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Aceiteros: “La detención de Emilio Parodi es una victoria”.

El hombre estaba tranquilo, como siempre. Elegante, con un fino sweter escote en ‘V’ parecía lo que era: un abogado de renombre con una brillante carrera sobre sus espaldas. El vecino ideal.

Este buen vecino se llamaba, y se sigue llamando, Emilio Parodi (nada que ver con el de Bustos Domeck). Ahí está don Parodi, con sus 82 años, bien plantado, vital como siempre, cuando, de pronto, la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) irrumpe en su departamento de Vicente López para detenerlo.

Todo empezó en esos malditos años setenta. Bien podría haber sido como Natalio Ruiz, un hombrecito gris, pero Parodi había encontrado una veta para brillar. Andaba por los 40, esa edad en la que muchos quieren ponerle un broche a una carrera. En el año 1976, Emilio Parodi era el mandamás de la oficina de Recursos Humanos de la principal cerealera del país: Molinos Río de la Plata. Una marca tan argentina como la famila Falcón. Aceite Cocinero y harina Blanca Flor eran las marcas del momento.

Resulta que, de golpe y porrazo, las fuerzas de seguridad allanaban su casa acusándolo de ser responsable de la desaparición y la muerte de decenas de obreros. Sí, decenas. Así fueron las cosas.

El 7 de julio de 1976, el Ejército argentino entró a la planta de Avellaneda de la empresa Molinos y se llevó a decenas de trabajadores que nunca más aparecieron. Las versiones varían entre 70 o 90 personas. Sí, setenta o noventa personas, casi un centenar, digamos. El operativo militar no fue al voleo, tenían una lista, buscaban a los ‘subversivos’ de la fábrica.

¿Quién pudo confeccionar esa lista? Nuestro hombrecito no gris, el dignísimo Parodi. De hecho, la mayoría de los secuestrados eran delegados sindicales de la lista 17 de octubre, de la JTP, que en el ’73 le había ganado a la burocracia sindical. Es decir, gente de izquierda, de peronismo de izquierda que le había ganado la parada al peronismo de derecha. Así empezaron los reclamos sindicales y las tomas de fábricas por mejores condiciones laborales. Obreros como esos le hacían perder dinero a la empresa. Entonces, vino el golpe de 1976 a ‘poner orden’.

Fue suficiente que un miliquito le preguntara al Jefe de Recursos Humanos: ¿quiénes son los que les hacen perder plata? (bah, seguramente la pregunta no es textual, debe haber preguntado por ‘los subversivos’, que no es lo mismo pero es igual). Parodi hace una lista, solo hace la lista, ignora lo que los militares harían para poner ‘orden’. Quizás. Pero después se enteró, sin dudas, y eso no le quebró la vida. Aquí está, en su linda casa de Vicente López, con su ‘bremer’, viendo como unos policías entran a detenerlo por una orden judicial: un tal fiscal Kreplak lo acusa por 23 privaciones ilegítimas de libertad entre 1976 y 1978. Nuestro no Natalio Ruiz, permanecerá detenido en su casa con custodia de la PSA, la policía aeroportuarisa.

En todo crímen se busca un motivo ¿Qué consiguió Bunge y Born después de esta masacre? Su productividad aumentó. En 1980 tenían más de una decena de plantas en el país y facturaba casi 400.000.000 dólares al año.

Hoy, el sindicato Aceitero, el que representa a los trabajadores de empresas como Bunge y Born, dió su opinión sobre el arresto de Emilio Parodi. Vale la pena leerlo completo:

Desde la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina celebramos el acto de Memoria, Verdad y Justicia ocurrido en la Causa Molinos Río de la Plata, donde somos querellantes en representación de nuestros compañeros trabajadores aceiteros detenidos desaparecidos, con la detención por delitos de lesa humanidad de Emilio Parodi, gerente de la empresa durante la dictadura genocida.

Parodi, como empleado de Bunge y Born, propietaria en ese momento de la empresa, está imputado por ser parte de la organización que confeccionó la lista de los trabajadores aceiteros de la planta de Molinos ubicada en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, que fueron secuestrados debido a su actividad sindical por el aparato criminal del Terrorismo de Estado, en algunos casos junto a sus familiares.

Fue detenido este martes por orden del juez Ernesto Kreplak que actúa en la causa Molinos.

Este hecho de tardía justicia, pero justicia al fin, es de la mayor importancia. No solamente para las familias que han sufrido profundamente, sino también para el conjunto de la clase trabajadora, que fue el principal objetivo atacado por la dictadura genocida.

Si tantas veces se comprueba que el Poder Judicial tiene un ritmo disociado de las necesidades y los tiempos de quienes son agredidos y vulnerados, también comprobamos que la justicia llega cuando tiene atrás el clamor de todo un pueblo, como ocurrió con esta lucha de décadas por Memoria, Verdad y Justicia en Argentina.

Nos señala la importancia de seguir luchando para evitar que tragedias históricas como esta se repitan en nuestro país.

Lo decimos con la mayor severidad cuando vemos que nuevamente en nuestro país, específicamente en Jujuy, desde hace semanas se vive bajo una brutal política represiva con allanamientos y detenciones ilegales, violencia policial, torturas y abusos contra trabajadores y comuneros.

Aunque los medios hegemónicos lo silencien y a diferencia de la década del ’70, las nuevas tecnologías facilitan el registro y la difusión de estos hechos. Debemos afianzar y redoblar nuestra conciencia para luchar por las libertades democráticas y sindicales ante la nueva ofensiva que desde sectores del poder económico concentrado están desplegando contra el movimiento obrero y el pueblo argentino.

En este marco, la detención de Emilio Parodi es una victoria de la labor de años de familiares de las y los compañeros aceiteros detenidos desaparecidos de Molinos Avellaneda junto a los compañeros trabajadores sobrevivientes, los organismos de derechos humanos y también, nuestras organizaciones gremiales aceiteras, la FTCIODyARA y el SOEIA Capital y GBA.

Nuestra Federación, junto al Sindicato Capital, habiendo asumido el compromiso de continuar representando a nuestros afiliados que fueron detenidos-desaparecidos con la complicidad empresarial, pero también de la conducción sindical de aquel momento, hemos aportados actas y otros materiales documentales, además de presentarnos como querellantes.

Continuaremos promoviendo en la Causa Molinos la investigación de la complicidad hacia arriba y abajo de Parodi, y extenderemos nuestra exigencia de Justicia a las demás causas en otros juzgados del país por los crímenes empresariales cometidos bajo la dictadura.

¡Memoria, Verdad y Justicia!

Comisión Directiva
Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina
F.T.C.I.O.D y A.R.A.”

Las trabajadoras y trabajadores que fueron víctimas de los delitos de lesa humanidad investigados son, en principio, Francisco Fernández, Rubén Mataboni, Eduardo Rosen, Roberto Ribolta, Héctor Vidal y su esposa María Inés Ávila, Humberto Dippólito, Juan Carlos Pasquarrosa, José Jacinto Pasquarrosa, Héctor Dadin Vasere, Avelino Freitas, José Luis Salazar, Carlos Robles, Alfredo Patiño, Carlos de Jesús Espíndola, Santos Ojeda, Ricardo Avelino Almaraz y su esposa Celia Arzamendia, Graciela Vitale, Juan Omar Durante, José Vega, Marcos Augusto Vázquez, Jorge Luis Gurrea, René Albornoz, su esposa Elba Noemí Musaschio y Paula Noemí Albornoz Musaschio, hija de ambos, quien fuera apropiada cuando tenía 6 meses de edad, luego de la desaparición de sus padres

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El portazo de la CGT. Piden Pan no le Dan.

Contra todo pronóstico, en la CGT primó la unidad y el sector ‘dialoguista’ que había mantenido una reunión cordial con el Secretario de Trabajo, Julio Cordero, el 16 de julio, reconsideró su postura y anunció que no participará de la mesa de diálogo propuesto por el gobierno junto a las Cámaras Empresarias prevista para la semana próxima.

Luego de una intensa reunión del Consejo Directivo de la CGT este jueves en la sede de Azopardo, sin la presencia de Gerardo Martínez quien ya se anotaba para formar parte del Consejo de Mayo en representación de la Central Obrera y era el más preciado interlocutor de Milei, los líderes sindicales debieron admitir que el dilatado diálogo de sordos propuesto por el gobierno no estaba dando resultados.

En el primer encuentro de algunos dirigentes de la CGT en la Secretaría de Trabajo, el 16 de julio, había quedado claro el reclamo gremial por ganancias, incluso Héctor Daer declaró al salir de la reunión que estaban dispuestos a negociar una suba del piso salarial que había quedado atrasado, a pesar de la postura de grandes gremios de reiterar que ‘el salario no es ganancia’. En esa ocasión, el único triunviro presente, líder del gramio de Sanidad, aclaró que no se había hablado aún del Salario Mínimo, siendo un tema pendiente de conversación. Así las cosas, se postergaba por 15 días un nuevo encuentro, esta vez tripartito entre el Estado, trabajadores y empresarios.

La inconsulta publicación en el Boletín Oficial de la reglamentación del impuesto a la ganancias, en la cual no se mueve un milímetro de lo votado en el parlamento -deberán tributar al Estado los trabajadores que ganen más de 1.800.000 en caso de ser solteros, y 2.200.000 si tienen familia- fue una provocación que dejó sin argumentos a los más dispuestos al diálogo.

Antes del inicio de la reunión del Consejo Directivo, Pablo Moyano anticipó ante los medios su postura: “Estoy convencido de que hay que confrontar contra este Gobierno y contra este modelo económico que está destruyendo a las pymes y al poder adquisitivo de los trabajadores. Ahora quieren que 1 millón y medio de trabajadores vuelvan a pagar Ganancias. El único camino que queda es la confrontación. Junto a gran parte de la CGT vamos a convocar a marchar el 7 de agosto por Paz, Pan y Trabajo. Lo están organizando los compañeros de los movimientos sociales y hay que seguir estando en la calle defendiendo lo que se logró y lo que el Gobierno nos quiere quitar a través de la Ley Bases, la reforma laboral y el Pacto de Mayo”.

Después de varias horas de debate en la sede de la CGT, finalmente fue el mismo Daer quien al finalizar la reunión explicó: No estamos dispuestos a sentarnos en una mesa de conversación y de negociación tripartita cuando habíamos quedado en que íbamos a discutir la reglamentación (de la reforma laboral) y en el día de ayer ya el Gobierno reglamentó algo que también es nocivo de la reforma laboral, como esta figura de que un independiente puede tener tres colaboradores que no estarían nunca en relación de dependencia ni tendrían beneficios sociales.

La mesa estaba servida para los sectores más duros de la CGT. Pablo Moyano destacó ante la prensa que hasta ahora Camioneros apoyó las resoluciones de Consejo Directivo aún si estar de acuerdo. Por su parte, Daer remarcó que lo más importante es ‘estar unidos’ y que ‘esa unidad nunca se puso en juego’. Desde el gobierno hicieron todo lo posible para que se cumpla el anticipo que había hecho Pablo Moyano: “Les dije a mis compañeros de la CGT que no iba a la reunión con Julio Cordero porque después nos iba a cagar, y pasó”.

Como si eso fuera poco, este viernes se conoció el Salario Mínimo Vital y Móvil establecido por decreto por Javier Milei: 254.231 pesos, con una actualización para octubre dispuesta en 271.571,22 pesos. Un salario mínimo irrisorio que no alcanzaría ni siquiera para una alimentación básica.

De inmediato la CGT difundió un comunicado titulado: Otra vez Sopa: Un ofrecimiento empresario que no está a la altura de las circunstancias: “En la tarde de hoy asistimos como representantes de los trabajadores a una nueva reunión del Consejo del Salario, Mínimo, Vital y Movil ( CSMVM), con el objetivo de fijar un nuevo salario mínimo que recupere una parte del poder adquisitivo perdido a lo largo de estos meses. Desde la Confederación General del Trabajo buscamos acordar con el sector empresario a los fines de recomponer esta referencia salarial, pero nos encontramos con una inaceptable propuesta que de ningún modo será aceptada por esta central de trabajadores. La insensibilidad social por parte del sector empresario se traduce en los $245.094 que ofrecieron para el mes de julio, en contraposición con los $480.000 propuestos por la representación de los trabajadores. Esperamos que el Gobierno Nacional no convalide automáticamente este vergonzosa oferta que pocas soluciones traería a los sectores que más lo necesitan”.

Frente a la decisión de la CGT de no participar del ‘diálogo tripartito’, el Secretario de Trabajo respondió: «Ojalá la CGT reflexione sobre esta posición, debemos avanzar en normativas y consensos que son esenciales para una Argentina que convierta en realidad sus propios sueños de grandeza».

En tanto, los gremios analizan cómo seguir el plan de lucha y si participarán de manera oficial como CGT en la marcha prevista para el 7 de agosto por Pan, Paz y Trabajo a San Cayetano.

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Luciano Galfione: “Nos preparamos para una Argentina productiva y hoy tenemos 6 de cada 10 máquinas de última generación paradas”

En una semana en que las cifras de despidos y cierres por la recesión ha puesto una señal de alarma con unas 10.000 pymes que debieron bajar la persiana en el primer semestre, LCV conversó con uno de los principales exponentes de la UIA Jóven. Cómo se formaron, su historia familiar, la relación con los trabajadores y sus perspectivas de futuro. Nora Anchart conversó con Luciano Galfione en un reportaje que recorre los altos y bajos de la industria nacional en Argentina y cómo lo vivieron los hijos de aquellos pioneros fundadores.

Presidente de la organización textil Pro-tejer, Luciano Galfione forma parte de la nueva generación de empresarios que heredaron la pasión de sus padres y abuelos, fundadores de la industria nacional. A los 23 años se recibió de ingeniero electrónico y, con poco más de 40, se convirtió en director de la empresa familiar textil Galfione y asociados, que lleva más de 75 años en el mercado alcanzando 150 empleados.

Hoy tiene la responsabilidad de mantener en pie este emprendimiento familiar en donde se crió. El taller de la fábrica era su parque de diversiones infantil. No son tiempos fáciles. Confiesa que se vio obligado a achicarse y efectuar algunos despidos: “Es tremendo. Yo no tengo un abogado que mando a hablar con cada persona y yo me voy y que le diga que se quedó sin trabajo. Voy yo y pongo mi carita, adelante de cada uno que lo conozco, le conozco a la esposa, a los hijos… Es tremendo, se me va un pedazo de mi cuerpo cuando hago eso. No sé si se entiende, porque es muy difícil de de llevar adelante esa situación. Es horrible.”

Su participación en la vida política industrial comenzó en el 2004 cuando se incorporó a la Fundación Pro-Tejer invitado a participar en la creación de un programa denominado “Nueva Generación Textil”. Junto a Tommy Karagozian y otros jóvenes emprendedores, en el 2012 crearon la UIA Joven. Además de la conducción de la empresa familiar, también creó su propio emprendimiento, “Manos Andinas”, una fábrica de ropa autóctona, con base en Catamarca, que utiliza fibras naturales de oveja, llama, guanaco y vicuña.

Al asumir como presidente de Pro Tejer, en el año 2022, declaró sus objetivos en el cargo: acercar a las nuevas generaciones, formar cuadros jóvenes, reivindicar el rol de la mujer en la toma de decisiones, mantener a la industria textil en el centro de la agenda industrial, y establecer reglamentos técnicos que permitan competir de manera igualitaria sin depender de las políticas de turno.

LCV: ¿Cómo empezó Galfione y compañía?

—Viene todo de una historia familiar de inmigrantes, obviamente, donde mi abuelo, paradójicamente, tenía campos en Santa Fe, y por ese entonces, en el año 47, en un país donde se veía que el futuro era industrial, y producir iba a ser a lo que la Argentina se iba a dedicar, decidió vender esos campos junto con su madre, y se vinieron a la ciudad. Pusieron una fábrica y así empezaron de a poquito. La fábrica de medias terminó transformándose en una hilandería, y así fueron creciendo al calor de nuestro país, con todos los idas y vueltas que tuvo. Después se incorporó mi papá -mi abuelo Hugo se murió cuando mi papá era muy joven- entonces mi papá se tuvo que incorporar con mi abuela, muy, muy joven también, a reconstruir de vuelta toda la empresa.

LCV: ¿Eso en qué año? ¿En qué año a tu padre le toca la parte de la reconstrucción?

—Mi papá estaba terminando el secundario. Así que calculo que fue en el 68.

LCV: Dictadura de Onganía, estamos hablando de ese proceso económico.

—Claro, sí, y mi papá después vivió todas.

LCV: ¿Qué te contó tu padre de la reconversión económica de Martínez de Hoz?

Mi papá las sufrió todas. Se cayó y se levantó como el ave fénix. Por cada una te puedo contar todas las historias, no solo la dictadura, después vino la hiperinflación, después vino el menemato y le agarraron los bones 82, los bones 89, el corralito, y así sucesivamente hasta que después nosotros con mis hermanos, hoy somos tres hermanos que también nos incorporamos a la empresa, ya la primera generación profesional. Siempre reinvirtiendo todas las utilidades de la empresa en pos de poder crecer y demás. A los hijos nos tocó el macrismo y de vuelta volver a recomponer con pandemia incluída. Bueno, lo que vive la Argentina y lo que viven los empresarios pymes. Para nosotros la empresa es parte de nuestra familia, los trabajadores son parte de nuestra familia, y hay que conocer y estar y saber lo que es llegar a fin de mes y tener que pagar los salarios, independientemente de que nos vaya bien o nos vaya mal, porque para nosotros los trabajadores no son un número o un legajo, sino que son familias que conocemos todos, sus hijos, sus esposas, sus esposos, lo que sea. Es lo que sabemos hacer, lo que me enseñó mi papá, lo que a mi papá le enseñó mi abuelo, y así, a trabajar, a producir, a reinvertir lo que uno gana. Nuestro mayor orgullo es cuando podemos generar más y más empleo, generar más y más trabajo argentino. A eso nos dedicamos.

LCV: Tus hermanos y vos son la primera generación de profesionales. ¿El trabajo y el estudio estuvo ligado en tu familia? ¿El estudio, que ustedes fueran profesionales, era un valor alcanzado?

—Por supuesto, como siempre, como todo padre con su hijo quiere que a su hijo le vaya mejor que a uno. Mi papá lo que siempre priorizó en nosotros fue eso, que pudiésemos estudiar, que tuviésemos todas las herramientas para poder progresar y después cada uno fue eligiendo. En el caso nuestro salimos todos técnicos porque nos encantaba, mi papá nos llevaba a la fábrica desde chiquitos, y bueno, le salieron todos ingenieros porque lo llevamos en la sangre. Es muy difícil de explicar a veces porque hay que vivirlo, pero bueno, con lo bueno y con lo malo, ¿no? Porque nosotros terminábamos la escuela y al otro día que terminábamos la escuela nos íbamos a la fábrica. Como hay chicos que por ahí van a jugar la pelota, nosotros íbamos a jugar con los carritos entre las máquinas y esa es parte de nuestra historia y uno la empieza a meter dentro de su propia sangre y después la empresa ya pasa a ser algo más que un simple trabajo.

LCV: ¿Están casados? ¿Tienen hijos? ¿Tienen la idea de la continuidad, de dar la pelea? Digo, ¿hay este estilo de transmisión así tan potente y luchadora?

—A nuestros hijos se nos hace un poco más difícil, ¿sabes? Porque a diferencia quizás de la generación nuestra, donde la empresa estaba muy en crecimiento, y que a pesar de todos los vaivenes, nosotros tuvimos la posibilidad de estudiar y sobre todas las cosas, transformar la empresa para que trabaje en forma profesional, porque me parece que las empresas familiares muchas veces mueren en las terceras generaciones porque no se profesionalizan. Por ahí los familiares se van incorporando solo porque son hijos de, y me parece que hoy las empresas que trascienden son las empresas que están profesionalizadas, las empresas que no dependen de que vos seas hijo de, porque a veces hay tipos que son mucho mejores que uno, y además hacen carrera dentro de las empresas. Lo más importante es que tiene que ver con la proyección de los colaboradores de la empresa, porque si no pareciera que no importa mucho el esfuerzo, si total va a venir el hijo del dueño y me va a reemplazar.

LCV: Yo tuve oportunidad de estar en un desayuno de trabajo con ustedes, y a mí me impresionó la parte de la formación profesional, el tema de que ustedes formaban a los trabajadores, intentaban, o que habían intentado generacionalmente a lo largo de la historia constitutiva de estas empresas transformar esos trabajadores. ¿Esto sigue sucediendo?

—Sí, por supuesto. Eso es parte del entramado pyme y el entramado pyme que va trascendiendo generaciones. Los que trascienden las generaciones son las que hacen este trabajo, que no depende después de que esté el fundador o el hijo del fundador para que la empresa siga viviendo. Eso requiere toda una inversión en el capital más importante que tenemos que es nuestra gente. Primero que mi papá tuvo la gran fortuna, que capaz que tuvo tres hijos varones, que entonces con la parte industrial es como que estabamos ahí y encima los tres hijos varones le salieron técnicos, y después le salieron ingenieros, entonces tuvo una gran fortuna. Ya nosotros hermanos, tenemos hijos, hijas. Mi hija sigue nutrición, por ejemplo. Entonces, ya que por ahí pueda venir la empresa a hacernos el menú para los trabajadores y demás, después empieza a ser más difícil. También nosotros somos respetuosos de las elecciones y a eso hay que sumarle que los pibes hoy, a diferencia de nuestra época, que por ahí todavía no nos podemos ir tan atrás, pero sí es verdad que en muy poco tiempo la sociedad ha cambiado muchísimo. El acceso que hoy tienen los pibes a tanta variedad de cosas, tecnología y demás, y viendo lo que sus padres vivieron, porque esto es una realidad también, a veces prefieren elegir otra cosa, que está muy bien, porque dicen mi viejo se la pasa laburando como una bestia.

LCV: Igual entienden tu pasión, seguramente.

–Absolutamente. Eso es lo que uno más transmite la pasión, la vocación y demás. Pero también ven la realidad. Entonces dicen: Mi viejo se rompe el alma y cada cuatro, ocho, no sé, lo cagan a trompadas.

LCV: ¿Cuántas máquinarias importantes tuviste en el momento de apogeo? Cuántas están funcionando hoy en medio de este, yo creo que es un industricidio, pero no sé, vos me dirás si me equivoco.

—Hoy la situación de nuestro sector es muy compleja. Nosotros en la empresa tenemos un montón de máquinas, pero como para que la gente un poco se haga un número, hoy nuestro sector, de cada 10 máquinas, tiene seis paradas. Un sector que en los últimos en tres años, invirtió más de 1400 millones de dólares. Una serie que no tiene historia, una serie histórica que no se tiene memoria. El sector está tecnificado, el sector está en la frontera tecnológica e hicimos todos los deberes, porque como es un entramado esencialmente pyme, cada vez que a nosotros se nos dio la posibilidad y se nos dio la oportunidad de aumentar nuestra capacidad productiva, tener mercado y demás, allá fuimos e invertimos. Eso es lo que hizo nuestro sector en los últimos tres años. Hoy se han materializado durante el año pasado y este año todas las inversiones, y la verdad que estamos materializando museos.

LCV: ¿Por qué museos?

—Porque nos preparamos para una Argentina productiva, para una Argentina con consumo, y hoy tenemos seis de cada diez máquinas paradas. Máquinas 2023.

LCV: ¿Hay alguna luz por algún lado? ¿Hay alguna esperanza?

—Nosotros, esencialmente, tenemos nuestro mercado en la gente, en el mercado interno. Entonces, en la medida cuando nuestra sociedad pierde poder adquisitivo, al sector textil le va mal, porque el textil es la segunda cosa más importante que utiliza el hombre para vivir, porque la primera es alimentarse, la segunda es vestirse. Pero vos podés usar la ropa del año pasado, entonces cuando te va mal, dejas de comprar ropa. Y de la misma manera, cuando te empieces a ir un poquito mejor, lo primero que hacés es cambiar la remera, cambiar una zapatilla. Entonces, siempre decimos cuando al sector textil le va mal, a la Argentina le va peor, y hoy al sector textil le está yendo mal. Básicamente porque a ninguno de los argentinos, porque además de ser empresario, soy trabajador y a mí tampoco me alcanza el dinero para vivir. En este contexto y con esta utilización de la capacidad instalada, ninguna de nuestras empresas puede ser rentable. Entonces, estamos pasando una situación compleja que ¿cómo se revierte? Cuando la gente tenga un poder adquisitivo un poco mayor, ahí recién se va a reflejar en la actividad.

LCV: ¿Vos crees que eso puede ser posible en el término de los próximos tres años?

—Ojalá que sí, porque si eso no ocurre en el muy corto plazo, a mi criterio, la sociedad no lo va a poder sostener. O sea que yo deseo fervientemente por mi país, deseo eso por mis hijos, por mis colegas. Deseo fervientemente que eso ocurra lo más rápido posible, pero no está en mí esa posibilidad, porque yo estoy convencido que el primero que puede revertir la situación y lo más rápido siempre, como en cualquier lugar del mundo, no es en la Argentina, es el Estado, es el que más poder tiene y el que debe trazar el sendero hacia adelante.

LCV: Claramente. ¿Ustedes qué producen?

—Nosotros producimos hilados y tejidos de fibra sintética, básicamente, que se utilizan para conjuntos deportivos.

LCV: Esto tuvo su momento de apogeo si no me equivoco, en La Rioja y en otros lugares con algunas empresas que se habían afincado.

—Eso es más en el norte de Argentina. El norte en general tiene todo el entramado algodonero. Nosotros hacemos todo de fibra sintética, que es todo lo que usa para camisetas de fútbol y demás, que es derivado del petróleo, más de los plásticos y del poliester y todo eso, que cada vez se usa más en el área deportiva.

LCV: ¿Exportación con las leyes de Milei? ¿Cómo venimos?

—Las exportaciones hoy para nosotros son complicadas, porque la Argentina, paradójicamente, en este contexto, es cara en dólares. Entonces, no hay manera de ser competitivo en esta circunstancia. Además que estamos complicados a nivel impositivo, a nivel de costos internos y encima con un tipo de cambio retrasado a lo que tiene que ver para la exportación. Hoy estamos fuera de precio y con tarifas que están muy caras en dólares. Es muy difícil, porque por eso yo lo que digo es: nosotros hicimos todos los deberes. Contratamos gente, la capacitamos, pusimos las mejores máquinas del mundo, pero nosotros no manejamos ni la tasa de interés, no manejo las tarifas, no manejo el tipo de cambio, no manejo nada. Yo sé hacer lo que tengo que hacer.

LCV: Y desde ahí estás dando tu opinión. ¿Sentís que los escuchan?

—En principio, por lo que está ocurriendo, no. Nosotros tenemos contacto. No es que no tenemos contacto, hay gente con la que dialogamos en la Secretaría de Industria y todo. Pero bueno, el Gobierno, independientemente del diálogo, a veces hacen falta acciones concretas que modifiquen la realidad, porque el Gobierno, digamos, está en una postura que está muy bien, no digo que no, en la facilitación del comercio. Ellos quieren facilitar el comercio, destrabar burocracia y demás. Eso me parece que está muy bien, pero todo eso se hace en la medida de que vos tengas trabajo. Porque nosotros fuimos cuatro pasos para atrás.

LCV: ¿Has tenido que despedir, Luciano?.

—Sí, nosotros sí hemos tenido que achicarnos.

LCV: Duele.

—Es tremendo. Yo no tengo un abogado que mando a hablar con cada persona y yo me voy y que le diga que se quedó sin trabajo. Voy yo y pongo mi carita, adelante de cada uno que lo conozco, le conozco a la esposa, a los hijos, le conozco a todo el mundo. Es tremendo, se me va un pedazo de mi cuerpo cuando hago eso. No sé si se entiende, porque es muy difícil de de llevar adelante esa situación. Es horrible.”

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Despidos NN: las cifras que no llegan a reflejar la gravedad de la crisis.

Según el último informe del CEPA (Centro de Economía Política Argentina) en el primer semestre de 2024 hubo más de 160.000 despidos contando los del sector privado y el estatal. Sin embargo, la información oficial del BCRA indica que en los últimos meses se cerraron 350.000 cuentas sueldos, cifra que duplicaría la informada por CEPA, posiblemente contando retiros más compulsivos que voluntarios. Construcción e industria son los sectores más perjudicados pero no los únicos. La recesión salpica a la sociedad toda, grandes, medianas y pequeñas industrias. En apenas seis meses se extinguieron 10.000 empresas pymes, según denunció la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino (Enac) a través de un documento preparado para el 9 de julio. Se “está destruyendo 50 pymes por día, en una Argentina sin plan ni rumbo económico que genere certidumbre sobre el clima de negocios”, explicaron.

Uno de los cierres que más impactó en los últimos días fue el de una marca que remueve la memoria identitaria de la sociedad: la fábrica Canale. Sí, la de las galletitas, aquella que todos llevamos en nuestra memoria con su publicidad de familias de clase media reunidas, felices en torno a una mesa. Eran los sesenta. El siglo XXI trajo otros mensajes. A fines de junio la empresa conservadora en latas entre otras cosas, cerró su planta de Mendoza dejando en la calle a 38 empleados.

Cifras que no sólo son números. Implican la destrucción de una red de producción nacional. Bien vale detenerse en el significado histórico de éstas pérdidas. Un proceso de desarticulación industrial que no fue de la noche a la mañana y tiene nombres y apellidos.

Canale

José Canale fue el inmigrante genovés que llegó a la Argentina en 1860 y abrió una panadería en pleno San Telmo: Defensa y Cochabamba. El negocio fue viento en popa y hacia finesl del 800 ya se había ganado un nombre. José -Giusseppe- murió y su viuda e hijos se hicieron cargo del negocio familiar. La panadería original se convirió en una fábrica de galletitas. Nacía el bizcochito Canale. En 1910 pegaron el gran salto y se transladaron al histórico edificio frente a Parque Lezama que inundaba con su perfume a galleta horneada el barrio entero.

La fábrica de bizcochos Canale frente a Parque Lezama.

La fábrica creció y sumó productos: fideos, mermeladas, conservas y harinas, hasta que llegó la dictadura. El plan de Martínez de Hoz un un incendio los puso al borde del abismo que lograron superar tercerizando la producción durante un par de años. Recién en 1986 comenzaron a levantar cabeza pero las ventas no alcanzaban. Fue entonces que apareció Franco Macri, dueño de Socma, que a modo de ‘salvataje’ compró el 71% de la empresa. Eran los noventa. La empresa se diversificaba y a las galletas se le sumaban las latas. Tres plantas tenía Canale por entonces: Mendoza, Río Negro y Mar del Plata. No hubo caso, el menemismo invitaba a los inversores extranjeros a quedarse con las empresas argentinas en dificultades y las firmas pasaban de dueño con una rapidez nunca antes vista. Primero la compró la estadounidense Nabisco, luego Kraft, finalmente Alco se quedó con les compró la planta de hojalatas de Mendoza, mientras Kraft siguió con las galletitas. Los fideos Canale fueron adquiridos por Molinos Río de la Plata en 2014, quien también compró Vizzolini y Don Felipe.

Hace rato que el perfume Canale había desaparecido de San Telmo. El emprendimiento de don Giusseppe creció sin límites durante casi cien años y fue descuartizado en medio siglo. Hasta que llegó una nueva crisis, en el 2019, fin de Menem, asunción de De la Rúa. De la icónica fábrica nacional solo quedaba una planta enlatados en la provincia de Mendoza que quebraba y una agroindustrial mendocina, AVA, la compraba por 378 millones de dólares. La marca se mantuvo a pesar de los diversos dueños. El espíritu del panadero que la fundó había muerto hacía rato.

Despidos NN

Los casos aportados por el informe de CEPA dan cuenta de cómo influye también en grandes empresas el incierto programa económico del gobierno. Por la merma en la construcción fabricas de insumos sanitarios suspendieron y despidieron personas. FV decidió paralizar su producción por tres meses y suspender a 800 obreros de su planta en Pilar, provincia de Buenos Aires. Por su parte, Ferrum (la mayor fábrica de sanitarios de cerámica del país), ya despidió 100 trabajadores en lo que va de 2024. Los despidos masivos llegaron también al Grupo Techint que en junio despidió a 200 trabajadores de la planta Tenaris Siat de Valentín Alsina.

La danza de números continúa con la industria de electrodomésticos debido a la baja de aranceles para la importación de heladeras y lavarropas. Whirlpool tuvo que hacer a menos de 60 trabajdores del parque industrial de Pilar, y Briket, ya despidió a 300 obreros este año. Los metalúrgicos afirman que ya tuvieron 450 despidos en el sector, los textiles 470, alimentación 110, más de 3.600 en construcción, y sigue la industria química, automotrices, supermercadistas, y comercios de todo tipo.

Desde ya, es de público conocimiento la reducción de la planta estatal que ya suma más de 20.000 despidos y continúan anunciando que llegarán a 75.000. Hasta aquí sólo sabemos de números. Del famoso axioma menemista de ‘estamos mal pero vamos bien’. Imposible contabilizar la cantidad de pequeños emprendimientos que debieron cerrar sus puertas.

Aquí, un ejemplo al azar de aquellos que soñaron con un emprendimiento y el sueño les duró poco.

Cierra la conocida cervecería Schalke.

El local de La Plata lo anunció a través de las redes sociales y se suma a otros locales que también se despidieron en las últimas semanas.

La cervecería de 64 entre entre 13 y 14 cierra sus puertas tras 6 años en la zona de #ParqueSaavedra y sus dueños lo confirmaron a través de las redes, donde dejaron un breve y sentido mensaje para sus clientes, profundizando la crisis del sector.

“¡Hola amigos! Con mucha tristeza, queremos comunicarles el cierre del local. Estamos eternamente agradecidos por estos 6 años maravillosos que pasamos juntos”, escribieron en una publicación en Instagram que rápidamente se llenó de comentarios de clientes sorprendidos.

Santa Fé

En las provincias la situación es dramática. La generalmente pujante provincia de Santa Fé anunció que están viviendo “una situación recesiva donde hay caída de actividad prácticamente todos los rubros”, tal como indicó el secretario de Trabajo de Santa Fe, Julio Genesini,  quien se lamentó que “mes a mes se van dando una tendencia de pérdida de puestos de trabajo”.

Despidos y suspensiones son las formas en las que se expresa la crisis de consumo y producción en la provincia. Ya son 85 empresas que optaron por la suspensión de 11.000 trabajadores suspendidos. En la medida de lo posible intentan evitar la desvinculación laboral manteniendo algún porcentaje del sueldo hasta que la situación se disipe.

El Secretario de Trabajo provincial, afirmó en una entrevista al diario La Capital: “A fines de abril había alrededor de 6.500 desvinculaciones que se tramitaron ante el Ministerio de Trabajo. Si vemos los números del empleo registrado hay una caída interanual de 1.77 puntos, eso es un poco más de 9.000 puestos de trabajo. Si tomamos diciembre hay un poco más porque había alrededor de 522.000 trabajadores registrados y ahora estamos en 512.000”, apuntó y resaltó: “Hay un impacto en el empleo que se verifica en suspensiones y en algunos casos de pérdida de puesto de trabajo”.

A nivel nacional se conoció el viernes pasado que entre el 10 de diciembre de 2023 y el 4 de julio se tramitaron más de 38.000 procedimientos preventivos de crisis en el Ministerio de Trabajo de la Nación, un 40% más que en el mismo período del año pasado. Así lo señalaron fuentes de la cartera laboral, en el contexto de una crisis que se llevó ya 144.000 puestos de trabajo en el sector privado registrado.

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