios en todos los milagros que la humanidad ha percibido hasta el momento, mientras, los más literales, sostienen que “el fenómeno comenzó en 1947, íntimamente vinculado a los medios de comunicación”, dice Wiki. Ah, y avisa que ya no se llaman Ovnis, ahora se autoperciben UAP (sigla que refiere al inglés: ‘fenómeno aéreo no identificado’).

¿Desde 1947? Busco, busco. Qué pasó en ese año? Ese año se considera como la fecha inaugural de la Guerra Fría. Sí, dos años después de la guerra caliente, la de ‘todos’ (después vinieron montones de guerras y guerritas y golpes militares, pero eso era cosa de ‘ellos’, los ‘otros’).

A fines de los cincuenta el tema OVNI estaba en su apogeo, tanto es así que en el 58 hasta Jung publicó un libro titulado Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo, dedicado al ‘rumor’ de ‘platillos voladores’ “La gente ve algo, pero no sabemos qué es” y agrega que no solo se ven cosas materiales, también puede ser ‘algo psíquico’. O quizás dos dimensiones temporales, quién sabe. Si es desconocido solo cabe la duda. ¿Hasta ahora nadie se preguntó si el ‘objeto’ era en realidad ‘sujeto’?

Guerra fría y Ovnis, vaya combinación. No me van a creer si les digo que Orwell tuvo algo que ver con todo eso. El escritor del futuro esta vez puso los ojos sobre la Guerra Fría. Fue el mismísimo Orwell quien acuñó el término Guerra Fría. En 1945, en su ensayo “You and the Atomic Bomb” (“La bomba atómica y tú”) publicado en el diarioTribune. Allí mencionó lo que se vendría después de haber visto las bombas atómicas sobre Nagasaki e Hiroshima tiradas por Estados Unidos como una simple ‘prueba’ con la guerra terminada. Al ver la magnitud de la explosión comprendió que era un aviso: ahora cualquier país podía destruir medio mundo y lo quisiera con solo apretar un botón. Años de vivir bajo el terror pero estaba todo bárbaro. Se vinieron los maravillosos 60.

Volvamos a los Ovnis.

Entre 1948 y 1969, época del espía 007, tiempos terraplanistas en los que el mundo no terminaba en una ‘columna de elefantes’ sino en ‘la cortina de Hierro’, y el agente 86 nos mataba de risa, existió en Estados unidos el Proyecto Blue Book, un programa del gobierno de Estados Unidos encargado de investigar los informes de ovnis. Se cuadraron, chasquearon los tobillos y dijeron: ‘a sus órdenes’. Se pusieron a investigar como si a alguien le importara.

Tuvieron 12.618 avistamientos de ovnis denunciados por personal de la Fuerza Aérea. A pesar de semejante cantidad, el gobierno decidió que “Ningún OVNI reportado, investigado y evaluado por la Fuerza Aérea ha dado alguna indicación de amenaza para nuestra seguridad nacional” y cerró, por falta de fondos, la investigación en 1969.

Entre Guerras

Estoy escribiendo el día en el que se cumple un año de la ‘Guerra de Ucrania’ y curiosamente volvieron los ovnis a ser protagonistas, como en la Guerra Fría. En mayo del 2022 el Comando de Sistemas Navales de Estados Unidos detectó la existencia de una ‘especie de triángulo volador’ que titilaba por momentos y desaparecía que se había detenido sobre el cielo de los Estados Unidos. “No tengo una explicación de qué es este objeto”, dijo ante el Congreso Scott W. Bray, subdirector de inteligencia naval de EE.UU.

Era la primera vez, después de 50 años, que se volvía a hablar del tema en el gobierno estadounidense. Es decir, desde el 72/73 no se consideraba una cuestión digna de mención. A pesar de los miles de avistamientos relevados por ellos mismos. De inmediato pidieron un informe y ahora los videos de Objetos Voladores No Identificados se pasan una y otra vez en el Senado después de medio siglo de indiferencia.

Los episodios de objetos extraños vistos por pilotos y militares norteamericanos son muchos. A modo de ejemplo: En marzo de 1997, varios residentes de Arizona dijeron que presenciaron un gran objeto volador en el cielo cerca de Phoenix. Diez años después, el ex gobernador de Arizona y ex oficial de la Fuerza Aérea, Fife Symington, escribió en CNN sobre la experiencia previa a un evento en el que se discutieron varios avistamientos e incidentes de ovnis.

“Fui testigo de una enorme nave en forma de delta que navega silenciosamente sobre Squaw Peak, una cadena montañosa en Phoenix, Arizona. Fue realmente impresionante. Estaba absolutamente aturdido porque estaba girando hacia el oeste buscando las lejanas Luces de Phoenix”. Mucha fue su decepción ante la explicación de sus ex compañeros: para la Fuerza Aérea solo se había tratado de bengalas a gran altitud.

“Nunca estuve contento con la tonta explicación de la Fuerza Aérea. Bien podría haber habido bengalas militares en el cielo esa noche, pero lo que yo y cientos de otros vimos no tenía nada que ver con eso”, escribió.

En 2010, siete ex miembros del personal de la Fuerza Aérea de Estados Unidos describieron sus encuentros personales con avistamientos de ovnis en instalaciones de armas nucleares en incidentes en los años sesenta, setenta y ochenta.

Lo cierto es que siempre hubo denuncias de OVNIS y hay momentos en que Estados Unidos decide darle atención y momentos en que no. Sin ir más lejos, en el 2017 el Departamento de Defensa prohibió que continuara adelante una investigación del Pentágono del Grupo de Trabajo UAP sobre estos sucesos inexplicables. En el 2020, el senador republicano Marco Rubio, presidente de la Comisión de Inteligencia del Senado, un informe sobre lo que había estado haciendo el Grupo de Trabajo UAP. Finalmente, se votó en el 2021 una Ley de Autorización de Inteligencia Nacional que ordenó se realizara el informe que fue dado a conocer en este febrero de 2023. 

Dice el informe: “Algunas observaciones de los fenómenos aéreos no identificados (UAP) podrían atribuirse a desarrollos y programas clasificados por parte de entidades estadounidenses”.

En definitiva, concluyeron lo que todos sabíamos, que pasan cosas raras de las que no tenemos ni idea. Hay luces en el cielo que no son estrellas.

La primera vez que todos tuvimos noción de la existencia de los objetos voladores no identificados fue en nuestra infancia, cuando veíamos asombrados la televisión: “¡Miren el cielo! No es un avión. No es una luz. Es Superman”. Nuestro primer OVNI era bueno, pero no hay que fiarse. Hubo un ufólogo super prestigioso que escribió un libro sobre estos fenómenos: ‘Operación Caballo de Troya’. El autor se llama John Keel, por si quieren saber el porqué de tan sugestivo nombre.  

La pregunta de fondo no es si existen o no existen los ovnis. Sí, existen. No quiere decir que sean extraterrestres. Lo que me genera curiosidad es si tiene relación el momento político con la decisión de saber de qué se trata. Y no soy la única. Muchos de los pilotos y marinos norteamericanos que informaron sobre la existencia de esos objetos voladores -a quienes nadie dio importancia y solo provocaron alguna risa por ahí- hoy son las vedettes de programas periodísticos y habitués de la Comisión de Inteligencia del Senado.

Para la agencia rusa Sputnik, no hay dudas, se trata de una cortina de humo. Algo así como tratar de hacernos olvidar de que estamos viviendo en una película catástrofe para ponernos a seguir una de marcianos. “Es una psy-op (psycological operations] para desviar la mente de las personas pensantes de temas reales [como] el colapso sistémico que da forma a su sombrío futuro y establece el escenario para establecer nuevas ‘grandes narrativas'”, declaró a Sputnik Matthew Ehret, vicepresidente de Rising Tide Foundation.

Como imaginarán, aquí, en lo alto del Planeta Giussani, no estoy para andar sacando conclusiones. Es tarde y el cielo está magnífico. Ojalá siempre dure el misterio de sus luces. 

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Los Dedos de Punta del Este ¿un monumento a la muerte?, por Laura Giussani Constenla

Créase o no, esta semana fue comentario en casi todos los medios uruguayos y tapa de los diarios, la pintada que una muchacha hizo en los famosos Dedos del Playa Grande. El intendente de Maldonado, Enrique Antía, declaró que la autora del ‘acto vandálico’ era “una naba” y que “no la va a pasar bien” porque tendría que pagar los costos de reparación de la escultura cotizada en 10 millones de dólares. “Le salió cara la macana”, advirtió y de inmediato se puso en marcha el mecanismo por el cual la joven que incurrió en semejante desatino -escribir la iniciales de Cristiano Ronaldo en cada uno de los dedos, para ‘llamar la atención’ del futbolista, tuvo que presentarse ante la Justicia local y fue intimada a pagar 170.000 pesos uruguayos, una suma difícil de abonar para una muchacha de Tacuarembó que fue a trabajar en temporada a Punta del Este.

Se abrió la brecha social. En Tambores, su pueblo de 1500 habitantes, entienden esta persecución como “una bofetada de los pitucos esteños”, los periodistas corrieron tras la historia de Milagros, nacida en un hogar de extrema pobreza que, como tantos jóvenes, aprovechan la temporada para ganar unos pesos. En su defensa, Milagros declaró: “No sabía que era una obra de arte”. Algo que suena bastante sensato con solo ver el ‘Monumento al ahogado”.

Historia de una escultura polémica

Durante el verano de 1981 se celebraba la Primera Reunión Internacional de Escultura Moderna al Aire Libre en Punta del Este, y a pesar de que se adjudicó una plaza para que nueve escultores colocaran sus obras, Mario Irarrázabal, con sus 41 años era el más joven de los artistas y escogió la playa grande al no ponerse de acuerdo los distintos artistas sobre dónde colocar sus obras.

En apenas seis días y apesar del fuerte viento del suroeste, logró colocar una mano de la que sobresalían sus dedos creando la estremecedora imagen de alguien que intenta sobrevivir al entierro. La escultura fue la única de las realizadas en aquel concurso que perduró en el tiempo a pesar de las inclemencias del viento y las olas. Los cinco dedos hechos en plástico fueron reforzados con barras de hierro, enrejado de metal, y un solvente resistente a la degradación.

La curiosa obra, conocida como Los Dedos o la Mano de Punta del Este, Hombre emergiendo a la vida o El Monumento al ahogado, fue inaugurada en febrero de 1982 y se convirtió en el emblema del balneario elegido por hombres de negocios, millonarios, políticos o faranduleros de todo tinte y color, que tuvo su apogeo en la Argentina de los años 90, durante el gobierno de Carlos Menem.

Cuenta la leyenda que su autor quiso hacer una advertencia para que bañistas y surfistas tuvieran cuidado frente a ese mar bravío que se había llevado más de una vida. Más allá de su grotesca estética, esa mano de plástico, se convirtió en la imagen del Balneario en la que miles de turistas se toman fotografías sonrientes.

El escultor chileno Mario Irrazabal, hoy es un artista multipremiado que ha sembrado el mundo con otras manos y otros dedos emergiendo de la tierra, una de ellas en el desierto de Atacama.

Como toda obra de arte, si de eso se trata, las interpretaciones de su buen gusto y mensaje quedan a criterio del observador quien bien puede acudir al contexto histórico, cultural y social de su origen.

¿Quién es el muerto?

La escultura fue montada por un artista chileno en el año 1981. En su país había una dictadura denunciada internacionalmente por su violación a los Derechos Humanos. Pinochet se había convertido a los ojos del mundo como el Gran Dictador de latinoamérica. Claro que no era el único. El lugar en donde se erigieron los Dedos del Hombre emergiendo a la vida, o del ahogado, según el nombre que se elija, también transitaba un momento de oscurantismo represivo comandado por otro militar no tan conocido pero igual de feroz: Aparicio Méndez. Como si esto fuera poco, del otro lado del río, Jorge Rafael Videla le cedía el poder a Roberto Eduardo Viola.

La represión del país vecino, Argentina, fue una de las más feroces del continente. La justicia ya ha comprobado no solo la matanza de miles de opositores, también el secuestro, la tortura, el robo de bebés y decenas de campos de concentración.

Argentina tuvo otra particularidad. Tantos eran los asesinados ilegales que optaron por deshacerse de muchos de ellos en los conocidos como “vuelos de la muerte”. Es decir, llevaban a los secuestrados en aviones, los drogaban y los tiraban al río. Muchos de esos cadáveres aparecían a lo largo de las costas del Uruguay.

Todo esto ocurría, mientras escultor chileno, hijo de un reconocido político del Partido Conservador de su país, montaba su obra en el grandioso balneario esteño. Posiblemente el artista desconocía la existencia de los vuelos de la muerte. Lo que seguro sabía es que esa región del continente estaba sembrada de cadáveres.

Por esta razón, la presencia de ese Monumento al Ahogado, o al Hombre Emergiendo a la Vida, resulta estremecedora. Acaso el escultor, como todo artista, absorvió el clima de una época en la que sin duda los ahogados de las dictaduras se contaban de a miles en comparación con las aisladas muertes por surfear.

Una lectura, claro, que hacemos desde acá pero que nadie parece haber advertido. Entre tanto, los turistas, esos ‘pitucos’ de los que hablan en Tacuarembó, siguen sonriendo para la foto frente a este monumento a la muerte. Aún si fuera por causa simplemente de las olas y el viento, esos dedos no son otra cosa que eso.

“No sabía que era una obra de arte”, dijo con sencillez Milagros. Como los insultos están de moda en boca de políticos, el Intendente la tildó de ‘naba’ ¿Qué se puede decir de él, entonces? Quien jamás se habrá preguntado sobre el valor artístico de esa mano de plástico. Seguramente si recibiera un insulto de esa calaña se consideraría desacato a la autoridad. Razón por la cual, nos reservamos calificarlo.

Igual, tranquilos, festejen, uruguayos festejen, la mano del ahogado ya ha sido ‘restaurada’ para beneplácito de los turistas que seguirán llegando al Este y pondrán cara de selfie frente al ahogado. Lástima que el ahogado sigue muerto.

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¿Quién es Juan Raimundo Streiff?, por Laura Giussani Constenla

Pocos conocen la historia de este francés petitero que marcó a fuego nuestra cultura popular. Bah, era hijo de franceses inmigrantes en Argentina huyendo de la guerra (en ese momento la Franco- Prusiana). Nació en Buenos Aires en 1896, en su casa se hablaba francés, pero pronto se convirtió en un porteño de ley. Su primer trabajo fue en la sede central de Correo Argentino, en donde se destacó por su eficiencia y también su rebeldía al cuestionar las órdenes que consideraba inútiles razón por la cuál no le sirvió de mucho haber aportado avances tecnológicos a la empresa, y quedó en sin empleo antes de los previsto.

Vivía en la calle Río Cuarto, el corazón de Barracas, en un departamentito ubicado en un conventillo que era propiedad de sus suegros. Mientras su mujer, María Luisa Antola, trabajaba como costurera especializada en hacer los vestidos de novia de las chicas del barrio, y cuidaba de los tres hijos frutos del matrimonio con el francés, Juan Raimundo Streiff se convertiría rápidamente en el alma del carnaval. Al dejar las oficinas del Correo descubrió su vocación artística.

Siempre vestido de blanco, impecable, como correspondía al marido de la modista, llevaba la risa siempre a flor de labios. Bromista, jodón, fue una compañía entrañable para sus vecinos, que en carnaval lo veían recorrer las calles del barrio sur, a orillas del riachuelo, tocando el bandoneón, y seguido por sus tres hijos disfrazados. Como el flautista de Hamelín, música y carisma provocaban un efecto hipnótico, al rato se armaba una comparsa espontánea con grandes y chicos que lo seguían haciendo sonar lo que tuvieran a mano, panderetas, cucharones o palitos, en un baile improvisado. Aprendió a tocar el bandoneón solo y fundó una orquesta típica que iluminó las fiestas del Club Barracas Juniors en aquellos años 30, la “Streiff-Garaventa” no podía faltar para que la alegría fuera completa. Era socio destacado del Club, cuya sede quedaba frente a su casa. El Barracas Juniors había sido fundado en una pieza de conventillo de la caller Patricios y Cerri, el 31 de Julio de 1912, fútbol todavía amateur y un club pequeño que fue creciendo con los años hasta llegar a la tapa del Gráfico.

Entre mates y bromas, una imprecisa tarde de la década del 30, nació el himno oficial del club. El Turco Mufarri, fanático del Barracas, tiró una letra a la que el francés Streiff le puso música. Y quedó algo así:

Vamos muchachos unidos / todos juntos cantaremos / y al mismo tiempo daremos / un hurra de corazón. / Por esos bravos muchachos / que lucharon con fervor / por defender los colores / de esta gran institución”.

Sí, la música era la que después se conocería como la marcha peronista.Su autor, un francés tan pobre como seductor, el hombre de blanco de Barracas al sur. El himno fue un éxito, su música pegadiza fue entonada con pasión en cada reunión del Club.

Juan Streiff, el francés de barracas

Los primeros hacerla propia fueron los muchachos del Sindicato Gráfico que en 1948 le cambiaron la letra pero mantuvieron sin modificaciones la música. Nacía, entonces, la marcha de los gráficos peronistas que decía:

Los gráficos peronistas / todos unidos triunfaremos / y al mismo tiempo daremos / un hurra de corazón / ¡Viva Perón! ¡Viva Perón! / Por ese gran argentino / que supo conquistar a la gran masa del pueblo / combatiendo el capital / ¡Perón, Perón, qué grande sos! ¡Mi general, cuánto valés! ¡Perón, Perón, gran conductor! / Sos el primer trabajador”.

El pianistaNorberto Ramos, integrante de la orquesta de Florindo Sassone y del Trío Yumba, contó haber participado de esa primera grabación de la canción de los obreros gráficos. “En 1948 mi padre trabajaba como gráfico en la editorial Atlántida. Yo tenía 15 años, y un día se apareció con unos compañeros suyos: Rafael Lauría, Enrique Odera y Guillermo de Prisco. Querían hacer una marcha para los obreros gráficos peronistas y necesitaban de mí para ponerle música. Me cantaron el “Perón, Perón, qué grande sos”, una melodía que, me dijeron, era usada por una comparsa”, recordó el músico en un reportaje para la desaparecida revista cultural “La Maga”.

Su testimonio coincide con la investigación llevada adelante por Néstor Pinsón y Ricardo García Blaya, historiadores de la música popular argentina, quienes explicaron en un artículo titulado “El origen deportivo y murguero de la marcha peronista”, que las las primera estrofas provenían del himno del Club de Barracas, que compuso Streiff, pero que su estribillo salió de otra formación barrial, una murga de otro barrio obrero, pegado a Barracas, bien del sur, bien portuario, bien conventillero. Una murga de La Boca hizo popular esta simpática canción:

¿Pa’ qué bebés si no sabés?/¿Pa’ qué tomás/ si te hace mal?/¡Tomá tomate/te hace bien!

En sus memorias, el entonces ministro de Educación Oscar Ivanissevich, cuenta que fue en 1949, en plena campaña electoral para la asamblea constituyente, tomó la marcha de los gráficos, modificó algunos detalles, y nació la Marcha Peronista tal como la conocemos ahora.

En la primera grabación participó el cuarteto folklórico de la Fábrica Argentina de Alpargatas. También en ese momento, la música de Streiff pegó de inmediato. El peronismo consiguió su reforma constitucional y el mismo General Perón, presidente de la Nación, pidió que la grabara Hugo del Carril, quien la cantó por primera vez, en vivo, en los balcones de la Casa Rosada, el 17 de octubre de 1949, con la orquesta de Domingo Marafiotti.

El francés de Barracas, el rubio Streiff, no cabía en sí de la emoción cuando escuchó su música tocada en la casa de gobierno. Todavía hoy, se considera La Marcha Peronista como de autor anónimo.

La música estaba ya en el corazón del barrio. Las letras fueron modificándose. Cuenta la leyenda que la referencia al “primer trabajador” tuvo su origen en un socialista, José Domenech,secretario general del sindicato de trabajadores ferroviarios, la Unión Ferroviaria,que en una asamblea sindical realizada en Rosario presentó al entonces coronel Juan D. Perón diciendo “Perón es el primer trabajador argentino”.

Así nacen los grandes himnos populares. Desde abajo, en las bases.

Basta recordar que La Internacional se tocó por primera vez el 23 de junio de 1888 en un acto del sindicato de vendedores de periódicos. Su autor, otro francés, Eugène Pottier, era obrero y escritor, fundador de la Asociación Sindical de Talleres de Dibujantes y murió un año antes de su estreno. Nunca supo que su obra se convertiría en el himno indiscutido de los trabajadores del mundo.

Me acordé de todo esto luego de ver a Cristina abrir su acto de asunción con una canción de Lali Espósito. Todos amamos a Lali, pero me dejó cierto gusto a fin de época, el mismo que sentí cuando el Partido Comunista Italiano, que todos los años hacía hermosas fiestas populares en donde sonaba la Internacional, Bella Ciao o Fischi il vento Infuria la Buffera, un día decidió que era algo perimido. Cambió el nombre y las canciones, y perdimos esa música que nos conmovía a todos.

Creo que se malinterpretaron las palabras de Axel cuando dijo que había que dejar de cantar “una que sepamos todos”, se me hace que hablaba más de contenidos políticos, dejar de repetir consignas, y no necesariamente perder esa identidad que te dan las grandes obras de la cultura popular. Lo entendieron de forma literal.

Luego, vi el Tik Tok de Cristina entrando a la sede del Partido Justicialista que hoy preside y a la que parece que no había ido nunca y sentí la misma desolación. No sé ustedes, a mí me provocó una nostalgia de la que no logro todavía recuperarme como si de un plumazo quisiéramos borrar aquellos carnavales populares, la creatividad y la alegría de los conventillos de barracas al sur, la murgas de la Boca o los obreros socialistas de Rosario.

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Editorial Nora

Los Nadies, por Nora Anchart

Esta semana el editorial de Nora Anchart se vio sacudido por una triste noticia: la muerte de Héctor Recalde. Abogado laboralista y militante a quien lloran todas las centrales obreras. Un homenaje a él, y a los Nadies. La voz de Eduardo Galeano alumbra a aquellos que nadie quiere ver y que ya son multitud. Para ellos, van estas palabras.

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