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La golondrina y el colibrí, por Juan Forn

Cuenta Petronio que en la Roma de Nerón había un esclavo que daba tan buenos consejos de negocios a su amo que éste decidió premiarlo con la libertad. El liberto, llamado Trimalción, siguió haciendo buenos negocios por las suyas y se enriqueció de tal manera que lo celebró con un banquete al cual invitó a todos los amigos de su viejo amo ya muerto. La mitad no lo conocía, pero acudió igual. El banquete fue fastuoso, orgiástico, incluso para los parámetros de la Roma de Nerón. A lo largo de la noche los invitados fueron dando rienda suelta a su envidia hasta terminar destrozando todo y prendiéndole fuego la casa. Entre las ruinas se encontró el cuerpo exánime de Trimalción.

Saltemos ahora diecinueve siglos, hasta el año 1922. James Joyce acaba de publicar su Ulises, nadie habla de otro libro: para algunos resume veinte siglos de cultura occidental, para otros los dinamita. En la Riviera francesa, Francis Scott Fitzgerald tiene un ejemplar del Ulises sobre su escritorio, pero carece de tiempo o de paciencia para leerlo: él mismo está terminando una novela que aspira que sea, para América, lo que era el Ulises para Europa, su celebración y su derrumbe. La novela es, por supuesto, El gran Gatsby. Pero Fitzgerald le anuncia por carta a su editor que quiere llamarla Trimalción. La historia es conocida: Maxwell Perkins, el editor de Fitzgerald, famoso por su paciencia y delicadeza de santo (y por haberse leído todos los libros del mundo), fue convenciendo carta a carta al volátil Fitzgerald de cambiarle el título y de hacer, además, ciertos toques en la novela que, según la leyenda, la convirtieron en la obra maestra que es. El mito tiene su razón de ser: Fitzgerald era el anti-Joyce, era suicida autocompararse con él. Donde uno craneaba cada línea de su texto “para dejar a los críticos discutiendo durante cien años”, el otro escribía sin darse cuenta casi de la resonancia de lo que contaba. Fizgerald no pensaba, su gracia era la del colibrí: su propio vuelo (eso decía Hemingway: “No sabe adónde va, no sabe cómo vuela, no sabe cuándo es tiempo de migrar, pero nadie vuela como él”). El propio Fitzgerald lo reconocía: alguien tenía que pensar por él. Maxwell Perkins lo hizo y, gracias a él, el Gatsby es tal como lo conocemos.

Pero la fama del Gatsby, y el mito alrededor de él, fue creciendo tanto con los años que finalmente, en la edición Cambridge de las obras completas de Fitzgerald, se publicó el Trimalción, tal como era antes de que Scott lo convirtiese en el Gatsby. Juan Boido lleva años queriendo traducirlo, y tiene toda la razón, entre otros motivos porque todas las traducciones al castellano que hay del Gatsby son tan malas que estamos en una situación única para que el Trimalción nos parta la cabeza. Y que después aparezca una buena traducción del Gatsby y que recién ahí el círculo se cierre. Déjenme explicarles por qué.

Jay Gatsby, como todos sabemos, irrumpe de la nada y conquista durante un verano a la sociedad neoyorquina de los Años de la Prohibición, con sus fastuosas fiestas en fastuosa mansión a orillas del Hudson. Todo lo hace para conquistar a una mujer casada que es el amor de su vida, Daisy Buchanan, pero eso nadie lo sabe, así como no se sabe nada de Gatsby, de dónde vino, cómo hizo su fortuna, qué hará a continuación. Cuando terminan esas fiestas, puede verse a Gatsby solo en su terraza, contemplando la luz verde que titila al otro lado de la bahía, en el amarradero de la mansión donde vive Daisy con su marido. El único que ve esa escena es un joven sin dinero que alquila una cabaña pegada a los jardines de Gatsby y que es primo de Daisy. El es el que propicia el encuentro entre Daisy y Gatsby, el testigo de su pasión clandestina, el que nos cuenta la novela que, como todos saben, termina con el cadáver de Gatsby flotando boca abajo en su pileta y su mansión abandonada y cubierta de pintadas insultantes, mientras Daisy parte a Europa con su marido polista y millonario.

No sé a ustedes, pero lo que a mí me enganchó para siempre del Gatsby desde la primera vez que lo leí es ese tránsito de la curiosidad a la fascinación al asco por los ricos que experimenta y nos hace experimentar Nick Carraway, el primo de provincia de Daisy, el vecino pobre de Gatsby, el sapo de otro pozo entre los ricos y famosos de Nueva York, el tipo común y corriente por excelencia: el hombre invisible, el confidente perfecto, el custodio único, en el final del libro, de un secreto que a ninguno de los demás personajes le interesa ya: por qué murió Jay Gatsby. Los fanáticos del libro a lo largo de los años, cuando están en confianza, confiesan que lo único que quizá le falte al Gatsby es un poco de Gatsby, pero siempre se ha dado por sentado que eso era un mérito del libro, que llevaba a releerlo una y otra vez. Doy fe: a pesar de la insistencia de Boido, tardé años en leer el Trimalción. Prefería releer el Gatsby, confiar en Maxwell Perkins, ¿para qué leer una versión imperfecta de un libro perfecto? Cómo me equivocaba.

Dice la leyenda que Perkins creía que era un defecto que a lo largo del libro no se supiera nada del pasado de Gatsby salvo las habladurías sobre él (“¡Dicen que mató un hombre! ¡Dicen que se hizo rico vendiendo armas! ¡Dicen que fue espía alemán! ¡Dicen que hizo un acueducto desde Canadá para contrabandear alcohol!”) y que convenció a Fitzgerald de que fuera dosificando información a lo largo del relato. Dice la leyenda que Fitzgerald, de una sentada, fue agregando pinceladas de cinco o diez líneas a lo largo del relato y mandó el libro de vuelta, mágicamente terminado. No es cierto: lo que hizo Fitzgerald fue romper y diseminar a lo largo del libro un monólogo excepcional de Trimalción, en el que Gatsby le cuenta a Nick su pasado, en una noche insomne, cuando todavía ignora que ya ha perdido a Daisy y que en pocas horas más perderá también la vida. El efecto de ese monólogo es monumental: puesto todo junto, en ese momento culminante, es infinitamente más poderoso que desperdigado en dosis homeopáticas, y aligeradas de lirismo, a lo largo del libro. Parece que dijera el doble, y de hecho lo hace, porque lo dice en el momento en que más ávidos estamos por saber y más abiertos estamos a que nos noqueen: el efecto es tan asombroso que terminé comparando línea por línea mis ediciones de Gatsby y de Trimalción y me asombró el doble cuando descubrí que eran casi las mismas palabras, sólo que dispersas se diluían.Todo libro esconde su secreto. Era cierta la añoranza de los fanáticos fitzgeraldianos: falta un poco de Gatsby en el Gatsby. Pero eso que falta está en el Trimalción. Fitzgerald necesitó toda la vida que alguien pensara por él, pero esa vez tenía razón: deforme, desequilibrada, su criatura era doblemente bella. Lástima que Maxwell Perkins prefiriera una golondrina a un colibrí. Lástima que Fitzgerald creyera más en él que en sí mismo.

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Que coman tierra, por Chris Hedges

En este artículo Chris Hedges describe la fase final del genocidio de Israel en Gaza. Una hambruna masiva orquestada ha comenzado. La comunidad internacional no tiene ninguna intención de detenerla.

Autor: Chris Hedges

Nunca hubo ninguna posibilidad de que el gobierno israelí aceptara una pausa en los combates propuesta por el Secretario de Estado Antony Blinken, y mucho menos un alto el fuego. Israel está a punto de dar el golpe de gracia en su guerra contra los palestinos de Gaza: la inanición masiva. Cuando los dirigentes israelíes utilizan el término «victoria absoluta», quieren decir diezmación total, eliminación total. En 1942, los nazis mataron de hambre sistemáticamente a los 500.000 hombres, mujeres y niños del gueto de Varsovia. Esta es una cifra que Israel pretende superar.

Israel y su principal patrocinador, Estados Unidos, al intentar cerrar el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS), que proporciona alimentos y ayuda a Gaza, no sólo están cometiendo un crimen de guerra, sino que están desafiando flagrantemente a la Corte Internacional de Justicia (CIJ). El tribunal consideró plausibles las acusaciones de genocidio presentadas por Sudáfrica, que incluían declaraciones y hechos recogidos por la UNWRA. Ordenó a Israel que acatara seis medidas provisionales para prevenir el genocidio y paliar la catástrofe humanitaria. La cuarta medida provisional pide a Israel que garantice medidas inmediatas y efectivas para proporcionar ayuda humanitaria y servicios esenciales en Gaza.

Los informes de la UNRWA sobre las condiciones en Gaza, que cubrí como reportero durante siete años, y su documentación sobre los ataques indiscriminados israelíes ilustran que, como dijo la UNRWA, «las ‘zonas seguras’ declaradas unilateralmente no son seguras en absoluto. Ningún lugar de Gaza es seguro».

El papel de la UNRWA en la documentación del genocidio, así como en el suministro de alimentos y ayuda a los palestinos, enfurece al gobierno israelí. El Primer Ministro Benjamin Netanyahu acusó a la UNRWA tras la sentencia de proporcionar información falsa a la CIJ. Israel, que ya tenía a la UNRWA como objetivo desde hacía décadas, decidió que la agencia, que ayuda a 5,9 millones de refugiados palestinos en todo Oriente Medio con clínicas, escuelas y alimentos, tenía que ser eliminada. La destrucción de la UNRWA por parte de Israel responde a un objetivo tanto político como material.

Las acusaciones israelíes sin pruebas contra la UNRWA de que una docena de los 13.000 empleados tenían vínculos con los que llevaron a cabo los ataques en Israel el 7 de octubre, en los que murieron unos 1.200 israelíes, lograron su objetivo. Llevó a 16 grandes donantes, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Italia, Países Bajos, Austria, Suiza, Finlandia, Australia, Canadá, Suecia, Estonia y Japón, a suspender la ayuda financiera a la agencia de ayuda de la que dependen casi todos los palestinos de Gaza para alimentarse. Israel ha matado a 152 trabajadores de la UNRWA y ha dañado 147 instalaciones de la UNRWA desde el 7 de octubre. Israel también ha bombardeado camiones de ayuda de la UNRWA.

Más de 27.708 palestinos han muerto en Gaza, unos 67.000 han resultado heridos y al menos 7.000 están desaparecidos, probablemente muertos y enterrados bajo los escombros.

Más de medio millón de palestinos -uno de cada cuatro- mueren de hambre en Gaza, según la ONU. Los palestinos de Gaza, de los que al menos 1,9 millones han sido desplazados internos, no sólo carecen de alimentos suficientes, sino también de agua potable, cobijo y medicinas. Hay pocas frutas y verduras. Hay poca harina para hacer pan. La pasta, junto con la carne, el queso y los huevos, han desaparecido. Los precios en el mercado negro de productos secos como lentejas y judías se han multiplicado por 25 con respecto a los precios de antes de la guerra. Un saco de harina en el mercado negro ha subido de 8 a 200 dólares. El sistema sanitario de Gaza, del que sólo quedan tres de los 36 hospitales que funcionan parcialmente, se ha colapsado en gran medida. Alrededor de 1,3 millones de palestinos desplazados viven en las calles de la ciudad meridional de Rafah, que Israel designó «zona segura», pero que ha empezado a bombardear. Las familias tiemblan bajo las lluvias invernales bajo endebles lonas en medio de charcos de aguas residuales sin tratar. Se calcula que el 90% de los 2,3 millones de habitantes de Gaza han sido expulsados de sus hogares.

«No existe ningún caso desde la Segunda Guerra Mundial en el que una población entera haya sido reducida al hambre extrema y la indigencia con tanta rapidez», escribe Alex de Waal, director ejecutivo de la Fundación para la Paz Mundial de la Universidad de Tufts y autor de «Mass Starvation: La historia y el futuro de la hambruna», en The Guardian. «Y no hay ningún caso en el que la obligación internacional de detenerla haya sido tan clara».
Estados Unidos, anteriormente el mayor contribuyente de la UNRWA, proporcionó 422 millones de dólares a la agencia en 2023. La interrupción de los fondos asegura que las entregas de alimentos de UNRWA, ya muy escasas debido a los bloqueos de Israel, se detendrán en gran medida a finales de febrero o principios de marzo.

Israel ha dado a los palestinos de Gaza dos opciones. Marcharse o morir.
Yo cubrí la hambruna de Sudán en 1988, que se cobró 250.000 vidas. Tengo marcas en los pulmones, cicatrices de estar entre cientos de sudaneses que morían de tuberculosis. Yo era fuerte y sano y luché contra el contagio. Ellos estaban débiles y demacrados y no lo hicieron. La comunidad internacional, al igual que en Gaza, hizo poco por intervenir.

El precursor de la inanición -la desnutrición- afecta ya a la mayoría de los palestinos de Gaza. Los que mueren de hambre carecen de calorías suficientes para mantenerse. Desesperados, empiezan a comer forraje, hierba, hojas, insectos, roedores e incluso tierra. Sufren diarrea e infecciones respiratorias. Arrancan pequeños trozos de comida, a menudo estropeada, y la racionan.
Pronto, al carecer de hierro suficiente para producir hemoglobina, una proteína de los glóbulos rojos que transporta el oxígeno de los pulmones al cuerpo, y mioglobina, una proteína que proporciona oxígeno a los músculos, unido a la falta de vitamina B1, se vuelven anémicos. El cuerpo se alimenta de sí mismo. Los tejidos y los músculos se desgastan. Es imposible regular la temperatura corporal. Los riñones se bloquean. El sistema inmunitario colapsa. Los órganos vitales (cerebro, corazón, pulmones, ovarios y testículos) se atrofian. La circulación sanguínea se ralentiza. El volumen de sangre disminuye. Las enfermedades infecciosas como la fiebre tifoidea, la tuberculosis y el cólera se convierten en una epidemia que mata a miles de personas.

Es imposible concentrarse. Las víctimas demacradas sucumben al retraimiento mental y emocional y a la apatía. No quieren que las toquen ni que las muevan. El músculo cardíaco se debilita. Las víctimas, incluso en reposo, se encuentran prácticamente en un estado de insuficiencia cardíaca. Las heridas no cicatrizan. La visión se deteriora con cataratas, incluso entre los jóvenes. Finalmente, asolado por convulsiones y alucinaciones, el corazón se detiene. Este proceso puede durar hasta 40 días para un adulto. Los niños, los ancianos y los enfermos mueren más rápidamente.

Vi cientos de figuras esqueléticas, espectros de seres humanos, que se movían desolados a un ritmo glacial por el árido paisaje sudanés. Las hienas, acostumbradas a comer carne humana, se llevaban a los niños pequeños. Me detuve ante grupos de huesos humanos blanqueados en las afueras de aldeas donde docenas de personas, demasiado débiles para caminar, se habían tumbado en grupo y nunca se habían levantado. Muchos eran los restos de familias enteras.

En el pueblo abandonado de Maya Abun, los murciélagos colgaban de las vigas de la iglesia de la misión italiana, que había sido destruida. Las calles estaban cubiertas de matojos de hierba. La pista de aterrizaje de tierra estaba flanqueada por cientos de huesos humanos, cráneos y restos de pulseras de hierro, cuentas de colores, cestos y jirones de ropa. Las palmeras habían sido cortadas por la mitad. La gente se había comido las hojas y la pulpa del interior. Corría el rumor de que la comida llegaría en avión. La gente había caminado durante días hasta la pista de aterrizaje. Esperaron y esperaron. No llegó ningún avión. Nadie enterró a los muertos.

Ahora, desde la distancia, observo lo que sucede en otra tierra, en otro tiempo. Conozco la indiferencia que condenó a los sudaneses, en su mayoría dinkas, y que hoy condena a los palestinos. Los pobres, especialmente cuando son de color, no cuentan. Se les puede matar como a moscas. La hambruna en Gaza no es un desastre natural. Es el plan maestro de Israel.

Habrá académicos e historiadores que escribirán sobre este genocidio, creyendo falsamente que podemos aprender del pasado, que somos diferentes, que la historia puede evitar que seamos, una vez más, bárbaros. Celebrarán conferencias académicas. Dirán «¡Nunca más!». Se alabarán a sí mismos por ser más humanos y civilizados. Pero cuando llegue el momento de pronunciarse con cada nuevo genocidio, temerosos de perder su estatus o sus posiciones académicas, se escurrirán como ratas a sus madrigueras. La historia de la humanidad es una larga atrocidad para los pobres y vulnerables del mundo. Gaza es un capítulo más.

(Publicado en: rafaelpoch.com/2024/02/10/que-coman-tierra/)

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Ambiente

Rincón de Darwin, por Hernán López Echagüe

Primer capítulo del libro “Crónica del Ocaso” publicado por Editorial Norma en el año 2005

Al otro lado del río Uruguay, en las islas largas y estrechas que se extienden como cordones verdes en el medio del agua acaramelada, las volutas de humo negro que despide la quemazón de pastizales y arbustos secos eclipsan de a ratos la luminosidad del cielo. Durante un espacio de tiempo improbable, encaramado en la cima de la barranca, de pie junto al hito de piedra que indica al forastero que se encuentra en el kilómetro cero del Río de la Plata, contemplo, abstraído, el río inmóvil, el río liso, sin oscilaciones. Un pescador regresa a tierra en su bote de madera mustia; pese a la distancia, puedo oírlo tararear una vieja melodía italiana que acompaña con el movimiento pausado de los remos. Bandadas de patos silvestres, de plumaje negro, inician su marcha veloz hacia las islas y la protección de la naturaleza compacta, todavía virgen. En la ribera, a uno y otro lado del angosto camino terroso, sauces criollos y mataojos se entreveran con el ramaje caótico de los ceibos, sus brazos excéntricos orientados hacia todas partes. Cielo, barranca, y humareda; islas, silencio y río postrado. Todo da la impresión de haber sido dispuesto con meticulosidad para brindarle a la escena un aire de suspensión de los sentidos, de somnolencia profunda.

A mi derecha, no más de veinte metros, la rústica escalera de peldaños de piedra que conduce a la costa y en cuyo trayecto, en el segundo rellano, el visitante puede encontrar esa suerte de altar, mural gris sucio, de argamasa, con la inscripción: “Rincón de Darwin. Visitado por el sabio en 1833”. “Por la mañana temprano nos dirigimos a un sitio llamado punta Gorda”, refiere Darwin en `Viaje de un naturalista alrededor del mundo´, “que forma un promontorio a orilla del río. En el camino nos proponemos encontrar un jaguar. Las huellas recientes de estos animales abundan por todas partes, pero no conseguimos dar la vuelta ni a uno solo. El río Uruguay, visto desde ese punto, presenta una magnífica masa de agua. Lo claro y lo rápido de la corriente hacen que el aspecto de este río sea muy superior al de su vecino, Paraná. En la margen opuesta, varios brazos de este último río desaguan en el Uruguay. Brillaba el sol y podía distinguirse con claridad el diferente color de ambos ríos”.

Resulta difícil aceptar que aquellas islas delgadas, que brotaron quince años atrás, a cinco, seis kilómetros de esta orilla uruguaya, pertenecen a la Argentina, a otro país.

Resulta difícil aceptar que aquellas islas delgadas, que brotaron quince años atrás a cinco, seis kilómetros de esta orilla uruguaya, pertenecen a la Argentina, a otro país.

En el vértice del delta, donde concurren para formar el Río de la Plata, pueden apreciarse los diversos y azarosos matices del Paraná y del Uruguay, que, según la reverberación del sol y la intensidad de las corrientes, van del pardo al verde marino, del cobrizo al azafranado. “Mar Dulce” resolvió denominar Solís a este ríomar sin márgenes visibles que nace a mis pies, descarga veinte mil metros cúbicos de agua por segundo y tiene una superficie fluvial de treinta y cuatro mil kilómetros cuadrados, similar a la de Holanda; el tercero más caudaloso del planeta, después del Amazonas y el Congo. Mar dulce, acaso un oxímoron que actuó a la manera de cruel presagio latinoamericano: rica pobreza, miserable opulencia. Desmesurado continente de agua que en su historia guarda infinidad de misterios y leyendas; naufragios, epopeyas y célebres batallas fluviales; frustraciones y equívocos, como el de Solís, o el de Magallanes, que, en enero de 1520, al llegar a su desembocadura –donde, en el continente, ve levantarse un montículo sobre la llanura inabarcable, sitio al que llama “Montevidi”–, supone que es el mar tendiéndose hacia el oeste, en dirección a las Molucas, el ansiado paso al “mar del Sur”. Quince días gastará buscando en vano, ignorando que estaba en un río extraordinariamente caudaloso.

El río y la historia nos han unido y no nos separa el chauvinismo, que en mi concepto no es más que un nacionalismo de derecha. De ahí al fascismo no hay más que un paso.

Resulta difícil aceptar que aquellas islas delgadas, que brotaron quince años atrás a cinco, seis kilómetros de esta orilla uruguaya, pertenecen a la Argentina, a otro país. El río Uruguay, “río de los pájaros pintados” como lo llamó Juan Zorrilla de San Martín echando mano de una interpretación lírica del término guaraní, no es un límite; es un trazo engañoso, de naturaleza fantasmagórica, a menudo invisible; enlaza, vincula, reúne, echa por tierra el concepto de frontera. Amalgama y le proporciona una identidad singular a esta región cargada de códigos y complicidades indescifrables; geografía litoral que los habitantes de uno y otro lado atraviesan campechanamente, una y otra vez, con el ánimo de conseguir un trabajo efímero, comprar un alimento más barato, transportar mercaderías de contrabando, buscar fortuna en el juego, satisfacer su sed de sexo, visitar algún pariente, cazar, pescar. “El río Uruguay”, dijo el poeta y cantante uruguayo Aníbal Sampayo, “es un tiento de plata cosiendo dos lonjas de un mismo cuero: Uruguay y Argentina. Por debajo del agua corre la tierra y esa es de todos, de los entrerrianos, los sanduceros, los correntinos, los misioneros, de toda esa gente que habita a orillas del Uruguay. El río y la historia nos han unido y no nos separa el chauvinismo, que en mi concepto no es más que un nacionalismo de derecha. De ahí al fascismo no hay más que un paso. La patria que querían Artigas, Bolívar o San Martín era la patria grande. No estaba dividida ni por fronteras ni por aduanas”.

La venta de colosales superficies de tierra a empresarios extranjeros, en particular argentinos de reputación sombría es contínua.

En la laguna Solís, a cuatrocientos metros del río, hoy es imposible sorprenderse con una nutria, con una garza mora o un carpincho, y en el monte arenoso de Punta Gorda, camino al bosque de pinos, ni vestigios quedan de los zorritos o las liebres. Todo lo que me había movido a instalarme en este lugar, ha desaparecido; algunas estampas cotidianas han sufrido una transfiguración natural, como los cinco álamos, siempre los había tenido a pocos metros de la casa, de la ventana de mi estudio. El primero en morir fue el álamo de la izquierda; una mañana, al cabo de una tormenta feroz, apareció desplomado, repleto de hojas verdes todavía; la cima, delgada, entremetida en el camino. Lo sucedió un aromo, partido al medio por un rayo. Y luego, obra entonces de hachas y sierras gobernadas por la mano y el abuso del hombre, fueron decenas y decenas; del bosque que solía recorrer cuando arribé al paraje, restan pálidos mojones, residuos de madera marchita y grisácea que semejan un páramo que ya nunca más habrá de recibir los favores del sol y del agua.

La tala de árboles es moneda corriente y el cercado de playas públicas…Los nuevos dueños de la tierra desvían el curso de arroyos a su antojo, desplazan médanos de un lado a otro…construyen muelles privados adonde arriban, sin inspección aduanera alguna, yates suntuosos.

La venta de colosales superficies de tierra a empresarios extranjeros, en particular argentinos de reputación sombría, es continua. Cuentan, desde luego, con la hospitalidad de lugareños y funcionarios públicos que nada preguntan, que nada controlan, porque las inversiones, presumen sin rodeos, significan progreso y empleo y bienestar; así las cosas, la tala de árboles es moneda corriente y el cercado de playas públicas un hábito que todos acogen en silencio. Los nuevos dueños de la tierra desvían el curso de arroyos a su antojo; desplazan médanos de uno a otro lado; contratan máquinas tremebundas y abren caminos o cavan canales donde y cuando lo desean; levantan muros en tierras públicas; construyen muelles privados adonde arriban, sin inspección aduanera alguna, yates suntuosos.

El sur del mundo se ha convertido en un generoso albergue de despojos, de residuos y desperdicios ponzoñosos; la tierra y el agua, en las presas más codiciadas de la mesopotamia argentina y el litoral uruguayo. Formidables plantaciones de pinos y eucaliptos, destinados a la producción de pulpa de celulosa, han desplazado a las tradicionales actividades agropecuarias; estupendas praderas corrompidas por el monocultivo de soja transgénica; tierra, agua, aire y gente intoxicados a causa del disparatado empleo de plaguicidas simplemente mortíferos; el éxodo de chacareros y pequeños productores hacia los suburbios de las grandes ciudades, es incesante. Los asentamientos están creciendo con la misma celeridad que los pinos y eucaliptos.

Los poderosos países del norte han seguido a rajatabla la recomendación que, en 1992, soltó Laurence Summers, vicepresidente del Banco Mundial: “Entre nosotros ¿no debería el Banco Mundial alentar una mayor transferencia de industrias sucias al tercer mundo?…Las sustancias cancerígenas tardan muchas años en producir sus efectos, sería menos llamativo en países con expectativas de vida bajas…”

Camino a Nueva Palmira, frente a la zona franca, la espaciosa “cancha de acopio” de la empresa Tile Forestal está colmada de enormes atados de troncos de eucaliptos. Su destino: las empresas productoras de pasta de celulosa que las firmas Botnia, finlandesa, y ENCE, española, han comenzado a construir en la costa de Fray Bentos al amparo de un gobierno uruguayo que se ha empecinado en apoyar, con inaudita y singular tenacidad, el despropósito.

Los poderosos países del norte han seguido a rajatabla la recomendación que, en 1992, soltó Laurence Summers, en aquel tiempo vicepresidente del Banco Mundial: “Entre nosotros, ¿no debería el Banco Mundial alentar una mayor transferencia de industrias sucias al tercer mundo? Numerosos países se encuentran muy limpios, por lo que sería lógico que recibieran industrias sucias y residuos industriales ya que tienen una mayor capacidad de absorción de contaminación sin que produzcan grandes costos. Los costos de esta contaminación están ligados al aumento del retroceso de la mortalidad. Desde este enfoque, una cierta cantidad de contaminación perniciosa debiera ser realizada en países con costos más bajos, con menores salarios, por lo que las indemnizaciones a pagar por los daños serán también más bajas que en los países desarrollados. Creo que la lógica económica que existe en la exportación de una carga de basura tóxica a un país con salarios más bajos, es impecable y debemos tenerla en cuenta. Las sustancias cancerígenas tardan muchos años en producir sus efectos, por lo que esto sería mucho menos llamativo en los países con una expectativa de vida baja, es decir, en los países pobres donde la gente se muere antes de que el cáncer tenga tiempo de aparecer”.

Hace casi 20 años, cuando López Echagüe escribía estas líneas, la Laguna de Solís que mencionaba era así. Transparente.
Hoy, esa misma laguna, se ve así. Nadie sabe dar razones del motivo.

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África Mía

Nace una ‘Nueva África’ anticolonialista, por Pepe Escobar desde París

Publicada en español por piensachile.com, el 3 de septiembre de 2023

Como fichas de dominó, los Estados africanos van cayendo uno a uno fuera de los grilletes del neocolonialismo. Chad, Guinea, Malí, Burkina Faso, Níger y, ahora, Gabón dicen «no» al largo dominio francés de los asuntos financieros, políticos, económicos y de seguridad africanos.

Al añadir dos nuevos Estados miembros africanos a su lista, la cumbre celebrada la semana pasada en Johannesburgo, en la que se anunció la ampliación del BRICS 11, demostró una vez más que la integración euroasiática está inextricablemente ligada a la integración de Afro-Eurasia.

Bielorrusia propone ahora celebrar una cumbre conjunta entre el BRICS 11, la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y la Unión Económica de Eurasia (UEEA). La visión del Presidente Aleksandr Lukashenko sobre la convergencia de estas organizaciones multilaterales puede dar lugar, a su debido tiempo, a la Madre de todas las Cumbres de la Multipolaridad.

Pero Afro-Eurasia es una propuesta mucho más complicada. África todavía va muy por detrás de sus primos euroasiáticos en el camino hacia la ruptura de los grilletes del neocolonialismo.

En la actualidad, el continente se enfrenta a enormes dificultades en su lucha contra las arraigadas instituciones financieras y políticas de la colonización, especialmente cuando se trata de acabar con la hegemonía monetaria francesa en forma de franco CFA o Comunidad Financiera Africana.

Sin embargo, una ficha de dominó va cayendo tras otra: Chad, Guinea, Malí, Burkina Faso, Níger y ahora Gabón. Este proceso ya ha convertido al presidente de Burkina Faso, el capitán Ibrahim Traoré, en un nuevo héroe del mundo multipolar, ya que un Occidente colectivo aturdido y confuso ni siquiera puede empezar a comprender el retroceso que representan sus 8 golpes de Estado en África Occidental y Central en menos de 3 años.

Adiós a Bongo

Los militares decidieron tomar el poder en Gabón después de que el hiperprogresista presidente Ali Bongo ganara unas elecciones dudosas que «carecían de credibilidad». Se disolvieron las instituciones. Se cerraron las fronteras con Camerún, Guinea Ecuatorial y la República del Congo. Se anularon todos los acuerdos de seguridad con Francia. Nadie sabe qué pasará con la base militar francesa.

Todo ello fue de lo más popular: los soldados tomaron las calles de la capital, Libreville, en alegres cánticos, vitoreados por los espectadores.

Bongo y su padre, que le precedió, gobiernan Gabón desde 1967. Se educó en un colegio privado francés y se licenció en la Sorbona. Gabón es una pequeña nación de 2,4 millones de habitantes con un pequeño ejército de 5.000 efectivos que cabrían en el ático de Donald Trump. Más del 30% de la población vive con menos de un dólar al día, y en más del 60% de las regiones el acceso a la sanidad y al agua potable es nulo.

Los militares calificaron los 14 años de gobierno de Bongo de «deterioro de la cohesión social» que estaba sumiendo al país «en el caos».

Inmediatamente después del golpe, la empresa minera francesa Eramet suspendió sus operaciones. Es casi un monopolio. En Gabón abundan las riquezas minerales: oro, diamantes, manganeso, uranio, niobio, mineral de hierro, por no hablar del petróleo, el gas natural y la energía hidroeléctrica. En Gabón, miembro de la OPEP, prácticamente toda la economía gira en torno a la minería.

El caso de Níger es aún más complejo. Francia explota uranio y petróleo de gran pureza, así como otros tipos de riquezas minerales. Y los estadounidenses están in situ, operando tres bases en Níger con hasta 4.000 militares. El nodo estratégico clave de su «Imperio de Bases» es la instalación de aviones no tripulados de Agadez, conocida como Base Aérea 201 de Níger, la segunda más grande de África después de Yibuti.

Sin embargo, los intereses franceses y estadounidenses chocan cuando se trata de la saga del gasoducto transahariano. Después de que Washington rompiera el cordón umbilical de acero entre Rusia y Europa bombardeando los Nord Streams, la UE, y especialmente Alemania, necesitaban urgentemente una alternativa.

El suministro de gas argelino apenas puede cubrir el sur de Europa. El gas estadounidense es terriblemente caro. La solución ideal para los europeos sería el gas nigeriano cruzando el Sáhara y luego el Mediterráneo profundo.

Nigeria, con 5,7 billones de metros cúbicos, tiene incluso más gas que Argelia y posiblemente que Venezuela. En comparación, Noruega tiene 2 billones de metros cúbicos. Pero el problema de Nigeria es cómo bombear su gas a clientes lejanos, por lo que Níger se convierte en un país de tránsito esencial.

En lo que respecta al papel de Níger, la energía es en realidad un juego mucho más importante que el tan cacareado uranio, que de hecho no es tan estratégico ni para Francia ni para la UE, ya que Níger sólo es el 5º proveedor mundial, muy por detrás de Kazajstán y Canadá.

Aun así, la última pesadilla francesa es perder los jugosos acuerdos sobre el uranio más una remezcla de Mali: Rusia, después de Prighozin, llegando a Níger con toda su fuerza y la expulsión simultánea de los militares franceses.

Añadir Gabón no hace más que complicar las cosas. El aumento de la influencia rusa podría impulsar las líneas de suministro a los rebeldes en Camerún y Nigeria, y el acceso privilegiado a la República Centroafricana, donde la presencia rusa ya es fuerte.
No es de extrañar que el francófilo Paul Biya, en el poder desde hace 41 años en Camerún, haya optado por una purga de sus Fuerzas Armadas tras el golpe en Gabón. Camerún puede ser la próxima ficha de dominó en caer.

La CEDEAO se reúne con AFRICOM

Los estadounidenses, tal y como están las cosas, están jugando al Sphynx. Hasta ahora no hay pruebas de que los militares de Níger quieran cerrar la base de Agadez. El Pentágono ha invertido una fortuna en sus bases para espiar gran parte del Sahel y, sobre todo, Libia.

En lo único que coinciden París y Washington es en que, al amparo de la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental), deben imponerse las sanciones más duras posibles a una de las naciones más pobres del mundo (donde sólo el 21% de la población tiene acceso a la electricidad), y deben ser mucho peores que las impuestas a Costa de Marfil en 2010.

Luego está la amenaza de guerra. Imagínense lo absurdo de que la CEDEAO invada un país que ya está librando dos guerras contra el terrorismo en dos frentes distintos: Contra Boko Haram en el sureste y contra el ISIS en la región de la Triple Frontera.

La CEDEAO, una de las ocho uniones políticas y económicas africanas, es un caos proverbial. Agrupa a 15 naciones miembros -francófonas, anglófonas y una lusófona- de África Central y Occidental, y está plagada de divisiones internas.

En un principio, los franceses y los estadounidenses querían que la CEDEAO invadiera Níger como su títere de «mantenimiento de la paz». Pero eso no funcionó debido a la presión popular en contra. Así que cambiaron a alguna forma de diplomacia. Aun así, las tropas siguen a la espera y se ha fijado un misterioso «Día D» para la invasión.

El papel de la Unión Africana (UA) es aún más turbio. Al principio, se opuso al golpe y suspendió la pertenencia de Níger a la Unión. Luego se volvieron y condenaron la posible invasión respaldada por Occidente. Los vecinos han cerrado sus fronteras con Níger.

La CEDEAO implosionará sin el respaldo de Estados Unidos, Francia y la OTAN. Ya es básicamente un chihuahua sin dientes, especialmente después de que Rusia y China hayan demostrado en la cumbre de los BRICS su poder blando en toda África.

La política occidental en la vorágine del Sahel parece consistir en salvar todo lo que puedan de una posible debacle sin paliativos, incluso cuando la estoica población de Níger es impermeable a cualquier narrativa que Occidente intente urdir.

Es importante tener en cuenta que el principal partido de Níger, el «Movimiento Nacional para la Defensa de la Patria», representado por el general Abdourahamane Tchiani, ha contado desde el principio con el apoyo del Pentágono, que le ha proporcionado entrenamiento militar.

El Pentágono está profundamente implantado en África y conectado con 53 naciones. El principal concepto estadounidense desde principios de la década de 2000 fue siempre militarizar África y convertirla en carne de cañón de la Guerra contra el Terror. Tal y como lo planteó el régimen de Dick Cheney en 2002: «África es una prioridad estratégica en la lucha contra el terrorismo».

Esa es la base del mando militar estadounidense AFRICOM y de innumerables «asociaciones de cooperación» establecidas en acuerdos bilaterales. A efectos prácticos, AFRICOM lleva ocupando grandes franjas de África desde 2007.

Qué dulce es mi franco colonial

Es absolutamente imposible para cualquier persona del Sur Global, de la Mayoría Global o del «Globo Global» (copyright Lukashenko) entender la actual agitación de África sin comprender los entresijos del neocolonialismo francés.

La clave, por supuesto, es el franco CFA, el «franco colonial» introducido en 1945 en el África francesa, que aún sobrevive incluso después de que el CFA -con un ingenioso giro terminológico- empezara a significar «Comunidad Financiera Africana».
Todo el mundo recuerda que, tras la crisis financiera mundial de 2008, el líder libio Muamar Gadafi pidió la creación de una moneda panafricana vinculada al oro.

En aquel momento, Libia tenía unas 150 toneladas de oro, guardadas en casa y no en bancos de Londres, París o Nueva York. Con un poco más de oro, esa moneda panafricana tendría su propio centro financiero independiente en Trípoli, y todo basado en una reserva soberana de oro.

Para decenas de naciones africanas, ése era el Plan B definitivo para eludir el sistema financiero occidental.
El mundo entero también recuerda lo que ocurrió en 2011. El primer ataque aéreo contra Libia provino de un caza Mirage francés. La campaña de bombardeos de Francia comenzó incluso antes del final de las conversaciones de emergencia en París entre los líderes occidentales.

En marzo de 2011, Francia se convirtió en el primer país del mundo en reconocer al rebelde Consejo Nacional de Transición como gobierno legítimo de Libia. En 2015, los correos electrónicos notoriamente pirateados de la ex secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton revelaron lo que Francia tramaba en Libia: «El deseo de lograr una mayor participación en la producción de petróleo libio», aumentar la influencia francesa en el norte de África y bloquear los planes de Gadafi de crear una moneda panafricana que sustituyera al franco CFA impreso en Francia.

No es de extrañar que el Occidente colectivo esté aterrorizado de Rusia en África, y no sólo por el cambio de guardia en Chad, Malí, Burkina Faso, Níger y ahora Gabón: Moscú nunca ha tratado de robar o esclavizar a África.

Rusia trata a los africanos como pueblos soberanos, no se enzarza en guerras eternas y no despoja a África de sus recursos pagando una miseria por ellos. Mientras tanto, la inteligencia francesa y la «política exterior» de la CIA se traducen en corromper hasta la médula a los dirigentes africanos y acabar con los que son incorruptibles.

No tiene derecho a una política monetaria

El chanchullo de la CFA hace que la Mafia parezca un ladrón callejero. Significa esencialmente que la política monetaria de varias naciones africanas soberanas está controlada por el Tesoro francés en París.

Inicialmente, se exigió al Banco Central de cada nación africana que mantuviera al menos el 65% de sus reservas anuales de divisas en una «cuenta de operaciones» abierta en el Tesoro francés, más otro 20% para cubrir los «pasivos» financieros.
Incluso después de que se promulgaran algunas «reformas» suaves desde septiembre de 2005, se seguía exigiendo a estas naciones que transfirieran el 50 por ciento de sus divisas a París, más un 20 por ciento de I.V.A.

Y la cosa empeora. Los bancos centrales de la CFA imponen un tope al crédito a cada país miembro. El Tesoro francés invierte estas reservas de divisas africanas en su propio nombre en la bolsa de París y obtiene enormes beneficios a costa de África.
La cruda realidad es que más del 80% de las reservas de divisas de las naciones africanas están en «cuentas de operaciones» controladas por el Tesoro francés desde 1961. En pocas palabras, ninguno de estos Estados tiene soberanía sobre su política monetaria.

Pero el robo no acaba ahí: el Tesoro francés utiliza las reservas africanas como si fueran capital francés, como garantía en activos pignorados para los pagos franceses a la UE y al BCE.

En todo el espectro «FranceAfrique», Francia sigue controlando, hoy en día, la moneda, las reservas de divisas, las élites compradoras y los negocios comerciales.

Los ejemplos abundan: El conglomerado francés Bolloré controla los puertos y el transporte marítimo en toda África Occidental; Bouygues/Vinci dominan la construcción y las obras públicas, el agua y la distribución de electricidad; Total tiene enormes participaciones en el petróleo y el gas. Y luego están France Telecom y la gran banca: Societe Generale, Credit Lyonnais, BNP-Paribas, AXA (seguros), etcétera.

Francia controla de facto la inmensa mayoría de las infraestructuras del África francófona. Es prácticamente un monopolio.
«FranceAfrique» es neocolonialismo puro y duro. Las políticas las dictan el Presidente de la República de Francia y su «célula africana». No tienen nada que ver con el parlamento, ni con ningún proceso democrático, desde los tiempos de Charles De Gaulle.

La «célula africana» es una especie de Comando General. Utilizan el aparato militar francés para instalar a dirigentes compradores «amigos» y deshacerse de los que amenazan el sistema. No hay diplomacia de por medio. Actualmente, la célula depende exclusivamente de Le Petit Roi, Emmanuel Macron.

Caravanas de drogas, diamantes y oro

París supervisó por completo el asesinato del líder anticolonialista de Burkina Faso Thomas Sankara, en 1987. Sankara había llegado al poder mediante un golpe popular en 1983, para ser derrocado y asesinado cuatro años después.

En cuanto a la verdadera «guerra contra el terror» en el Sahel africano, no tiene nada que ver con las ficciones infantiles que se venden en Occidente. No hay «terroristas» árabes en el Sahel, como pude comprobar cuando viajé como mochilero por África Occidental unos meses antes del 11 de septiembre. Son lugareños que se convirtieron al salafismo por Internet, con la intención de crear un Estado Islámico para controlar mejor las rutas de contrabando a través del Sahel.

Aquellas legendarias caravanas de sal que recorrían el Sahel desde Malí hasta el sur de Europa y Asia occidental son ahora caravanas de drogas, diamantes y oro. Esto es lo que financió, por ejemplo, a Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), apoyada entonces por los lunáticos wahabíes de Arabia Saudí y el Golfo.

Después de que Libia fuera destruida por la OTAN a principios de 2011, ya no había «protección», así que los salafistas yihadistas apoyados por Occidente que lucharon contra Gadafi ofrecieron a los contrabandistas del Sahel la misma protección que antes, además de un montón de armas.

Diversas tribus malienses continúan con el alegre contrabando de cualquier cosa que se les antoje. AQMI sigue recaudando impuestos ilegales. En Libia, el ISIS está metido de lleno en el tráfico de personas y estupefacientes. Y Boko Haram se regodea en el mercado de la cocaína y la heroína.

Existe cierto grado de cooperación africana para luchar contra estos grupos. Existía algo llamado G5 Sahel, centrado en la seguridad y el desarrollo. Pero después de que Burkina Faso, Níger, Malí y Chad tomaran la vía militar, sólo queda Mauritania. El nuevo Cinturón de la Junta de África Occidental, por supuesto, quiere destruir a los grupos terroristas, pero sobre todo quiere luchar contra FranceAfrique y contra el hecho de que sus intereses nacionales se decidan siempre en París.

Durante décadas, Francia se ha asegurado de que haya muy poco comercio intraafricano. Las naciones sin litoral necesitan a sus vecinos para el tránsito. Producen sobre todo materias primas para la exportación. Prácticamente no hay instalaciones de almacenamiento decentes, el suministro de energía es débil y la infraestructura de transporte intraafricana es terrible: eso es lo que los proyectos chinos de la Iniciativa Belt and Road (BRI) están empeñados en abordar en África.

En marzo de 2018, 44 jefes de Estado idearon la Zona de Libre Comercio Continental Africana (ACFTA), la mayor del mundo en términos de población (1.300 millones de personas) y geografía. En enero de 2022, establecieron el Sistema Panafricano de Pagos y Liquidación (PAPSS), centrado en los pagos de las empresas africanas en moneda local.

Así que, inevitablemente, más adelante apostarán por una moneda común. Adivinen qué se interpone en su camino: el CFA impuesto por París.

Algunas medidas cosméticas siguen garantizando el control directo del Tesoro francés sobre la posible creación de una nueva moneda africana, la preferencia de las empresas francesas en las licitaciones, los monopolios y el estacionamiento de tropas francesas. El golpe en Níger representa una especie de «no lo aguantaremos más».

Todo lo anterior ilustra lo que el imprescindible economista Michael Hudson viene detallando en todas sus obras: el poder del modelo extractivista. Hudson ha demostrado cómo lo fundamental es el control de los recursos del mundo; eso es lo que define a una potencia mundial y, en el caso de Francia, a una potencia mundial de rango medio.

Francia ha demostrado lo fácil que es controlar los recursos a través del control de la política monetaria y la creación de monopolios en estas naciones ricas en recursos para extraer y exportar, utilizando mano de obra esclava virtual con cero regulaciones ambientales o de salud.

También es esencial para el neocolonialismo explotador impedir que esas naciones ricas en recursos utilicen sus propios recursos para hacer crecer sus propias economías. Pero ahora las fichas de dominó africanas dicen por fin: «Se acabó el juego». ¿Se vislumbra por fin una verdadera descolonización?

-Traducción desde el inglés para piensaChileMartin Fischer

*Fuente: TheCradle

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