Quizás lo más simpático que hizo Beatriz Sarlo en su vida fue este ambiguo mensaje final que ha provocado un debate nacional: escribió de puño y letra un último deseo o testamento que dejaba su casa a cargo de ‘el encargado’, a quien le encarga que se ocupe de su gatita. Algo sumamente lógico. Un encargado está para encargarse de cosas.
La noticia fue comentario obligado en cafés, facultades, librerías, radio y televisión. ¿Pudo la Sarlo dejar su casa en manos del portero? A su ex marido, un señor al que dejó hace cuarenta años, le parece descabellado. Ilógico. Delirante. Quizás pensó que estaba loca. Además, no hubo divorcio o no hay papeles que lo certifiquen.
Dicen que el portero tenía una relación casi amistosa con ella. Horror ¿quién puede hacerse amiga del portero? Pero sí, por lo visto era un tipo gentil que le hacía mandados (como todos los porteros a quienes están solas o solos) y alguna vez llegó a compartir algún wiskhy, invitado por Beatriz, imaginamos, ya que no sólo no hubo denuncia de abuso sino que un papelito escrito en una noche cualquiera le dice que él se ocupe de la casa si muere. Y de la gata, que quedará sola en la casa.
Dicen que Beatriz Sarlo no tenía herederos. Salvo un ex marido que parece que no es ‘ex’ a pesar de ser público y notorio que la pareja histórica de Beatriz Sarlo era el cineasta Filipelli. Más de una vez la ensayista declaró que no quiso tener hijos. Quizás para que no pelearan por la herencia. Tampoco aparecen hermanos o hermanas. Sólo tenía una gata que dependía de ella. Ahora que está de moda tomar a las mascotas como parte de la familia no parece absurdo que un día haya pensado, parafraseando a Serrat: “Si la muerte, pisa mi huerto, quién cuidará a mi gata…”
Qué tiene de extraño que una mujer haya decidido que, como no tenía herederos, nadie heredaría su casa más que el portero, que siempre cuidó de ella y, de paso se ocupa de la gata. Mucho más absurdo sería que se quede con la casa un ex marido al que no tuvo la delicadeza de dejarle ningún papelito pidiéndole que cuide su casa y su gata Nini.
Sin embargo, los medios gritan, notición: una mujer sola, sin herederos, destacada intelectual, le deja su casa al portero y no al tipo que alguna vez se casó con ella y del que se separó vaya a saber uno porqué motivos. Pero, visto que en las últimas décadas su compañero de vida fue otro, y murió en el 2023 ¿Con qué derecho un ex marido reclama una herencia?
Desconocemos la intimidad de Sarlo y no la queremos conocer. Pero, a simple vista, el portero tiene más derecho que el ex marido. Estuvo ahí cuando lo necesitaba. Incluso podían charlar sobre la vida como no podría hacerlo con ninguno de sus colegas académicos.
Claro que sus colegas académicos, y amigos, han tomado parte en esta disputa familiar, como si tuvieran algo que ver en el asunto. Le enviaron una carta al juez, quien ya había tomado al encargado como legítimo heredero, diciendo que ellos apoyaban al “Magister Scientarum, Doctor en Arquitectura, Alberto Sato”. Sin dudas, un magister scientarum es mucho más indicado que un portero para hacerse cargo del legado de Beatriz Sarlo.
En la carta de los amigos, indican que el Arq. Sato iba a utilizar los fondos recibidos por el departamento para hacer una Fundación Sarlo. Seguramente pondría algo de su mismo patrimonio porque las cuentas no alcanzan para llevar adelante semejante iniciativa. Pues bien, don Sato vive en el exterior desde 1974 ¿quién podría hacerse cargo de la Fundación Sarlo? Nadie mejor que sus amigos colegas. En definitiva, son parte involucrada de algún modo con intereses en esta decisión, o simplemente odian al portero por razones que desconocemos, aunque reconocen que estuvo muy cerca de la difunta en sus últimos tiempos.
Así como sonó ridícula la denuncia corporativadel Sec. Gral del Sindicato de porteros, Víctor Santa María, quien entendió que el oficio del protagonista tarambana de la serie perjudicaba al gremio entero; tampoco suena muy convincente esta nueva presencia de la corporación académica en contra del “encargado”
Hasta el momento, el Sarlogate provocó más chanzas sobre el ‘encargado’ arribista que sobre el ex o sus amigos de elite intelectual. Agradezco a La Columna Vertebral este espacio para romper lanzas a favor del encargado.
El portero es una institución en vías de extinción, pero todas y todos (en especial “todas”) sabemos de la importancia de un tipo de confianza en el edificio. Al que podés llamar a las tres de la mañana porque te estás muriendo o estalló la canilla del baño y seguramente va a ayudarte.
Escucho en la tele que un periodista se pregunta: “Qué puede saber ‘el encargado’ de la importancia de los escritos de Sarlo? Quizás algo sabe, o tiene que ser un ignorante? Por lo menos, estaba al tanto de que la señora era importante y aparecía en la tele siempre armando algún lío. Dicen que sus discos aparecieron en una disquería. Vender los discos seguramente es lo primero que hubieran hecho los hijos que no quiso tener. Además, estamos hablando de la discoteca de Beatriz Sarlo, tampoco es Borges.
Más allá de la anécdota, será la justicia quien determine el destino de esa herencia.
Vaya un reconocimiento a la labor de los queridos porteros, esos que están siempre allí para dar una mano. Y no son Francella, aunque siempre puede haber uno de esos. Sobre todo en edificios garcas. Nada en contra de la serie, está buenísima, pero hay ‘encargados’ y ‘porteros’.
Vaya mi reconocimiento a los porteros de mi vida. Siempre, siempre, pude confiar en ellos (claro, también existe un Mangieri, pero eso en todos los oficios). Basta de estigmatizar a los trabajadores.
Aguante el portero de la Sarlo!