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Mayo en Vietnam, por Laura Giussani Constenla

5 de mayo de 1968. Saigón amaneció sacudida por un diluvio. Durante la noche, Dios había expresado toda su furia con vientos arremolinados. El tiempo permaneció en suspenso por unas horas y los espías, generales, comerciantes, empresarios, soldados y periodistas que se alojaban en el mejor hotel de la ciudad creyeron, por un momento, que no había guerra, ni bombas, ni tiros, ni muertos, solo rayos. Ese fue el momento que eligieron los campesinos del ejército del norte para entrar a la ciudad con sus armas a cuestas, livianos como el viento, y se apostaron en los populosos barrios de la periferia.

Tiempo atrás, un general de Vietnam del Norte había dicho a sus tropas del Frente Campesino: Los norteamericanos son más fuertes que nosotros, nosotros ni siquiera intentamos competir con ellos: si lo probáramos sería como pretender comer el arroz con tenedor o cuchara. Nosotros el arroz lo comemos con palillos. En Vietnam los norteamericanos son púgiles que combaten con el viento. Seamos nosotros el viento. Camaradas, caed sobre ellos como el viento, y, como el viento, huid. Camaradas, que el viento no se inmovilice.”

“Seamos nosotros el viento. Camaradas, caed sobre ellos como el viento,  y, como el viento, huid. Camaradas, que el viento no se inmovilice.”

Los americanos respondieron de inmediato, decenas de Phantoms cayeron en picada bombardeando cualquier rincón donde imaginaran que pudiera existir un comunista armado. Tiraban al bulto, sin elegir el objetivo, como cazadores ávidos y sin escrúpulos, que no respetan ley ni reglas, con toda su parafernalia tecnológica, armas de último modelo y voces estruendosas.

Ráfagas de metralla, bombas, multitudes en fuga y humo.

Ignacio Ezcurra, joven periodista de La Nación, alojado en ese exquisito hotel afrancesado junto a Oriana Fallaci y otros colegas, subió a la terraza para tener un panorama más amplio. Dos columnas de humo negro marcaban hacia dónde debía encaminarse: los barrios pobres de los suburbios y la costa del río, camino al Cholón. “La visión del lugar es horrible. Mientras llegan camiones y jeeps cargados de tropas, se les cruzan las camionetas de la Cruz Roja con su carga macabra. Ya se calculan más de mil muertos civiles.”, escribió. Recién había llegado a Vietnam, por propia voluntad, a los ponchazos, convenciendo a los directores del diario que era importante estar allí, porque siempre quiso estar en donde ocurrían las cosas, con poca plata y sin seguro de vida. De pronto se encontraba en medio de la ofensiva norvietnamita del Tet y en la cruenta reacción de los ocupantes.

“La visión del lugar es horrible. Mientras llegan camiones y jeeps cargados de tropas, se les cruzan las camionetas de la Cruz Roja con su carga macabra. Ya se calculan más de mil muertos civiles.”

Fueron días intensos en los que Ezcurra saltaba de la sede de prensa de los Estados Unidos, a un barrio bombardeado, un paseo en helicóptero para ver la guerra en primera persona. Con las imágenes aún frescas de los días en el frente, de sortear los cadáveres acumulados en las aceras y con las ropas impregnadas de olor a muerte, Ignacio Ezcurra le escribió una carta a su mujer: “Esto es peor de lo que nos imaginábamos”. Siguió su trabajo conversando con dirigentes políticos, religiosos o embajadores, también iba de agencia en agencia para ver qué decían los periodistas. En Associated Press llevaban varias semanas de guardia permanente a la espera del posible ataque. Caía la tarde cuando otra noticia dejó a todos sin palabras: “Asesinaron a cuatro periodistas en el Cholón”.

Esa noche, Ignacio Ezcurra cenó con François Pelou, de France Press, y otros colegas. Quiso saber qué opinaban del asesinato de los periodistas. François desconfiaba de la versión difundida. Un testigo afirmaba que habían sido los comunistas, los Vietcong.

Ignacio pidió al chofer que volviera al Cholón y dió una recorrida por el barrio. Caminaba desenvuelto, con las manos en los bolsillos, sin cámara fotográfica ni anotador, como un marciano que hubiera descendido ignorante de la situación.

Era la guerra. Angustia, dolor, muerte. Pero esta vez no eran muertos anónimos. Todos los corresponsales los conocián: John Cantwell, australiano, veintinueve años, corresponsal del Time; Ronald Laramy, británico de la agencia Reuter; Michael Birch, de la Associated Press australiana; Bruce Pigott, también australiano, subjefe de Reuter en Saigón. Murió además, en el mismo ataque, un diplomático alemán: Hasso Ruedt von Colenberg. El 6 de mayo, otro periodista, un fotógrafo de United Press, Charles Eggleston, murió cuando registraba con su cámara el intento de recuperación de un barrio tomado por los vietcong.

El 8 de mayo, muy temprano, Ignacio subió al jeep que lo esperaba en la puerta con dos periodistas. Poco antes del mediodía cruzaron por la calle Minh Phung, donde habían sido fusilados los cuatro periodistas. Desde el auto sacaron algunas fotografías y continuaron con el derrotero cuando, sin consultar, Ignacio pidió al chofer que volviera al Cholón y dió una recorrida por el barrio. Caminaba desenvuelto, con las manos en los bolsillos, sin cámara fotográfica ni anotador, como un marciano que hubiera descendido ignorante de la situación. Volvió al rato con un gesto radiante; estaba en acción, todos sus músculos tensos, en busca de algo excepcional. Les pidió a sus compañeros que volvieran a la tardecita por él. Había encontrado un buen contacto. No volvió al hotel esa noche.

Se cumplen 50 años de la desaparición de Ignacio Ezcurra, primer corresponsal de guerra argentino muerto en acción. Su madre nunca creyó en la versión de que lo habían matado los comunistas ¿por qué habrían de hacerlo? En ese momento los norteamericanos declaraban que estaban perdiendo la guerra por culpa de los medios. El mismo Ezcurra acababa de entrevistar al embajador norteamericano en Vietnam quien le había dicho: “Por desgracia, nuestras dificultades están ahora en el frente doméstico. Tal vez algo de responsabilidad sea de la prensa que informa desde aquí en tono pesimista”.

Embajador de Estados Unidos: “Por desgracia, nuestras dificultades están ahora en el frente doméstico. Tal vez algo de responsabilidad sea de la prensa que informa desde aquí en tono pesimista”.

En medio de esa ofensiva diplomática a los medios de comunicación asesinan a siete periodistas. Fue la última vez que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos permitieron dejar en libertad a la prensa para cubrir los hechos. La Nación no mandó a nadie para seguir los rastros de su corresponsal.

Quienes decidieron ir en su búsqueda fueron Telenoche y Gente. En un mismo avión partían Andrés Percivale y Eduardo Meinzer por Telenoche, y Enrique Walker por la revista Gente. No les fue fácil llegar a Vietnam. Desembarcaron en París, su primera escala, y allí quedaron por unos cuantos días. Una huelga general dejaba a la ciudad sin transportes ni aeropuertos ni servicios ni comercios. Estallaba el mayo Francés. Un movimiento espontáneo, desconocido, sin partidos, cuyo dirigente más notorio era un muchacho llamado Daniel Cohn-Bendit. Cámara en mano, Meinzer acompañaba a Percivale para dejar registro en imágenes de la ciudad devastada. En el boulevard Saint-Germain, los tradicionales cafés, con sus mesas en la vereda, permanecían cerrados. La resaca de las noches de resistencia permanecía en el suelo, como si una ola violenta hubiera dejado al descubierto vidrios rotos, papeles, plásticos, aerosoles y carteles destruidos. Los adoquines habían sido arrancados de cuajo para improvisar proyectiles que pudieran frenar el avance de las tropas policiales. Los árboles estaban caídos, derribados para hacer barricadas que detuvieran a las fuerzas de seguridad.

Sobre los muros de la Sorbonne y de cuanto edificio ofreciera un espacio libre para la expresión, escritas con distintos colores, aparecían las consignas del novedoso movimiento: “La emancipación del hombre será total o no será”, “No me liberen, yo me encargo de eso”, “Si piensan por los otros, los otros pensarán por ustedes”, “Si la vida que vivimos no es digna, la dignidad es luchar por cambiarla”, “Nuestra esperanza sólo puede venir de los sin esperanza”, “El derecho de vivir no se mendiga, se toma”. Frases sueltas que, en su conjunto, conformaban todo un manifiesto: “¡Viva la comunicación, abajo la telecomunicación!”, “Hacer alegremente cosas terriblemente serias”, “No puede volver a dormir tranquilo aquel que alguna vez abrió los ojos”, “Debajo del pavimento está la playa”, “La imaginación al poder”, “Marx es Dios, Marcuse su profeta y Mao su espada”. Aunque hubiera quienes intentaran articular el discurso de la revuelta, eran los muros los que hablaban, sin autor.

“Marx es Dios, Marcuse su profeta y Mao su espada”

Herbert Marcuse llega a París a principios de mayo, con el objeto de participar en un coloquio celebrado por la UNESCO, en ocasión del 150 aniversario del nacimiento de Karl Marx.

El filósofo del momento, Herbert Marcuse, asistía extasiado a los episodios parisinos que daban fe de su teoría: la clase obrera había sido asimilada por el capitalismo, ya nada podía esperarse de ella. Todo cambio provendría de los sectores marginales: los estudiantes, las mujeres, los negros, los inmigrantes.

Todo había empezado un 6 de mayo, mientras en Vietnam seguían cayendo las bombas y los reporteros. Los estudiantes de la Sorbonne se apretujaron en el patio central para exigir que reabrieran Nanterre y suspendieran la investigación abierta contra ocho estudiantes ante el consejo de disciplina. Las autoridades de la Universidad llamaron a la policía y el edificio fue desalojado. La chispa que hacía falta. Las paredes comenzaron a hablar: Van a terminar todos reventando de confort”, “Si lo que ven no es extraño, la visión es falsa”, “La sociedad es una flor carnívora”, “Viva la democracia directa”, “Civismo rima con fascismo”, “La barricada cierra la calle pero abre el camino”.

Van a terminar todos reventando de confort”

Entre los argentinos que paseaban por el onírico paisaje de una París revolucionada no sólo estaban Percivale, Walker y Meinzer, también rondaba por allí un abogado santiagueño, Mario Roberto Santucho, que leía todos los volantes, fisgoneaba en las asambleas y vociferaba cuando encontraba consignas que decían: “Las armas de la crítica pasan por la crítica de las armas”. No podía creer que pudieran desperdiciar semejante ocasión. Maldecía por el hecho de que un grupo de jóvenes caprichosos estuviese al mando.

A pesar del disgusto que le provocaba este desmadre a los partidos de izquierda tradicionales, la situación había adquirido tal dimensión, la represión era tan persistente, que los sindicatos llamaron a la huelga general. el 13 de mayo del 68 marcharon, unidos, obreros y estudiantes, profesores y vecinos y curiosos y todos aquellos que necesitaban expresar de algún modo su desagrado con el mundo. Una ciudad sitiada por la multitud que caminaba a paso ligero con rostros desencajados, respirando aires de libertad y con la fantasía de tomar nuevamente la Bastilla.

Así estaban las cosas por esos días. Finalmente Enrique Walker y Percivale llegaron a Vietnam y no lograron saber el destino de Ezcurra. Días después Associated Press le compraba una foto de una pila de cadáveres a un anónimo japonés. Se destacaba un hombre alto con cinturón de cuero argentino. La familia reconoció su cadáver por una gigantografía a tamaño natural con la imagen del muerto colocada sobre un escritorio del diario La Nacion. Suerte de velorio virtual.

Días después Associated Press le compraba una foto de una pila de cadáveres a un anónimo japonés. Se destacaba un hombre alto con cinturón de cuero argentino.

Después de esa experiencia, Percivale dejaría el periodismo para dedicarse al yoga. Enrique Walker, sería secuestrado en julio de 1976 por los militares argentinos. No fue el mismo después de cubrir Vietnam y el Cordobazo. Su último grito antes de desaparecer fue: “Soy Enrique Walker, periodista y montonero, me están secuestrando, informen a la prensa”. Los diarios algo publicaron. Nunca más se supo de él.

Pero esa es otra historia. O no.

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¿Cuál es la luz al final del tunel?, por Rodolfo Nadra

Estamos en el comienzo del final. Todo indica que hemos entrado en el ocaso terminal de un ensayo absurdo, cruel y despiadado, denominado “anarcocapitalismo”. Eso significa la descomposición y el salto de calidad en el estallido de contradicciones . Creo que son algunos pocos, pero suficientes, los indicios que existen. El proceso puede ser más corto o más largo, pero es irreversible. Más que indicios hay hechos, y muy graves, en el plano nacional y hacia el exterior. Basta con prender el televisor, escuchar la radio o navegar por Internet. Veamos algunos, sólo algunos: la ex periodista Marcela Pagano internada por el estrés que le provocó el apriete de Martín Menem y otros legisladores de LLA, incluídas amenazas a los laburantes de su despacho (se están matando entre ellos hace rato), para obligarla a renunciar a su elección como Presidenta de la Comisión de Juicio Politico; la Bullrich teniendo que pedir disculpas al gobierno de Chile por irse de boca y decir, entre otras barbaridades, que Hizbulá opera en el norte de Chile; sospechas ciertas de que Milei está paranoico y tal vez en pánico por miedo a un atentado (“si me subía a ese avión en Dinamarca era boleta”, le habría dicho a alguien muy cercano, un disparate, además de ofensivo para el gobierno socialdemócrata de ese pais) y se anunció oficialmente que dejará de volar en aviones de línea por seguridad.

La Libertad Avanza se convierte cada vez más en un burdel mientras no logra cerrar acuerdos firmes con los gobernadores y la oposición dialoguista para que le voten la nueva Ley Combi; el país todo es atravesado por un estado de estupor (por ahora pacifico) por la brutal embestida contra los trabajadores y los jubilados con la disparada de precios y el tarifazo impagable que lleva a miles de Pymes a la quiebra y suma a millones a la pobreza. El martes se juntan en una movilización nacional, que promete ser contundente, por primera vez desde el Cordobazo, los sindicatos y los universitarios (estudiantes, docentes y no docentes) ante el gravisimo desfinanciamiento (en las facultades ya se funciona a media luz, se dan clases abiertas en las calles y el presupuesto de todo el año no da para más de un par de meses); la UOCRA declaró el estado de alerta y amenaza con un parate total si no se aprueba su paritara; hay prevista una gran movilización para el primero de mayo y un paro general para el 9 de ese mes; en la mayoría de los grandes municipios del conurbano la situación se ha vuelto invivible (transportes impagables, suspensión total del suministro a los comedores, desocupación creciente, etc.) Y, con más razón, en las provincias del norte del país donde los “rebusques” de changas son más difíciles. Todo esto, y mucho más, en el marco de una crisis terminal en la viabilidad del “modelo” económico sujeto al Dios Mercado, como un golpe al corazón de toda la filosofía de Milei: se comenzó poniéndole tope a las paritarias y ahora (con encuestas en la mano que muestran los crecientes “peros” a la esperanza en su base de votantes) se le declara la guerra a las prepagas por haberse cartelizado y se ordena (más dirigismo y regulación no se consigue) que retotraigan sus cuotas a diciembre, apliquen el IPC para los aumentos y devuelvan la plata cobrada de más. Se trata del comienzo de un caos al interior de la medicina prepara (¿quien les ordena, o no, a sus prestadoras que también retrotraigan los precios?) y hacia el resto de la economía. ¿También le ordenarán a los supermercados que retrotraigan los precios?. No lo parece.

¿Cómo se retoma el eje y la coherencia cuando el rumbo se derrumba? La pobreza explota y el proyecto gubernamental hace agua por todos lados y no cierra ni a palos, mientras la furia en las calles todavía no llegó pero parece inevitable. Sólo se trata de tiempo, un tiempo que Milei sólo usa para pelearse e insultar a todos: enemigos y adversarios, pero también contra sus aliados políticos y hasta la propia tropa. Tarde intentan congraciarse con la clase media que, al igual que los sectores más postergados, son atacados en sus bolsillos, su salud, su educación y su calidad de vida. Siempre para abajo, estés en la escala social que estés. Y no es un problema de política económica y social corregible; está en la génesis de un modelo absurdo e inviable de destrucción y remate del Estado, entrega y extranjerizacion del territorio y sus recursos, pulverizacion del tejido social y de la convivencia civilizada mínima, algo insoportable también para el elemental despliegue del sistema capitalista.

Ahora bien, ¿tiene el campo popular una dirección política que le permita no ya encabezar sino apenas encauzar este proceso? Definitivamente no y es la tarea pendiente, motivo seguramente de un análisis más ambicioso que estas lineas descriptivas. Por eso todo es más angustiante y preocupante. No hay aún luz al final del túnel. Pero el túnel ahí está.

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Ambiente

Tierra de Nadie. Un campesino asesinado y otro herido en 15 días

Mientras el gobierno elige suspender el Instituto de Agricultura Familiar e Indígena y colocar como interventora a una joven abogada, Inés Liendo, nieta del recordado Ministro de Trabajo del general Videla, las comunidades campesinas sufren el desamparo y la prepotencia. Este sábado, en Catamarca, una feroz represión hirió a un habitante de la zona de 80 años, Felix Escalante, quien recibió golpes y balas de goma. El 5 de abril, fue asesinado a mansalva Fabián Martínez, miembro del Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina (Mocase-VC).

Catamarca

Desde hace años la Comunidad de Peñas Negras está luchando contra la instalación de proyectos mineros en terrenos que poseen de manera ancestral. Allí, la minera Elevado Gold ha comenzado con permiso de la gobernación las tareas de exploración. Frente al conflicto suscitado con los habitantes, este sábado se intentó poner una garita de fuerzas de seguridad en el camino de montaña y hubo una manifestación para impedirlo. Por orden de una fiscal de Belén, la policía desalojó a las comunidades con escuderos, palos y balas de goma. El principal herido fue Félix Escalante, de 80 años, de la Comunidad de Peñas Negras. Recibió golpes de los escuderos y balas de goma. Temen que en las próximas hora o días los policías vuelvan a reprimir.

El conflicto empeoró luego de que la Comunidad iniciara una denuncia penal en la que dejó asentados hechos de robo, destrucción de propiedad, puestos, corrales, robo de animales y agresiones varias. Desde hace un par de semanas que están pidiendo una audiencia con la Secretaria de Seguridad que no tuvo respuesta.

De acuerdo a los testimonios recogidos por Pag/12 de Catamarca, los vecinos aseguran: “Nos comunicamos con el Fiscal General, quien nos aseguró que había una orden de la Fiscal de Belén para poner un destacamento policial, aunque sin fines mineros, sino para resguardar a las familias. Esto no fue así, porque ayer se presentaron con la orden a fin de instalar un destacamento policial a los fines de llevar a cabo trabajos de exploración minera”, y concluyen: “es una total ironía: quieren montar un destacamento policial en una zona en donde saben que no hay consenso minero, y esgrimen que es para proteger a la población, pero llegan escoltando a las camionetas mineras, y las hacen pasar aún ante el bloqueo de la comunidad”.

Santiago del Estero

El momento en que Fabián Martínez exige que salgan de su propiedad.

El Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina (Mocase-VC) lleva más de 25 años defendiendo los derechos de los campesinos que producen en sus tierras desde hace añares y supuestos propietarios con títulos dudosos quieren desalojar. No es la primera vez que empresarios agrícolas apelan a la violencia de bandas armadas.

El 28 de marzo arribó al paraje San Francisco, del departamento Alberdi, un grupo armado que exhibía sus fusiles de manera impune. De acuerdo a los testimonios, pertenecen a ‘la banda de los Padilla’ que hace un tiempo comenzaron a cercar los campos en donde los campesinos crían sus animales. Una zona rural donde el Mo.Ca.Se ha tendido redes.

El asesinato de Fabián Martínez ocurrió el viernes 5 de abril luego de que los matones del patrón usurparan tierras de uso comunitario a punta de pistolas. Se acusa a un hombre llamado Yonathan Padilla de ser el autor material del asesinato. Es el cuarto campesino asesinado en los últimos años, siempre en el marco de conflictos entre empresarios del agro y comunidades campesinas e indígenas por la tenencia de los territorios.

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Marcha Nacional Universitaria: el 23 de abril todos por la ciencia, la educación y la cultura

El pasado 10 de abril, la UBA se declaró en “emergencia presupuestaria”. De no modificarse la partida presupuestaria, que se mantiene igual a la del 2023 a pesar del 325% de inflación interanual, tendrían que cerrar los claustros en el segundo cuatrimestre.  

“Hasta mayo o junio podemos funcionar con muchos recaudos y cuidando el dinero. Son momentos muy graves y dramáticos ”, sostuvo el rector de la universidad, Ricardo Gelpi. Mientras que el vicerrector Emiliano Yacobitti afirmó que “pagar las tarifas va a ser imposible”. 

Por su parte, el Consejo Superior, el órgano de gobierno de la UBA, que declaró la emergencia presupuestaria, precisó que “en las condiciones actuales se encuentra seriamente afectada la posibilidad de mantener toda actividad tendiente a garantizar la calidad educativa, la continuidad de la investigación, de la extensión y la función asistencial”. 

Ante la gravedad de la situación se conformó el Frente Sindical de Universidades Nacionales, que convocó a una marcha nacional desde el Congreso a Plaza de Mayo el próximo 23 de abril a las 15:30 hs. que terminará en un acto en a las 18.00 en donde se leerá un documento consensuado. Una manifestación que se repetirá en todas las ciudades y universidades federales, quienes enviarán una representación al acto central en la ciudad de Buenos Aires.

La situación crítica – en lo salarial y en lo presupuestario –  de las Universidades Nacionales y del Sistema Público de Ciencia y Tecnología provocada por el Gobierno de Milei, el ataque general que el partido de gobierno realiza a la educación equiparándola con el adoctrinamiento y la reciente declaración de uno de sus principales referentes  – Benegas Lynch – que reclama libertad para legitimar el trabajo infantil, le ha dado un cariz intersectorial y se han sumado distintos sectores además de los convocantes: CONADU Histórica, CONADU, FEDUN, la FUA y el CIN. Las tres centrales obreras –CGT, CTA-A y CTA-T– también se sumaron a la marcha en defensa de la educación pública, libre, gratuita y laica.

Toda la ciudadanía está invitada a participar: legisladores de todos los partidos, estudiantes, maestros, científicos, personalidades de la cultura, organismos de Derechos Humanos, entre otros.

La educación atraviesa todas las clases y actividades. Junto con la cultura y la ciencia -que vienen sufriendo la ola de despidos masivos- forman la identidad y el futuro de nuestro país.

La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores adhiere y acompaña a nuestros profesores, estudiantes, maestros y alumnos.

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