fbpx
Connect with us

Opinión

Milei, el presidente que no sabe historia, por Federico Lorenz

En su discurso a espaldas del Congreso de la Nación, el presidente electo Javier Milei demostró que no pasaría el más elemental examen de historia. Ha estudiado de memoria una receta que recurrentemente ha fracasado, como sabe cualquiera que haya vivido unos cuantos años en este país, o que tenga la mínima información. Sucede que el sector al que ideológicamente representa Milei desprecia el pasado, porque lo asocia al fracaso, y a la vez considera que enseñar historia es hacer ideologismo, adoctrinar. Sólo por eso un presidente electo democráticamente puede sostener una mirada tan unilateral sobre nuestra historia.

Al pasado se le puede hacer decir cualquier cosa. Así, el actual gobierno está aplicando una serie de herramientas económicas que, con variantes, puede encontrarse a lo largo de todo el siglo XX argentino. En su retórica el presidente “congeló” la prosperidad argentina en la presidencia de Julio A. Roca. Desde entonces, todo ha sido para peor.

La decadencia argentina, desde esa perspectiva, se explica por el desarrollo de los dos grandes partidos de masas de la historia argentina (el radicalismo y el peronismo) y la ampliación de derechos a lo largo de todo el siglo XX. De forma gruesa, hoy directamente los califican como “populismos”. Pero esa mirada, a la que el presidente electo adscribe, omite la forma con las que esas fuerzas políticas populares fueron enfrentadas: mediante golpes militares (en 1930, 1955 y 1976) y represión. Así, tampoco deben dar explicaciones por el fracaso de las políticas económicas que se implementaron a partir de esos asaltos a la Constitución.

Milei ofrece una mirada sobre la historia nacional que no se pregunta, o no sabe, que si los últimos cien años han deteriorado distintas variables del país, eso se debe a los programas de ajuste y estabilización. Ajustes que nos han empobrecido, y que además siempre se sostuvieron en represión y muertos. Revisar el pasado no importa porque Javier Milei ha encontrado la épica de su tarea en una visión religiosa, lo que vuelve todo más peligroso aún.

Del “Síganme que no los voy a defraudar” menemista pasamos a que no importa el número de los soldados, sino “las fuerzas del cielo”. Milei es funcional a sectores dominantes que están congelados en su odio de clase y su racismo, y que se encuentran ahora con alguien que ha logrado construir una alternativa popular de derecha que llegó democráticamente al poder, que se sostiene en una retórica religiosa y refundacional y cuyos dos primeros mensajes a la población han sido un brutal ajuste y la amenaza de la represión para sostenerlo.

(Publicado en el diario La Capital, el 17 de diciembre de 2023)

Foto de portada: el profesor de historia, Federico Lorenz, dando clases en el Colegio Nacional Buenos Aires.

Seguir leyendo
Comentá

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Destacada

Josef K.* 2024/ Por Hernán López Echagüe

En aquel tiempo, después de los sismos que habían sufrido la razón, la cortesía y el sentido común, y de la condena a muerte del libre albedrío, caí en la cuenta de que sólo podría alcanzar algo de paz y sana cordura entregándome a un absoluto silencio. A una rigurosa renuncia a la palabra. El castigo a todo tipo de consideración acerca de lo que ocurría, o, también, a todo tipo de deseo, eran considerados dignos de desprecio y censura, de represión y encarcelamiento. La existencia sucedía a lo largo de pasillos laberínticos y estrechos que continuamente llevaban al mismo lugar: la ausencia de explicaciones. A subsuelos desprovistos de luz y entendimiento de toda naturaleza. Habían logrado infundir en el cráneo barrotes de hierro que encapsulaban recuerdos, estímulos, vergüenza. Todos éramos culpables de algo que no habíamos hecho y que en momento alguno habíamos pensado hacer. Desplomarse en la calle, extenuado por la falta de alimentación, era el resultado de una reprochable falta de entrega a la búsqueda de alimento; la desocupación, el resultado de una reprochable falta de entrega a la búsqueda de empleo. Y así por delante. Imperaban el silencio, la quietud, el adormecimiento. Nos gobernaba el aturdimiento que causa el recelo.

* Josef K. : personaje creado por Franz Kafka para protagonizar la novela El proceso, publicada en 1925. Oficinista de un banco, un día es llevado a una sala donde, sin explicación alguna, donde debe permanecer a la espera de que se produzca su proceso judicial, aunque no esté detenido.

Continue Reading

Destacada

Senectus mundi. Demencia senil y nihilismo atómico, por Franco ‘Bifo’ Berardi

Si el fascismo del siglo XX fue la agresión depredadora de jóvenes que albergaban la ambición de conquistar el mundo, de someter a los pueblos, el fascismo del siglo XXI es el fascismo de viejos enfurecidos por su propia impotencia.

Hemos visto a los dos flácidos gladiadores destrozarse como perros de pelea exhaustos para deleite de millones de espectadores, que además tienen que decidir cuál de los dos merece ser el presidente de una nación que lleva mucho tiempo mostrando claros signos de descomposición moral, psíquica y política.

Uno de los dos es un violador en serie, mentiroso compulsivo, empresario fracasado y estafador; el otro es un asesino genocida. No me gustaría estar obligado a elegir, pero por suerte no soy estadounidense. En los últimos tiempos, nos hemos acostumbrado a presenciar en directo tales y tantos espectáculos de horror y crueldad (la matanza de inocentes en Palestina, la tortura de todo un pueblo por las bestias sionistas, la matanza de jóvenes ucranianos y rusos, el ahogamiento de inmigrantes arrojados al mar por las diversas guardias costeras, el asesinato de trabajadores agrícolas empleados sin contrato…), que la consternación que siento ante el último espectáculo de crueldad ofrecido por la mediateca mundial puede parecer estúpida: la exhibición de un duelo entre dos viejos por los que parecería imposible albergar un sentimiento de piedad. Y, sin embargo, al contemplar los tartamudeos de ese viejo de 81 años, confuso y vacilante, y al presenciar las muecas de burla de ese otro viejo de 78 años, prepotente e ignorante, sentí (también) piedad. ¿Se puede sentir piedad por un criminal que suministra armas al genocidio sionista, se puede sentir piedad por un violador en serie que predica el exterminio de los migrantes en la frontera? Los odio a ambos en tanto que máximos representantes de la democracia estadounidense. Sin embargo, sentí piedad por ellos en tanto que viejos.

En la voz exánime de Biden, reconocí el enronquecimiento triste de mi propia voz. Tengo 75 años y veo en mí todos los signos del sufrimiento inconfesable, que experimentan los hombres blancos en el mundo entero: el declive de la fuerza física, el debilitamiento de los sentidos y de la voz, el inexorable desvanecimiento de la mente. No se habla de la vejez salvo con vergüenza e hipocresía. El respeto por los viejos es una muestra del desprecio que todo joven siente por quienes ostentan un poder que ya no dispone de un cuerpo, sino sólo de técnica. No se habla de ello y, sin embargo, el envejecimiento del mundo blanco occidental es el tema político más importante sobre la mesa.

Por razones de corrección política y de comprensible pudor, el envejecimiento es difícil de analizar: el propio Freud prefirió no ocuparse de sus aspectos psíquicos. En cambio, un autoanálisis del envejecimiento es hoy una tarea prioritaria del psicoanálisis, pero también del pensamiento político. No comprenderemos la ola reaccionaria mundial sin reflexionar sobre la senectud. Los movimientos culturales y políticos del siglo XX expresaron la energía juvenil de una población en expansión rapidísima en la que el componente juvenil constituía la gran mayoría. El futurismo de los movimientos culturales y políticos del siglo XX era la expresión de esta composición generacional: la expansión era una condición biopolítica antes que económica. A partir de cierto momento dos fenómenos concomitantes modificaron radicalmente la composición generacional: la prolongación de la duración de la vida y la drástica caída de la natalidad durante las últimas décadas. Si el fascismo del siglo XX fue la agresión depredadora de jóvenes que albergaban la ambición de conquistar el mundo, de someter a los pueblos, el fascismo del siglo XXI es el fascismo de viejos enfurecidos por su propia impotencia y, al mismo tiempo, aterrorizados por el avance implacable de masas jóvenes ávidas de venganza.

La impotencia es el núcleo del fascismo actual y no tiene importancia que los racistas de hoy sean también votados por votantes jóvenes. Son jóvenes viejos, psíquicamente frágiles: la civilización blanca dominante agoniza tanto por razones demográficas (un tercio de los habitantes de Europa tiene más de 60 años) como por razones psicopolíticas: depresión, adicción a los psicofármacos, dependencia de la máquina semiótica que absorbe toda emoción y toda energía. Una senectud rabiosa y, por consiguiente, demente se cierne sobre el horizonte de un siglo que acaba de empezar y que ya agoniza, y esta senectud trae la muerte para todos, porque los viejos odian el mundo que podría sobrevivirles. Por eso lo destruirán, por eso ya lo están destruyendo.

En su libro sobre la obsolescencia del ser humano, Gunther Anders (que cada día se antoja más como el gran pensador de nuestro posfuturo) observa que la técnica es el sustituto del poder humano y que la bomba atómica es el culmen de este subrogado del poder. La raza dominante, blanca y occidental, está furibunda ante su impotencia para gobernar la complejidad ingobernable del mundo global. Si la inteligencia artificial es el sustituto estúpido y emocionalmente paralítico de la pérdida de capacidad de pensamiento por parte de los seres humanos, la bomba nuclear es el sustituto de la potencia viril perdida de la raza dominante. Por ello no escaparemos a la maldición final, porque la raza dominante, como Sansón y como Netanyahu, decidirá exterminar a los jóvenes, cada vez más asustados, cada vez más incapaces de autonomía y de revuelta.

Esta raza de impotentes hiperarmados, la raza infame de Biden, Trump, Netanyahu y Putin, utilizará la única potencia de la que dispone: la potencia de aniquilarlo todo.

Publicada el elsaltodiario.com el 4 de julio de 2024

Continue Reading

Destacada

Mercado libre de niños, por Carlos Maslatón

La idea de Milei de hace dos años en favor de degradar a los niños a la condición de cosas, dejando así de ser civilmente personas, para que puedan ser objeto del contrato de compra-venta; y de declarar a los padres como propietarios de la “cosa” niños, tiene su aberrante origen ideológico en Murray Rothbard (1926-1995) un extraviado pensador libertario norteamericano.

Autor de ‘La ética de la libertad‘, Rothbard señala cuáles son los ‘Derechos de los Niños’:

“Si un padre puede tener la propiedad de su hijo (dentro siempre del marco de no agresión y de libertad de abandono del hogar) puede transferirla a terceros. Puede dar al niño en adopción o puede vender sus derechos sobre él en virtud de un contrato voluntario. En suma, tenemos que enfrentarnos al hecho de que en una sociedad absolutamente libre puede haber un floreciente mercado libre de niños. (…) un mercado típico, en el que al rebajar el gobierno los precios del artículo, muy por debajo de los del mercado libre, se produce una gran escasez de bienes. La demanda de bebés y niños es de ordinario muy superior a la oferta (…) Si se permitiera el mercado libre de niños, se eliminaría este desequilibrio y se llevaría a cabo una transferencia de bebes y de niños desde padres que no los quieren o no los cuidan, a padres que desean ardientemente tenerlos.”

(Publicado en el twitter @CarlosMaslaton)

Continue Reading
Advertisement

Facebook

Copyright © 2017 Zox News Theme. Theme by MVP Themes, powered by WordPress.