fbpx
Connect with us

Destacada

Elogio de la ociosidad, por Bertand Russell

Fragmento del ensayo escrito por el filósofo Bertand Russell en el año 1932.

Como casi toda mi generación, fui educado en el espíritu del refrán “La ociosidad es la madre de todos los vicios”. Niño profundamente virtuoso, creí todo cuanto me dijeron, y adquirí una conciencia que me ha hecho trabajar intensamente hasta el momento actual. Pero, aunque mi conciencia haya controlado mis actos, mis opiniones han experimentado una revolución. Creo que se ha trabajado demasiado en el mundo, que la creencia de que el trabajo es una virtud ha causado enormes daños y que lo que hay que predicar en los países industriales modernos es algo completamente distinto de 1o que siempre se ha predicado.

Todo el mundo conoce la historia del viajero que vio en Nápoles doce mendigos tumbados al sol (era antes de la época de Mussolini) y ofreció una lira al más perezoso de todos. Once de ellos se levantaron de un salto para reclamarla, así que se la dio al duodécimo. Aquel viajero hacía 1o correcto. Pero en los países que no disfrutan del sol mediterráneo, la ociosidad es más difícil y para promoverla se requeriría una gran propaganda. Espero que, después de leer las páginas que siguen, los dirigentes de la Asociación Cristiana de Jóvenes emprendan una campaña para inducir a los jóvenes a no hacer nada. Si es así, no habré vivido en vano.

Antes de presentar mis propios argumentos en favor de la pereza, tengo que refutar uno que no puedo aceptar. Cada vez que alguien que ya dispone de 1o suficiente para vivir se propone ocuparse en alguna clase de trabajo diario, como la enseñanza o la mecanografía, se le dice, a él o a ella, que tal conducta lleva a quitar el pan de la boca a otras personas, y que, por tanto, es inicua. Si este argumento fuese válido, bastaría con que todos nos mantuviésemos inactivos para tener la boca llena de pan. Lo que olvida la gente que dice tales cosas es que un hombre suele gastar 1o que gana, y al gastar genera empleo. Al gastar sus ingresos, un hombre pone tanto pan en las bocas de los demás como les quita al ganar. El verdadero malvado, desde este punto de vista, es el hombre que ahorra. Si se limita a meter sus ahorros en un calcetín, como el proverbial campesino francés, es obvio que no genera empleo. Si invierte sus ahorros, la cuestión es menos obvia, y se plantean diferentes casos.

Una de las cosas que con más frecuencia se hacen con los ahorros es prestarlos a algún gobierno. En vista del hecho de que el grueso del gasto público de la mayor parte de los gobiernos civilizados consiste en el pago de deudas de guerras pasadas o en la preparación de guerras futuras, el hombre que presta su dinero a un gobierno se halla en la misma situación que el malvado de Shakespeare que alquila asesinos. El resultado estricto de los hábitos de ahorro del hombre es el incremento de las fuerzas armadas del estado al que presta sus economías. Resulta evidente que sería mejor que gastara el dinero, aun cuando lo gastara en bebida o en juego. Pero -se me dirá- el caso es absolutamente distinto cuando los ahorros se invierten en empresas industriales. Cuando tales empresas tienen éxito y producen algo útil, se puede admitir. En nuestros días, sin embargo, nadie negará que la mayoría de las empresas fracasan. Esto significa que una gran cantidad de trabajo humano, que hubiera podido dedicarse a producir algo susceptible de ser disfrutado, se consumió en la fabricación de máquinas que, una vez construidas, permanecen paradas y no benefician a nadie. Por ende, el hombre que invierte sus ahorros en un negocio que quiebra, perjudica a los demás tanto como a sí mismo. Si gasta su dinero -digamos- en dar fiestas a sus amigos, éstos se divertirán -cabe esperarlo-, al tiempo en que se beneficien todos aquellos con quienes gastó su dinero, como el carnicero, el panadero y el contrabandista de alcohol. Pero si lo gasta -digamos- en tender rieles para tranvías en un lugar donde los tranvías resultan innecesarios, habrá desviado un considerable volumen de trabajo por caminos en los que no dará placer a nadie. Sin embargo, cuando se empobrezca por el fracaso de su inversión, se le considerará víctima de una desgracia inmerecida, en tanto que al alegre derrochador, que gastó su dinero filantrópicamente, se le despreciará como persona alocada y frívola. Nada de esto pasa de lo preliminar.

Quiero decir, con toda seriedad, que la fe en las virtudes del TRABAJO está haciendo mucho daño en el mundo moderno y que el camino hacia la felicidad y la prosperidad pasa por una reducción organizada de aquél. Ante todo, ¿qué es el trabajo? Hay dos clases de trabajo; la primera: modificar la disposición de la materia en, o cerca de, la superficie de la tierra, en relación con otra materia dada; la segunda: mandar a otros que lo hagan. La primera clase de trabajo es desagradable y está mal pagada; la segunda es agradable y muy bien pagada. La segunda clase es susceptible de extenderse indefinidamente: no solamente están los que dan órdenes, sino también los que dan consejos acerca de qué órdenes deben darse. Por lo general, dos grupos organizados de hombres dan simultáneamente dos clases opuestas de consejos; esto se llama política. Para esta clase de trabajo no se requiere el conocimiento de los temas acerca de los cuales ha de darse consejo, sino el conocimiento del arte de hablar y escribir persuasivamente, es decir, del arte de la propaganda. En Europa, aunque no en Norteamérica, hay una tercera clase de hombres, más respetada que cualquiera de las clases de trabajadores. Hay hombres que, merced a la propiedad de la tierra, están en condiciones de hacer que otros paguen por el privilegio de que les consienta existir y trabajar. Estos terratenientes son gentes ociosas, y por ello cabría esperar que yo los elogiara. Desgraciadamente, su ociosidad solamente resulta posible gracias a la laboriosidad de otros; en efecto, su deseo de cómoda ociosidad es la fuente histórica de todo el evangelio del trabajo. Lo último que podrían desear es que otros siguieran su ejemplo.

(Los invitamos a leer el texto completo -alrededor de 22 páginas- en cualquiera de los sitios que lo han publicado en internet. En este caso lo hemos consultado en la página de Dialnet, que publicó la reproducción realizada por la Revista Colombiana de Psicología. Tomado del libro “Elogio de la ociocidad y otros ensayos”. Traducción: María Helena Rius. Edhasa, Barcelona,1986: (file:///C:/Users/Pc/Downloads/Dialnet-ElogioDeLaOciosidad-4895216%20(3).pdf )

Seguir leyendo
Comentá

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Destacada

Gildo Onorato: “Empresas recuperadas y cooperativas eléctricas cumplen un rol social imprescindible”

El jueves 2 de mayo de este año, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, presentó en la Casa de Gobierno de La Plata, el recién creado Instituto Provincial de Asociativismo y Cooperativismo (IPAC), que estará dirigido por Gildo Onorato. En esa ocasión, Kiciloff dijo: “con este instituto estamos jerarquizando las políticas públicas destinadas a un sector que tiene una larga tradición en la provincia de Buenos Aires, donde forma parte del entramado productivo y cultural de muchos de nuestros pueblos”. “El cooperativismo no es solamente un hecho vinculado a la producción, es también un instrumento que genera vínculos sociales y mejora las condiciones de vida de las y los trabajadores”.

El acto coronó una tarea que la gobernación venía llevando a cabo para proteger cooperativas y empresas recuperadas. A finales de abril la legislatura provincial aprobó y, en el mismo día, fue promulgada por el gobernador, la ley 15485 que reconoce la importancia de las empresas recuperadas y fija un plazo en el cual no podrán ser desalojadas.

Este lunes, Nora Anchart, entrevistó al flamante titular del IPAC, Gildo Onorato, para conocer los alcances de su labor en dicho Instituto y hacer una presentación pública de este funcionario de 45 años, cuyo primer trabajo fue a los 16 como pintor para juntar dinero para su viaje de egresados, estudió cuatro años de psicología, carrera que abandonó con la crisis del 2001. Su experiencia política viene de aquellos años, con los Movimientos de Trabajadores Desocupados, en el territorio, construyendo organización y atendiendo las necesidades de los vecinos con ollas populares. Hoy queda a cargo de un Instituto que puede permitirle ayudar a aquellos trabajadores que le pusieron el cuerpo a la crisis. Onorato recuerda el lema popular que dice: “En tiempos de crisis, ocupar, resistir, producir”. También está en mano de los trabajadores defender cada emprendimiento productivo.

“Antes incluso de la Ley, ya veníamos trabajando sobre la necesidad de abordar la emergencia de las empresas recuperadas. Se presentó el proyecto y primero fue aprobado en diputados y cofirmado en senadores. De esta forma tenemos casi 3 años para trabajar en los problemas de comercialización, de estructuras productivas y, sobre todo, evitar los desalojos”.

No sólo las recuperadas corren riesgo. El gobierno provincial se comprometió en apoyar a las cooperativas eléctricas que están sufriendo una embestida por la empresa CAMESA, que las están intimando a pagar una deuda producto de aumento de tarifas arbitrarios. “Esta situación fue posible gracias al DNU, actualmente vigente, y puede empeorar en caso de que se apruebe la Ley de Bases”, explica Onorato. El 30 de mayo está previsto un gran acto en la ciudad de Azul con todas las cooperativas eléctricas provinciales para escuchar los reclamos y encontrar soluciones. “Las cooperativas eléctricas no sólo son la principal fuente de empleo de muchos pueblos, también cumplen un rol social y productivo que es imprescindible”.

Te invitamos a escuchar la entrevista completa:

Continue Reading

Destacada

Pedro Bergaglio: “Yo quiero competir, pero hagan leyes que nos permitan ser competitivos”

Hace ocho años, cuando salió por primera vez La Columna Vertebral al aire, una cosa teníamos clara: contar historias de trabajadores. “La Storia siamo noi” cantaba Francesco De Gregori, y le hicimos honor. No se puede entender la realidad si no conocemos quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos. El pasado lunes, Nora Anchart entrevistó Pedro Bergaglio, quien además de ser tesorero de la Fundación Pro Tejer, presidente de la Cámara Argentina del Sweater, cuya empresa Pyme textil se llama Tricofix S.A., es hijo de Hilario y Elsa, dos inmigrantes piemonteses, llegados al país allá por los años 1948, electricista él y modista ella.

En 1957 esta pareja de inmigrantes obtuvo los frutos de todos sus esfuerzos: nacía su primer y único hijo, Pedro, y se embarcaban en un emprendimiento laboral: tejer sweaters. Así nacía Tricofix en el barrio de Villa Luro, una pequeña empresa que por entonces era un taller que funcionaba en su casa, de tres ambientes, en donde abarrotaban máquinas y aprendían un oficio. “El primer sweater que hice tenía tres mangas”, solía recordar don Hilario. Mientras Elsa, intentaba aplicar todo el conocimiento que tenía como modista y admiradora de Coco Chanell.

Había nacido una PYME, una industria nacional que crecería al son de sus éxitos, y viviría los vaivenes de la política económica argentina que en más de una ocasión, como con la dictadura o con Menem, acorraló la producción de nuestros pequeños empresarios con una política de apertura de importaciones que los dejaba fuera de competencia.

Hoy, la Ley de Bases y el RIGI intentan echar por tierra lo que tardó décadas en construirse. “Bienvenidas sean las inversiones pero que se nos permita a los empresarios argentinos los mismos beneficios”. Bergaglio habla con vehemencia, orgullo, pasión y bronca. A fines del año pasado estaba pasando por uno de sus mejores momentos. Había renovado toda la maquinaria haciendo una gran inversión, las ventas marchaban bien, y el futuro era seductor. Hoy dice que sólo tiene aguante para resistir 45 días más de producción. No va a cerrar. No quiere cerrar. “Nunca despedimos, en 67 años, a ningún trabajador, fuimos una escuela taller del oficio, si cierra Tricofix para mí es como morir”.

¿Cómo llegamos a esta situación, con un gobierno que vuelve a repetir políticas tantas veces vistas y funcionarios que hablan de lo que no saben? “El gobierno anterior debe haber hecho las cosas muy mal”, conjetura. Una cosa tiene clara Pedro Bergaglio: “Como dijo Carlos Pellegrini: sin industria no hay Nación”.

Los invitamos a escuchar la entrevista completa, para conocer, desde adentro, un fragmento de nuestra historia.

Continue Reading

Destacada

José Hughes: “Cuando llegó el mail diciendo que no pertenecía más a la empresa, creí que era un error. El sindicato dice que no hay nada que hacer”

El 26 de abril empezaron a llegar a distintas ciudades y pueblos los mails anunciando la ‘desvinculación por reestructuración” a 150 trabajadores del Correo Argentino. La Columna Vertebral quiso conocer la historia de vida de uno de ellos. Porque no son números, detrás hay familias, historias, geografías diversas.

Con la música de Il Postino de fondo, Nora Anchart charló con José Hughes, habitante de una ciudad de nombre mágico y un paisaje aún más mágico: Trevelin, en Chubut. Alejandro Hughes cursaba la secundaria cuando consiguió trabajar como cadete en el Correo del pueblo -“que ahora es ciudad con sus 15.000 habitantes”, aclara, “pero sigue igual de tranquilo”. Hace un año y medio había sido nombrado jefe de la oficina de 3 empleados. Llevaba 38 años de una trayectoria inapelable: nunca faltó al trabajo, salió a repartir cartas con lluvia, nieve o frío. Uno de los momentos más lindos era en Navidad, cuando padres y niños se acercaban a la oficina para entregar su carta para papá Noel. Lo que parecía que era una carrera profesional que terminaría con una jubilación en la empresa que lo conocía desde chico, se cortó de un segundo para el otro. “No podía ser, se habían equivocado”, pensó al leer el mail. Las autoridades del Correo Argentino no cambiaron con Milei, o sí. Eran los mismos, pero ya no lo parecían. La única respuesta del sindicato -ATRA- al que acudió el cartero fue: “No hay nada que hacer, están despidiendo por todos lados, no podemos hacer nada”. “Llego a pensar que ellos nos entregaron”, dice Hughes.

A continuación, esta charla entre nostálgica, encantadora y terrible, con uno de los miles de despedidos en la gestión Milei, de distintos ámbitos estatales. Alejandro Hughes todavía sueña que lo vuelvan a llamar. Aquí su historia.

(Foto de portada: abrazo de los vecinos de Trevelín a las oficinas de su correo contra los despidos)

Continue Reading
Advertisement

Facebook

Copyright © 2017 Zox News Theme. Theme by MVP Themes, powered by WordPress.