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Opinión

UTEP, una escuela de unidad y lucha, por Pablo Solana

Veintiuno de diciembre de dos mil diecinueve. Recuerden esa fecha: 21/12/2019. Un día histórico para las organizaciones populares en #Argentina y para toda Nuestra América.

Se conforma, finalmente, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, #UTEP, un sindicato de lxs de abajo. Como todo paso adelante del movimiento popular, preceden este hito años, casi dos décadas diría, de luchas arduas, de debates serios, de resistencia a la represión y de pujanzas por hacerse oír y respetar, desde el subsuelo de la patria, desde las periferias, desde lo más profundo de nuestra clase: los desocupados, los y las trabajadoras excluídas, los descamisados, las obreras expulsadas de las fábricas, la juventud de las barriadas y los pueblos olvidados que en las últimas décadas sólo conoció una posibilidad de trabajo y de futuro en las organizaciones populares que gestaron dignidad por medio de proyectos laborales, de vida y de transformación social.

Sabemos que en Argentina la clase obrera supo sostener sus organizaciones, conquistar y defender derechos con resultados que es difícil encontrar en otros países de Nuestra América: esa potente tradición de lucha está hoy en la UTEP. Tener un sindicato, con todas las de la ley (aunque permanentemente haya que desbordar, enfrentar y rehacer las leyes domesticadas por estas democracias de las clases capitalistas), es un tremendo logro que seguramente potenciará nuevas luchas, mejores condiciones de vida para millones de familias obreras y, sobre todo, más poder para nuestro pueblo organizado.

Sabemos también que la forma “sindicato” en el marco de la legalidad burguesa es propicia para la neutralización y la cooptación por parte del Estado y las clases dominantes, pero justamente porque lo sabemos (como laburantes y militantes, como experiencia acumulada), es que sería subestimar a nuestro pueblo pensar que este logro institucional podría ser un límite para la potencia de lucha de lxs de abajo. Por el contrario, conociendo parte de la gestación de las organizaciones que pujaron por la existencia de la UTEP, pero sobre todo conociendo a decenas, centenares de esos trabajadores y trabajadoras que darán vida al sindicato y orientarán sus luchas desde abajo, tengo plena confianza en la posibilidad de orientar esta nueva herramienta de lucha en un sentido revolucionario: ahí está la valiosa militancia que surgió de esas bases para dar la pelea, también, contra los vicios y los riesgos de desvío de los objetivos históricos de la clase. En la lucha revolucionaria nunca hay garantías, pero sí en este caso hay excelentes perspectivas.

Un párrafo propio merece el proceso unitario que ahora da como resultado el nacimiento de este sindicato. He militado hasta hace 7 años en Argentina, siempre nos costó la unidad más allá de los discursos, por aquellos años aún no lográbamos ser capaces de dejar atrás mezquindades y análisis erróneos muchas veces por mero sectarismo (aunque no lo reconociéramos). Pero en estos años hubo una constancia de algunxs de lxs más “viejxs” y, sobre todo, un empuje determinante de una nueva generación militante que entendió mucho mejor que unxs cuantxs de lxs que estuvimos antes cómo es esto de construir poniendo por delante los avances de la clase y dejando por detrás las lógicas más internistas de cada grupo. La UTEP es, además de todo lo anterior, una escuela de Unidad. Aún no están todxs, pero creo importante remarcar esto porque, aunque falta, ahí hay trazado ya un camino.

He visto estos días, además, un potente Foro Agrario que reúne a las organizaciones populares campesinas y de productorxs que presentó a las nuevas autoridades del Estado su programa de lucha; se trata de un espacio parido también desde abajo, de lxs productorxs agropecuarios que suelen denominarse “pequeños” en contraste con los grandes terratenientes, pero que de pequeño solo tienen la tierra que les es negada: la potencia de lucha, la creatividad que han puesto en estos años, la legitimidad con que han sabido irrumpir en la agenda social y política, y su crecimiento exponencial, es enorme. También en ese espacio, del que conozco menos su dinámica cotidiana pero tengo el honor de conocer bien de cerca a la militancia que lo promueve, el dato destacable es el esfuerzo unitario más allá de las dificultades.

En los últimos meses nos hemos visto conmocionados por luchas en distintos rincones de Nuestra América, en algunos casos semi-insurreccionales, con una energía que contagia por la audacia y rebeldía con que nuestros pueblos están enfrentando al neoliberalismo y al capitalismo en nuestra Patria Grande. En Argentina, en esta etapa, la táctica de confrontación que se dio el movimiento popular tomó un camino menos estridente, menos fotogénico, como es la apuesta a la disputa del control del Estado para sacar de allí a las mafias neoliberales, cosa que en parte se logró (con el macrismo) y en parte seguirá siendo una disputa abierta (con el nuevo gobierno). Esas tácticas podrán ser menos vistosas para quienes buscamos ejemplos de luchas antisistémicas que contagien, pero no son por ello menos estratégicas: debajo de ese proceso “a la Argentina” de lucha antineoliberal que se dio en el último tiempo, están estos tremendos avances en la organización popular, algo distintivo respecto a las otras realidades continentales, por lo cual es justo y necesario, también, mirar para ese sur argento no tan convulsionado pero sí muy intenso en acumulación de poder popular por medio del fortalecimiento de las organizaciones de base con sentido político y estratégico.

Hoy mi reflexión y mi corazón está con lxs cientos y miles de compas con lxs que he recorrido caminos de lucha y de debates, que sé que estarán sintiendo una gran emoción, un gran sentido de la responsabilidad histórica, y una gran felicidad también, al sentirse protagonistas de este avance fundamental para nuestra clase, y para todos los pueblos de Nuestra América.

Como decíamos ayer, “Por Trabajo, Dignidad y Cambio Social”. ¡Aguante la UTEP! 

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Una biblioteca de miles de vidas, por Federico Lorenz

Constituciones, Mafaldas, Nuncamases, Manifiestos Comunistas, una vida de San Martín, de Mitre, La fuerza es el derecho de las bestias, 1984, La náusea, El jorobadito, Poesía completa de Borges, Latín 1, revistas Fierro, revistas Humor, Poder y desaparición, Ciencias Sociales 1, Postales desde Malvinas, Santa Evitas, Cuarteles de inviernos, Biologías, Ingenierías, ICSEs, Sidney Sheldons, Cantos generales, Venas Abiertas, Harry Potters, Martín Fierros, Lingüisticas, Geografías, Cinco Semanas en Globos, Seis personajes en busca de autor, Antologías de terror, Astronomías, Nuevos testamentos, libros en chino libros en ruso no sé qué querían decir los títulos, Patagonias rebeldes, quise sacar fotos, no pude, era sacar fotos o disfrutar ser parte, vi de todo vi una biblioteca miles de vidas miles de horas brazos en alto con libros sin libros cánticos padres madres hijas hijos amigos jubilados jubiladas amigas amigos compañeros docentes no docentes estudiantes señoras en balcones que aplaudían que colgaban banderas y carteles gracias camión de residuos que tocó la bocina y nos dejó pasar y aplaudíó y policías mudos quizás acordándose de alguna seño de algún profe y bocinazos alguno habrá puteado seguro que la mayoría no, aplausos aplausos bocinazos todos en algún momento alumnos todos defendiendo la posibilidad que supimos conseguir a lo largo de la Historia que supimos defender a pesar de momentos durísimos que nos hizo quienes somos defendiendo la educación que es la que nos va a sacar de esto más temprano que tarde si rencor pero con memoria porque tenés que estar realmente muy desquiciado pensando que tenés que romper todo para arreglar algo, para confundirte destruir con construir donde estabas cuando te explicaron eso, cómo quiero a mí país sin chauvinismo lo quiero bien desde abajo como ayer miles y miles de pies de manos de voces diciendo que no que basta.

(Tomado de facebook del autor con su autorización)

Foto de portada: AFP

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¿Cuál es la luz al final del tunel?, por Rodolfo Nadra

Estamos en el comienzo del final. Todo indica que hemos entrado en el ocaso terminal de un ensayo absurdo, cruel y despiadado, denominado “anarcocapitalismo”. Eso significa la descomposición y el salto de calidad en el estallido de contradicciones . Creo que son algunos pocos, pero suficientes, los indicios que existen. El proceso puede ser más corto o más largo, pero es irreversible. Más que indicios hay hechos, y muy graves, en el plano nacional y hacia el exterior. Basta con prender el televisor, escuchar la radio o navegar por Internet. Veamos algunos, sólo algunos: la ex periodista Marcela Pagano internada por el estrés que le provocó el apriete de Martín Menem y otros legisladores de LLA, incluídas amenazas a los laburantes de su despacho (se están matando entre ellos hace rato), para obligarla a renunciar a su elección como Presidenta de la Comisión de Juicio Politico; la Bullrich teniendo que pedir disculpas al gobierno de Chile por irse de boca y decir, entre otras barbaridades, que Hizbulá opera en el norte de Chile; sospechas ciertas de que Milei está paranoico y tal vez en pánico por miedo a un atentado (“si me subía a ese avión en Dinamarca era boleta”, le habría dicho a alguien muy cercano, un disparate, además de ofensivo para el gobierno socialdemócrata de ese pais) y se anunció oficialmente que dejará de volar en aviones de línea por seguridad.

La Libertad Avanza se convierte cada vez más en un burdel mientras no logra cerrar acuerdos firmes con los gobernadores y la oposición dialoguista para que le voten la nueva Ley Combi; el país todo es atravesado por un estado de estupor (por ahora pacifico) por la brutal embestida contra los trabajadores y los jubilados con la disparada de precios y el tarifazo impagable que lleva a miles de Pymes a la quiebra y suma a millones a la pobreza. El martes se juntan en una movilización nacional, que promete ser contundente, por primera vez desde el Cordobazo, los sindicatos y los universitarios (estudiantes, docentes y no docentes) ante el gravisimo desfinanciamiento (en las facultades ya se funciona a media luz, se dan clases abiertas en las calles y el presupuesto de todo el año no da para más de un par de meses); la UOCRA declaró el estado de alerta y amenaza con un parate total si no se aprueba su paritara; hay prevista una gran movilización para el primero de mayo y un paro general para el 9 de ese mes; en la mayoría de los grandes municipios del conurbano la situación se ha vuelto invivible (transportes impagables, suspensión total del suministro a los comedores, desocupación creciente, etc.) Y, con más razón, en las provincias del norte del país donde los “rebusques” de changas son más difíciles. Todo esto, y mucho más, en el marco de una crisis terminal en la viabilidad del “modelo” económico sujeto al Dios Mercado, como un golpe al corazón de toda la filosofía de Milei: se comenzó poniéndole tope a las paritarias y ahora (con encuestas en la mano que muestran los crecientes “peros” a la esperanza en su base de votantes) se le declara la guerra a las prepagas por haberse cartelizado y se ordena (más dirigismo y regulación no se consigue) que retotraigan sus cuotas a diciembre, apliquen el IPC para los aumentos y devuelvan la plata cobrada de más. Se trata del comienzo de un caos al interior de la medicina prepara (¿quien les ordena, o no, a sus prestadoras que también retrotraigan los precios?) y hacia el resto de la economía. ¿También le ordenarán a los supermercados que retrotraigan los precios?. No lo parece.

¿Cómo se retoma el eje y la coherencia cuando el rumbo se derrumba? La pobreza explota y el proyecto gubernamental hace agua por todos lados y no cierra ni a palos, mientras la furia en las calles todavía no llegó pero parece inevitable. Sólo se trata de tiempo, un tiempo que Milei sólo usa para pelearse e insultar a todos: enemigos y adversarios, pero también contra sus aliados políticos y hasta la propia tropa. Tarde intentan congraciarse con la clase media que, al igual que los sectores más postergados, son atacados en sus bolsillos, su salud, su educación y su calidad de vida. Siempre para abajo, estés en la escala social que estés. Y no es un problema de política económica y social corregible; está en la génesis de un modelo absurdo e inviable de destrucción y remate del Estado, entrega y extranjerizacion del territorio y sus recursos, pulverizacion del tejido social y de la convivencia civilizada mínima, algo insoportable también para el elemental despliegue del sistema capitalista.

Ahora bien, ¿tiene el campo popular una dirección política que le permita no ya encabezar sino apenas encauzar este proceso? Definitivamente no y es la tarea pendiente, motivo seguramente de un análisis más ambicioso que estas lineas descriptivas. Por eso todo es más angustiante y preocupante. No hay aún luz al final del túnel. Pero el túnel ahí está.

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Variaciones sobre el miedo y los mieditos, por Hernán López Echagüe

Me causa miedo el miedo que le tengo a todos los retóricos y engañosos mieditos que el miedo colosal, ese de mil patas, echa a rodar por todas partes. El miedo ha sido siempre el nervio motor de la historia, ha marcado los pasos de las sociedades. Bien lo saben los católicos apostólicos romanos. Miedo al infierno, a la muerte, a la enfermedad, a la pobreza, al castigo, al dolor. Mete miedo el miedo.

No hay, sin embargo, peor miedo que ese sórdido miedito al miedo que provoca la cosa de disentir, de conversar. De escuchar.

La prudencia, es decir, la templanza, la cautela, suele obrar a la manera de advertencia ante situaciones que, presuntamente, son dignas de temer. Desde el interior, la prudencia nos susurra al oído: “No, mejor permanecer quieto, no abrir la boca, detener la respiración, alejarse …”

Hoy impera una sombría prudencia, fundada en un océano de mieditos fraguados, que conduce a la inercia y a la quietud, al silencio y al encierro, al aislamiento y al desdén. Prudencia triste, y, por sobre todas las cosas, imprudente. La existencia, condenada a mascullar palabras anodinas entre cuatro paredes. Miedito al vozarrón del dueño del miedo. Ese asunto de temerle a la palabra, al desacuerdo.

Y entonces el miedo al miedo, en una trabazón fantasmagórica, alumbra un miedito tras el otro. Del temor al infierno, a la muerte, a la enfermedad, a la vejez, al dolor, a la soledad, a la guerra, empiezan a nacer muchos mieditos que, cuando atacan en tropel, sumergen al hombre en un estado cataléptico. Océano de mieditos en el que navega, a sus anchas, el miedo abismal. El miedo a ser. O sea, la loca rutina de limitarse a estar, a permanecer.

Cambian los nombres de los dueños del miedo. Pero la esencia del miedo, y su propósito, el descalabro de la identidad, el sometimiento al hábito de someterse y vivir como en rebaño taciturno, continúan intactos. Pena que los mieditos jamás se le rebelan al miedo. Quizá lograran despojarlo de un par de patas, y entonces el miedo comenzaría a perder algo de garbo y equilibrio, y, con el correr del tiempo, quizá acabaría desmoronándose.

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