Juan Carlos Schmid, secretario general de Dragado y Balizamiento y la Federación Marítima, Portuaria y de la Industria Naval, pasó por La Columna Vertebral para charlar sobre los desafíos de la clase trabajadora, la necesidad de una política estratégica y la esperanza en la política como herramienta de cambio.
LCV: ¿Está relacionado este tema de la pobreza, la no inclusión, Estados ausentes, falta de trabajo, con el crecimiento narco?
-Obviamente que está vinculado con eso, pero no es el único factor. También la ausencia del Estado se puede ver también por la nula voluntad de controlar el mundo de la finanza, la triangulación de las ganancias, los circuitos financieros, los paraísos fiscales. Es decir, hay un abanico, la falta de controles y también la entronización del dinero. Seguramente vos debés haber visto alguna una serie o alguna película donde no saben qué hacer con el dinero. Esto es lo que finalmente termina poniendo el acento más fuerte en un negocio que, además de producir dinero, produce muerte.
LCV: ¿Cómo vive Rosario el problema?
-Es curioso cómo la historia se va repitiendo. Cuando se la denominó la Chicago Argentina, en otro contexto, en otro mundo de las comunicaciones y otra historia, Rosario tenía también sus niveles de páginas oscuras muy, muy marcadas, cosa que conocen muy pocos rosarinos. Esto era un enclave muy fuerte de la trata de blancas, que estaba dominado por la mafia hebrea. Había una enorme organización que tenía sus puntos de negocio con Europa del Este y estaba asociado justamente con el desarrollo portuario, porque en aquel momento, este era uno de los puertos de embarque de la parte más importante del comercio mundial. Y había una zona, para aquellos que son de Rosario, que hoy es una zona de restaurantes y todo lo demás, pero era una zona donde era muy frecuente, era destacable encontrar los prostíbulos y los elementos más modernos que únicamente se conseguían o se podían ubicar en París o en Europa. Era apasionante ese tramo de la historia de rosarina.
LCV: Acá en Uruguay el riesgo país es bajo pero con un narcotráfico que está entrando, pisando fuertísimo. ¿Cuál es el riesgo país para vos?
-Yo creo que es un trabalenguas el tema del riesgo país. Me parece que es un término que se utiliza más en el universo financiero, con el tema económico, pero siempre fue bastante contradictorio. Colombia tenía un altísimo riesgo, México en el secuestro del ejecutivo por la violencia de distintas formas y a veces los niveles de riesgo país son menores que otros lugares, y eso no deja de que las inversiones o los negocios se sigan realizando. No sé cómo se medirá el riesgo de un país donde hay tráfico de diamante, por ejemplo.
LCV: A mí me da la sensación de que se considera que un país no tiene riesgo, cuando entran las inversiones sin ningún tipo de control.
-Por eso digo, el riesgo país se da para los dólares o para alguna cosa y no para la humana.
LCV: ¿Qué hacemos con esa enorme cantidad de barcos que están acá parados sin poder trabajar y esa mano de obra que ya no existe?
-La pesca también es una enorme cuestión pendiente de la Argentina. Siempre ha prevalecido la política de más baja intensidad, decir que le den un canon a la Argentina o alguna cosa, y no ha habido nunca una mirada a un punto de desarrollo. Es decir, mirarlo como un todo. ¿Qué digo cuando manifiesto esto? Mirarlo como un todo porque, primero, preservar el recurso, que al fin y al cabo es el centro del negocio. Segundo, el recurso transformarlo no solamente en materia prima exportable, sino en elaboración con incorporación de valor a delegado y una política de inserción del producto en el comercio internacional, que sea más conveniente para la Argentina. Nada de eso se hace. Por lo tanto, siempre aparecen los problemas tributarios. Me da la impresión de que en este último tiempo ha habido una mejora en el tema del reemplazo de las embarcaciones. Las embarcaciones que pescaban en el mar argentino tienen una antigüedad muy alta. Sigue siendo una actividad de la Marina Mercante que tiene alto grado de accidentes. Ustedes saben muy bien que hasta no hace mucho tiempo ha habido una gran cantidad de náufragios. De modo tal que hay más una falta de una mirada estratégica y de una mirada de desarrollo de la actividad que ciertamente le puede dar mucho más ingreso a la Argentina porque siempre ha estado entre los primeros cinco lugares del producto bruto interno en cuanto a esto.
LCV: ¿Por qué no hay una política estratégica? ¿Cuáles son los intereses? ¿Cuáles son los callos que se pisan si realmente se pudiera poner la cuestión marítima, la pesca, la explotación, la investigación y todo lo demás que tiene que ver con puertos, mares y ríos, como un elemento estratégico de consideración? Más aún en el marco de la contaminación ambiental y todo esto.
-Tengo la impresión de que hay mucha ignorancia respecto a esto. Argentina carece de esa interpretación de su ubicación geoeconómica hace mucho tiempo. Me da la impresión de que responde a nuestra propia riqueza, la riqueza que está en el ápito territorial, digamos, en el territorio concreto, que es la parte continental. Yo siempre suelo decir lo que me comentaba un viejo portuario que decía:”¿Sabe por qué nosotros no somos un país marítimo, o la gente no conoce mucho de esto? Porque el paisano miraba para adentro, para él el océano era la pampa.” Y algo de cierto en eso hay, porque culturalmente hay muy poca formación de la ubicación que tenemos en el mundo.
LCV: Me gustaría saber cuáles son los desafíos que se ven a nivel mundial para la clase trabajadora. ¿Cuáles son las cosas que hay que ir solucionando rápidamente?
-Los desafíos son múltiples, pero se pueden ir delineando algunos ejes. Uno de los problemas que están hoy en la consideración mundial, y que siempre ha sido de interés para la clase trabajadora, porque al fin y al cabo la que muere en las guerras es la clase trabajadora. Siempre cuando han habido conflictos, tanto mundiales como regionales y todo, los que van al frente son los hijos de los trabajadores, son los que mueren. El tema de la guerra es un tema que está dominado hoy por el conflicto entre Ucrania y Rusia, pero no es el único. Por ejemplo, el mundo gasta un 15%, casi alrededor de eso, 12 o 15% del producto bruto mundial, en solucionar, en ayuda humanitaria, en pérdidas humanas, en pérdidas económicas, en armas, en los 150 conflictos que hay hoy en el mundo. No en Ucrania y Rusia nada más. Hay 150, algunos ya en marcha, otros latentes en distintas partes del mundo.
Este es un problema que el sindicalismo internacional sigue muy de cerca porque obviamente cuando ocurre eso no hay democracia, no hay sindicato, no hay actividad, no hay nada. Hay muerte, nada más. Otro de los grandes es el cambio climático, obviamente. El cambio climático está golpeando fuertemente. Nosotros tenemos una enorme sequía, como ha habido en otras partes del mundo. Y en otras partes del mundo hay inundaciones. Esto va a provocar desplazamientos en los próximos 30 años de millones y millones de personas. Ya hay un término que se está utilizando, el refugiado climático. Y el tema también de la mujer, la cuestión de género, la violencia que hay en todos los trabajos, aún en lo que se supone que el mundo desarrollado debería tener y lo tiene, a veces en números que serían sorprendentes. Y obviamente el tema de la desigualdad, como dije al principio de la nota, es un tema que va provocando la creación de un mundo que crece económicamente o que tiene un desarrollo exponencial desde el punto de vista tecnológico, pero que al mismo tiempo lo que provoca es una enorme desigualdad y una filosofía de vida que Francisco define como el mundo descartable. Una vez que uno no sirve más, queda afuera. Estos son problemas que aborda la agenda internacional del sindicalismo.
LCV: ¿Estamos a tiempo de creer que esto se puede revertir?
-Yo siempre creo en eso. Digo, siempre decía que el momento más oscuro es cuando está por amanecer. Así que yo creo que sí, que la política, que no es lo mismo que los actores políticos. Lo que está en crisis en el mundo son los actores políticos por su falta de certeza y por sus saltos de un lado al otro y la desconfianza que generan. Pero la política, la democracia, el sistema, es algo que tiene que brindar la respuesta a la sociedad, y en el caso argentino a la Argentina.