Destacada
¿Quién era Alberdi y por qué Milei se identifica tanto con él?

El historiador Maximiliano Molocznik, autor del libro “Alberdi, ese desconocido”, pasó por La Columna Vertebral para referirse a la figura de quien define como “el pensador más importante de Argentina en el siglo XIX” y referente del presidente electo Javier Milei.
LCV: ¿Quién era Alberdi? Porque Alberdi nace además en un momento impresionante de la historia de la Argentina. Nace en agosto de 1810.
—Sí, Alberdi es un hombre que nace con la patria, como vos decís, en 1810. Pertenece a una familia no encumbrada, pero una familia que tiene cierta ubicación en las acciones políticas de su provincia natal. Es una familia que va a tener participación en algunas actividades relacionadas con el Congreso de Tucumán, por ejemplo; el hermano de Alberdi va a tener mucha relación con el caudillo Alejandro Heredia. O sea, que es una familia con un linaje político y con una sociabilidad importante para lo que era una situación de provincias en aquel entonces. Alberdi llega muy joven a Buenos Aires, llega en 1824, para hacer sus estudios secundarios en el Colegio de Ciencias Morales de Rivadavia, a partir de una beca que obtiene en un viaje tremendo, en una en una carreta tirada por bueyes, y un poco queda deslumbrado por los fastos de la ciudad liberal y cosmopolita.
A partir de ahí se va a ir integrando, de a poquito. Primero concluye sus estudios secundarios, si bien los abandona durante un tiempo porque la disciplina del Colegio de Ciencias Morales era bastante espartana y él era un espíritu bastante libre y eso le generó un primer choque importante entre su cosmovisión de libre pensador, juvenil, adolescente, que ya lo era en sus primeros años, aunque todavía no se traslucía en sus obras, y una disciplina muy monacal que no iba con su personalidad. Entonces, él abandona los estudios secundarios, trabaja un tiempo como empleado de una tienda, hasta que la familia de Miguel Cané, que es otra familia importante de la ciudad porteña cosmopolita, lo recoge como un integrado en la familia Cané y va a vivir a la casa de Miguel Cané cuando está por cerrar el colegio este. Y a partir de esa socialización política se integra despacito en los núcleos liberales de la década de 1830, que son fundamentalmente antirosistas.
LCV: Él comienza a ser perseguido además por el rosismo o por quienes eran seguidores de Rosas, pero junto a Esteban Echeverría y José María Gutiérrez, en la Asociación de la Joven Generación Argentina.
—Claro, de hecho era muy amigo de Esteban Echeverría. Bueno, ubiquemos también al personaje. Estamos hablando de un muchachito de provincias de veintipico de años que en realidad, si bien tiene inquietudes intelectuales, como todo muchacho de 20 años, lo que le gusta hacer es participar en las tertulias, en las tenidas de la ciudad. Es un gran bailarín, es un muchacho de modales muy finos. Es un dandy. Y aparte pasa muchos de esos primeros años de su estadía porteña, prácticamente más dedicado a las aventuras galantes que a la formación académica. Si uno va explorando un poco lo que es la vida personal de Alberdi, que es muy terrible, déjame decirte, porque Alberdi ha vivido una soledad, muchas veces por decisión propia y otras por imperio de las circunstancias, que han hecho de él un hombre bastante desdichado en términos personales. No ha sido un hombre muy feliz, ha tenido muy pocos momentos de felicidad en su vida.
LCV: ¿Logró formar una familia?
—No, fue siempre soltero, toda la vida.
LCV: ¿En eso también se referenciará a Milei?
—Bueno, eso ya es una cuestión para los psiquiatras, para los psicoanalistas. Yo soy apenas un historiador, no me animaría a firmarlo de esa manera, pero evidentemente debe haber algún grado de empatía entre las psiquis a partir de esta decisión. Lo que pasa es que Alberdi lo hace explícito. Él dice que está demasiado ocupado con labores intelectuales como para asumir el compromiso de sostener una familia. Lo escribe y confiesa muchas de estas cosas en sus últimos escritos, que son los escritos póstumos, que justamente son los escritos más interesantes de Alberdi, porque es donde aparece el hombre detrás del intelectual. Esta figura extraordinaria del intelectual, pues yo estoy convencido que Alberdi es el mayor intelectual argentino del siglo XIX, sin dudas.
LCV: Acá quiero hacer un punto. El mayor intelectual de un periodo en la Argentina, decís.
—Sí, yo pienso que sí. Yo pienso que es la cabeza más ilustre que ha tenido el pensamiento político argentino en el siglo XIX.
LCV: Vuelvo a caer, entonces, en este amor que tiene Milei, que dice que se siente completamente emparentado. Entonces, más allá de las consideraciones psicológicas, ¿qué es lo que levanta de un tipo que se expresa como Milei en la arena política y en la arena pública, que es un techado de discriminaciones y de situaciones bastante duras, algunas en el borde de lo burdo, con una cabeza como la que vos estás describiendo? Digo, ayúdame a pensarlo.
—Es interesante tu pregunta. Yo creo que tiene aristas múltiples. Yo por lo pronto tengo la impresión, escuchándolo a Milei, que él ha estudiado solamente historia mitrista. Esa es la primera impresión que tengo analizando las cosas que ha dicho referidas a la figura de Alberdi. Porque que un dirigente político, en este caso un presidente electo, construya un relato legitimado del pasado como una especie de traje a medida para legitimar sus acciones en el tiempo presente, no es desconocido porque no es el primer caso. Otros lo han hecho. O sea que Milei no va a ser ni el primero ni el último que va a intentar hacer ese tipo de apropiación del pasado para que le sirva como escudo legitimante para las acciones del presente.
Lo que es preocupante es el nivel de desinformación y en algunos casos las omisiones flagrantes en la que cae el presidente electo cuando intenta construir ese relato legitimado. Por ejemplo, básicamente pensar que el Alberdi de 1830, que es este joven del que estábamos hablando, es el Alberdi de 1860, que es el momento donde Milei pone el origen del gran proyecto liberal argentino que llevó, según él, a Argentina a transformarse en 35 años en una potencia mundial y que después fue destruida por los embates del populismo criminal y asesino, primero del yrigoyenismo y después del peronismo.
LCV: ¿Quién dice eso del populismo?
—Eso agrego yo por las mías. Yo creo que él construye un relato ignorando hechos básicos de la historia, porque el Alberdi de 1860 es el Alberdi que considera que Mitre y Sarmiento son los liberales que han asesinado la libertad, por ejemplo. El Alberdi de 1860 es uno que está en un proceso fantástico de evolución de su pensamiento y ha dejado atrás a este joven liberal antirosista de la década del ‘30 al que hacíamos referencia a la primera parte, y ya está camino a transformarse en un auténtico pensador nacional. Un hombre que está tomando dimensión de la importancia que ha adquirido lo que él llama la provincia metrópoli, esa Ciudad de Buenos Aires con ese puerto monopólico que puede estar en manos de Rosas o puede estar en manos de Mitre, es lo mismo.
Es un puerto monopólico que no distribuye las rentas de la aduana hacia las provincias interiores, que las asfixia, que les quita instrumental para desarrollarse materialmente. Es el Alberdi que empieza a pensar que los caudillos no son la barbarie, sino que son la expresión de los pueblos en armas que buscan líderes democráticos que puedan superar la degradación material y moral a las que han sido sometidos. Es el Alberdi que va a publicar un libro magnífico que se llama Grandes y pequeños hombres del plata. Te hablo todo en la década del ‘60.
LCV: Alberdi redacta un texto reconociendo que la riqueza es un medio no un fin y que debe ser bien distribuida porque solo así es nacional. Esto lo pongo en boca de los populistas como dice Milei y la verdad que le calza el traje perfectamente.
—Le calza porque en realidad hay un Alberdi que reflexiona en estos términos que vos estás mencionando, que tiene una mirada latinoamericana de avanzada. No te olvides que Alberdi cuando vuelve de su viaje a Europa una vez que se va de Montevideo, se instala en Chile, donde va a revalidar su título de abogado y va a hacer una carrera muy importante como jurista. En ese momento en su estadía chilena es donde va a escribir artículos como los que vos has mencionado, mostrando todas las precauciones que deben tener los latinoamericanos sobre la emergencia del poder norteamericano, sino que une inclusive va más lejos y escribe un libro magnífico que se llama sobre la conveniencia y los objetos de la reunión de un congreso americano, donde él solamente hace una reivindicación de San Martín por supuesto, como argentino él lo había conocido en persona a San Martín, sino también de Bolívar, una cosa que resultó absolutamente indigesta para Mitre, que se había pasado años y años denostando la figura del libertador del norte.
LCV: Será por eso que no le admiten en 1879 que pueda asumir la diputación nacional y esto lo coloca en una depresión bastante importante?
—Algo de eso hay porque la campaña de odio generada por el mitrismo fue tremenda. Vos pensa que Alberti ya vuelve siendo un hombre enfermo. Él está enfermo ya antes de partir desde Francia a su retorno, luego de 41 años de exilio infringido por las acciones políticas de Mitre primero y de Sarmiento después, porque él se ve obligado a exiliarse y puede volver recién en el 79. A pesar de que vuelve como un argentino ilustre y con enormes apoyos de las provincias y votado por unanimidad como diputado por Tucumán el diario la nación se encarga sistemáticamente de fustigarlo, a tal punto que yo en mi libro hice un pequeño racconto de la campaña furibunda que hoy llamaríamos carpetazos.
Fue una campaña feroz durante semanas en el cual hasta Mitre se tomó el trabajo de publicar una carta que el joven Alberdi le había mandado con 23 años a Vicente López donde cometía el error de escribir maceta con z. Alberdi es un hombre mayor que está enfermo y se pregunta a sí mismo cómo es posible que el General Mitre que se pasó la vida hablando de una política de principios haya guardado la carta que escribió un hombre de 23 años para humillar a un anciano enfermo.
LCV: ¿En Milei hay un desconocimiento del personaje o efectivamente hay un punto de contacto entre esa intelectualidad y la de Milei?
—Yo no quisiera catalogar al presidente como un ignorante porque sería tal vez un despropósito de mi parte. Por eso tiendo a pensar que se ha enamorado del Alberdi joven, aquel joven liberal de la década del ‘30, y que nunca ha profundizado en el estudio ni en la figura de Alberdi, porque si lo hubiera hecho se hubiera encontrado con un personaje que si bien nunca renegó de lo que fue, fue evolucionando con su pensamiento hasta transformarse en un auténtico forjador de la conciencia nacional y diría latinoamericana si me apuras un poquito también. Así que yo creo que es un poco de las cosas.
Hay una especie de enamoramiento con el joven Alberdi que es en definitiva el que el mitrismo ha levantado. Es el Alberdi que se conoce en las escuelas secundarias, en los institutos de formación docente, en muchas cátedras universitarias; porque el mitrismo ha asesinado a Alberdi a los 50 años. Se han dedicado durante casi 100 años a omitir, a falsear, a ningunear, o a evitar la publicación y la republicación de todos los escritos de Alberdi posteriores al año 1860.

Destacada
“Defender al Bonaparte es defender la salud mental de la comunidad”

Por Paulo Giacobbe
El Hospital Dra. Laura Bonaparte queda en Combate de los Pozos al 2100, en Parque Patricios. Al igual que el Sitio de memoria Virrey Cevallos, resiste al vaciamiento y los despidos. Bajo la consigna “Defender al Bonaparte” como parte de la lucha por la salud mental de la comunidad, este viernes 31 de enero a las 17 hs, convocan a todos los sectores a las puertas del Hospital, en Combate de los Pozos 2133, Parque Patricios.
Los trabajadores y trabajadoras del Bonaparte acudieron al festival Arde la Memoria en el ex CCD Virrey Ceballos el pasado viernes y convocaron a esta resistencia en unidad.
Sol es trabajadora social y fue despedida hace una semana. En total fueron 200 las notificaciones de despidos que llegaron. Al igual que en Cevallos, la cosa empezó en el 2024: “En el mes de agosto del 2024 nos echaron a treinta compañeros, cerraron un centro de atención primaria que teníamos en la Isla Maciel, y en el mes de octubre nos amenazaron con un cierre, el cual pudimos resistir. Logramos que no lo cierren en ese momento porque los trabajadores en asamblea votamos un plan de lucha que incluía la permanencia en el hospital y la creación de comisiones de trabajo”, contó Sol a La Columna Vertebral.
Este año, desde el Ministerio de Salud retomaron los ataques. Y entonces vuelta a organizarse y realizar asambleas. En una de esas asambleas votaron participar de la actividad en el Sitio de Memoria, “otro sector que está siendo fuertemente atacado, y nos parece muy importante poder unir todas las luchas, porque la gente, la comunidad, tiene la fuerza”, analizó Sol.
La cantidad de despidos implica que el hospital cierre. “Hay días que directamente la guardia no puede abrir, hay muchos servicios que quedaron desguazados. Nuestra lucha no es sólo por nuestros puestos de laburo, sino por la atención de calidad”.
“El Hospital Laura Bonaparte tiene una perspectiva de atención en salud mental que se denomina comunitaria, nosotros teníamos dos centros de atención primaria, uno en la Isla Maciel y otro en Zabaleta, que era donde yo trabajaba, y lo que hacemos ahí básicamente es acercar la salud a los barrios, que muchas veces las personas, sobre todo en los barrios más postergados, no pueden acceder, ya sea porque no pueden pagar un viático o por diferentes cuestiones que tienen que ver con la crisis económica que estamos viviendo; pensar que la atención de salud mental no tiene que ser solamente al interior de un hospital, sino que nos basamos en lo que tiene que ver con la Ley de Salud Mental, que implica que los abordajes tienen que ser en las comunidades, en los barrios, donde las personas tienen su centro de vida”.
Sol hace más de dos años que trabaja en el Hospital, siempre realizando abordaje territorial. En Zabaleta, en Villa Fiorito, en Villa Palito en La Matanza; por eso cuenta que cada persona en su barrio tiene sus lazos y redes de apoyo. “Aparte que hay problemáticas sociosanitarias muy importantes; por ejemplo, Villa 21-24 Zabaleta, tiene más de 100.000 habitantes, con uno de los índices más altos en riesgo eléctrico, plomo en sangre, abundan muchas instancias de problemáticas también de salud mental”.
La guardia, el trabajo territorial, la farmacia, el servicio de niñeces; enumera Sol de memoria a las áreas desguazadas, “echaron a la única odontopediatra del hospital. Eso implica que un montón de niñeces que tenían su control odontológico en el hospital ya no lo tienen más, y así te puedo enumerar también los servicios de salud integral, clínica, consejería de salud sexual, reproductivo, no reproductivo… son muchos los servicios que están siendo totalmente desguazados y que no pueden tener la atención como la venían realizando”.
El perfil del trabajador y trabajadora a despedir es amplio: “Tenemos compañeras embarazadas de seis meses que las despidieron, tenemos compañeros con tratamientos prolongados por enfermedades bastante complejas que fueron despedidos, incluso una delegada que tiene fueros… Nosotros trabajamos de una forma interdisciplinaria; entonces, no solo es una escucha con un psicólogo, sino que también intervienen trabajadores sociales, terapistas ocupacionales, músicoterapeutas. La verdad es que, al día de hoy, nosotros planteamos un lema que “vaciar es cerrar”, porque si bien pudimos resistir al cierre de octubre, en este momento nos están cerrando de forma operativa”.
El Hospital Bonaparte estará presente en la Marcha Federal del próximo sábado 1 de febrero.
Destacada
Virrey Cevallos: los trabajadores en defensa de los sititos de memoria

Por Paulo Giaccobe
El pasado sábado se realizó un festival en las puertas del Ex Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio Virrey Cevallos, donde funciona un Espacio de Memoria, en el barrio porteño de Monserrat. Con la consigna “¡Arderá la memoria!”, los trabajadores organizados se defienden de la política de vaciamiento y despidos de la Secretaría de Derechos Humanos que administra el gobierno negacionista de Javier Milei.
La Columna Vertebral charló con Nelson, trabajador del Sitio de Memoria: “El festival surgió a partir de la demanda social por el vaciamiento que está aconteciendo a partir de la asunción del último gobierno”, contó Nelson, trabajador cesanteado de Virrey Cevallos, a La Columna Vertebral. “En la sociedad hay una conciencia sobre estos lugares. Y esto lo que nos deja es una base organizativa para lo que viene. Estamos muy agradecidos con la comunidad, con las organizaciones que se acercaron a colaborar y que son quienes en definitiva van a sostener las políticas de memoria”.
La cuadra de Cevallos al 600 estuvo llena de gente. En un escenario montado en la puerta del sitio de Memoria se sucedieron una radio abierta, obras de teatro y musiquillas. Puertas adentro se desarrollaron visitas en simultáneo, guiadas por sus trabajadores.
El ex centro clandestino estuvo a cargo del servicio de inteligencia de la Fuerza Aérea Argentina. Se trata de un edificio bajo pero largo, que los represores alquilaron a la familia Río para utilizar como casa operativa. Es lo mismo que hicieron en la calle Franklin al 900, en el barrio de Caballito. Los mismos locadores, los mismos locatarios. Dos inmuebles distintos alquilados para ser utilizados con el mismo fin. Terminada la dictadura, Cevallos fue abandonado y tomado por distintas familias simultáneamente, que ocuparon sus piezas como si fuera un conventillo. Cuando una inmobiliaria lo puso a la venta con la intención de demolerlo, la agrupación barrial independiente Vecinos de San Cristóbal contra la Impunidad, organizando escraches y marchas, logró su recuperación como sitio. Era 2004. La casa de Franklin, en cambio, solo fue señalizada y actualmente está ocupada por una familia.
“Esta casa es muy particular, este centro clandestino fue muy particular”. En sus diferentes etapas el inmueble fue sufriendo modificaciones y se fue deteriorando por falta de mantenimiento. “Se fueron perdiendo algunas cuestiones materiales, pero todo eso también se pudo reconstruir a partir del trabajo del área de conservación específicamente, con detalles, por ejemplo, como buscar debajo de las capas de pintura cuál es la coincidencia con los testimonios, porque de pronto tenemos un color cuando entramos, pero los testimonios nos dicen que las paredes eran de otro color. Y eso es lo que, por ejemplo, aporta el área de conservación, poder hacer esa tarea de decapar y de encontrar esas pistas debajo de las capas de pintura que se fueron acumulando con el tiempo”.
“Teniendo en cuenta que este gobierno pasó del negacionismo a la reivindicación del golpe de Estado, lo que viene creemos que se va a intensificar en ese sentido, con la profundización de un modelo económico”, alertó Nelson, “Nosotros en estos espacios para la memoria lo que hacemos también, de alguna manera, es una caracterización del Estado argentino y también de los estados en general, sobre todo en la región americana, que surgen como garantes de modelos económicos. Hoy tenemos un presidente que se autodenomina anarcocapitalista, pero lo cierto es que el gobierno actual lo que quiere es ir al origen del Estado argentino, como un garante de un modelo económico. El Estado no va a desaparecer, sino que se va a fortalecer para garantizar la concentración de la riqueza, el avance en contra de los derechos conquistados a lo largo de todos los años de lucha del pueblo argentino, pero de este lado lo que se viene también es mucha organización y participación social”
Al comienzo de la gestión Milei, el sitio tenía diez trabajadores y trabajadoras cumpliendo funciones. Para mitad de año eran siete y para el 31 de diciembre quedaron solo dos personas con promesa de contratación, “ni siquiera contratados, con lo cual el vaciamiento se dio de manera total. Las tareas en este espacio son diversas y dada también la complejidad que tenemos debido a la falta de personal, muchas veces cumplimos tareas varias. Pero las áreas fundamentales tienen que ver obviamente con la conservación material, con el área de educación y con el área de investigación. Todas esas áreas fueron desarticuladas a partir del 1.º de enero de este año”.
Nelson detalló el trabajo de cada área: “El área de conservación lo que hace es intervenir sobre la materialidad de los espacios, sobre los lugares que fueron reconocidos como sala de torturas, sala de interrogatorios, celdas, en búsqueda de pruebas que aporten a los juicios de Lesa Humanidad”.
“El área de investigación lo que hace es poner en juego toda esa materialidad junto con los testimonios de los sobrevivientes, de los familiares, de los vecinos, para poder ampliar esa prueba judicial, pero también para que quede como testimonio del Terrorismo de Estado”.
“El área de educación lo que hace es articular toda la transmisión de la memoria con las universidades, escuelas, instituciones del territorio. Se ocupa del área de las visitas guiadas, pero también de ir a las escuelas, de proponer actividades en función de eso, de capacitar a docentes”.
Desde la Secretaría de Derechos Humanos pretenden que todas esas funcionas queden a cargo de dos personas, que realizarán tareas administrativas.
Nelson, por último, resalta que el sitio permanece abierto gracias a sus trabajadores pero también por las mesas de trabajo y consenso. E invita a la comunidad a visitar el lugar, a conocer la historia y a proponer actividades que se puedan realizar en el sitio. Porque “los compañeros que hemos sido despedidos seguimos cumpliendo funciones en el espacio a pesar de los despidos”. El festival cerró con una convocatoria a la Marcha Federal del próximo sábado 1 de febrero.
Archivo
Todos tenemos hollín en los pulmones, por Hernán López Echagüe

El 25 de enero de 1997, la sociedad argentina se veía sacudida por un crimen atroz: un reportero gráfico de la revista Noticias, aparecía muerto, calcinado, con las manos y pies atados y dos disparos en la cabeza después de haber ido a cubrir de una fiesta de renombrados empresarios de Pinamar. La autopsia demostró que Cabezas tenía hollín en los pulmones, lo que indicaba que aún respiraba cuando el auto con él en su interior era invadido por las llamas. Las investigaciones recorrieron muchas pistas, varias de ellas fraguadas por la Policía Bonaerense que demostraba una y otra vez intentar desviar la investigación y resolver rápidamente el caso. El diario La Nación, le solicitó una nota al periodista Hernán López Echagüe quien se había convertido en emblema del ‘periodista agredido” luego de sufrir dos agresiones -un navajazo de advertencia en la puerta de su casa y un intento de secuestro en los alrededores del Bingo de Avellaneda, abortado por la aparición de un patrullero-. La persecución López Echagüe provenía de sectores del Mercado Central ligados a patotas Duhaldista. Desde Uruguay, en donde intentaba recuperar la tranquilidad y finalizar un nuevo libro sobre la Triple Frontera, escribió de un tirón este artículo.
Hoy lo recuperamos para el Archivo de LCV, tomado del libro ‘Postales Menemistas’ editado por editorial Perfil, quien publicó una compilación de artículos de este joven periodista que luego de recibir más amenazas y una catarata de juicios por la publicación de su libro “El Otro” dedicado al entonce gobernador Duhalde quien se disputaba la conducción del peronismo con el president Menem, buscaría refugio con su familia del otro lado del río.

Todos tenemos hollín en los pulmones, por Hernán López Echagüe
Febrero de 1977, diario La Nación
El asesinato de José Luis Cabezas es un hecho obsceno, cometido en una sociedad habituada a cerrar los ojos ante la obscenidad, o, en el mejor de los casos, a tomarla como un avatar, como un mal pasajero. Es dable preguntarse si en este caso la sociedad cobrará vida o, como ha sucedido en otras ocasiones, pronto olvidará el mazazo, se abrazará a los electrodomésticos, al fetiche de la estabilidad, y por fin añadirá el episodio a la extensa lista de obscenidades que han ocurrido a partir de mediados de 1989: los sopapos, navajazos y amenazas a periodistas; el asesinato del obrero Víctor Choque en Tierra del Fuego; las agresiones sufridas por el fiscal fiscal Pablo Lanusse; el assinato de María Soledad Morales, las decenas de atropellos cometidos por la Policía de la Provincia de Buenos Aires; los disparos contra Fernando ‘Pino’ Solanas; los feroces atentados contra la comunidad judía; la continua represión a manifestaciones; las enigmáticas muertes en torno a la Aduana; etc, etc, etc.
Obscenidades que parecen lejanas en el espacio y en el tiempo.
Presumir, como buena parte de la sociedad presume, que el asesinato de Cabezas no ha sido más que un brutal ataque a la libertad de expresión, comporta un grave desatino cuyas consecuencias habrán de aflorar tarde o temprano. El asesinato de Cabezas ha sido la lógica culminación de una serie de obscenidades frente a las cuales, continua e ingenuamente el gobierno ha pretendido permanecer ajeno.
Desde luego, en el interior de la gente que ha cometido este crimen impera el fuego. Pero es menester avivarlo.
Basta echar un vistazo a la historia del país para comprender que hechos de esta naturaleza suceden cuando los gobiernos crean y promueven las condiciones políticas, sociales y morales y éticas que tornan posible su comisión. Cuando los gobiernos hacen de la obscenidad uno de sus rasgos más distintivo.
Obsceno es que los actos de un gobierno procuren satisfacer, pura y exclusivamente, la ley del libre mercado y los antojos de un puñado de empresarios sin escrúpulos. Obsceno es que un presidente, a viva voz, celebre el ingreso de capitales sin importarle su procedencia. Obsceno es que los funcionarios de un gobierno aparezcan enlazados, una y otra vez, a personajes como Al Kassar, Gaith Pharaom, Ibrahim Al Ibrahim, Yabrán o Ghadaffi, es decir, al narcotráfico, al matonaje, a los negocios turbios. Obsceno en extremo es ignorar la independencia del Poder Judicial y llamar ‘delincuentes’ a periodistas y opositores.
Pero más obsceno que todo es la inercia. Cuando el virus de la quietud y de la indiferencia se instala en una sociedad, no hay medicina que logre aplacar sus terribles efectos. Al igual que en épcas de muerte y oscurantismo, con el correr del tiempo la solidaridad se difumina, la identidad lanquidece, y crímenes como el de Cabezas, por tanto, adquieren el caracter de cosa común y ordinaria.
Cuando una bomba destruyó el edificio de la embajada de Israel, todos repletamos las calles de Buenos Aires y en silencio, con los párpados apretados, todos fuimos judíos. Pero no fue otra cosa que un relumbre de solidaridad, un compromiso tan duradero como un estornudo; algo más parecido a una fugaz visita de pésame que a un acto fundado en hondas convicciones. Porque tiempo más tarde, y una vez más a lo largo de contadas horas, estimamos sensato colocarnos nuevamente el disfraz judío, como en un multitudinario baile de máscaras.
Todos estamos entrelazados por un lugar común que va más allá de fortuitas diferencias religiosas, filosóficas, políticas o profesionales: la vida. Y sin embargo estamos habituados a que nos reúna la muerte.
Una sociedad adormilada, que no emerge de su insultante letargo, no puede exigirnos a los periodistas que frente a hechos de esta índole inflemos el pecho y sin rodeos continuemos hurgando en esas enormes cloacas que nosotros no hemos inventado. No somos corresponsales de guerra, aunque a menudo plumas y lentes deban desplazarse entre escombros y cenizas, entre bandas violentas que han convertido al país en un inabarcable campo de batalla donde la vida es ingrávida.
Desde la madrugada del sábado último, y de modo ya irremisible, todos los argentinos somos José Luis Cabezas. Todos tenemos hollín en los pulmones. Todos estamos encerrados en el interior de un vehículo en llamas, en un camino de tierra, a contados metros de opulentas mansiones en cuyos jardines la fiesta continúa.