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Planeta Giussani | El arcoiris, los adictos y la felicidad

Después de una semana de sobrevuelo por el mundo, con todas sus guerras y cataclismos y las Naciones Unidas que alegremente advierten que eso del cambio climático ya fue y ahora entramos en la etapa de ebullición, sin que semejante alarma provocara una mueca en dirigentes de todas las naciones, me refugié en éste, mi Planeta, mi casa, mis afectos. //

Esta mañana, con un sol radiante, sin radio encendida y con solo un café de desayuno, asistí a una de las escenas más bellas que vi en mi vida. Dos cardenales hamacándose en una rama de la rosa china, parloteaban con un sonido dulce y exquisito. Jugaban, se enamoraban, corrían de aquí para allá. Hoy estoy así. Desconectada y feliz. Y me acordé de ese hermoso poema de Mariana Baranchuk que alguna vez leímos con Nora y la propia Mariana acá, en La Columna Vertebral, que decía:

Y si no quiero llorar?

¿Y si no quiero llorar en público?

Ni por los sin trabajo,

ni por las pibas masacradas,

ni por todos mis muertos,

ni por la suerte puta,

ni por el horizonte oscuro

¿Y si no puedo llorar?

¿Y si no puedo llorar en público?

Por lo morido del cuerpo,

por lo que no fue ni será,

por las humillaciones recibidas,

por las heridas grabadas en la carne.

¿Y si sólo quiero gozar?

de este presente continuo que me suspira en la piel,

que me tiene sonriendo desde los ojos a la uña del pie.

Por el instante que sea,

por el maldito tiempo que dé.

Sólo quiero gozar.

Me lo gané.

Llegan ecos de las noticias a este hermoso planeta. Parece que esta semana empieza la veda electoral, el viernes, si no me equivoco. Pues bien, gente, en mi Planeta empezó casi con la campaña. Que levante la mano los que se bancaron todos los programas de televisión y los spots televisivos de partidos conocidos y desconocidos. Ya cada vez menos miran televisión, y si lo hacen se zambullen en Los Ocho Escalones o MasterChef o Barassi o algo que no los haga pensar demasiado en ese desierto intelectual que es la política hoy. Y hacen bien. Hace poco una amiga me dijo: “Antes veía los noticieros y vivía angustiada. De pronto, dejé de verlos y estoy feliz”.

Todos sabemos que de ser felices en esta vida se trata. Basta un clic y te ahorrás el disgusto de escuchar tantas sandeces, que no te darán ningún motivo para votar a uno u a otro. Ya vendrá el día del cuarto oscuro y veremos. O ya sabés qué vas a poner, y nadie te convencerá de otra cosa. Es decir, una exposición inútil al palabrerío televisivo y político que para lo único que sirve es para tener un poquito de náuseas. //

Claro que, como las brujas, también existen los televidentes y oyentes de programas políticos, que están cada vez más dirigidos a formadores de opinión. Lo ven los periodistas y creen que esa es su ‘agenda’. Y los políticos para ver de qué van a hablar los periodistas. Y un montón de gente bien intencionada y adicta. No sé cuál será la definición de adicción. Imagino a alguien que no puede dejar de hacer algo que le hace mal. Sobre todo, si no ponen límites. //

Hay adicciones miles. Quizás no deberíamos tratar a nuestros políticos y a sus sutiles periodistas que toman como ‘fuente’ cualquier cosa (sí, Cabot, a vos te hablo, no podés tirar a la tapa de La Nación un cuaderno tan inverosímil). Cae nuestra ira sobre éstos indecentes, sin ninguna clase de ética (ni periodística ni política) pero debemos comprender que son enfermos. Sufren una adicción que los hace estar atentos a todo lo que dicen en twitter o en los diarios o en programas, dedican casi todo su tiempo, incluso el del amor, a no llegar último a la última versión. Siguen con entusiasmo roscas mezquinas para asegurarse un puestito o un puestazo. Son tan inseguros que no pueden abandonar el ruedo, si saltan ven el vacío frente a ellos. Eufóricos y deprimidos en masa. Vayamos por la salud mental de los políticos. Un poco de compasión. Lo peor de todo es que ellos tampoco son felices. Y nosotros sufrimos por su culpa, pusilánimes, obsecuentes, dependientes. Adictos. Un médico a la derecha.

Y hablando de adicciones, me despido con una noticia que me impactó: cerró la planta de cannabis más grande de Latinoamérica en Uruguay. Inaugurada con bombos y platillos por Lacalle Pou en el 2020, con cinco mil metros cuadrados edificados y una capacidad de producción de 20 toneladas de cannabis, ubicada en un terreno de 50 hectáreas en del departamento de Salto, de golpe y porrazo resultó que la empresa Boreal de cannabis medicinal no era negocio y despidió a sus 400 trabajadores por WhatsApp. Raro.

A no desesperar que un porro siempre habrá para pasar el invierno. Me despido, entonces, pidiendo disculpas por este día de felicidad y relax que me he permitido gozar. Por suerte, vivo en un Planeta libre.

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Victoria Villarruel puso el dedo en la grieta, por Laura Giussani Constenla

Formo parte de una generación que a los 13 o 14 años abrazó los ideales de izquierda que habían sacudido el mundo con revoluciones triunfantes. El futuro estaba allí. Cuba era un ejemplo claro de que se podía acabar con la obscenidad del Capital y poner el foco en la igualdad. Un socialismo caribeño que lejos estaba por ese entonces de parecerse al dogmatismo soviético. Nosotros, los que nacimos en el 60, salimos al mundo cuando todavía quedaban hippies románticos, revolucionarios de metralla, el Che Guevara como símbolo de entrega, ecos del 68 en Europa y entusiastas rebeliones populares. Vietnam que le ganaba la guerra al imperio. Africa que se ponía de pié. Felices de formar parte de esa época en la que se decidía a fuerza de garra y voluntad cómo sería la relación de los hombres y mujeres que poblaban el planeta. Lo imaginábamos justo, alegre, solidario, sin tener una noción muy clara de cómo llegaríamos a construirlo pero convencidos de que lo primero era destruir ese mundo gris, repleto de víctimas, guerras, poderosos impunes, freno a la imaginación y la libertad.

La imprevista reivindicación de Isabel Martínez de Perón por parte de la vicepresidenta provoca un tembladeral en los cimientos mismos del peronismo. Quienes no vivieron esa época, es decir, todos los menores de 60 años, quizás no lo sepan, pero la idea de ‘aniquilar a los zurdos’, tan típica de estos tiempos pseudolibertarios, resuena en nuestras vidas como un retroceso que excede a la Dictadura Militar y se ancla en aquellos años del último Perón, que optaba por una CGT en descomposición, colaboracionista del gobierno que tuvieran enfrente –como los ‘dialoguistas’ de hoy- y llamaba a organizarse para acabar con esos ‘estúpidos e imberbes’ que cuestionaban su conducción.

¿Estupidos, imberbes? Puede ser, tan estúpidos y jóvenes que creyeron que era cierto el aval que una y otra vez del brindaba Perón desde su dorado exilio madrileño, fue Perón quien los abrazó y estimuló para organizar una resistencia armada que puso fin a 17 años de proscripción del peronismo. A las palmadas en la espalda, le sucedieron las órdenes de aniquilamiento que partían del viejo líder.

Isabelita representa lo peor del peronismo, un peronismo que ya huérfano de Perón, profundizó la división entre quienes soñaban con un país más equitativo, socialista, y aquellos que buscaban aniquilarlos. Fueron los tiempos de las Tres A, un estigma que todavía duele a pesar del esfuerzo por dejarlo en la sombra.

José López Rega se convertía, de golpe y porrazo, en el hombre más poderoso del país en esos años negros. Una suerte de mayordomo de Perón que fue nombrado Ministro de Bienestar Social por el Héctor J. Cámpora, y se convirtió en el apoyo político y afectivo más fuerte que tuvo Isabel al quedar al mando de la presidencia por la muerte del líder.

A la memoria completa de Villarruel habría que refrescarla recordándole que era en la Casa Rosada de Isabel Perón en donde se organizó el más feroz grupo paramilitar que recuerde este país formado por hombres de la fuerzas de seguridad y militantes de lo que por entonces se llamaba ‘la patota sindical’, cuya ferocidad provocaba estremecimiento: más de mil asesinatos a mansalva, torturas, amenazas y tres mil atentados con bombas y mesajes a una sociedad inerme que asistía atónita al escarmiento: cadáveres militantes aparecieron colgados como reces en un camión frigorífico, cuerpos incinerados tirados en las zanjas, o asesinatos a plena luz del día a reconocidos dirigentes como Ortega Peña en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires. Teatros que estallaban por los aires, y listas de las ‘próximas víctimas’ en comunicados de las 3 A que giraban por las principales redacciones. Empezaba el exilio de muchos, mientras otros elegían pemanecer en el país medio escondidos o en la resistencia.

Es raro que la artífice de ‘la memoria completa’ rescate del olvido a quienes sembraron de sangre el país a través de las Tres A, aquella miserable Alianza Anticomunista Argentina que fue el antecedente de los métodos de la dictadura militar que vendría. Sembrar el terror era la consigna de unos y otros.

Lejos de mostrar la supuesta interna en La Libertad Avanza en el presidente y su vice, este acto de reivindicación nos recuerda los parecidos indiscutibles de dos dirigentes políticos llegados por azar a la Casa Rosada: Milei y López Rega. Anticomunistas viscerales que imaginan seguir órdenes divinas.

¿Quién era López Rega?

Extraño hombrecito que en su juventud probó suerte en Estados Unidos y el Caribe imitando a Paul Anka. Sí, un cantante frustrado (como Milei).

De regreso al país se alistó en la policía en donde llegó al rango de cabo y logró reunir unos pesos para fundar una imprenta en donde hacía trabajos por encargo, se dedicó pero, sobre todo, lograba editar los primeros folletos de la secta Anäel. Una logia que incorporaba el espiritismo a la política. Unos de sus panfletos, escrito en Buenos Aires, en 1965, reproducía esta escena:

Fue una tarde de octubre de 1965. Era la hora del crepúsculo. Varios miembros de la logia, juntamente con el doctor Anael, caminábamos. Anduvimos largo trecho en silencio. Sólo percibíamos nuestros pensamientos y el gorjeo de los pájaros.
—Doctor Anael —dijo de repente uno del grupo—. ¿Podremos construir la Nueva Civilización? Anael se adelantó unos pasos. Se detuvo, y dándose vuelta, contestó:
—¿Sientes el hambre y la injusticia del mundo?
—¡Sí!
—Entonces podrás construirla.
Giró sobre sus talones y reinició la marcha.
También en silencio, el sol buscaba un nuevo amanecer. ¡El tercer mundo ha entrado en acción!
Logia Anael, Buenos Aires, Noviembre de 1965
.”

Una serie de casualidades imposibles de relatar en tan poco tiempo, puso a López Rega en el camino del derrocado Juan Domingo Perón y lo llevó a ser su fiel sirviente en su mansión de Puerta de Hierro. Allí pegó el gran salto, de la minúscula secta Anael a la Logia P2 que reunía a los poderosos del mundo, entre ellos Perón con la participación de Lopecito. Bingo.

Dos zancada más y estaría de regreso a la Argentina al lado del líder y su mujer, conviertiéndose en Ministro de Bienestar Social y suegro del Presidente provisional del Senado, Raúl Lastiri. La grieta, por entonces, atravesaba con violencia al peronismo. “Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista’ se convertía de pronto en ‘Para un peronista no hay nada mejor que un peronista zurdo muerto’. De un lado y del otro, gritaban Viva Perón antes de caer.

Si creen que estamos viviendo tiempos locos, lamento desmentirlo. La locura parece ser casi endógena a nuestra historia reciente. Hoy tenemos un presidente que grita desaforado, termina sus discursos con un saludo a Las Fuerzas del Cielo, y sueña con clavar el último clavo del ataúd del kirchnerismo con Cristina adentro (La quema del cajón de la UCR de Herminio Iglesias es un poroto al lado de semejante amenaza).

Esperemos que las similitudes entre Milei y López Rega se detengan allí. Imaginamos que sí. Nadie puede creer que la Casa Rosada vuelva a ser una cueva de asesinos a sueldo, anticomunistas militantes, que siembren el terror en la población. Al menos, no a los tiros. Por ahora, con los discursos es suficiente para paralizar cualquier insurrección.

Ojalá que la Astrología Esotérica de José López Rega (alias el Hermano Daniel), haya quedado en el pasado, como su banda parapolicial Triple A dispuesta a masacrar todo lo que tuviera tufillo de ‘zurdo’ con el objetivo de crear una Argentina Potencia (el sueño de Lopecito). Ojalá que la memoria quede intacta para no repetir una y otra vez el mismo derrotero nefasto. Ojalá.

Columna emitida por larz.com.ar en la sección Planeta Giussani de La Columna Vertebral el 21 de octubre de 2024

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Editorial Nora

Americaneadas

¿Día de la Raza? ¿Diversidad Cultural? ¿Descubrimiento de América? ¿Encuentro de Culturas?

Editorial de nora anchart emitido el 14 de octubre de 2024

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Diosas griegas del Planeta Giussani

Se hizo desear pero, finalmente, salió la luna. Y no fue una luna común, fue una Superluna. Disculpen ustedes, mis queridos planetarios, si hoy me resulta indiferente el mundo todo con sus guerras, injusticias, muertes, hambre, represiones y locuras. Ahora tengo los ojos puestos en la luna. Es que el Planeta Giussani anda revolucionado por una nueva habitante que eligió nacer, como su hermana, en un lugar en el que el río es un mar y la lentitud una virtud.

Créanme si les digo que éstas son las cosas importantes. Cerrar los ojos y sentir que la vida sigue latiendo y no hay Dios ni Hombres que puedan detenerla. Mientras no perdamos esa capacidad de sentirla estaremos a salvo. Lo que sucede en nuestros pequeños planetas personales es lo único que nos permitirá seguir de pie con una sonrisa en los labios y la energía necesaria para levantarnos cada mañana.

Tuve la gracia de esperar el milagro de la llegada de la luna con su hermana, que pronto se convertiría en ‘la hermana mayor’. Pasamos largos días leyendo El Principito, recorriendo otros planetas repletos de personas raras. Horas y horas dedicadas a cosas importantes: jugar, charlar, leer, pintar, pasear. Tiempo para disfrutar de Ariadna, feliz por recibir a su hermanita menor. Ya sabemos que se dedicará a marcarle el camino cuando esté atrapada en un laberinto. Ariadna y Selene, como dos diosas griegas corretearán por el Planeta Giussani dándole luz a un mundo que quiere convencernos que está sumido en la oscuridad.

Cuando asome la desesperanza, recuerden que la felicidad está en saber escuchar el latido de la vida. Y darse el tiempo necesario para hacer esas cosas que para los extraños señores que viven solos en los planetas del Principito son puras tonterías.

‘Si yo soy una princesa, mi mamá es una reina…¿y la abuela qué es?”, pregunta Ari. “La Reina Madre!’, respondo con cierta vanidad. “Noooo, esa es mamá”. Ah! “Entonces soy la ex Reina Madre”. El mundo sigue andando, generación tras generación.

Gracias a todos por acompañarme semana tras semana en los avatares de mi planeta. Sepan que desde acá también tenemos la mirada puesta en el planeta que cada uno de ustedes habita. Unión interplanetaria, al fin.

Gracias, Nora, por esta hermosa bienvenida a una nueva vida en la Tierra.

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