Opinión
La memoria en debate, por el colectivo ‘Bombes d´impunitat’ de Barcelona)

La ley de “Memoria democrática” que actualmente se está tramitando,
destinada a sustituir la Ley de “Memoria histórica” del gobierno Zapatero,
mantiene intacta la garantía de impunidad para los criminales del franquismo.
No menciona los crímenes contra la humanidad ni las responsabilidades de
grandes empresas y fortunas, de la Iglesia y de instituciones del estado durante
la guerra civil y la dictadura.
El anteproyecto de Ley sacraliza la Constitución, la convierte en el referente de
la idea misma de democracia cuando, caso único en la historia, tres de sus
siete ponentes habían sido miembros de las cortes franquistas. En Italia, sin ir
más lejos, sería impensable que en la redacción de la constitución italiana
hubieran participado miembros destacados del régimen de Mussolini. En esta
revalorización de la Constitución no se tiene en cuenta que su contenido fue
supervisado por los jerarcas del ejército, que incluso hicieron aportaciones
directas al texto (artículos 2 y 8). La Carta Magna tampoco plantea, ni siquiera
entre líneas, fórmula alguna de condena del franquismo.
Este anteproyecto de Ley no impugna la legitimidad del régimen franquista y
nada más se centra en sus “órganos represores”. Ignora la existencia de la
máxima institución del estado, cuyo representante goza de absoluta inmunidad
y es el jefe de las fuerzas armadas… Olvida que la monarquía, gracias a un
sangriento golpe de estado, fue impuesta por el dictador en sustitución de la
legalidad republicana.
La supuesta “memoria democrática” que pretende promover la futura Ley,
aunque incluye con la consideración de “víctimas del franquismo” a los maquis,
la guerrilla antifascista que actuó hasta la primera mitad de la década de los
sesenta, no les reconoce el estatus de combatientes y legítimos opositores
armados contra el fascismo. Estamos muy lejos del reconocimiento que maquis
y partisanos tienen en Europa, donde son considerados auténticos héroes
nacionales. Algunos de los guerrilleros calificados como delincuentes por la Ley
franquista de bandidaje y terrorismo poseen las máximas distinciones de
Francia, pero no del estado español.
La falta de conformidad a una regla general ha supuesto hasta ahora
auténticas aberraciones, que la nueva Ley no corrige. Por ejemplo, el primer
nombre de la lista de las víctimas del terrorismo es el teniente de la Guardia
Civil Francisco de Fuentes Fuentes y Castilla Portugal, responsable de la
banda de mercenarios a sueldo del fascismo que, en 1960, emboscó al maquis
anarquista Quico Sabater y asesinó a cuatro de sus compañeros. En el tiroteo
murió el jefe del operativo y “el Quico”, después de ser calificado como bandido
por la justicia franquista, se convirtió, con la aplicación de la Ley de 2011 de
Es un proyecto de Ley que no rompe con el pasado fascista y, por tanto, no
permite aplicar justicia ante los numerosos crímenes de la dictadura. No se
atreve a abordar la responsabilidad penal de los verdugos y focaliza su acción
en la rehabilitación de las víctimas, a las que no se les ofrece una reparación
real, más allá de un reconocimiento simbólico que, en todo caso, llega tarde,
tan tarde que parece una burla.
La propuesta de “Ley de Memoria democrática” se olvida, no ya de derogar,
sino simplemente de mencionar la Ley de Amnistía de 1977, instrumento
fundamental para blindar la impunidad de los criminales del franquismo.
En definitiva, una muestra más de la debilidad política, ideológica y cultural de
la izquierda institucionalizada, incapaz de formular una Ley que garantice la no
repetición de los crímenes fascistas. Una izquierda incapaz de abordar la
pervivencia y continuidad del franquismo desde una perspectiva de defensa de
la democracia formal, ya que hace tiempo que la perspectiva de clase la ha
perdido.
A pesar de la preocupación de algunos de los promotores por acabar con las
ofensas más llamativas a la memoria de tantas víctimas (anulación de juicios y
dignificación de muertos y desaparecidos), este texto tiene como principal
objetivo el blanqueo del dogma constitucionalista, centrado en la obsesiva
defensa de la unidad de la patria –Antes roja que rota– y, de paso, la
naturalización del concepto de Nación española.
Una nueva Ley al servicio del inmovilismo, que busca recuperar y homologar la
imagen del Estado español con el resto de estados de Europa. Una imagen
que ha quedado muy dañada por la reciente represión del movimiento civil
catalán, los numerosos escándalos de corrupción de la monarquía, las
vergonzosas prácticas judiciales y las recientes declaraciones de las máximas
autoridades del ejército, que aunque actualmente estén en la reserva, han
mantenido el control de la institución a lo largo de estos 45 años de democracia
tutelada.

Destacada
Éxodo, por Pablo Touzón y Federico Zapata

FÚTBOL Y ESTADO, ASUNTOS SEPARADOS
“Is he the President of Argentina?”. La pregunta se repitió por doquier entre los cientos de millones de personas que observaban, desde los cinco continentes, el ingreso regio del Chiqui Tapia junto con Emmanuel Macron al final de la mejor final de la Historia. La pregunta no sólo registra el descenso del peso de la Argentina en los asuntos mundiales –a esta altura, una obviedad analítica- sino también, y principalmente, un estado de las cosas en la relación entre política y sociedad en nuestro país. La pregunta nacional, proyectada al universo: ¿Quién es el presidente de Argentina? Un símbolo viviente del -Jorge Asís dixit- “poder vacante” contemporáneo.
Lo que cada cuatro años suele considerarse un momento (“la sociedad se desconecta durante el mundial”) parece haber evolucionado hacia un estado (“la sociedad se desconectó desde el mundial”). Estamos transitando un modo “política post-mundial” que ha dejado a la sociedad argentina en un lugar diferente en relación con el universo de temas y actores que definen el ecosistema político. ¿En qué sentido? ¿Cómo opera esta desconexión? ¿Cuál es su dinámica?
En el año 2000 el italiano Toni Negri y el norteamericano Michael Hardt escribieron un libro que fue una marca de época: Imperio. Este comenzaba con la cita anónima de un partisano italiano: “Queremos destruir todos los monumentos ridículos a aquellos que han muerto por la madre patria y erigir en su lugar monumentos a los desertores. Los monumentos a los desertores representarán a todos aquellos que murieron en la guerra, pues cada uno de ellos murió maldiciendo la guerra y envidiando la felicidad del desertor. La resistencia nace de la deserción”.
La fecha no es antojadiza. Un prólogo al 2001. La caída de las Torres Gemelas y el principio del fin del Fin de la Historia. Una crisis que tuvo en estas pampas un pulso propio. El desplome de la convertibilidad y de su pacto social, que generó la línea de fractura democrática entre sociedad y política más importante hasta el día de hoy: que se vayan todos. La furia colectiva contra la élite política. Pero ese enojo presuponía también una expectativa. Un “todavía espero algo” de la política. La secuencia entre las asambleas barriales, Luis Zamora, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner lleva las marcas de ese reclamo: nos enojamos contra los que nos importan.
En esa ciénaga cultural, la pandemia operó como una suerte de Big Bang. Un nuevo trastocaminto del acuerdo precario e inestable que unía a la política con la sociedad.
Por el contrario, la larga crisis croniquizada que se abre en 2008 no tuvo ninguna resolución constituyente. En fuga permanente hacia adelante, el proceso de una crisis que se sostiene, pero nunca se resuelve fue generando un proceso sostenido de desafección. Este año votarán por vez primera los jóvenes nacidos entre 2007 y 2008. Han crecido en una sociedad que, desde 2011, no ha generado empleo privado formal, no ha crecido ni se ha desarrollado económicamente y que nunca ha tenido una inflación menor al 20% anual.
En esa ciénaga cultural, la pandemia operó como una suerte de segundo big bang. Un nuevo trastocamiento del acuerdo precario e inestable que unía a la política con la sociedad. Organicemos un odio y a eso llamémosle “Orden”. El emergente en este caso no es un Luis Zamora, es un Javier Milei. Estamos transitando un 2001 por otros medios. No se trata de una furia, como en aquel entonces. Como ya mencionamos, el enojo supone aún expectativas con respecto a la política. Esta crisis es un éxodo. “Si no se van ustedes, entonces nos vamos nosotros”. Ya no se quiere sacar a los políticos. Ya nadie espera que le solucionen los problemas. En una forma excéntrica de autogobierno, ahora simplemente se desea hacer rancho aparte. “Si el Estado ya no puede salvarme, al menos que no me rompa las pelotas”.
El mundial funcionó, en este marco, como un espejo perfecto de esta situación dolorosa. Una sociedad que siente que vale más que su dirigencia política. O, en otros términos, una sociedad que siente que la clase política no está a su altura. Todo lo que funciona en la Argentina parece pertenecer a la sociedad a pesar de la política. De “Argentina, 1985” a la “Scaloneta”. En ese sentido, Lionel Messi no sólo se consagró campeón del mundo: se calzó en la testa la corona de nuevo arquetipo nacional maridando con su ethos la sociedad argentina de su época. Lejos en Europa, desde su exilio temprano, porta el extrañamiento, la mirada distante y crítica hacia la dirigencia de su país que hoy es trending topic. Lionel, protagonista involuntario del drama nacional de estos días, escenificó con su rechazo a ir al balcón un perfecto anti Mundial ´78. Fútbol y Estado, asuntos separados. La pelota no se mancha. Y como un símbolo de este nomadismo dislocado, no confronta, se corre y le hace un Ole.
La Argentina transcurre al costado de la clase política. Una sociedad “blue” que se las rebusca para subsistir y observa preocupada y distante el Mundial de la política que se acaba de abrir, sin la pasión ni el compromiso del otro. ¿Quién tiene una cábala para las PASO?
LA SOCIEDAD NO EXISTE
Desde Qatar, la sociedad no ha vuelto a reconectarse. Ni siquiera los intensos y sus cruzadas yihadistas logran despertar el interés de la hoy porosa y micro segmentada mayoría social argentina. Del Mundial a la Casa de Gran Hermano, la política ha quedado sola, interpretando una obra de teatro sin espectadores. O un “circo sin público”, al decir de Carlos Pagni. Con sus propios dramas de circuito cerrado, la política ha devenido en un sistema autopoiético que ha internalizado su entorno. Se auto-narra y se auto-habla.
Buscando desesperadamente volver a representar, la política argentina de hoy imita a la inflación: a fuerza de emitir candidaturas, las devalúa
En este punto, la desafección parece ser mutua. Buscando desesperadamente volver a representar, la política argentina de hoy imita a la inflación: a fuerza de emitir candidaturas, las devalúa. La confusión de nombres, logos, tweets y panelismos corre en paralelo a esta indiferencia activa.
La pregunta central es, entonces, si existe una salida. Si es posible reinventar un camino que reconecte a la sociedad con la política. La problematización sobre esta diagonal debe partir, necesariamente, por analizar primero la capacidad de respuesta de estas coaliciones tal y como existen hoy. Al respecto, los intentos –hasta el momento fallidos- de regeneración de liderazgos, parecen sugerir algunas hipótesis.
En primer lugar, que las coaliciones actuales dividen la política argentina de una forma que no traduce de manera fiel los clivajes realmente existentes en nuestra sociedad, creando confusión y falta de nitidez en la “oferta” electoral. Si en un ejercicio hipotético se disolvieran las coaliciones políticas, probablemente la sociología reordenaría el mapa político de las élites en cuatro grandes espacios: el que conformarían Javier Milei, Patricia Bullrich y un rebrandeado Mauricio Macri, hoy alejado del obamismo-duranbarbismo de antaño, al cual se sumarían sectores del radicalismo presentes en las provincias más antikirchneristas; un segundo espacio compuesto por el cuadrante entre Horacio Rodríguez Larreta, Martín Lousteau, Gerardo Morales y ¿Massa?, que federaría gran parte del radicalismo y de algo del espíritu peronista no kirchnerista (sea lo que eso sea hoy); y el kirchnerismo, en crisis abierta pero conservando ampliamente la pole position en el sistema peronista y el liderazgo dentro del universo progresista del AMBA, sobre todo a partir de la centralidad electoral que asume Axel Kicillof en la PBA ante el repliegue de CFK, a los que suma un espectro de gobernadores e intendentes del tercer cordón. A este mapa más “ideológico” –si se quiere, y a falta de mejor definición a mano- se le suma uno federal y territorial, más difuso, de aquellos que no se sienten representados o contenidos del todo en ninguno de estos bloques, cuyos casos más destacados podrían ser figuras de orígenes y trayectorias tan distintas entre sí como el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti y el neurocientífico y diputado nacional Facundo Manes o miembros de la galaxia de gobernadores peronistas que deben gobernar sociedades no peronistas (sobre todo la Región Centro y una parte de Cuyo). Desde ya, la economía política de cada uno de estos bloques porosos e inestables (su esquema de alianzas empresariales, de medios, sindicales, etc.) y su demografía electoral tampoco son iguales.
En segundo lugar, las coaliciones rechinan porque son la fotografía de un mundo anterior: la galaxia en la cual Cristina Kirchner era el centro indiscutible del sistema político. El principal argumento en favor de su defensa es el que podríamos sintetizar como “el miedo a ser Perú”. Es decir, el caos y la atomización que serían la resultante de la desarticulación del actual sistema de coaliciones. Es, digamos, su principal fundamento extorsivo, a riesgo, claro está, de multiplicar los Frentes de Todos por todos lados: la disfuncionalidad crónica hecha modelo político. Sin embargo, las coaliciones no son neutrales, y funcionan como tableros organizativos diseñados para favorecer la perdurabilidad de sus fundadores, obstaculizando el surgimiento de nuevos liderazgos. “Cumelén” y el “Patria” son sus destinos manifiestos, incluso para aquellos candidatos que cuentan –como Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta en el caso de Juntos- con fundamentos suficientes como para pelear con justicia por la emancipación.
El teorema del orden político argentino consiste en mantenerse a sí mismo a costa de renunciar a toda posibilidad de transformar hacia afuera, lo cual a la postre termina por deslegitimarlo más. Crear 1, 2, 3 Frentes de Todos. Un poder que de esa manera nace vicario, y compromete de origen la gobernabilidad posterior: el gran riesgo del 2023.
EL PODER ¿DÓNDE ESTÁ?
Una pregunta subyace. El fantasma que recorre el mundo y que en Argentina presenta una urgencia acuciante ¿Es posible el poder? ¿Puede reconstruirse en el marco de una sociedad de algoritmos y redes sociales? ¿Puede deconstruirse la microsegmentación y la des-federalización creciente? El kirchnerismo cierra en su crepúsculo un círculo perfecto: nace como el proceso de reconstrucción de la autoridad política que suturó la fractura del 2001 y termina su periplo histórico desarticulando la figura del poder y la autoridad presidencial en la Argentina. Deja el sillón de Rivadavia roto. ¿Quién puede ser presidente?
Algunos meses después de la pandemia, Marcos Peña rompió su silencio escribiendo un artículo interesante sobre esa imposibilidad, adentrándose en una indagación incluso psicológica sobre ese poder imposible. El tema es que a esa teoría sociológica siempre le faltó una teoría política. No sólo describir “El Fin del Poder”, a la Moisés Naím, sino proponer qué hacer con ese diagnóstico. Como llenar ese vacío en lugar de congratularse por él. La experiencia del Frente de Todos hizo realidad in extremis ese diagnóstico: la cadena de mandos en la Argentina no existe, ni en el Estado ni (podría decirse) fuera de él. Otra circularidad a 20 años del 2003: del Estado presente al Estado fiscal y moralmente quebrado.
El quid del problema consiste en que no hay transformación posible sin una reconstrucción de esa autoridad, y no hay reconstrucción de esa autoridad sin volver a dotar de poder el kilómetro cero de orden político argentino, que es el Sillón de Rivadavia. Sin reconstruir esa “vertical” del poder, la política gira caóticamente sin centro. Nada podrá hacerse, ni la revolución socialista ni la revolución liberal ¿Se pueden hacer reformas sin la reconstrucción de esa vertical? En Argentina al menos, no hay experiencias históricas en ese sentido. De Alfonsín a Menem, de Duhalde a Kirchner, el poder politico funda el orden económico y social en la Argentina. Es su marco de posibilidad y columna vertebral, así como de cualquier intento de reforma o de revolución.
La lógica coalicional parece una respuesta a esta caída de los dioses, a esta disolución o microsegmentación del poder, y probablemente ello explique porque este sistema de coaliciones parece congénitamente diseñado para no resolver nada. Acompañante terapéutico de la crisis, al decir de Martín Rodríguez. Pero esta deconstrucción del poder también se lleva puesta toda idea posible de futuro. Parafraseando a Fukuyama, sin poder estamos ante el fin del futuro. La respuesta práctica a la vertebración de un nuevo poder es también una condición de posibilidad necesaria para ponerle fin al “fin del futuro”.
La agenda económica y social, en los hechos, genera más “consensos” de los que se expresan, en parte como consecuencia del marco restrictivo que imponen la mishiadura y los compromisos externos. Por eso, el mandato central de la época tiene mucho menos que ver con el vaivén entre halcones y palomas, moderados y polarizados (términos que, en última instancia, expresan toda la disfuncionalidad de esta era) que con esta reconstrucción de la legitimidad del liderazgo político. Sin este, la política es un ejercicio impotente que deserta de su misión transformadora fundamental, que podria concluir en un diálogo imaginario entre la sociedad argentina y su clase política: “Yo te dejé, pero porque vos me abandonaste antes”.
Pubicado en panamarevista.com, el 5 de marzo de 2023.
Destacada
Informe Especial: Historia del ‘chineo’, por Marcelo Valko.

Solo buscan haciendas y el oro
y la plata y fornicar
Guamán Poma
Espanto naturalizado
El término “chinear”, “salir a chinear” o “ir de chinas” significa que un hombre o un grupo de varones sale a los caminos para ver si atrapa alguna indígena para violarla. Así de simple, directo y trágico. Verán que no exagero. Hace ya unos cuantos años, la primera vez que fui al noroeste argentino (NOA) a dar un seminario varias alumnas me pusieron al corriente sobre el significado e implicancias de “salir a chinear”, un accionar que nos retrotrae a las oscuridades de la encomienda pero que suceden en la actualidad como “una arraigada costumbre”. Aclaro el extraño origen del vocablo. Tanto en el sur como en el norte, las tropas del Ejército que perpetraron el genocidio contra los pueblos originarios utilizaban la denominación “china” para referirse a las indígenas. El término se naturalizó sobre todo en el NOA. Para aquellos que tienden a minimizar, ningunear o invisibilizar el dolor ajeno veamos algunos títulos de los últimos tiempos: “Una adolescente wichí fue violada por cuatro varones criollos” (Página/12: 13/06/2020); “Violan a una joven wichi en Chaco y se reactualizan los reclamos” (La Nación 03/05/2020); “Salta: comenzó el juicio por una violación grupal de una nena wichí de 12 años. Son ocho los acusados: seis adultos y dos menores” (Clarín 20/02/2019); “Salir a chinear” (Página/12 09/09/2011); “Integrantes de la comunidad Qom denunciaron torturas y abuso sexual” (Infobae 02/06/2020). Estos delitos tienen tal envergadura regional que llevó a que el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir lancen una campaña al respecto: “Mujeres indígenas piden erradicar el chineo, la violación de niñas considerada costumbre” (Telam: 08/03/2020). Este movimiento no exagera con su campaña ya que se trata de un delito muy extendido que paradójicamente cuenta con escasa trascendencia en los medios de difusión. Esto último se debe a varios motivos, más allá del pudor o vergüenza que puede experimentar la víctima, calla sobre todo porque sabe y le consta que es muy improbable que le tomen la denuncia y aun casi imposible que el culpable reciba el castigo que merece. Incluso el sistema judicial encarnado en abogados, policías e incluso médicos legistas participa del escarnio a la víctima tergiversando los hechos y poniendo en duda lo ocurrido.
Repeticiones

¿De dónde surge esta espiral de violencia que para unos es una suerte de juego o cacería deportiva y para otras es una tragedia que las perseguirá por siempre? En alguno de sus textos Borges asegura que “al destino le agradan las repeticiones”, que las mismas escenas se repiten una y otra vez como una espiral. Si esto es así, veamos si podemos rastrear algún inicio de tal “costumbre”, de donde provienen estas repeticiones. Para dar cuenta de la espantosa situación que se esconde detrás de la relación “chinear y costumbre” advierto que un sinónimo de “costumbre” es hábito, algo que se reitera en forma rutinaria, y como toda tradición cabalga en una línea temporal. Adelanto en principio que estas violaciones sexuales expresan un síntoma de una estructura enferma y putrefacta que tiene origen en el Descubri-MIENTO y la Conquista.
Como suelo explicar en libros y charlas, los delitos dejan huellas, el dolor necesita emerger, quienes fueron silenciados necesitan hablar, la sangre precisa señalar a los culpables. Las pruebas del genocidio están, nos aguardan, solo hay que tener la paciencia de buscar y encontrar. Comencemos por el contexto. Desde 1492 América no tenía propiedad ni dominio sobre su territorio ni tampoco pertenencias, tenía tesoros que Europa “descubría o encontraba” y obviamente se los quedaba, otro tanto sucedía con las personas consideradas como cosas: los hombres utilizados como combustible biológico hasta morir y las mujeres empleadas en tareas domésticas y como desahogo sexual. Hagamos un breve sondeo de los vestigios iniciales de la “costumbre de chinear”. Por ejemplo Ulrico Schmidel el primero de los cronistas que remonta el río Paraná en su Verídica descripción asegura: “Las indias son muy hermosas y no se tapan parte alguna de sus cuerpos, pues andan desnudas tal como su madre las echó al mundo… son grandes amantes, afectuosas y de cuerpo ardiente, según mi parecer”. Más allá del alarde bravucón, Schmidel que vino con la expedición de Pedro de Mendoza no menciona que pensaban ellas de esas gentes invasoras, no cuenta cómo llegó “al cuerpo ardiente” ni que sentían ante la lujuria de esos hombres brutales que tomaban a su antojo bienes y personas. Siempre habla en plural “las indias son…” nunca indica un nombre femenino, no le interesa, son simples plurales ya que dejan de ser personas para transformarse en objetos sexuales. Además, y no es un dato menor, en ningún momento menciona a las parejas y que pasó con ellos…
Idioma sin hablantes
Colón en 1494 le encomienda a Ramón Pané un fraile de la orden de San Jerónimo que recopile las creencias de los taínos y realice un diccionario. La idea era simple, comprender el funcionamiento de la sociedad antillana para utilizarla en su provecho. Si bien intenta comenzar por el principio, a pocos renglones de iniciado su relato extravía el rumbo previsto para ensimismarse en el sexo “de las hembras”. Su Relación comienza explicando como “surgieron las mujeres”. Apartándose del encargo de Colón para conocer la cosmogonía, tradiciones y datos de interés, el fraile se enfoca en la desnudez bronceada de las mujeres que tiene delante, la descripción de la creación del mundo según los taínos debe esperar su turno. Comienza exponiendo que en principio solo había hombres en la isla y una suerte de seres asexuados. Hasta que apareció un pájaro que picoteó “en el lugar donde ordinariamente suele estar el sexo de las mujeres. Y de este modo tuvieron mujeres”.Tengamos presente que hablamos de un sacerdote y no del último de los marineros… Varios párrafos después Pané advierte su error “puesto que escribí de prisa y no tenía papel bastante, no pude poner en su lugar lo que por error trasladé a otro. Volvamos ahora a lo que debíamos haber puesto primero, esto es, la opinión que tienen sobre el origen del mar”. Vale acotar además que su Relación no tuvo la utilidad prevista, ya que a poco de estar finalizada no quedaban taínos, los habitantes que sufrieron el primer embate del “Descubri-MIENTO”
“Desvirgar por fuerza”

Medio siglo después en la zona andina el cronista indígena Guamán Poma describe la situación desde el otro lado lanzando una clara acusación sobre el siniestro comportamiento de los españoles que ejercen el poder. Expresa los sentimientos de impotencia y desazón frente a la injusticia. La captura de mujeres fue una constante y es otra arista del cruel genocidio desatado sobre la población originaria. Escuchemos la voz del pasado que nos muestra los males del presente: “Por causa del dicho corregidor, padre, encomendero y demás españoles que roban a los indios sus haciendas y tierras y casas y sementeras y pastos y sus mujeres e hijas, por así casadas o doncellas, todos paren ya mestizos y cholos. Hay clérigos que tienen veinte hijos y no hay remedio… por donde no multiplica ni multiplicarán los indios de este reyno”.

A diferencia del jactancioso Ulrico Schmidel que habla de “cuerpos ardientes” el andino Guamán Poma pone de manifiesto la brutal lujuria de los conquistadores: “Como después de haber conquistado y de haber robado, comienzan a quitar las mujeres y doncellas y desvirgar por fuerza. Y no queriendo le mataban como a perros”. Se advierte fácilmente la enorme distancia entre una crónica y otra. Mientras desde la óptica del conquistador que escribe para su público europeo cuenta sobre las “grandes amantes” el vencido habla sin pelos en la lengua y denuncia que si las mujeres se resistían “las mataban como a perros”. Su Nueva Crónica y Buen Gobierno tiene casi 1200 folios y 400 dibujos, me interesa referirme a uno en particular para que se entienda de cuán lejos viene el “ir de chinas”. La imagen que acompaña esta nota y que publiqué con una descripción pormenorizada en “Pedestales y Prontuarios” golpea de modo especial. En ella se observa a una indígena desnuda en el lecho. Es de noche y dos funcionarios reales con velones se entretienen eligiendo mujeres mientras levantan “la frazada y les miran las vergüenzas y así no hay remedio en todo el reyno”.
Legado de injusticia
El advenimiento de la Republica no modificó las estructuras semifeudales del NOA, donde el hacendado reemplazó al encomendero y el político heredó a los funcionarios reales. La desinversión y el desempleo obligan a la sumisión donde los mínimos favores del poder deben ser pagados con creces desde votos o en especies. Además, existe un imaginario de extendido racismo hacia los pueblos originarios, considerados como un otro devaluado, una humanidad inferior. Esta es otra de las taras que no logró erradicar la Independencia y van doscientos años…. En ese contexto debe ser entendido la cacería de adolescentes que significa “ir de chinas”. En síntesis, para tener una idea cabal de la trágica impunidad regional y las extendidas implicancias de tal “costumbre” que se reitera en el tiempo, recién el 25 de febrero de 2019 se produjo la primera condena por la violación en banda de una niña indígena en Argentina. Recién la justicia zonal o debería decir feudal “funcionó”. Más de cinco siglos para condenar por primera vez “la costumbre de ir a chinear…”. Es lento, pero viene… http://marcelovalko.com

Destacada
Dónde escribo lo que escribo, por Patricia Borensztejn | Enredados en las redes

Publicado en https://patriciamiriam.wordpress.com/ el 23 de febrero de 2023
Mucha gente se queja de las redes, en las redes. ¿Dónde podrían quejarse de las redes, si las redes no existieran?
Ponele, por ejemplo, que el tipito se arma un escaloncito, (se lo puede pedir al pibe lustrabotas, por un pequeño ratito, que se lo preste) y se sube al banquito puesto en la exitosa esquina (por el tango, digo) de Corrientes y Esmeralda. Y desde ahí, arenga contra los teléfonos celulares, no por los teléfonos celulares o móviles en sí mismos, sino porque estamos conectados a través de ellos a las redes.
Los que pasen por ahí dirían, a este tipito (o tipita) le falta un tornillo. Y nadie escucharía su arenga. Porque, y aquí viene el hermosísimo contrasentido, para estar contra las redes, hay que estar en las redes. De la misma manera que para estar contra la sociedad, hay que estar en la sociedad. Parece. Porque si estás fuera, no existís. Y si no existís, nadie te escucha ni nadie te ve ni nadie te empuja ni te discute ni nada. Nada.

Y ahora viene lo siguiente. Y a vos, ¿qué te importa? Quiero decir, ¿qué te importa que no te vean si vos te haces invisible? ¿O acaso te haces invisible para que te vean?
Todo se convierte en un gran lío, si uno lo piensa demasiado. Así que, yo, que escribo en las redes, y ahí deposito mis pequeños sentimientos, (nunca demasiado pequeños para mí, solo lo digo por los otros) estoy a favor de las redes. Eso. Está dicho. Me gustan.
Podría imaginarme un mundo sin teléfonos. No me costaría mucho porque viví en un mundo sin teléfonos. Incomunicada. Y aprendí que el hombre todo lo puede, con tal de tener a mano una voz, una mano, una letra amiga. Lo que sea que emita otro semejante. Así que no me asustan las redes, las bendigo, les doy la bienvenida.
Para cada uno serán lo que cada uno quiera que sean. Las redes. Para mí, es un cuaderno infinito de muchas hojitas. Donde escribo lo que escribo. Y luego arranco la hojita y ella vuela, hasta que te encuentra, donde quiera que estés, lector, mi lector.


Successión.De cómo Ernestina truchó un testamento, por Juan José Salinas

Síntesis informativa LCV / piqueteros liberados; AFIP restituye legajo trabajador desaparecido; Paritarias; Ley de envases y más
